sábado, 14 de febrero de 2009

Y vuelve mojada......

(Imagen tomada de la Web oficial del Gobierno)

Y vuelve mojada......

Los refranes populares suelen ser muy razonable y estar llenos de esa esoecial sabiduría que tienen los pueblos, que de manera simple, aclaran situaciones que de otra manera pueden ser muy complejas de explicar.

Hay uno que es perfectamente aplicable a los suceos de estos días, “ el que se acuesta con niños amanece mojado” , que es sin duda alguna lo que sucedió a nuestra Presidente con Fidel Castro en su absurda visita a la Isla del Caribe.

El amomomiado, tanto el lo físico como en lo mental, líder de esa ultra izquierda a la que ama nuestra Gobernante, simplemente le faltó el respeto a nuestro país, al desairar de manera poco cortes a nuestra Mandatario.
Nuestra Cancillería, con esas medias tintas que caracterizan a la democracia cristiana y utilizando esos eufemismos que tanto gustan a nuestros Gobernantes, dijo que el ex dictador había hablado a título personal.

Pareciera que en nuestra Cancillería, al igual que en La Moneda, todavia no se han percatado que la revolución socialista solo ha servido para mantener al pueblo cubano en un retrazo cabernario y negarle todas las libertades a ese pueblo.

Nadie en la Cuba castrista, esa dirigida por la casta creada por Fidel, que cual un monarca designó a su heredero como sucesor en el cargo, habla a titulo personal, o tiene personería para hablar por el Estado o simplemente deben callar como toda la ciudadanía.

Consideramos que la “inexperiencia” de la Presidente y la falta de habilidades de la componente política de nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores hicieron hacer el soberano ridículo a la Mandatario uy provocaron un daño irreparable al país.

Como corolario de este desaguisado queda en evidencia que es falsa, de falsedad absoluta, la reinserción internacional de que hacen gala nuestras Autoridaes, porque, apesar de su propaganda cada vez estamos más aislados en nuestra propia Región.

Consideramos lamentable que se siga gastando el dinero de los chilenos en un turismo presidencial inutil, pues como se aduce que se busca ampliar las relaciones, que hemos visto son forzadas, y el comercio que con la isla es insignificante.

¿No comerciamos más con Cuba porque hay un bloqueo? No, esa es otra de las mentiras de nuestros Gobernantes, no hacemos más negocios con los cubanos porque no tienen plata para comprar ni poseen nada que vender.

El resultado de medio siglo de esta oprobiosa tiranía ha sido mantener al pueblo en un oscurantiosmo impresionante, como suspendidos en el pasado, y carentes del bienestar y libertades que el mundo libre ha conquistado.

Fidel Castro, así como Hugo Chavez, Evo Morales y algunos pseudo democratas que Gobiernan en nuestros paises son un fraude retardatario, que, usando las necesidades del pueblo solo aspiran a perpetuarse en el poder.

PS: Anoche, cerca de la media noche, en una demostración de falta de dignidad de nuestro Gobierno subieron a la web oficial una fotografía en que Michelle Bachelet aparece posando con el barbudo ex Gobernante de la isla Mártir.

viernes, 13 de febrero de 2009

Dos analisis de gran calidad, "Cuba" y "No todo es culpa de Vidal"


Cuba
Ignacio Walker

Cuba es una dictadura. Qué duda cabe. China y Vietnam también lo son. Sin embargo, a nadie se le ocurre por estas tierras exigir reuniones con los disidentes chinos o vietnamitas, y qué duda cabe que los hay. Lo que impera es una cierta lógica de “realpolitik”, con fuerte énfasis en los temas comerciales, y alguna preocupación por los temas ineludibles de la paz y la seguridad a nivel internacional.

¿Por qué es otra la lógica que impera en relación con un viaje como el que realiza en estos días la Presidenta Bachelet a Cuba? La razón es muy simple: Cuba está en nuestro barrio, o vecindario, y destiñe con todas las tendencias que imperan en el mundo: una nueva conciencia ética y jurídica acerca del valor de los derechos humanos, frente a los cuales la “razón de Estado” y el principio de “no intervención” ya no son aceptables como “argumentos” para violarlos; una ola democratizadora sin precedentes en la historia de la humanidad; el libre comercio y la apertura económica, entre otras megatendencias. Nada de eso existe en Cuba: se trata de una dictadura cerrada y oprobiosa, que viola sistemáticamente los derechos humanos, al interior de una economía controlada por el Estado.

Y es que este tipo de situaciones ya no son aceptables en un sistema interamericano que abarca 34 estados que van desde Canadá hasta la Patagonia y que celebran, periódicamente, elecciones libres y democráticas. Incluso países como Venezuela, Bolivia y Ecuador, que innumerables veces están en el borde de muchas de las buenas prácticas democráticas, celebran elecciones en forma periódica, con grados no despreciables de libertad de expresión y de asociación.

Dicho lo anterior, ha hecho bien la Presidenta Bachelet en ir a Cuba, en visita oficial. Chile tiene relaciones bilaterales normales con dicho país. Una visita oficial no significa aceptar o cohonestar el régimen político, o la ideología, imperantes en el país anfitrión. Se trata de un reconocimiento de que, a pesar de todo, hay intereses comunes entre Chile y Cuba. La agenda a tratar es la que resulta posible en el marco de las actuales relaciones bilaterales.

La democracia cristiana, mi partido, ha hecho bien en expresar su solidaridad con los disidentes cubanos, exigiendo la liberación de los mismos. Las relaciones internacionales no lo son sólo entre los estados. Hay todo un campo de posibilidades abiertas para los partidos, los parlamentos y el sinnúmero de expresiones de la sociedad civil. Todo auténtico demócrata, que cree en el valor de la libertad, solidarizará con los disidentes cubanos y condenará, de la manera más enérgica, el régimen imperante.

