Seguimos tropezando en las mismas piedras:
(I) A FAVOR DEL SIDA. Revienta el escándalo: centenares de personas sometidas al test del VIH por los Servicios de Salud que resultaron portadoras del mal, no fueron notificadas de ello —obligación legal de aquellos servicios— y por consiguiente no se han tratado médicamente hasta hoy. Algunas, cuando menos, ya fallecidas del modo horrible que mata el SIDA.
La CONASIDA no había fiscalizado de ninguna manera el cumplimiento de las notificaciones obligatorias. Es posible que no sea su deber legal, pero sin duda resulta una desidia inexplicable —en un organismo superior del Estado, a cargo de mal tan cruel— no haberse preocupado, siquiera, de saber qué sucedía con esas notificaciones. Así se habría impedido que circularan por Chile, sin tratamiento, centenares de propagadores del VIH, no sólo indiscutiblemente tales, sino de identidad conocida... pero ignorantes de su condición.
El nuevo ministro de Salud anuncia que reorganizará la CONASIDA. Palabra estimulante y optimista, «reorganizar», pero que, sin mayores precisiones sobre su contenido, sólo denota buenas intenciones. Para aplaudir la medida, es necesario conocer los objetivos de la «nueva» CONASIDA, los medios de que dispondrá para cumplir aquéllos, y que tales medios sean los necesarios y suficientes a los respectivos efectos.
Anuncia también el ministro, para diciembre, la décima campaña contra el SIDA. Se hallaba postergada porque su financiamiento, proveniente de un «fondo global» de origen norteamericano, está suspendido a raíz de irregularidades de dineros en el organismo que aquí las maneja el «Consejo de las Américas». La autoridad no ha dado ninguna explicación sobre tales irregularidades, aunque de la directiva del Consejo forman parte representantes de la Secretaría General de Gobierno, el Ministerio de Hacienda, el de Bienes Nacionales y la CONAMA.
(Quedarse con la plata del SIDA es lo único peor que apropiarse las platas de los cesantes para hacer propaganda política).
La décima campaña será ahora de financiamiento fiscal, y su finalidad, dice el ministro, será que las personas que tienen «conductas de riesgo» se hagan los test de SIDA, acudiendo «con seguridad» a la «red de salud» (El Mercurio, 15 de noviembre). ¿Qué pensar de esto?
1. Si ésa es la única finalidad de la campaña, no puede sino producir buenos resultados, aunque muy reducidos (es probable), pues quienes observan habitualmente «conductas de riesgo» no poseen, por lo general, un sentido germánico de responsabilidad que los lleve a testearse de modo permanente y regular.
2. Pero si la campaña se hace en otro tono, el mismo de las anteriores, va a ser tan contraproducente como éstas, y por iguales motivos, a saber:
-Persistirá en afirmar la falsedad de que el uso del condón es 100% efectivo para prevenir el SIDA, dejando deliberadamente de advertir el porcentaje —grande o pequeño... ¿qué le importa a quién cayó dentro de él?— en que NO es eficaz.
-Persistirá en glamourizar el sexo casual, que se da especialmente —es un hecho, prescindiendo de juicios éticos— entre los homosexuales y adolescentes promiscuos. La última campaña ejemplificaba las «distintas miradas del amor» con la foto de dos travestis. Y la penúltima desplegó por todo el país un afiche, mostrando una escolar de uniforme, sonriente y condón en mano, contra un fondo que graficaba las distintas posturas del coito. Era casi criminal banalizar y embellecer de ese modo las conductas sexuales más riesgosas de SIDA. Pero así se hizo. ¿Se seguirá haciendo?
(II) HIDROAYSEN. Este gigantesco proyecto hidroeléctrico —crucial para que no nos falle de nuevo la energía a comienzos de la próxima década— entregó en agosto su Estudio de Impacto Ambiental (EIA) a la COREMA de la región. Había significado una labor de tres años. Empezando el mes que corre, el organismo fiscal devolvió la pelota a la empresa CON TRES MIL CIENTO CINCUENTA OBSERVACIONES, PROVENIENTES DE TREINTA Y DOS SERVICIOS PUBLICOS DE LA REGION.
