Crecimiento, pero con energía sustentable
Edmundo Claro
El abastecimiento energético es uno de los asuntos de mayor relevancia en la actualidad. Contar con un suministro seguro y confiable es esencial para el buen funcionamiento de las sociedades. Y si bien los avances en esta materia han permitido aumentar la calidad de vida para una fracción importante de la población mundial, durante los últimos años nos hemos percatado de sus serias implicancias ambientales.
Un par de ejemplos locales lo confirman. Mientras los potenciales impactos sobre ecosistemas forestales y cuencas hidrográficas dificultan seriamente la materialización de un importante complejo hidroeléctrico en el sur, el solo desarrollo de estudios tendientes a explorar la factibilidad de instalar fuentes energéticas nucleares ha sido causa de constantes y encendidos debates entre autoridades y grupos defensores del medio ambiente.
Aunque estas controversias resultan coyunturales, son representativas de futuros conflictos asociados al desarrollo de nuevos proyectos energéticos tendientes a suplir la demanda generada por el esperado crecimiento económico durante las próximas décadas, ya que éstos siempre conllevan algún grado de impacto ambiental. En el futuro cercano, la necesidad de resolver estas dificultades se verá agudizada, principalmente debido al probable aumento del precio global de la energía y a la incertidumbre respecto de la estabilidad de los países proveedores.
En ese contexto, y consciente de la importancia de desarrollar políticas públicas y proyectos que impulsen la creación de fuentes de energía sustentables,
Esta iniciativa es un paso para comenzar a sumarse a la tendencia asumida por gran parte de los países desarrollados de implementar sistemas energéticos sustentables. Esto, asumiendo una visión estratégica y a largo plazo que implica reducir el riesgo de abastecimiento mediante la diversificación de las fuentes proveedoras y el aumento de la eficiencia energética; minimizar los impactos ambientales asociados a la producción y abastecimiento de energía; promover el acceso energético a todos los sectores de la sociedad, e incentivar la innovación tecnológica y la competitividad.
Incierta encrucijada: Billonarios planes de rescate
Rafael Aldunate
El legendario líder Deng Xiaoping con su proverbial pragmatismo sostuvo en 1980 en la propia asamblea del Partido Comunista que sin crecimiento económico todo el resto era superfluo… ¡y en aquellas fechas!, una década antes de caer
¿Por qué? Nos han notificado y cada día en forma más cruda que los G-7 decrecerán en su dimensión económica; sólo el octavo país, China, tendrá un crecimiento relevante dadas las circunstancias, un hipotético 8% según las penúltimas cifras (¡!) (se modifican a la baja porfiadamente las proyecciones 2009).
Lo que la hace aportar por sí misma cerca de “la mitad” del incremento del PIB mundial del próximo año… vaya qué gravitación, dependencia y vulnerabilidad del mundo con respecto a un solo país.
Como prototipo de las debilidades de una dictadura, China no puede permitirse una dinámica menor al 8% para absorber los 85 millones de habitantes que emigran de las paupérrimas condiciones del campo a las polígonos industriales, por un bienestar más sustentable… todo ello en un escenario particularmente problemático: por la dificultad de colocar sus exportaciones en un mundo anoréxico, donde su producción industrial ha caído a su ritmo más bajo de los últimos 7 años y el valor de sus acciones han perdido un 70% desde su reciente peak.
Salva su situación: su creciente demanda interna, sus altos niveles de ahorro-inversión, sus montañas de reserva de divisas —25 veces mayor a las chilenas— y su baja deuda pública, lo cual le ha permitido lanzar un plan de rescate de US$ 600 mil millones para los próximos dos años, con acento en obras públicas; sin embargo, tampoco pone acento en estimular y financiar la demanda agregada de las propias personas. Inexorablemente, buscan tanto las empresas como personas refugiarse en una mayor liquidez frente a la traumática desvalorización bursátil.
Los planes de rescates principales, en medio de la debacle financiera superan largamente los US$ 3 billones (80 veces el presupuesto nacional) incorporando los de la propia FED, los del gobierno norteamericano, la inyección de liquidez de Alemania, la salvación de Citigroup, el mencionado de China y suman y siguen otros… sin modificar aun la estrechez crediticia.
La interrogante de los expertos y el sentido común nos lleva a las siguientes incertidumbres sin claras respuestas frente a estas enormes magnitudes de recursos aportados: ¿hay que darles mucho tiempo para su acción virtuosa?, ¿el descalce de los bancos con los apremios de liquidez de los depositantes es aún mayor?, ¿los activos tóxicos son aun crecientes y no están aislados?, ¿la propia crisis subprime se ahonda aún más con los nefastos indicadores hipotecarios?, ¿la autoridad norteamericana realmente ha actuado vacilante y zigzagueante?, ¿el negativo umbral de la crisis de la economía real debilita aún más el circuito financiero?, ¿la epidemia es global y es una verdadera caja negra con esquirlas?, ¿la influencia de la paradoja del ahorro, que se busca obsesivamente hacer efectivo y se reduce el gasto, desacelerando aún más la economía?
El reciente rescate de Citigroup está indicando que el problema es mucho más complejo de lo evaluado en semanas anteriores y con la trayectoria como el tiempo trascurrido la crisis se hace cada vez más profunda y difícil de pronosticar.
En Chile se ha tomado la opción de un gasto público expansivo y la autoridad no se abre a una rebaja de impuestos. Con ello se les está restando espacio a las personas y si no se reducen las tasas de interés, será más asfixiante el escenario privado. La crisis no debería ser pretexto para continuar postergando reformas de fondo que necesitamos para mejorar nuestra competitividad, amortiguando la posta de relevo con el cobre.