Sin embargo, es exagerada la prohibición para que sus militantes se sumen a la comitiva oficial. Son tan profundas las diferencias entre la democracia cristiana y el comunismo que aquélla nunca ha necesitado recurrir al anticomunismo. No es necesario. Los ejemplos son abrumadores, partiendo por la brillante intervención de Radomiro Tomic, a nombre de la Falange Nacional, en el Parlamento de la República, mostrando nuestra oposición a la Ley de Defensa de la Democracia –lo que les valió a los viejos “falangistas” ser acusados por un obispo de la época de “enemigos de Cristo”.

Hay otra razón de peso para no persistir en este tipo de actitudes. El embargo vigente durante 50 años por parte de los Estados Unidos ha sido un fracaso completo. Pero, seamos claros, también ha fracasado el aislamiento de Cuba en la región, rémora de la Guerra Fría. Hay que levantar el embargo, que provee de una excusa o pretexto al régimen cubano para oprimir aún más a su pueblo, y hay que reintegrar, de manera paulatina, inteligente y decidida, a Cuba al sistema interamericano. Una Cuba aislada, de América Latina, del mundo, de la comunidad de democracias, es caldo de cultivo para los afanes dictatoriales del régimen imperante. Más temprano que tarde el régimen cubano cederá a las nuevas tendencias globales y, para que eso sea lo más pacífico posible, hay que tender puentes y crear un escenario que facilite la tan ansiada transición a la democracia en dicho país del Caribe y de América Latina.


No todo es culpa de Vidal
Ernesto Silva

A partir de su última intervención veraniega en materia de desempleo, el vocero de Gobierno ha sido duramente cuestionado por economistas, políticos de oposición y políticos de la Concertación. Incluso ha polemizado por otro tema con un ocasional contradictor en La Segunda. Las críticas han sido diversas, pero se han centrado en la persona del vocero y en el estilo con que realiza su labor.

Si bien comparto muchas de las críticas y considero que él es parte del problema, la responsabilidad principal por el conflicto pertenece al gobierno de la Presidenta Bachelet, no al portavoz de palacio.

El tema central es el tono del debate y de la agenda pública, y la forma en que el Ejecutivo conduce las comunicaciones de su posición, especialmente en un año en que el Gobierno y la Concertación enfrentan el riesgo de perder el poder.

La forma de conducir las vocerías de Gobierno no es un asunto menor. El vocero tiene el rol de comunicar a la opinión pública la agenda temática del Ejecutivo y su posición frente a los temas de actualidad, y no es su rol criticar ácidamente a quien se cruce en el accionar del Gobierno.

El problema es que el Ejecutivo ha elegido otro estilo de vocería, permitiendo al portavoz utilizar su tribuna para otras cosas: atacar a la oposición, negar los errores evidentes, defender a la coalición y contestar cualquier crítica al Gobierno, sea razonable o no. El Gobierno ha permitido la instalación de un estilo de vocería agresivo, incendiario, a veces híper ventilado y con intentos innecesarios de ironía y humor.

El vocero es el encargado de traducir a la opinión pública la estrategia comunicacional del Gobierno, no la posición de la Concertación. Por lo visto en el último tiempo, el gobierno de la Presidenta Bachelet le ha permitido al ministro desarrollar un estilo personalista y confrontacional de vocería. En nuestro sistema presidencial no es razonable afirmar que los ministros se mandan solos. Puede que una, dos, o hasta tres veces el ministro se haya salido del marco de lo que le pide la autoridad, pero no es creíble sostener que se equivoca siempre o que contradice permanentemente lo indicado por su superior.

Las vocerías del secretario de Estado han hecho que el mensajero se transforme en el protagonista, relegando a un segundo plano la noticia que quiere comunicar. Cuando el lugar donde esto ocurre es el Gobierno, el problema es de mayor seriedad.

Al permitir este estilo, el Ejecutivo tiene responsabilidad en el clima de debate que está teniendo lugar en el país. El Gobierno ha estado impulsando polémicas, no debates, y eso dificulta la construcción de acuerdos y el desarrollo del debate público.

El 2009 es un año especial para Chile: crisis económica, elección presidencial y preparación del Bicentenario. Todos los actores quieren que al país le vaya bien. Además, las personas están cansadas de ver peleas políticas. Quieren acuerdo, unidad, soluciones y respuestas a sus problemas. No sólo quieren culpables, ni clasificaciones de buenos y malos.

En este escenario, las vocerías de Gobierno inciden directamente en el tono de la discusión pública. Desde el punto de vista de lo deseable, todos queremos para este año un debate propositivo, de ideas, de futuro, y no un ambiente dominado por las críticas y cuestionamientos.

Cuando las comunicaciones están centradas en lo confrontacional, se potencian las tensiones y las pasiones, y surge espacio para propuestas de corte populista, como la reciente iniciativa de permitir la intervención directa del Estado en empresas en casos de crisis.

Las formas de comunicar a la opinión pública son reflejo de estilos de hacer política. El Gobierno —a través de su vocero— está revelando un estilo confrontacional de conducir el debate público, anticipando un año difícil para los chilenos, ya no sólo en lo económico, sino también en lo político.
(Los dos artículos precedentes fueron tomados de Diario La Segunda)

Es interesante revisar la diatriba de Fidel Castro y el cuento de hadas sobre Bachelet y Allende, en http://www.prensalatina.com.mx/article.asp?ID=%7BBC479823-FE16-4FAA-AEE9-BDB1C109692B%7D&language=ES

jueves, 12 de febrero de 2009

uatro corazones en Cuba.


Cuatro corazones en Cuba
Gonzalo Rojas

No son robots ni replicantes los que integran la delegación chilena que visita Cuba (aunque varios de ellos lleven tantos años bajo la influencia de ideologías que congelan el alma).