Intertanto, la ministra del ramo había insinuado que estas observaciones significaban que HidroAysén no había realizado cabalmente su EIA..
El episodio es perfecto para apreciar la poca seriedad de los procedimientos medioambientales a los que deben someterse en Chile obras de inmensa envergadura y de sumo interés para el país. En efecto:
-El estudio que ha demorado tres años se despacha por la COREMA de Aysén en tres meses.
-Lo analiza una especie de congreso de 32 distintas oficinas burocráticas, sin ninguna coordinación entre sí, garantía absoluta de que se genere una Babel de opinantes y pareceres.
-La Babel produce, de modo inevitable, literalmente MILES de observaciones y objeciones. Muchas de ellas —también de manera fatal— se repiten (pero no idénticas por entero), traslapan o contradicen.
-Es de certeza matemática que en ninguna de las 32 oficinas de Aysén que opinaron —salvo, quizás, alguna contadísima excepción— existe siquiera UN funcionario capaz de analizar útilmente un proyecto de este calibre.
—La ministra anticipó en público una opinión obviamente contraria al proyecto y a la empresa, que ni tenía elementos para emitir, ni aunque los tuviera era prudente formulara, pues con ello presionaba a sus subordinados.
¿Qué ha hecho la empresa? Tomarse seis meses para responder las 3.150 observaciones. Pienso, mal de seguro («pecarás pero acertarás»), que además aprovechará el semestre meditando si, en las nuevas condiciones económico/financieras de Chile y el mundo, le conviene continuar su vía crucis aysenino.
¿Cuántos meses habremos perdido, con estas tramitaciones kafkianas, de energía sin dependencia extranjera, limpia, barata, renovable? Y eso que la actual es apenas la primera etapa, la burocrática, de las dilaciones seudoecológicas... luego vendrá la segunda —la judicial/tinterillesca— y finalmente la tercera... la violentista/mediática.
¿Qué mella hace esto en los burócratas? Que la empresa pierda dinero, hasta les gusta; que Chile pierda crecimiento, no les importa nada. Recordemos el caso —tan reciente como olvidado— de CELCO en Valdivia. Por desidia pura, la COREMA local le negó durante dos años un aumento de producción al cual tenía derecho. 220 mil toneladas de celulosa menos, que ya NUNCA la planta valdiviana producirá, ni menos al glorioso precio de entonces, que se fue probablemente para siempre.
(III) PSU. Sigo entreteniéndome: saco por internet (vean cómo me modernizo) facsímiles oficiales de la PSU, gentileza de la Universidad de Chile. La última, de «lenguaje y comunicación», me ha hecho reír mucho... y a la vez indignarme por los estudiantes obligados a tanta tontera. Ejemplo:
a) Pedanterías inútiles y olvidadas al día siguiente de dar la PSU:
-Si la «función del lenguaje que predomina (en decir): Este reloj está atrasado quince minutos», es «expresiva, apelativa, referencial, fáctica o metalingüística».
-Si el «tipo de mundo» de un fragmento literario es «mítico, cotidiano, fantástico, onírico o utópico».
-Si en otros fragmentos, la figura literaria usada es «metáfora, personificación, comparación, hipérbaton, alegoría o sinécdoque».
-Si en el «discurso» de una teleserie predomina el tipo «dialógico, narrativo o dramático».
b) Errores gramaticales anexos a las pedanterías. Por ejemplo, el «fragmento»:
-Si quieres podemos juntarnos acá en mi casa.
-Bueno, te llevo los CDs y la polera que me prestaste.
Obviamente, el «llevo» es «traigo». Pero minucias tales no emocionan a los lingüistas de la PSU. La pregunta trascendental es si la «relación entre los hablantes» anteriores es «asimétrica, directa, simétrica, indirecta o complementaria».
c) Sinsentidos graves que desconciertan y perjudican a quien rinde la prueba. Ejemplo:
«MARTIN FIERRO cree que la importancia del aporte intelectual de América, previo tijeretazo a todo cordón umbilical».
La oración simplemente no termina. La tierra se tragó el predicado de «la importancia, etc.».
Esta flojera, esta ausencia de una revisión simple y sumaria de la prueba de la cual depende el futuro de tantos es intolerable.
