Pero va a resultar todavía peor, pues la primera indicación del Ejecutivo al proyecto de reforma, que acorta el plazo para impedir a los chilenos trabajar libremente en educar (la prohibición del lucro en la enseñanza equivale a eso), ha sido hasta aceptada por la Alianza, pese a que viola el art. 19 N° 11 de la Constitución, que consagra para "todas las personas" el "derecho de abrir, organizar y mantener establecimientos educacionales". Y también viola el N° 16 del mismo artículo, que garantiza y protege la libertad de trabajo.
También la segunda indicación del Gobierno rompe el acuerdo y apunta a liquidar la enseñanza privada, pues establece que "el Estado financiará un sistema de educación pública... que asegure el acceso a toda la población". Es la nueva ENU, Escuela Nacional Unificada, contra la cual se alzó la mayoría de los chilenos bajo la UP. Pues era, al igual que la indicación, un proyecto totalitario apuntado a someter a "toda la población" a un sistema de enseñanza estatal. Por suerte, la Alianza se ha opuesto a la indicación.
¿Cuántas veces les he advertido a los chilenos que lo único que se puede esperar de un gobierno socialista es más socialismo, es decir, menos libertad? La prueba Simce ha confirmado que, sin libertad, la educación no progresa, pese a haberse cuadruplicado el presupuesto desde 1990. La Concertación tuvo el heroísmo de participar en la prueba internacional TIMSS hasta hace unos años. Entre 38 países, Chile quedaba 35°, superando a Filipinas, Marruecos y Sudáfrica. Así que el Gobierno prefirió arrancar de ahí.
Hace dos años, yo les recomendaba a los chilenos suprimir el Ministerio de Educación y darles los dos billones de pesos anuales que costaba a los padres de familia pobres, en forma de "vouchers" que les permitieran acceder a una excelente educación particular para sus hijos, en el colegio que eligieran. Pues bien, ahora el presupuesto del Ministerio es de 3,3 billones de pesos, pues aumentó más de 15 por ciento ("El Mercurio", 29-09-07, p. B-2). Dejando fuera al 10 por ciento de familias ricas, que no necesitan ayuda, el resto podría tener un "voucher" de unos 110 mil pesos mensuales por alumno (tres veces más que la actual subvención a la educación particular gratuita) para ir a un colegio de calidad de su elección. ¡Educación particular pagada, que es la que ofrece los mejores resultados, para todos los chilenos!
¡La plata está ahí! ¡Quítensela a la burocracia, a las ONG izquierdistas, a los asesores concertacionistas, a los profesores flojos, apernados y politizados, y dénsela al pueblo trabajador y explotado por el Estado!
Pues sepan ustedes que el Estado se ha quedado con el 60 por ciento de la mayor riqueza generada por el alto precio del cobre desde 2004. El 28 por ciento fue para los trabajadores y sólo el 12 por ciento para las empresas ("El Mercurio", 02-09-07, p. B-3).
Pero yo sé que ustedes no me harán caso. Es uno de los peores defectos de los chilenos. Si me lo hicieran, habría también "vouchers" para elegir libremente la salud, todos podrían libremente emplear y emplearse, y no habría cesantía. Y con el resto de la plata del "gasto social" (y si no alcanza, se baja a cero el superávit estructural) habría de más para financiar un impuesto negativo (un subsidio) que no dejaría a ningún chileno bajo la línea de la pobreza.
Pero, por mentalidad, Chile está condenado al socialismo. Con su pan se lo coma.
Caníbales en Nazino, Siberia
Gonzalo Rojas Sánchez
Los comunistas han sido siempre tan magistrales para manipular la información como carepalos para sincerarse cuando comprenden que, por desidia o temor, nadie los enfrentará.
Lo primero lo vienen logrando desde el mismo 12 de septiembre de 1973, presentando su organización y su lucha armada como resistencia de inocentes víctimas a una dictadura atroz. Y han tenido éxito, tanto en el mundo entero como en el Chile hermogeniano de los cerebros lavados.
Lo segundo acaban de practicarlo con su entusiasta elogio de Tirofijo Marulanda, uno de los mayores criminales de la historia de América, a quien el PC chileno glorificó días atrás elevándolo al panteón de Lenin, Stalin y el Ché.
Stalin, qué palabra que los incomode más. Lo puede comprobar cualquier interlocutor de los gélidos comunistas chilenos. Dígales Stalin, y verá fluir en ellos sangre de incomodidad y de angustia. En estos días, dígales además Nazino, sí, Nazino, en Siberia, pero esta vez quizás no verá reacción alguna.
Explíqueles entonces que en el libro del 2007 "Isla caníbal, muerte en el Gulag soviético", Nicolas Werth ha podido concretar una de las más notables investigaciones recientes sobre el genocidio comunista en la URSS. Fue en Nazino, exactamente hace 75 años, donde se abandonó a su suerte a unos 10 mil deportados, los que formaban parte del plan de 1 millón que la OGPU (lea KGB) se había propuesto reubicar en Siberia Occidental y Kazajtán entre 1933 y 1934.
Ahí, sin más alimento que harina cruda, sin más agua que la de los ríos circundantes, miles de personas abandonadas murieron de hambre, algunos incluso después de haber sobrevivido gracias al canibalismo. El Gulag tuvo campos de trabajo forzado donde millones de personas dejaron sus vidas; tuvo también colonias de deportación donde millones fueron obligados al desarraigo más brutal. Pero tuvo además a Nazino, donde una decena de miles de seres humanos, sufrieron "la sangrienta implementación de una utopía, de una vasta empresa de ingeniería social, de planificación burocrática y policial que quería purificar y limpiar algunos espacios urbanos soviéticos de los elementos socialmente dañinos", en palabras del propio Werth.
Ahí, en la desconocida Nazino, tuvieron lugar "regresiones y transgresiones como resultado de un verdadero proceso de descivilización", agrega Werth. Ahí en Nazino, concluyamos, el comunismo mostró toda su terrible barbarie.
Hoy que se cumplen los 75 años de Nazino, se comprueba que el material disponible para consignar a los comunistas como los grandes asesinos de la historia, no se acaba nunca, pero que muy pocas personas están dispuestas a mantener esa lucha por la verdad histórica.
Tranquilos. Nazino puede ser algo desconocido, pero ya se acerca el 20 de agosto, la conmemoración de los 40 años de la invasión de Checoslovaquia en 1968. Tranquilos, porque el PC chileno va a tener que dar muchas explicaciones sobre Praga 68, aunque de Nazino diga ignorarlo todo.