Todos tienen corazón; sí, todos experimentarán que por sus ojos van a ir entrando imágenes que, unidas a sonidos y gustos, tocarán sus cuerdas interiores y las harán vibrar. Pero lo que suene allá adentro, en el corazón, dependerá de cada uno.

Por cierto, sólo verán la Cuba de exportación, la que está pensada y modelada como un insumo para las cabezas revolucionarias del planeta. Por eso, lo que observarán es sólo parcial, muy poco, el producto de 50 años de cuidadoso diseño verde oliva. Pero igual, esos ojos procesarán imágenes y esos corazones se estremecerán.

En primer lugar, el de la Presidenta. Ella sonreirá moderadamente por fuera y se conmoverá por dentro. Recordará la pobreza gris de sus años germanos; analogará la opresión de la Stasi con las mentiras de Granma. Por dentro, la Presidenta vacilará: es mujer, y en esa calidad será más sensible que nadie para intuir lo que no se le muestre y para juzgar lo que vea. ¡Y qué terribles dudas surcarán su conciencia sobre el camino ya recorrido y sobre los meses por venir!

Pero, al volver a Santiago, resumirá todo en una púdica declaración: "Hemos aprendido mucho de Cuba sobre cómo hacer ciertas cosas y cómo evitar otras", afirmará la Presidenta.

Distinto será el caso de Teillier, Arrate y Navarro. Sus pupilas se dilatarán para escudriñar en Cuba ese Chile que soñaron construir bajo Allende, ese país que no han podido edificar tampoco con la Concertación. Pero sus corazones no se quedarán fijos en la nostalgia del proyecto frustrado: la respiración se les acelerará cuando consideren que después de Fidel viene Chávez, que ya no hará falta la inspiración de la isla, porque serán los dólares venezolanos los que seguirán volcándose en el mundo y en el Chile de la Arcis.

Por eso, al volver, Navarro di-rá que ya ha visto el futuro, que ha comprendido mejor que nunca cuál es su tarea: la liberación de los pueblos, de la que Cuba es un ejemplo heroico y Venezuela, la esperanza en marcha.

Por su parte, los corazones de la familia Ominami se conmoverán con las explicaciones oficiales sobre los niveles sociales (oficiales, también) de la isla. A cada paso, eso sí, padre e hijo estarán viendo el negativo del ministro de Hacienda: "En Chile, esto no lo permitiría Velasco", "Con Velasco, esto es imposible", "Mientras esté Velasco...". Convencidos una vez más de que hay que llevar a la Concertación por una vía distinta, al llegar al país, más que hablar de Cuba, en tono místico enmarcarán el programa para la presidencial que se avecina: "Un Estado fuerte para una sociedad débil: no al neoliberalismo globalizante".

Una cuarta pareja de ojos, otra dupla de corazones, sufrirá un fuerte impacto por cada minuto que pasen en la isla. Foxley y Ortiz serán objeto de especial atención del régimen, pero nada podrá alterar la sensibilidad basal con la que un DC se aproxima siempre a la dictadura castrista. Ante todo, estos demócratas se preguntarán por qué son correligionarios de un ex ministro que afirma haber preferido que los asesinos de Jaime Guzmán se quedasen en Cuba. Cómo y por qué se puede haber pensado así, se dirán, interrogándose en el fondo por la profunda crisis de identidad de su partido. Pero, de inmediato, les surgirá una pregunta relacionada: Y al volver a Santiago, ¿podremos apoyar un pacto con los que por cinco décadas han sumido a este pueblo en la miseria y en la opresión?

Al volver, los DC no declararán nada de esto, pero sabrán que no era en vano viajar a Cuba.

miércoles, 11 de febrero de 2009

El paso del tiempo, por Gonzalo Vial



El paso del tiempo
Gonzalo Vial

NO LES DIJE? Expulsado ya el indeseable Bush de la Casa Blanca, ¿cuáles son las perspectivas de que regresen al hogar “nuestros muchachos”, los soldados norteamericanos, que sirven fuera del país?

IRAK.
El Presidente Obama dice que “UN GRAN NÚMERO” de los uniformados estadounidenses que sirven en ese país, “PODRÍA regresar a su país en el plazo de UN AÑO” (El Mercurio, 2 de febrero).

Nada muy inmediato, ni muy preciso ni muy terminante, se apreciará. Pero lo dice Obama, que está en su período de gracia para afirmar vaguedades que no comprometan.

Sin embargo, más curiosa es la razón del cauteloso optimismo que muestra Obama. A saber, “el éxito de las elecciones provinciales desarrolladas en Irak este sábado”, 31 de enero (El Mercurio citado).

Pero, veíamos en la columna anterior, de dichas elecciones tan importantes los simples lectores no sabíamos nada por los diarios, salvo los muy busquillas, y provistos de una lupa potente para la letra chica.

Pues sí, en Irak hay hace ya años un gobierno legal y democrático, elegido en comicios nacionales que certificaron a su momento las Naciones Unidas, y regido por una Constitución igualmente democrática y democráticamente dictada.

Lo que antecede, hecho posible gracias a la intervención militar de los EE.UU.

Fue ese gobierno el que convocó a las referidas elecciones locales de 31 de enero. Se desarrollaron con entera normalidad en todo Irak. Registraron sólo dos hechos de violencia, atentados de los “resistentes” (nombre respetuoso que la prensa occidental adjudica a los terroristas).Triunfó la lista del Premier Nuri al Maliki —el aliado de los EE.UU.—, excepto en una provincia.
Ahora podemos decir y saber todo esto, que causa el optimismo de Obama, porque se ha ido el execrable Bush.

AFGANISTAN. El mismo nefasto personaje tenía aquí desplegados 36.000 hombres. Obama innovará enérgica y creativamente al respecto, elevando la cifra a 66.000 (El Mercurio, 5 de febrero).

