Se trataría de uno de los "chiches" del vicepresidente de la Corfo, según se ha informado en este mismo diario.
Desde los años 50 a esta parte, éste debe ser el número 25 de los "chiches" de corte tecnológico de la Corfo, y cabe esperar que en esta oportunidad, por fin, le sea útil a la ciudadanía, entendiendo por ésta a los cientos o miles de ingenieros que la Corfo ha financiado, durante décadas, para "industrializar".
Por cierto, alguien podría decir que no es éste el primer esfuerzo en igual sentido del Estado chileno, y que él forma parte de la tradición de la Corfo, que ha convertido a nuestro país en una potencia industrial.
En esta oportunidad se escribió un libro -cuya segunda parte no se conoce, pero que, confiamos, desmentirá aquello de "nunca fueron buenas"-. En todo caso, cuando se lanzó la primera se prometió el oro y el moro. En Corfo -dicen-, entre el 2005 y 2007 se atendieron cinco mil 364 casos que tuvieron éxito, y hay 342 compañías que se encuentran realizando proyectos I+D.
Lo anterior, además del nuevo regalo de Corfo a los ingenieros en torno al llamado Fondo de Garantía a la Inversión, "Fogain" -naturalmente, un crédito blando, al estilo de la Corfo de los años 50.
Siguiendo la moda ingenieril reciente, estamos preocupados de los "clusters", y ya tenemos ocho que se nutren del Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC), con concursos públicos abiertos y todo, el más avanzado de los cuales es el de convertir a Chile en plataforma de negocios, que incluya mil becas de regalo para estudiar -como dicta la moda- inglés. Los pobres nos preguntamos por qué sólo mil, y no un millón, para terminar con el analfabetismo. ¿Y por qué sólo inglés y no francés, latín o griego, como antes, cuando éramos cultos?
En el segundo semestre habrá capacitación para estos efectos. Mucho técnico e ingeniero para la distribución, dada la fuerte demanda que se espera. Corfo está evaluando ampliar el número de becarios del proceso 2008, siguiendo nuestra tradición de altísima ingeniería, que nos ha llevado a obtener los más altos premios en física, química, el campo atómico, satélites y todas esas cosas que antes nos resultaban tan desconocidas. Y se anuncia un concurso de "Innova Chile" para fortalecer la oferta de especialidades entre universidades y centros de formación técnica, tan demandadas en los "clusters" donde se ha observado escasez de esta oferta específica.
¿Qué ocurriría con nuestro pobre país si no fuera por la Ley de "Clusters"? Al final, como ha sobrado tanta plata con el precio del cobre, unos pocos, callandito, callandito, juntan plata.
A mí me parece que toda la plata que sobre debería traducirse en prontas rebajas del IVA, contribuciones y otros impuestos de esos que pagan los pobres.
¿Hasta cuándo vamos a seguir empobreciendo a los chilenos con impuestos regresivos antipobres, o con políticas antiempleo, como las que se generalizan en ministerios como el del Trabajo, que resultan de una impresionante y creciente eficacia antipobres?
8 de agosto: el otro día decisivo
José Piñera
El viernes 8 de agosto de 1980 tuvo lugar un consejo extraordinario de gabinete que daría el paso irreversible hacia la democracia en Chile. A mediodía, en una sala de reuniones en lo alto del edificio Diego Portales, todos los ministros de Estado esperábamos al Presidente y a los miembros de la Junta de Gobierno. Encima de la mesa, el proyecto de la nueva Constitución que establecía un itinerario concreto para el restablecimiento de la democracia. El equipo de gobierno del trienio crítico 1978-80 ya había logrado profundizar el modelo económico y avanzar en el proyecto de "las siete modernizaciones", que permitiría a Chile derrotar la pobreza y el subdesarrollo.
Pero ahora enfrentaba un desafío tan inmenso como complejo: romper con el inmovilismo político y prevalecer sobre poderosos grupos cercanos al gobierno que se oponían a este proyecto de Carta Fundamental. La batalla interna fue larga, dura y difícil, y se complicaba aún más por las acciones del terrorismo de izquierda, que sólo tres semanas antes había asesinado al director de la Escuela de Inteligencia del Ejército. Quizás lo más notable del proyecto constitucional era que permitía construir, durante la transición, las "instituciones de la libertad" (universidades privadas, Banco Central autónomo, apertura televisiva, Tribunal Constitucional, etcétera), complemento indispensable del sufragio universal para que existan tanto democracia como sociedad libre (como bien lo sabe nuestro sufrido continente).
