En las últimas semanas hemos sido testigos de un nuevo tipo de cibercrimen: Las suplantaciones de identidad que se han realizado mediante la apertura de cuentas en Factbook, una red social que constituye un fenómeno cuyo significado sociológico-cultural todavía es difícil de visualizar en todos sus alcances.
En esta red, concebida para ser usada en base a la buena fe y las buenas prácticas, no tardaron en aparecer los aguafiestas, quienes abrieron cuentas haciéndose pasar por terceras personas con fines diversos tales como injuriar, calumniar o extorsionar. Afortunadamente el mismo contrato de apertura de cuenta de Facebook establece mecanismos para solicitar la eliminación de las cuentas y contenidos que constituyan una infracción.
Sin embargo, la pregunta más interesante, desde un punto de vista jurídico, consiste en determinar si es posible aplicar la normativa vigente a este tipo de infracciones. Desde el momento que se considera a la internet “un medio más”, es factible pensar que en los casos descritos más arriba se estaría en presencia del tipo penal descrito en el artículo 214 del Código Penal, que se refiere a la usurpación de nombre, correspondiendo entonces la presentación de las acciones judiciales que procedan.
El consejo inmediato, en caso de ser víctima de estos delitos, es solicitar una certificación notarial antes de que los contenidos sean eliminados. Esta medida simplifica y facilita enormemente cualquier investigación posterior. Asimismo, deben tomarse las acciones que permitan rastrear el número IP del computador desde el cual se cometió la infracción, para lo cual la Brigada chilena del Cibercrimen cuenta con expertos y metodologías de última generación.
El cibercrimen debe ser afrontado como un problema real. La ley se ha adaptado poco a poco a estos cambios tecnológicos a través de regulaciones legales específicas, como la Ley Nº 19.223 sobre delitos informáticos, la sanción de la pedofilia en internet, la aparición de brigadas especializadas como la del cibercrimen.
En nuestra sociedad de la información es necesario luchar más eficazmente contra el flagelo del cibercrimen, pues internet ha pasado a ser un bien de consumo básico de nuestra sociedad. Por ello, las señales para los ciber-güenzas deben ser claras y contundentes, ya que una internet segura es condición sine qua non para el desarrollo de nuestro país.
(*)Gonzalo Sánchez Serrano, Académico U. Adolfo Ibáñez
Chile se enfrentará en los próximos años a una escasez de capital humano. Las bajas tasas de natalidad y el envejecimiento poblacional que atraviesan tanto a países desarrollados como al nuestro obligan a pensar en nuevas estrategias para la retención y captación de talentos en un mundo global.
Para eso es necesario tener claro que las personas no sólo se mueven por motivaciones extrínsecas (sueldo, bonos, incentivos económicos), sino también por motivaciones intrínsecas que tienen que ver con las posibilidades de desarrollo profesional, de movilidad en el lugar de trabajo, de ascenso, en definitiva, de poder sacarles partido a los talentos personales. Por último, están las motivaciones trascendentes, aquellas que tienen que ver con nuestro aporte a la sociedad, con el entregarse a otros, con el pasar tiempo en familia.
En una sociedad, donde lo único permanente es el cambio, el sueldo pasa a ser un commodity, donde el protagonismo lo empiezan a tomar las oportunidades de desarrollo junto con la calidad de vida y el tiempo libre que la empresa le permite al trabajador. A eso le podemos llamar salario emocional, un sueldo que no sólo piensa en el tener, sino también en el ser.
Si sumamos a eso que la permanencia de un empleado joven en una empresa son 1,6 año en promedio, la necesidad de invertir en la satisfacción de los trabajadores no es un tema menor. Cada vez que un talento se va, lo que hace esa empresa es subsidiar a la competencia.
En 1980 los intangibles (talentos y marcas) representaban el 20% del valor de la empresa, hoy es un 70% (Accenture, 2006). Es decir, que las personas son el principal activo de una compañía no sólo es un discurso, sino una realidad. Mientras hoy el capital físico y tecnológico es fácil de copiar, el valor agregado que entrega cada persona a la organización no lo es.
Junto con retener trabajadores calificados, en los próximos años también debemos pensar en cómo captar la atención en grupos que hoy están menos presentes en las organizaciones, como son los adultos mayores, las mujeres con hijos pequeños y los inmigrantes.
En tiempos de crisis económica, hablar de salario emocional puede sonar ilusorio, pero significa anticiparse a otra futura crisis: la de capital humano.
(*)María Paz Lagos, Directora Centro Familia-Trabajo y Políticas Públicas Universidad del Desarrollo