Nueva automoribundia de la derecha
Hermógenes Pérez de Arce
La derecha muere cada cierto tiempo, pero después resucita. Ahora está a punto de morir de nuevo, lo que sucederá si
Pero en 2005 éste "empezó con cosas". Por ejemplo, "si hubiera sabido, habría votado 'No' en el plebiscito del 88". Y se desinfló. Pero, desinflado y todo, al menos
Lamentablemente, después
Según la diputada Isabel Allende, cobro pensión como diputado exonerado el año 73. Falso. Nunca he recibido nada.
Y, así, en todas partes leemos que en su congreso del próximo día 12 apoyará a Piñera, su antípoda. Éste el 80 votó "No" a
Yo estoy consciente de que, en esta automoribundia derechista en curso, se ha producido un "efecto rebaño". Lo palpo en lo que gente de derecha me dice y escribe. Ella quiere "cerrar filas" tras Piñera, como alternativa a
Me recuerdan el año 64, cuando la derecha en masa se abalanzó a apoyar a Frei Montalva para impedir el triunfo de Allende. Resultado: en la elección parlamentaria del 65 fue borrada del mapa y Frei (que es un ídolo para Piñera) le pavimentó el camino a Allende. Este mismo efecto rebaño había estado a punto de fructificar el año 58, pero entonces surgieron dos figuras señeras: Juan Antonio Coloma (abuelo del actual), en el Partido Conservador, y Raúl Marín, en el Liberal. Dominaron al rebaño, evitando que se fuera con Frei. Así lograron elegir Presidente a un hombre de derecha, Jorge Alessandri. ¡Cuánta falta hicieron Coloma y Marín 64! ¡Cuánta falta hacen hoy! Pero en
Post scriptum:
La diputada Isabel Allende me reprocha una supuesta "conducta antiética" ("
Aristocracia juvenil
Gonzalo Rojas Sánchez
Entre esa juventud idealizada -simplemente porque martillea con frenesí mediaguas de emergencia- o aquella rechazada -porque poncea grotescamente en cada parque disponible- hay otras muchas, silenciosas y verdaderamente eficaces.
Jóvenes bomberos o scouts, deportistas o artistas, políticos o empresarios. Y por cierto, como caso especial, los ayudantes universitarios: qué gran especie, qué importante subconjunto, qué decisiva aristocracia.
A-ris-to-cra-cia. Sí, los mejores. Esos tipos que ya a los 21 o 22 añitos marcan presencia con una humanidad encandilante, aunque todavía sean casi pura potencia y uno que otro acto. Los aristos, los mejores.
Porque para elegir a los ayudantes en las Universidades -y estas corporaciones son la vanguardia de la formación de elites para el país- los profesores deben, debemos, hablar de aristocracia. No faltan los timoratos que prefieren llamarlas meritocracias, pero bien se sabe que es por complejo. Más vale la vieja terminología griega: los aristos, los mejores, y punto.
¿Un caso concreto? Seis ayudantes de una asignatura en
Francisco, el más antiguo. Ya es periodista; viene de Puerto Montt; parece tímido, le gusta el rock, se fija, se fija, siempre dispuesto a las tareas menos gratas, exige con paciencia.
Jorge Andrés, cuarto de Derecho también, metódico, cordial, a cada alumno (le corresponden unos 30) lo ha ido conociendo más y más; cuenta con satisfacción cómo algunos han mejorado.
Y la dupla de ¡Medicina! Sí, dos ayudantes de Medicina en un ramo de Humanidades. Para ellos, dicen, el momento de gozo de la semana es trabajar en la asignatura. Alvaro, de cepa hispánica, alegre, entusiasta, anima y exige, abre la imaginación. Y
¿Y cómo fueron elegidos? Por cooptación: el profesor optó por ellos, en reñido concurso entre varios similares, o simplemente porque las vacantes coincidían con el número de postulantes. ¿Y quiénes pudieron presentarse? Sólo los excelentes: discriminación evidente y no arbitraria.
Aristocracia, la verdadera e imprescindible aristocracia.