Recuerdo que ese 8 de agosto estaba sentado frente al general y al almirante que siete años antes habían salvado a Chile de convertirse en una dictadura comunista y que ahora se enfrentaban a una decisión que les pondría término a sus cargos y les abriría un futuro incierto. Sabía que en el momento en que ese texto estuviera firmado por las 20 personas que estábamos allí reunidas, el proyecto de refundación de Chile estaría asegurado.
Y así fue. De ahí en adelante todo resultó de acuerdo al plan maestro de la transición: la aprobación de la Constitución en el plebiscito del 11.9.80, la inauguración del gobierno constitucional el 11.3.81, la construcción esforzada de las instituciones de la libertad durante ocho turbulentos años, el plebiscito del 5.10.88, la reforma constitucional consensuada de 1989, la elección presidencial de ese mismo año, y finalmente, el 11.3.90, la entrega del poder a la sociedad civil en estricto acuerdo con el proceso pacífico y constitucional sellado aquel viernes 8 de agosto.
Dada la coherencia y profundidad del proceso modernizador, sólo un cataclismo final podría haber conducido a su desmantelamiento. Pero entonces sucedió algo de enorme trascendencia para el mundo entero, y especialmente para un Chile a sólo cuatro meses del fin de la transición. El 9 de noviembre de 1989 cae el Muro de Berlín, se descorre el velo del monumental fracaso del socialismo y la izquierda queda huérfana.
El 11 de marzo de 1990 fue una epifanía para los partidarios de la libertad. En el mundo se abrían horizontes inmensos para nuestras ideas y experiencias. En Chile concluía una exitosa y excepcional transición a la democracia. Debido a que su motor había sido el propio gobierno de reconstrucción nacional, se consolidaba su legado histórico: el modelo económico, las modernizaciones sociales y la Constitución del 80.
Tal como lo había hecho 12 años antes al aceptar ser ministro de Estado, esa noche releí el aviso con el cual Ernest Shackleton habría reclutado a los miembros de su expedición a la Antártica: "Se necesitan hombres para un viaje peligroso. Salario bajo, frío penetrante, largos meses de completa oscuridad, peligro constante, regreso sano y salvo dudoso. Honor y reconocimiento en caso de éxito".
El planeta China (II)
Karin Ebensperger
Zhao Fusan es uno de los pensadores más destacados de la China moderna, y un referente para tratar de entender el universo mental de los chinos y las diferencias filosóficas de esa cultura respecto a la occidental. De la recíproca influencia de esos dos mundos creo que surgirá la línea conductora del siglo XXI.
Perseguido por Mao por defender la tradición china en su propio país, Zhao pudo mantener una constante relación con el mundo exterior debido a sus actividades en la Unesco y como Consejero del Centro de Estudios de las Religiones en la Universidad de Harvard.
Zhao Fusan –nombrado tras la muerte de Mao vicepresidente de la Academia de Ciencias Sociales de su país- explica que en la tradición china hay imperativos de la Providencia y que el ser humano ha de conformarse. Esa Providencia se confunde con la Historia según el confucianismo, y con la naturaleza según el taoismo.
El resultado es la subordinación del individuo a la sociedad y a la armonía natural a la cual me referí en la columna anterior, resumida en el arte chino, donde las personas son minúsculas frente a la naturaleza. En lo político, la consecuencia lógica del sistema confuciano es el autoritarismo aristocrático, sea éste guiado por una dinastía hereditaria o por el actual PC.
China tiene un pasado de tolerancia y de respeto por los hombres doctos, dice Zhao. Pero eso es contradictorio con la intolerancia política, la masacre de Tiananmen en 1989 y el anterior exterminio de intelectulales en la época de Mao. Zhao explica que el PC chino repudió la tradición nacional y al confucianismo que busca la Armonía Universal (Ta Tung). Después de decenas de millones de muertos, la actual China empieza a retomar su cultura milenaria.
Hoy el objetivo es tratar de combinar modernización con tradición, el gran tema de la intelectualidad china. Esto no puede ser comprendido fácilmente bajo el prisma occidental, que desde los griegos valora como fin de la sociedad el bien común, entendido por tal el que los individuos logren su propia realización personal en la sociedad. La virtud de la tradición greco-occidental es el respeto por el individuo, pero su defecto es el individualismo extremo. La virtud de la tradición china es la postergación del deseo individual para favorecer al conjunto de la sociedad, pero su defecto es el totalitarismo.
