miércoles, 23 de diciembre de 2009

La otra gran derrota de la Concertación, por Andrés Tagle Domínguez.

La otra gran derrota de la Concertación,

por Andrés Tagle Domínguez (*)

La derrota de la Concertación en las elecciones presidenciales, en que su candidato, Eduardo Frei, no alcanzó el 30% de los votos, llegando 14 puntos por debajo de Piñera, ha tapado la gran derrota de la Concertación en las parlamentarias.

La estrategia del oficialismo para enfrentar estos comicios fue conformar un amplio pacto: unir su votación de 2005 —de un 51,8%— al 7,4% del Juntos Podemos, alcanzando un 59,2% y permitiendo así aumentar fuertemente el número de parlamentarios electos, por la vía de doblar a la Coalición por el Cambio en más distritos, de modo de conseguir un quórum que permitiera modificar el sistema binominal, y la elección de diputados comunistas.

En septiembre llegaron los partidos de la Concertación y el PC al Servicio Electoral, a firmar lo que se llamaría el «pacto contra la exclusión». Directivos de la Democracia Cristiana y del Partido Comunista suscribieron en forma solemne una declaración en la cual se señalaba “que existía afinidad entre sus declaraciones de principios”... Más de algún dirigente fundador debe haberse dado una vuelta en su tumba, al saber sobre la afinidad de principios entre el humanismo cristiano y el marxismo leninismo.

La derrota la dieron los resultados del pasado domingo 13: el nuevo pacto obtuvo en diputados apenas un 44,36% de la votación, cerca de 15 puntos menos que en 2005. Los comunistas apenas aportaron un 2%, con lo cual la votación de los partidos de la Concertación, de un 42,34%, estuvo incluso por debajo de la Coalición por el Cambio, que sacó un 43,44%. La baja fue soportada principalmente por la DC, que cayó del 20,8% obtenido en 2005 a un 14,2%. Dejó así de ser el segundo partido de Chile, siendo superada por Renovación Nacional, que con su 17,8% escoltó a la UDI (23,04%) en los lugares de privilegio.

El famoso nuevo pacto fue incapaz de doblar a la Coalición en algún distrito; peor aun, fue duplicado por ésta en uno y superado por listas menores en otros dos. Obtuvo así sólo 57 diputados, 8 menos de los 65 obtenidos en 2005. Pero, siendo 3 de ellos comunistas, la Concertación vio disminuida su representación en la Cámara a apenas 54 diputados, 11 menos que en 2005, quedando por debajo de la Coalición, que alcanzó 58. Cinco de los diputados oficialistas llegaron terceros en su votación individual y fueron electos gracias al sistema binominal que tanto repudian. Entre otros, el secretario general del PS, Marcelo Schilling, y el presidente del PPD, Pepe Auth.

Peor es el resultado de la Concertación en el caso de la votación de senadores, donde alcanzó un 43,3%, siendo superada inapelablemente por la Coalición, que obtuvo un 45,1%. Esta es la derrota total: pasan a ser minoría, a pesar de que gracias al sistema binominal eligen 9 senadores, la mitad de los en disputa. Uno de ellos, Fulvio Rossi, llega tercero en votación personal y es elegido gracias al binominal.

La lista «Chile Limpio, vota feliz», que agrupó a los renunciados y despechados que no encontraron cupo en sus ex partidos, con votación del 5,4%, inferior a la normal del Juntos Podemos, eligió a 3 diputados. Ellos se suman a otros dos electos como independientes.

Hay así cinco diputados electos al margen de las listas grandes, lo que demuestra que el sistema binominal no excluye necesariamente a las listas chicas. Se completan 14 diputados electos por “fuera” en 5 de las 6 elecciones. Ello evidencia que la no elección de comunistas en el pasado era más bien una falta de caudal de votos y no una exclusión del sistema.

