martes, 19 de agosto de 2008

La Concertación necesita mucho más que disciplina

La Concertación necesita mucho más que disciplina
Cristina Bitar.

En una entrevista el día de ayer, el ex Presidente Lagos señala que no hay ninguna razón para que la Concertación pierda la próxima elección presidencial y, al mismo tiempo, se pregunta por qué nuestra economía está creciendo menos que el promedio de América Latina. Argumenta, básicamente, que si la coalición gobernante sólo se ordena, debería ganar, y que crecemos menos porque hemos perdido el dinamismo en la inversión en obras públicas, la que, durante su gobierno, representaba un punto del PIB de Chile.

Sobra decir que el ex Presidente es un político que juega en las grandes ligas y que sus opiniones son dignas de consideración sólo por provenir de él. Sin embargo, creo que en estos dos aspectos centrales que menciona en su entrevista las causas de los problemas son más profundas y complejas que lo que él diagnostica.

Primero, en la Concertación el desorden es sólo un síntoma, pero no la causa de sus inconvenientes. Por eso, la aseveración de que el orden puede ser el remedio sanador no me parece acertada.

La Concertación tiene un problema estructural, una verdadera falla geológica que aflora cada día más y se hace más evidente. Se trata de una coalición política que nació con un objetivo esencial, fundacional, que está cumplido: la derrota política de Pinochet y su gobierno, partiendo por la recuperación de la democracia. Esto se comenzó a obtener con el plebiscito del 88 y siguió con todas las elecciones presidenciales posteriores, de manera que electoralmente es un objetivo cerrado a 20 años del plebiscito del 88.

El objetivo fundacional que los unía se ha ido diluyendo lenta e imperceptiblemente hasta llegar a un punto en que la Concertación aparece más unida por la inercia del poder, y no lo digo en sentido peyorativo, que por una tarea común de futuro. Me hubiese imaginado a un ex Presidente Lagos haciendo un llamado de futuro a su coalición y no un llamado al orden, ya que él sabe que no hay unidad y, por ende, orden posible en sus filas.

Esto es tan evidente que al interior de la Concertación se perfilan tres candidaturas presidenciales que no tienen nada que ver entre ellas: Navarro, el propio Lagos y Frei o Alvear. La verdad es que el desorden es consecuencia de la falta de proyecto común y eso, a su turno, es consecuencia de la falta de visiones comunes y no de una mera cuestión de disciplina.

A su vez, el tema del crecimiento económico es otra expresión de lo mismo. Lo que se ha llamado las “almas” de la Concertación ha terminado por paralizar buena parte del impulso económico.

La falta de crecimiento dice relación con un país que se ha llenado de regulaciones, en que emprender es hoy día mucho más difícil que hace diez años y en que asistimos a un lenguaje y prioridades en materia de legislación laboral que van exactamente en sentido contrario de lo que hacen los países que crecen a tasas elevadas en el mundo.

Es muy difícil que haya crecimiento económico vigoroso cuando una parte de la coalición gobernante es opositora al modelo que administra y, por lo tanto, a cada momento se dan señales contradictorias.

La verdad es que yo sí veo razones para que la Concertación pueda perder: 1) falta de renovación de sus dirigentes, 2) falta de un discurso común y 3) falta de un proyecto político. Todos sus precandidatos presidenciales eran figuras de primera línea ya el 11 de marzo de 1990, son los mismos y apelando a un discurso que ya ni siquiera los une. A diferencia de lo que dice el ex Presidente Lagos, esto es mucho más que un problema de disciplina.

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