Considero que más allá de la apertura económica china, lo realmente gravitante será observar como evolucionan las mentalidades dentro y fuera de China. El encuentro de China con Occidente es muy reciente, y aún no se puede vislumbrar el resultado que surgirá de ese intercambio. Pero no cabe duda que ese encuentro es uno de los fenómenos más interesantes que ha vivido la historia de la humanidad.
Es la productividad, señor ministro
Hernán Cheyre
“Es la economía, estúpido”, es una expresión que adquirió celebridad en la campaña presidencial norteamericana de 1992. Acuñada por un asesor de Bill Clinton, pretendía hacer ver que el verdadero problema de ese país radicaba en el funcionamiento de la economía, y no en los temas de política exterior en que se centraba su contendor, George Bush padre. Parafraseándola para abordar la actual discusión en nuestro país sobre las causas de la pérdida de dinamismo en los niveles de producción, el principal problema es el deterioro de la productividad de los factores como fuente de crecimiento económico. Las autoridades del ramo vienen desplegando un esfuerzo comunicacional para vincular el más pobre desenvolvimiento de la economía chilena a fenómenos en el resto del mundo, en circunstancias de que Chile continúa enfrentando muy favorables condiciones en términos de intercambio y demanda agregada mundial. Sin perjuicio del debilitamiento global y de las incertidumbres por la crisis subprime, en el último tiempo la expansión económica mundial ha estado en torno a 5% anual, y las proyecciones para 2008 se sitúan en 4%, cifras muy por encima del promedio histórico. Y en cuanto al precio del cobre, los niveles actuales y proyectados para 2009 continúan cerca de sus más altos niveles históricos.
A partir de la cifra de producción de junio revelada por el Imacec, que superó las proyecciones alcanzando 5%, el ministro Velasco ratificó su optimismo para el crecimiento del PIB este año, fundamentándolo en el elevado dinamismo de la inversión. En su opinión, la tasa de acumulación de capital este año va a ser una de las más altas de nuestra historia reciente (sobre 27% del PIB). Más allá de la discusión por el problema metodológico al medir la tasa de inversión a precios constantes o corrientes de cada año —con esta última modalidad, que es la que usan los organismos internacionales, la tasa de inversión en Chile no supera el 22% del PIB—, buena parte de los proyectos que explican esta cifra corresponden a centrales eléctricas y maquinarias, que apuntan a reemplazar unidades de producción que quedaron inutilizadas al terminarse el suministro de gas argentino y al haberse escalado el costo de los combustibles alternativos. Más que nueva adición al acervo de capital del país, lo que genuinamente está detrás de tales proyectos es una inversión de reposición, en sustitución de maquinaria hoy menos productiva, por el cambio en la matriz energética y el mayor costo de operación al utilizar combustibles alternativos. Y esta línea argumental nos conduce a la raíz del problema: la principal razón por la cual se ha debilitado el ritmo de crecimiento económico en Chile no radica mayoritariamente en una insuficiencia de inversión, sino en el deterioro de la productividad. No basta, por tanto, la acumulación de nuevo capital, sino que el esfuerzo debe concentrarse en lograr mejorías en la productividad, que se ha convertido en el talón de Aquiles de la economía chilena. Para ilustrar esto, es interesante comparar los períodos 1985-1997 y 1998-2007: mientras en el primero el crecimiento anual promedio de la economía fue de 7,2%, habiendo contribuido la productividad total de factores con 2,9 puntos porcentuales de ese total, en el segundo el crecimiento promedio se redujo a 3,7%, con un nulo aporte de las ganancias de productividad. En cuanto a la contribución del capital, no se advierten diferencias significativas (en torno a 2,5 puntos porcentuales en ambos períodos), y en el empleo su aporte decreció de 1,9 a 1,1 puntos porcentuales. Y al remitirse a las proyecciones futuras que los propios expertos convocados por Hacienda para calcular el PIB potencial hicieron el año pasado respecto de la productividad total de los factores, se observa que en promedio éstas no superan el 1%. Esta cifra está lejos de la que se logró como promedio anual en un lapso de 13 años, y es absolutamente insuficiente para dar el anhelado salto al desarrollo.
¿Cómo se logra un aumento en la productividad? La receta es conocida: educación de mayor calidad, mayor eficiencia en la operación del aparato estatal, mayor flexibilidad en los mercados, una estructura tributaria y una carga regulatoria que no obstaculicen la capacidad emprendedora del sector privado, y que faciliten el flujo de recursos entre sectores, por señalar cinco aspectos centrales. Avanzar en estas materias es fundamental, pero lo primordial es consensuar el diagnóstico en la identificación de los principales problemas que explican el deterioro de la capacidad de crecimiento de la economía chilena.