De hecho, la elección de dos diputados PC, en Iquique y Copiapó, se consigue con los votos de la izquierda de la Concertación (PPD y PS), que omiten presentar candidatos en esos lugares. El tercero, Guillermo Teillier, en el distrito de San Miguel, Lo Espejo y Pedro Aguirre Cerda, es electo producto de prácticas poco limpias para la democracia y para sus compañeros de pacto. Un acarreo grosero de los comunistas, que se fueron a inscribir a esta zona, queda demostrado al analizar las 47 nuevas mesas del distrito. Teillier obtiene en ellas sobre el 55% (en algunas llega al 76%), cuando en el resto sólo conseguía el 31%.

(*) Tagle Domínguez es el experto electoral de la Unión Demócrata Independiente, y sus análisis son muy bien evaluados, sobre todo, por lo acertados que son sus estudios.



martes, 15 de diciembre de 2009

DOS COMENTARIOS DE LUJO....

¿Qué es el cambio?

Por José Ramón Valente.

El eslogan de segunda vuelta de Sebastián Piñera es “Unete al cambio”. Pero muchos se preguntan ¿qué es el cambio? Algunos de sus detractores dicen que ésta es una palabra vacía, sin contenido. Otros dicen que esto significa borrón y cuenta nueva, es decir desconocer y cambiar todo lo que ha hecho la Concertación en los últimos 20 años. Por último, están los escépticos que señalan que todos los candidatos ofrecen cambios, lo que paradójicamente sugiere que el cambio termina siendo más de lo mismo; es decir, políticos que ofrecen mucho y hacen poco. Puede que haya personas que piensen así, pero el deseo de cambio de los chilenos es mayoritario y la elección de ayer lo confirma. Tanto Sebastián Piñera como Marco Enríquez-Ominami basaron sus campañas de primera vuelta en la idea del cambio y la votación combinada de ambos superó el 64% de los votos.

La gente quiere el cambio, los chilenos quieren educación de calidad, menos delincuencia, que gobiernen los mejores y no los más apitutados, mejor Estado y, por qué no, 1 millón de nuevos empleos. Pero efectivamente eso también lo puede ofrecer cualquiera. De hecho, el discurso de Frei ayer después de la elección contenía varias de estas cosas. Por lo tanto, quien quiera ganar en segunda vuelta debe convencer a los chilenos que su oferta de cambio es genuina, tiene contenidos y no es borrón y cuenta nueva.

Piñera tiene las mejores chances de ganar, porque una lista de ofertones efectivamente la puede hace cualquiera, pero para que éstos sean creíbles y se manifiesten en votos deben tener sustento en convicciones más profundas que el solo deseo de ganar una elección. Por lo mismo, es poco creíble que Frei ofrezca ahora hacer lo que no hizo durante los 6 años en que fue Presidente y la Concertación tampoco ha hecho en los 20 años que ha estado en el gobierno.

Pero aun más importante que la historia de Frei y la Concertación es su presente. Durante su campaña el senador Frei ha demostrado más ganas de aferrarse al poder que a sus convicciones. Por lo mismo, su oferta de cambio es y será más bien un popurrí de propuestas instrumentales a su objetivo que el resultado de una visión de futuro para Chile y los chilenos.

Las propuestas de cambio de Piñera no son caprichosas ni menos una lista de supermercado elaborada por el publicista de turno. Estas son consistentes con la convicción del candidato y de sus colaboradores, de que los chilenos son capaces de mucho más, y que dotados de las herramientas correctas pueden progresar a un ritmo mucho más acelerado que el que lo han estado haciendo, sobre todo en los últimos 10 años. La delincuencia, la mala calidad de la educación, el desempleo y la burocracia estatal son pesadas cadenas que arrastran los emprendedores y las familias chilenas en su búsqueda natural de un futuro mejor. Es imprescindible tenderles una mano a los más débiles y más desprotegidos, pero es también fundamental darles alas a los que quieren volar. Es sobre la base de ese convencimiento que nacen las propuestas del ingreso ético familiar, el millón de empleos y el crecimiento del 6% anual. Es para liberar a los chilenos del yugo de la ineficiencia del Estado que se propone un gobierno con los mejores y es para darles alas a nuestros jóvenes que se propone mejorar la calidad de la educación. El cambio que propone Piñera habla de futuro y no de pasado, y por lo tanto se construye sobre el presente y no pretende partir de cero, sino que de los avances ya logrados con mucho esfuerzo por los chilenos en los últimos 30 años.