Es probable que sean los mismos que salgan de Irak, para ahorrar transporte.
¿Qué haremos ahora, que no está Bush para tener la culpa de todo?

“LA BRECHA"
El promedio de los estudiantes municipales que rindieron la PSU 2008 contestó correctamente el 5% de las preguntas de matemáticas. El promedio de los estudiantes de colegios pagados, el 50%.
En la escala tradicional de notas (1 a 7), lo anterior significa que los primeros obtuvieron un 0,35 (!) y los segundos un 3,5.

Todos “rajados”.Y lo más pintoresco es que los establecimientos de pago están muy orgullosos de su “éxito”.

Estas cifras monstruosas sirven para interminables discusiones sobre la “brecha”... la “brecha” entre colegios que no enseñan nada y colegios que apenas enseñan. Sin que nadie diga una palabra de que unos y otros rinden la PSU sobre los programas oficiales y forzosos del Estado (los CMO, “contenidos mínimos obligatorios”), que ningún establecimiento puede razonablemente abarcar por su extensión desmedida y atochamiento de materias inútiles o superfluas.

DETENIDOS/DESAPARECIDOS.
La distinguida abogada de derechos humanos que comentaba mis apreciaciones sobre la materia ha escrito a este diario una nueva carta al respecto.

Su objeto principal es reivindicar lo obrado y acordado por la Mesa de Diálogo (1999/2000), de la cual ambos fuimos parte. Dice que “provocó un impacto enorme no sólo en nuestro país, sino …a nivel mundial”. Agrega que por aquel acuerdo las FF.AA. reconocieron “que las víctimas eran tales y qué suerte habían corrido”.

“Después de esto (concluye) vino la decisión de nombrar los jueces especiales, se reabrieron muchísimas causas, y se han esclarecido un número importante de casos y, además, se han dictado sentencias condenatorias para los hechores de muchos de estos crímenes”.

Sí, pero el “impacto enorme”, el reconocimiento de las Fuerzas Armadas, los jueces especiales, los casos esclarecidos, sus sentencias condenatorias, etcétera…¿qué han significado, concretamente, en cuanto a ubicar restos de detenidos/desaparecidos? Nada o casi nada. Todas las medidas específicas que algunos propusimos en la Mesa fueron desechadas por uno u otro de los sectores en pugna que se buscaba, precisamente, concordar. Así:

—Establecer, como ya recomendara la Comisión Rettig una década atrás, el “delito de no informar” el paradero de los restos. Rechazado por las Fuerzas Armadas.

—Cualquier tipo de beneficio penal para quienes revelaran datos útiles en orden a ubicar esos restos. Rechazado por las asociaciones y los abogados de las víctimas.

—Recompensa para las personas no involucradas que proporcionaran los mismos datos. Rechazado por quienes estimaron que la propuesta —“audaz... (pero) probablemente eficiente”, señala mi contradictora— “sobrepasaba los límites de la ética”. Nadie explicó por qué los sobrepasaba.

De tal manera, se llegó al acuerdo de cierre de la Mesa, perfectamente inocuo y, por ende, —como era fatal sucediera—perfectamente inútil para encontrar aquellos restos: QUE LAS FUERZAS ARMADAS INVESTIGARAN EL PARADERO EN EL PLAZO DE SEIS MESES.

Cumplido ese plazo sin, obviamente, ningún resultado concreto —pero generando, sí, nuevas y amargas controversias—, se intensificó la acción judicial, que resultaría igualmente inútil PARA EL OBJETO ESPECIFICODEL “DIALOGO”.

Jamás he reprochado que las asociaciones de familiares y sus asesores legales eligieran el camino de la justicia “pura y dura”. Estaban en su derecho al hacerlo. Lo que he dicho y reitero es que este camino no ha llevado ni siquiera a aminorar el problema de que los restos no aparezcan.

Así, los chilenos de cualquier signo político —excluidos los directamente afectados, por supuesto, así como minoritarios grupos y personas —hemos ido perdiendo el interés por esa llaga siempre abierta en la conciencia nacional. “¡Pasó hace tanto tiempo! ¿Hasta cuándo hablamos de lo mismo?”. La vergüenza sin eco de la “identificación” del Patio 29 confirma nuestra creciente insensibilidad tocante al tema.

Sólo queda, como siempre, la interpretación y eco y uso político de la trágica ausencia de los despojos últimos de centenares de chilenos. Quizás por eso, un “falso detenido desaparecido” que se desenmascara —entre más de mil verdaderos— es “un duro golpe a la fe pública y a la Asociación de Familiares” (El Mercurio, 6 de febrero). Quizás por eso, también, que una diputada entregue al Gobierno, para investigar, otros casos posibles de falsificación que no resultan verdaderos... ¿a qué conduce? A que el concertacionismo la destituya de la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos, y las asociaciones de familiares se querellen criminalmente contra ella. Mientras tanto, ¿quién busca verdaderamente los restos? ¿Los jueces?

martes, 10 de febrero de 2009

Comentarios de lujo


Reflexiones post Davos
Cristina Bitar
Hace una semana terminó el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. En la “montaña mágica”, como la llamó Thomas Mann, se reunieron cerca de 2.500 de los más importantes líderes de gobiernos, empresas, organizaciones sociales, sindicales, religiosas y culturales. Tuve el privilegio de asistir a esta reunión este año 2009, donde se respiraba el ambiente de la peor crisis económica que jamás ha vivido el planeta. Fuera de lo interesante del momento histórico y la calidad de los asistentes, de los foros y de los temas tratados, tengo que confidenciar que nunca pensé ver un ánimo tan pesimista como el que experimenté. No hubo reunión, almuerzo, foro, cena o conversación en el pasillo que no estuviese teñida de lúgubres predicciones, de búsqueda de los culpables de esta crisis, de acusaciones cruzadas, de augurios y modelos estadísticos que predicen lo grave que se ve el escenario económico mundial en los meses o años que vienen.