(I) A FAVOR DEL SIDA. Revienta el escándalo: centenares de personas sometidas al test del VIH por los Servicios de Salud que resultaron portadoras del mal, no fueron notificadas de ello —obligación legal de aquellos servicios— y por consiguiente no se han tratado médicamente hasta hoy. Algunas, cuando menos, ya fallecidas del modo horrible que mata el SIDA.
La CONASIDA no había fiscalizado de ninguna manera el cumplimiento de las notificaciones obligatorias. Es posible que no sea su deber legal, pero sin duda resulta una desidia inexplicable —en un organismo superior del Estado, a cargo de mal tan cruel— no haberse preocupado, siquiera, de saber qué sucedía con esas notificaciones. Así se habría impedido que circularan por Chile, sin tratamiento, centenares de propagadores del VIH, no sólo indiscutiblemente tales, sino de identidad conocida... pero ignorantes de su condición.
El nuevo ministro de Salud anuncia que reorganizará la CONASIDA. Palabra estimulante y optimista, «reorganizar», pero que, sin mayores precisiones sobre su contenido, sólo denota buenas intenciones. Para aplaudir la medida, es necesario conocer los objetivos de la «nueva» CONASIDA, los medios de que dispondrá para cumplir aquéllos, y que tales medios sean los necesarios y suficientes a los respectivos efectos.
Anuncia también el ministro, para diciembre, la décima campaña contra el SIDA. Se hallaba postergada porque su financiamiento, proveniente de un «fondo global» de origen norteamericano, está suspendido a raíz de irregularidades de dineros en el organismo que aquí las maneja el «Consejo de las Américas». La autoridad no ha dado ninguna explicación sobre tales irregularidades, aunque de la directiva del Consejo forman parte representantes de la Secretaría General de Gobierno, el Ministerio de Hacienda, el de Bienes Nacionales y la CONAMA.
(Quedarse con la plata del SIDA es lo único peor que apropiarse las platas de los cesantes para hacer propaganda política).
La décima campaña será ahora de financiamiento fiscal, y su finalidad, dice el ministro, será que las personas que tienen «conductas de riesgo» se hagan los test de SIDA, acudiendo «con seguridad» a la «red de salud» (El Mercurio, 15 de noviembre). ¿Qué pensar de esto?
1. Si ésa es la única finalidad de la campaña, no puede sino producir buenos resultados, aunque muy reducidos (es probable), pues quienes observan habitualmente «conductas de riesgo» no poseen, por lo general, un sentido germánico de responsabilidad que los lleve a testearse de modo permanente y regular.
2. Pero si la campaña se hace en otro tono, el mismo de las anteriores, va a ser tan contraproducente como éstas, y por iguales motivos, a saber:
-Persistirá en afirmar la falsedad de que el uso del condón es 100% efectivo para prevenir el SIDA, dejando deliberadamente de advertir el porcentaje —grande o pequeño... ¿qué le importa a quién cayó dentro de él?— en que NO es eficaz.
-Persistirá en glamourizar el sexo casual, que se da especialmente —es un hecho, prescindiendo de juicios éticos— entre los homosexuales y adolescentes promiscuos. La última campaña ejemplificaba las «distintas miradas del amor» con la foto de dos travestis. Y la penúltima desplegó por todo el país un afiche, mostrando una escolar de uniforme, sonriente y condón en mano, contra un fondo que graficaba las distintas posturas del coito. Era casi criminal banalizar y embellecer de ese modo las conductas sexuales más riesgosas de SIDA. Pero así se hizo. ¿Se seguirá haciendo?
(II) HIDROAYSEN. Este gigantesco proyecto hidroeléctrico —crucial para que no nos falle de nuevo la energía a comienzos de la próxima década— entregó en agosto su Estudio de Impacto Ambiental (EIA) a la COREMA de la región. Había significado una labor de tres años. Empezando el mes que corre, el organismo fiscal devolvió la pelota a la empresa CON TRES MIL CIENTO CINCUENTA OBSERVACIONES, PROVENIENTES DE TREINTA Y DOS SERVICIOS PUBLICOS DE LA REGION.