El cambio de Piñera es genuino, tiene contenido y bajo ningún punto de vista implica borrón y cuenta nueva. Por el contrario, el cambio que comenzó a ofrecer Frei desde ayer es más bien oportunista y de dudosa reputación.


¿Qué es el cambio?

Por José Ramón Valente.

El eslogan de segunda vuelta de Sebastián Piñera es “Unete al cambio”. Pero muchos se preguntan ¿qué es el cambio? Algunos de sus detractores dicen que ésta es una palabra vacía, sin contenido. Otros dicen que esto significa borrón y cuenta nueva, es decir desconocer y cambiar todo lo que ha hecho la Concertación en los últimos 20 años. Por último, están los escépticos que señalan que todos los candidatos ofrecen cambios, lo que paradójicamente sugiere que el cambio termina siendo más de lo mismo; es decir, políticos que ofrecen mucho y hacen poco. Puede que haya personas que piensen así, pero el deseo de cambio de los chilenos es mayoritario y la elección de ayer lo confirma. Tanto Sebastián Piñera como Marco Enríquez-Ominami basaron sus campañas de primera vuelta en la idea del cambio y la votación combinada de ambos superó el 64% de los votos.

La gente quiere el cambio, los chilenos quieren educación de calidad, menos delincuencia, que gobiernen los mejores y no los más apitutados, mejor Estado y, por qué no, 1 millón de nuevos empleos. Pero efectivamente eso también lo puede ofrecer cualquiera. De hecho, el discurso de Frei ayer después de la elección contenía varias de estas cosas. Por lo tanto, quien quiera ganar en segunda vuelta debe convencer a los chilenos que su oferta de cambio es genuina, tiene contenidos y no es borrón y cuenta nueva.

Piñera tiene las mejores chances de ganar, porque una lista de ofertones efectivamente la puede hace cualquiera, pero para que éstos sean creíbles y se manifiesten en votos deben tener sustento en convicciones más profundas que el solo deseo de ganar una elección. Por lo mismo, es poco creíble que Frei ofrezca ahora hacer lo que no hizo durante los 6 años en que fue Presidente y la Concertación tampoco ha hecho en los 20 años que ha estado en el gobierno.

Pero aun más importante que la historia de Frei y la Concertación es su presente. Durante su campaña el senador Frei ha demostrado más ganas de aferrarse al poder que a sus convicciones. Por lo mismo, su oferta de cambio es y será más bien un popurrí de propuestas instrumentales a su objetivo que el resultado de una visión de futuro para Chile y los chilenos.

Las propuestas de cambio de Piñera no son caprichosas ni menos una lista de supermercado elaborada por el publicista de turno. Estas son consistentes con la convicción del candidato y de sus colaboradores, de que los chilenos son capaces de mucho más, y que dotados de las herramientas correctas pueden progresar a un ritmo mucho más acelerado que el que lo han estado haciendo, sobre todo en los últimos 10 años. La delincuencia, la mala calidad de la educación, el desempleo y la burocracia estatal son pesadas cadenas que arrastran los emprendedores y las familias chilenas en su búsqueda natural de un futuro mejor. Es imprescindible tenderles una mano a los más débiles y más desprotegidos, pero es también fundamental darles alas a los que quieren volar. Es sobre la base de ese convencimiento que nacen las propuestas del ingreso ético familiar, el millón de empleos y el crecimiento del 6% anual. Es para liberar a los chilenos del yugo de la ineficiencia del Estado que se propone un gobierno con los mejores y es para darles alas a nuestros jóvenes que se propone mejorar la calidad de la educación. El cambio que propone Piñera habla de futuro y no de pasado, y por lo tanto se construye sobre el presente y no pretende partir de cero, sino que de los avances ya logrados con mucho esfuerzo por los chilenos en los últimos 30 años.

El cambio de Piñera es genuino, tiene contenido y bajo ningún punto de vista implica borrón y cuenta nueva. Por el contrario, el cambio que comenzó a ofrecer Frei desde ayer es más bien oportunista y de dudosa reputación.

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