jueves, 28 de agosto de 2008

Dos colosos en la defensa de Chile….

Me levanté antes de las seis
Hermógenes Pérez de Arce

-Tienes cara de sueño.

-Es que me levanté a las cinco y media para ir al programa de TV de Mauricio Israel, de las siete de la mañana. Me convidó para hablar de mi último libro, "Terapia para cerebros lavados".

-¿"Cerebros lavados"? ¿Qué es eso?

-Mira, si un agente del Estado mata a un terrorista, le presta un servicio a la seguridad de la ciudadanía, ¿no es cierto?

-Obvio.

-Pero si ese agente mata, no a un terrorista, sino a un opositor político, comete un atropello a los derechos humanos. ¿Te das cuenta? Entonces, si tú eras terrorista, pero ahora estás en el Gobierno, y transformas a los terroristas en "opositores políticos", puedes acusar a tus adversarios de atropellar los derechos humanos. Entonces, los guerrilleros pasan a ser "víctimas" y los uniformados "asesinos". Y si tú apoyaste a estos últimos, eres cómplice y nadie votará por ti. Bueno, todo eso se consigue lavando los cerebros de la gente.

-Pero... de que mataron gente, la mataron...

-Vamos viendo... César Bunster fue el autor intelectual de cinco muertes de uniformados en 1986, se benefició de la prescripción, escribió un libro relatando su "hazaña", fue homenajeado en el Congreso y aparece en el diario departiendo con la Presidenta. Más encima, ahora es candidato a alcalde de Puente Alto. Pero los uniformados que mataron a terroristas en 1973 no tienen derecho a la prescripción, pese a haber transcurrido 35 años, y ahora purgan cadena perpetua virtual, y a veces actual. A sus camaradas activos hasta les está prohibido ir a visitarlos. Bueno, la opinión pública acepta toda esa injusticia gracias al lavado cerebral masivo que ha recibido. Yo he diseñado una terapia para sanarla, pero "ego vox clamantis in deserto", soy la voz que clama en el desierto...

-¿Y no tienes miedo de que a esa hora de la madrugada alguna "víctima" te pueda hacer algo?

-Nooo... A esa hora las "víctimas" están durmiendo. Les han dado indemnizaciones, pensiones y beneficios por dos mil 400 millones de dólares, que crecen en 200 y tantos millones más cada año... Pueden levantarse después de las nueve, si quieren. A lo más me echan el auto encima si me pillan en la calle, como me ha sucedido. O, si se desvelan, suelen llamarme a las tres de la mañana a mi teléfono no registrado. Pero no tengo nada que temer, porque ahora las cosas están a cargo de la ANI, y no de la DINA, como explicó Francisco Vidal...

-¿Y encuentras que está mal que los indemnicen?

-Mira, la misma pregunta me hizo el economista Sebastián Edwards, en una comida en que coincidimos el año pasado. Y yo le contesté que no lo encontraba mal, si pagando toda esa plata los terroristas se quedan tranquilos. Es como un rescate, ¿me entiendes? Nosotros les pagamos y ellos no nos matan. O sólo disparan perdigones a los carabineros (y no a nosotros, cosa muy importante), como en Tirúa. Porque si la plata que ha juntado el país gracias al cobre no sirve para salvarnos la vida, no sé para qué puede servir.

-Pero esa plata se va a acabar. Otro economista, Felipe Morandé, ha escrito que la Ley de Subcontratación le ha costado a Codelco entre 10 y 15 por ciento de su valor como empresa. Y otro más, José Ramón Valente, ha probado que si el cobre vuelve a su precio normal, Codelco arrojará pérdidas. ¿Con qué plata vas a mantener tranquilas, entonces, a las "víctimas"?

-¡Ahh! ¡Ahí sí que me pillaste! Si la plata se acaba, Dios nos pille confesados...

A correr, a correr
Gonzalo Rojas Sánchez

Cansados de tanta queja puramente verbal sobre el estado de la juventud, los que realmente quieren hacer cosas para sacarla adelante, se las rebuscan con imaginación o apelando a la tradición.

Con ese propósito, hay que aprovechar el empujón enorme de los juegos olímpicos, para recuperar en Chile el papel tradicional en la formación de la juventud que debe tener el deporte. Menos lamentos sobre el deplorable estado del CAR o sobre las sesgadas asignaciones a ésta o aquella otra disciplina, y mucho mayor dedicación a la competencia de base, ésa que debe llegar a decenas de miles de niños y jóvenes en todo el país.

Que el Estado llore solito su actual incompetencia en la promoción y gestión del deporte competitivo. Sí, es efectivo que muchos recursos se malgastan a partir de nuestros impuestos, pero la misma rabia que causa esa mala asignación debe conducir a tantos padres de familia, educadores de todos los niveles, empresarios y deportistas de elite, a dedicarse a la promoción directa del deporte competitivo, para los chilenos entre los 8 y los 30 años de edad. Eso es lo que manda la recta subsidiariedad: hacer primero los particulares lo que les corresponde a ellos (y si no se la practica, un día prosperará la idea de los díscolos hipersocialistas que quieren sacar aquel principio de la Constitución).

Se necesitan clubes y más clubes, en todos los niveles sociales y geográficos. Que la práctica deportiva sea promovida por los progenitores en el centro de padres, por los profesores de todas las asignaturas en recreos y fines de semana, por los deportistas de elite con sus visitas a los más variados ambientes para hacer clínicas y dar charlas; y también, con su dinero generoso, por los empresarios, que hoy invierten en procesos paralelos, como prevención de la droga y apoyo a las adolescentes embarazadas. Métale deporte recreativo y competitivo, que sacará salud, orden, disciplina, fortaleza, liderazgo.

Sí, deporte competitivo, y a todo nivel. Qué maravilla de colegio era ese Saint George´s College de los 50 y los 60, en el que desde la primera infancia el coordinado y el desparramado, el pura fibra y el gordinflón perezoso, todos, todos, éramos incentivados a tomarnos el deporte escolar como camino de nuestra propia formación: en el recreo, en la tarde de día normal, en los fines de semana, en vacaciones. Se entrenaba y se competía con lluvia o con calor insoportable, porque había que ganar, porque había que ganarle a la flojera, a la envidia, al truco, a la mediocridad, a ese conjunto de carencias y errores personales que cada ser humano despliega si lo dejan en estado silvestre y que hoy, desgraciadamente, se cosechan como frutos de una pedagogía del "no exigirás".
Beijing 2008; Chile, 2008 y siguientes.

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