Intertanto, la ministra del ramo había insinuado que estas observaciones significaban que HidroAysén no había realizado cabalmente su EIA..
El episodio es perfecto para apreciar la poca seriedad de los procedimientos medioambientales a los que deben someterse en Chile obras de inmensa envergadura y de sumo interés para el país. En efecto:
-El estudio que ha demorado tres años se despacha por la COREMA de Aysén en tres meses.
-Lo analiza una especie de congreso de 32 distintas oficinas burocráticas, sin ninguna coordinación entre sí, garantía absoluta de que se genere una Babel de opinantes y pareceres.
-La Babel produce, de modo inevitable, literalmente MILES de observaciones y objeciones. Muchas de ellas —también de manera fatal— se repiten (pero no idénticas por entero), traslapan o contradicen.
-Es de certeza matemática que en ninguna de las 32 oficinas de Aysén que opinaron —salvo, quizás, alguna contadísima excepción— existe siquiera UN funcionario capaz de analizar útilmente un proyecto de este calibre.
—La ministra anticipó en público una opinión obviamente contraria al proyecto y a la empresa, que ni tenía elementos para emitir, ni aunque los tuviera era prudente formulara, pues con ello presionaba a sus subordinados.
¿Qué ha hecho la empresa? Tomarse seis meses para responder las 3.150 observaciones. Pienso, mal de seguro («pecarás pero acertarás»), que además aprovechará el semestre meditando si, en las nuevas condiciones económico/financieras de Chile y el mundo, le conviene continuar su vía crucis aysenino.
¿Cuántos meses habremos perdido, con estas tramitaciones kafkianas, de energía sin dependencia extranjera, limpia, barata, renovable? Y eso que la actual es apenas la primera etapa, la burocrática, de las dilaciones seudoecológicas... luego vendrá la segunda —la judicial/tinterillesca— y finalmente la tercera... la violentista/mediática.
¿Qué mella hace esto en los burócratas? Que la empresa pierda dinero, hasta les gusta; que Chile pierda crecimiento, no les importa nada. Recordemos el caso —tan reciente como olvidado— de CELCO en Valdivia. Por desidia pura, la COREMA local le negó durante dos años un aumento de producción al cual tenía derecho. 220 mil toneladas de celulosa menos, que ya NUNCA la planta valdiviana producirá, ni menos al glorioso precio de entonces, que se fue probablemente para siempre.
(III) PSU. Sigo entreteniéndome: saco por internet (vean cómo me modernizo) facsímiles oficiales de la PSU, gentileza de la Universidad de Chile. La última, de «lenguaje y comunicación», me ha hecho reír mucho... y a la vez indignarme por los estudiantes obligados a tanta tontera. Ejemplo:
a) Pedanterías inútiles y olvidadas al día siguiente de dar la PSU:
-Si la «función del lenguaje que predomina (en decir): Este reloj está atrasado quince minutos», es «expresiva, apelativa, referencial, fáctica o metalingüística».
-Si el «tipo de mundo» de un fragmento literario es «mítico, cotidiano, fantástico, onírico o utópico».
-Si en otros fragmentos, la figura literaria usada es «metáfora, personificación, comparación, hipérbaton, alegoría o sinécdoque».
-Si en el «discurso» de una teleserie predomina el tipo «dialógico, narrativo o dramático».
b) Errores gramaticales anexos a las pedanterías. Por ejemplo, el «fragmento»:
-Si quieres podemos juntarnos acá en mi casa.
-Bueno, te llevo los CDs y la polera que me prestaste.
Obviamente, el «llevo» es «traigo». Pero minucias tales no emocionan a los lingüistas de la PSU. La pregunta trascendental es si la «relación entre los hablantes» anteriores es «asimétrica, directa, simétrica, indirecta o complementaria».
c) Sinsentidos graves que desconciertan y perjudican a quien rinde la prueba. Ejemplo:
«MARTIN FIERRO cree que la importancia del aporte intelectual de América, previo tijeretazo a todo cordón umbilical».
La oración simplemente no termina. La tierra se tragó el predicado de «la importancia, etc.».
Esta flojera, esta ausencia de una revisión simple y sumaria de la prueba de la cual depende el futuro de tantos es intolerable.