En medio de ese ambiente y de tanta información compartida, quisiera hacer algunas reflexiones generales que me surgen post Davos:

La crisis mundial es peor de lo que creemos y sentimos en Chile. Aún no hemos visto lo peor. Lo que han vivido los mercados financieros y las bolsas recién está empezando a afectar a la economía real. Nunca antes se ha perdido tanta riqueza en el mundo y se estima que, en los próximos meses, cerca de 50 millones de personas más perderán su empleo. Esto no puede sino tener un efecto de desaceleración y recesión mundial que, sin duda, afectará a nuestra economía.

Las razones por las que llegamos a la crisis no son del todo nítidas ni consensuadas por los expertos. Aunque en su mayoría coinciden que la crisis es primordialmente financiera y que estalla por la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, todos continúan sumando razones que van desde decir que había tasas de interés demasiado bajas, mucha liquidez, un modelo económico muy libre, malas regulaciones o malos reguladores, incapacidad de los gobiernos de intervenir, falta de liderazgo en los gobiernos, las empresas y las organizaciones sociales, valores personales y organizacionales trastocados y corrompidos por la codicia, entre otros. Todo se entremezcla para formar una “tormenta perfecta”, en la cual nadie puede hacer un diagnóstico claro y completo del porqué llegamos a este nivel tan crítico que hoy infecta al mundo entero.

Las soluciones para salir de la crisis no son claras y el mundo no está suficientemente coordinado para lograrlo aún. Es obvio que si no hay diagnóstico claro, mal puede haber una estrategia para enfrentar la crisis. Lo que sí hay, y mucho, son paquetes de rescate financiero de corto plazo, de estímulo fiscal y de política monetaria activa para dar alguna luz de esperanza a los mercados y lograr que los bancos comiencen a prestar y así mover la economía. Sin embargo, ninguno de los líderes, presidentes ni economistas podían esbozar un plan comprensivo que pudiera con claridad decirnos cómo se sale de este embrollo. Sólo coinciden en que se requiere de mucha cooperación internacional multilateral, de mayor coordinación financiera entre los distintos países, más apoyo de los gobiernos a la economía, pero nunca tanto como para que mate la innovación y
el emprendimiento, menos proteccionismo y más mercado pero bien regulado.

Necesitamos restablecer confianzas. No será posible salir de la crisis sin restablecer la confianza en el mercado, en las empresas, en los gobiernos, en las instituciones, en las personas, en los líderes lo antes posible. Las personas que están siendo afectadas, que están perdiendo sus empleos o sus casas, están defraudadas del sistema y sus líderes. Uno de los desafíos más grandes es lograr que los ciudadanos vuelvan a creer. Pienso que sólo es posible lograrlo con mucha humildad, pidiendo perdón, enmendando rumbo, mostrando cómo se puede salir de la crisis con claridad y con liderazgos nuevos y fuertes, como el del Presidente Obama. Son nuevos líderes los que tienen que encarnar la esperanza, el estímulo y las soluciones que espera la gente que está sufriendo en estos momentos.

Es posible tener esperanza de que saldremos de esta crisis fortalecidos. Creo que la verdadera oportunidad post crisis es que el siglo 21 será un siglo de seres humanos y no de fábricas. La educación deberá ser prioridad número uno. El mundo post crisis puede ser un mundo más humano, un mundo donde volvamos a creer en las personas, en sus capacidades, sus valores, sus decisiones. Con menos discriminaciones raciales, sociales y religiosas.

Si esta crisis no nos cambia para ser mejores personas con más valores, menos individualistas y menos materialistas, el sufrimiento y la miseria de las millones de personas afectadas por ésta habrá valido cero, todo lo malo habrá sido en vano. Ese es un lujo que no nos podemos permitir.

Nadie duda de que hace frío
José Ramón Valente

¿Cuánto tiempo dedicaría usted a discutir con sus compañeros de travesía si el termómetro marca 1 grado, 0 grado o -1 grado, si se encontrara en medio de una tormenta de viento y granizo en los campos de hielo sur? Probablemente muy poco. En cambio, utilizaría dicho tiempo en buscar el mejor lugar para guarecerse, haría un plan de contingencia por si las cosas se ponen peor y se preocuparía de que ninguno de los miembros de su grupo se perdiera en medio de la tormenta.

La polémica de si la economía entró técnicamente en recesión o no, en mi opinión, se parece mucho a una discusión sobre cuánto marca el termómetro en medio de una tormenta de hielo. Tenemos consenso en que hace mucho frío, y eso es lo importante. La economía chilena venía creciendo en torno a 5% o 6% hasta el 2007 y el próximo año crecerá en un rango de entre -1 y 2%. Esa es una tremenda desaceleración, independientemente de que la llamemos o no recesión. Pensemos, por ejemplo, en China que venía creciendo a un ritmo de entre 10% y 11% y que podría crecer durante el 2009, de acuerdo con las últimas estimaciones cerca de 6%. Nadie podría decir que China entrara en recesión, pero –créanme– con una desaceleración de 5 puntos porcentuales de un año a otro los chinos van a pasar mucho frío.

Debemos utilizar nuestro tiempo y esfuerzo en debatir cuáles son las medidas necesarias para capear bien los efectos de la crisis internacional y para fortalecer nuestra economía de manera que podamos aprovechar el viento de cola cuando salgamos del actual ciclo económico. Respecto de la primera parte, claramente las consecuencias que está teniendo dicha crisis sobre nuestro país son mucho mayores a las anticipadas por el gobierno, que hasta noviembre pasado, en palabras del ministro de Hacienda, señalaba textualmente: “Las proyecciones pesimistas no encuentran sustento… Chile sigue creciendo y a una tasa bastante alta”. En todo caso, el equipo económico del actual gobierno más recientemente ha reconocido la gravedad del impacto de la crisis en nuestra economía. Es así como, a comienzos de enero, el ministro Velasco anunció un plan de acción anticrisis, que incluye medidas tales como rebajas de impuestos, subsidios a la mano de obra, proyectos de infraestructura pública y líneas de crédito para el sistema financiero, que si son implementadas adecuadamente constituirían, a mi juicio, una respuesta adecuada para los problemas coyunturales que estamos enfrentando.

Respecto de cómo posicionar a nuestra economía para sacarle buen partido al próximo ciclo económico positivo cuando éste se produzca, hasta el momento no hemos visto nada. Chile perdió la oportunidad de crecer aceleradamente durante el período de gloria de la economía mundial, entre el 2003 y el 2007, porque los gobiernos de la Concertación prefirieron dejarse llevar por la corriente. No hicimos la reforma al Estado que Chile tanto necesitaba, no mejoramos la calidad de la educación y no flexibilizamos nuestro mercado laboral, entre otras cosas. Sacamos los remos del agua mientras otros países remaron con todo a favor de la corriente y nos sacaron gran ventaja. Hoy, que la corriente cambió de sentido, volvimos a sacar los remos y es de esperar que no retrocedamos mucho.

¿Pero qué vamos a hacer cuando la economía mundial vuelva a crecer? Quizás ésa sea una confrontación de ideas más productiva que la bizantina discusión de si la economía está o no en recesión. Por lo demás, el “cero”, que marcaría el punto de inflación para definir una recesión, es un número bastante arbitrario y la humanidad se las arregló muy bien sin ese guarismo hasta aproximadamente 1.500 años atrás, cuando recién comenzó a utilizarse por matemáticos hindúes.

lunes, 9 de febrero de 2009

Obama. Lo que se puede esperar.


Obama. Lo que se puede esperar.
Alberto Medina Méndez


El nuevo Presidente de los EEUU ya está en funciones. Atraviesa el ritual de la "luna de miel" con sus votantes. Son sus primeros días al frente del país más poderoso del planeta. Casi cualquier líder que triunfa en un proceso electoral con claridad y siendo del signo contrario al partido que gobernó en periodos anteriores, arranca con idéntico entusiasmo popular que lo suele acompañar durante unas cuantas semanas.

No es un Presidente más. No se trata simplemente de otro caso. Muchos depositan desproporcionadas esperanzas en este nuevo líder mundial. Las expectativas están a la orden del día. Tal vez sea buena idea revisar sobre que cuestiones resulta razonable proyectarse positivamente y sobre cuales otras no.

Un exceso de optimismo es el clima que se vive tanto en EEUU como en buena parte del mundo. Es que por momentos sorprende los niveles de popularidad de este hombre no solo en su Nación, sino tambien en otros países, incluyendo a muchos de demostrada militancia antinorteamericana. Es que los números, como bien señala el periodista Andres Oppenheimer, muestran que la popularidad de este nuevo Presidente estadounidense supera incluso a la de muchos de los circunstanciales líderes latinos dentro de sus propias fronteras.

Es tiempo de recuperar la serenidad y evitar dejarse llevar por cierta fantasía muy propia de la "luna de miel". Ilusionarse es humano, pero depositar expectativas fuera de la realidad solo nos llevará a confrontarnos luego con la realidad, cayendo en el desalentador proceso de la desilusión y sus inevitables consecuencias.

Es importante visualizar claramente dos planos bien distintos. Por un lado el estrictamente político y por el otro el siempre determinante que propone la economía.

En lo político, se trata de un hombre con convicciones y con una clara determinación para intentar cambiar el curso de la historia. Sobre todo acerca de las "formas" de hacer las cosas. Parece tratarse de un trasgresor, de alguien capaz de proponer nuevas maneras de hacer política. Una campaña casi impecable, un superador modo de comunicarse, inteligente, con un discurso moderno, contemporizador, plagado de ejemplos que muestran que no solo es retórica sino que lo empieza a plasmar en acciones.

Barack Obama tiene las condiciones para cambiar la política mundial. Puede lograr que la sociedad norteamericana y la del resto de las naciones, recuperen el respeto por quienes han decidido dedicarse a la política. Expresa la justa combinación de determinación y humildad. Designar a su principal rival de las primarias de su partido, como una de sus principales colaboradoras, lo pinta de cuerpo entero. Un hombre seguro de si mismo, determinado, con suficientes convicciones como para no caer en la trampa de rodearse de mediocres. Dispuesto a desafiar a quienes le recomendaron alejar al matrimonio Clinton del poder.

Una secuencia de medidas tomadas desde el inicio del ejercicio de su flamante cargo, se enfocaron en lograr más transparencia en la agenda de la Casablanca. Rompió con el protocolo, con los viejos hábitos y la tradición del gobierno. Avanzó en dar el ejemplo. Empezó por modificar algunos de sus propios privilegios. Recortar las facultades de su cargo no es un gesto de todos los días, destacándose justamente por lo infrecuente.

Los líderes del mundo que con tanta facilidad lo vienen elogiando pueden terminar cayendo en sus propias trampas, cuando probablemente se vean obligados, desde lo moral, a imitar a este Presidente al que tanto elogian.

Obama puede revolucionar la política mundial. Si profundiza su discurso llegando hasta el fondo con las reformas que anunció, este hombre será recordado por su capacidad para devolverle a la política algo de la confianza perdida a lo largo de tantas décadas.

La contracara de todo este despliegue en las formas de la política tiene que ver con su mirada sobre la economía. No está planteando nada nuevo. Ni siquiera se ha desajustado en relación a lo que venían haciendo los últimos mandatarios, no solo frente a la crisis sino respecto del manejo de la economía local durante décadas.

EEUU se ha venido alejando gradualmente de su alineamiento con el mercado desde hace muchos años. Demasiados quizás. Lo ha hecho progresivamente. Su compulsión por manipular la moneda, su obsesión por regular las tasas e interferir en diferentes mercados, tiene múltiples antecedentes.

Republicanos y demócratas se han sucedido, cada tanto, alternativamente en el poder. Ambos han avanzando en esta idea de darle al Estado un excesivo protagonismo en la vida económica de sus ciudadanos.

Obama no solo comparte esa visión, sino que ante la crisis financiera los americanos han coincidido fuertemente desde la política, respecto de cómo enfrentarla. La receta ha sido MÁS intervención y una mayor intromisión en los mercados.

El resultado es predecible. Solo logrará aplazar la recuperación. Pero sus consecuencias no serán solo temporales. Dejará un legado moral cuestionable, estableciendo una nueva pauta moral que solo premiará a los ineficientes y castigará a aquellos que actuaron con prudencia y responsabilidad.

En esta crisis en que toda la clase política critica duramente a los que participaron de decisiones irresponsables desde el sector privado, los han terminado premiando con un "rescate inmoral". El mensaje de la política es perverso en este caso. Los que se comportaron de manera inadecuada recibirán "el premio" de que un Estado poderosísimo salga a resguardar los intereses que sus mismos propietarios decidieron poner en riesgo. Para ello, esquilmarán a quienes tuvieron la prudencia, la sensatez de hacer las cosas del modo correcto. Igualmente, pese a su sentido común, terminarán pagando la fiesta de los negligentes. Vaya lección para el mundo.

Obama puede cambiar la historia de la política mundial. Puede constituirse en la bisagra que tanto esperamos y que tanta esperanza puede traer a quienes creen que la política es la forma más eficiente de transformar la realidad.

En lo económico será más de lo mismo. Y hasta puede agravar el recorrido ya conocido. Se trata de otro exponente más del renovado intervencionismo económico norteamericano. Lamentablemente este hombre se ha rodeado de especialistas que comulgan con las más tradicionales recetas keynesianas. Y está dispuesto a aplicarlas. Es penoso ver como EEUU ha importado "teorías económicas" destructivas.

EEUU no ha podido escapar a la regla. Esa visión gobierna el mundo hace mucho tiempo y viene perfeccionando la manera en la que los Estados crecen irresponsablemente, acumulan poder, concentran dinero, decisiones y nuevas funciones. Para ello le quitan cada vez más recursos a los que los generan, a los que producen, para apropiarse de ellos bajo el falaz discurso de favorecer a todos.

Tal vez Obama pase a la historia como el hombre que fue capaz de transformar la política. En ese aspecto, bienvenida su llegada al poder. En lo económico, solo podemos esperar más de lo mismo. Y eso no da lugar para esperanzar a nadie.

jueves, 5 de febrero de 2009

El itinerario del corrupto.


El itinerario del corrupto
Gonzalo Rojas

Están en todas partes, pero sólo una pequeña porción de ellos ha sido descubierta: son los corruptos. Los hay en estado de larva; otros son ya gusanitos jóvenes; muchos más se desempeñan hace años como carcoma adulta, penetrando todo el aparato público.

¿Son necesarias las leyes para combatir la corrupción? Sí, porque en Chile la norma tiene un sentido pedagógico: la población consume legislación (la compra: "¡La ley, la nueva ley, pa' los regalones, la nueva ley!") y trata de ajustar sus comportamientos a ella, para cumplirla con rigor o para vulnerarla con eficacia.

Pero hasta ahí no más llega la ley como solución. Limitada fémina, cuando se cree todopoderosa y, por eso mismo, capaz de cambiar comportamientos, falla en la base, porque olvida que las personas, antes que por esas leyes numeradas, nos guiamos por los criterios que norman la conciencia.

Y ahí esta la clave: el corrupto se inició en sus malas artes precisamente cuando invocó la autonomía parcial de su conciencia. No era na-da grave, se decía a sí mismo. Des-vió un poquito su conciencia, porque se trataba sólo del recorte de unas becas cuando era dirigente estudiantil en esa federación de izquierda en los 80, o en una bicicleta con la caja chica, cuando ingresó a esa municipalidad a comienzos de los 90. Recortes y bicicletas, deportes del corrupto principiante.

A poco andar, y experimentando esa soledad del riesgo que tanto cansa, el corrupto, algo nervioso, buscó socios; los encontró sin problemas en jefecitos o coleguitas que, en nombre del programa estrella de asistencia social, habían montado ya pequeñas maquinarias para estrujar los recursos. Si al vaciar un saco lleno de monedas se lo toma por las puntas, siempre quedan algunas capturadas en las esquinas. Después las cuentas no cuadran, pero ya se sabe, son moneditas no más.

En todo caso, el corrupto recuerda bien que Robespierre se autodenominó "El Incorruptible". Obvio: él, un hombre progresista, admira la Revolución Francesa y quiere aprender de ella. Por eso, para que no le pase lo mismo que al enajena-do de la guillotina, el corrupto extiende sus redes, se vincula con los servicios policiales y judiciales. Genera su propio Comité de Salvación Pública, o sea, asegura la suya y la de sus amigos corruptos.

Cuando logra ya ese nivel, es un cuarentón con prestigio. Nadie piensa que él pueda ser un simple y sucio depredador de los recursos nacionales, porque el hombre ha logrado cultivar su imagen de servidor público ejemplar. Presenta alentadores planes de desarrollo, muestra contratos que implican notables inversiones para su ministerio, servicio, región o comuna; en fin, esos gruesos labios que denotan su vanidad se justifican, porque el hombre es un gran gestor del bien público, ¿no?

Su conciencia, a estas alturas, está durmiendo el sueño de los que se creen justos.
Hasta que estalla el escándalo, hasta que se sabe que fulanito metió las manos, y a cuatro manos. Y entonces cuesta creerlo: el admirado, el venerado, el idolatrado, es ahora el cuestionado.


Sus colaboradores se dividen en dos grupos: los del "Yo lo sospechaba, yo ya lo sabía" y los del "Yo pongo mis manos al fuego por él".

Se inicia el proceso judicial; avanza y después se traba; surgen luces, pero después entra en tinieblas; hay condenas, pero más adelante se revocan.

Mientras tanto, unos jóvenes veinteañeros, vinculados a diversas juventudes políticas, piensan para sus adentros: hay que hacer mejores leyes para evitar que esto vuelva a pasar; al oírlos, parece que ellos todavía conservan sus ideales, que siguen pensando en términos de probidad pública.

Ilusión de ilusiones: si no se forman sus conciencias, el ciclo volverá a comenzar. Ya estarán ellos en el banquillo de los acusados.

miércoles, 4 de febrero de 2009

El muerto que camina, por Gonzalo Vial.


El muerto que camina
Gonzalo Vial
El muerto que camina, en materia de coordinación entre las universidades, y de éstas con los poderes públicos, se llama Consejo de Rectores. Pues su inefectividad corresponde a un difunto.

Ella deriva de tres circunstancias:

1)El Consejo de Rectores no es representativo. Los planteles superiores que agrupa sólo reúnen la mitad de los alumnos de este nivel educativo.

2)El Consejo de Rectores no es independiente. Las universidades que pertenecen al Consejo, llamadas comúnmente «tradicionales», reciben cada año del Estado sumas de dinero cuantiosas, a fondo perdido, es decir, sin ninguna exigencia respecto a la utilidad ni prioridad del gasto que harán con esos recursos. Por otra parte, los alumnos más pobres de estas universidades financian sus estudios utilizando créditos fiscales, fáciles y generosos. No digo que dichos créditos sean injustos, ni socialmente inútiles. Pero los planteles extra Consejo carecen de un financiamiento similar, lo cual les quita postulantes —y por ende recursos—, naturalmente en provecho de las universidades «tradicionales».

Ahora último, el favoritismo hacia los establecimientos del Consejo ha recrudecido, y sin obedecer a ningún plan... en forma errática. Ejemplos:

-100 millones de dólares extra, para “fomentar las humanidades y las artes” en las universidades estatales. No está claro de qué manera cumplirán tan noble objetivo.

-15 millones de dólares para que las mismas universidades estimulen el retiro de sus académicos, y así poder “renovar” las plantas de éstos. Nadie explica qué garantía habrá de que la renovación implique una mejora sustantiva y real de la enseñanza.

Como el Ministerio de Hacienda vacilara un minuto en proporcionar el dinero pedido, las universidades beneficiarias publicaron una inserción plañidera: que ellas pudieran librarse de académicos atornillados —a costa del fisco, por supuesto—, sostuvieron, era la panacea de la Enseñanza Superior: ésta, sin los millones necesarios a ese efecto, se hundiría irremisiblemente. El ministerio aflojó los recursos de inmediato.

¿Imagina el lector la rapidez y contundencia del «no» ministerial, si alguna universidad privada viniera a pedirle plata para despedir académicos?

El lector apreciará que las universidades favorecidas con los «regalitos» de Papá Fisco son solamente las estatales, no todas las del Consejo.

Hasta ayer, las restantes, las olvidadas en el reparto, refunfuñaban, pero no hacían mayor escándalo.

Mas los últimos días, abierto el apetito, las estatales pretenden —según el dicho vulgar— «subirse por el chorro». Y en campaña que ha abierto la Universidad de Chile, solicitan que el Estado financie LA MITAD de los respectivos presupuestos anuales. Los 160 millones de dólares que ya gasta el fisco en las universidades del Consejo, dice el rector de la Universidad de Santiago, son “una porquería”.

¿Y qué tajada habría para los planteles no estatales miembros del organismo? Ninguna. ¿Por qué? Porque ellos, como los privados que se hallan fuera del Consejo (aseguran las universidades puramente del Estado), tienen proyectos educativos ajenos a lo que sucede en el «país real»... carecen de «carácter público».

La pretensión de las estatales ha hecho arder Troya en el Consejo. Las universidades excluidas alegan a grandes gritos que ellas también son «públicas», y poseen proyectos educativos íntimamente vinculados al «país real». ¿Por qué dejarlas en la intemperie, negarles el nuevo maná presupuestario?

El prorrector de la Universidad Católica, plantel que por supuesto integra el Consejo, lo hace ver en El Mercurio (1 de febrero). Aun, concede que quizás existan hoy otras universidades al margen de aquel organismo y que puedan ingresar a él, o a otro nuevo, “menos excluyente”. Siempre, eso sí, que posean también “vocación pública”.

Pero ni las estatales ni las no estatales del Consejo explican en qué consisten sus proyectos vinculados al Chile real ni su pretendida vocación pública... ¿Por qué poseerían ésta o aquéllos las universidades de Chile o de Santiago, o aún la Católica de la capital (según afirma), y no las universidades Diego Portales, o de los Andes, o de las Américas? ¿Acogen las primeras más alumnos pobres? ¿Son de escolaridad más barata? ¿Más parsimoniosas en el gasto burocrático? ¿Sus proyectos entran a fondo y con los recursos necesarios en los grandes problemas del «Chile real»... la calidad de la educación básica y media, la pobreza extrema, la delincuencia, la droga, el equilibrio entre desarrollo y el medio ambiente, el crecimiento cultural, etc.? ¿Y qué pueden exhibir como resultado de esos proyectos?

¿Quién da el certificado de «vocación pública»? ¿Lo tiene una universidad —y los beneficios económicos consiguientes— por el solo hecho de ser estatal, o antigua, o «tradicional»... por pertenecer al Consejo de Rectores?

3)El Consejo de Rectores es inerte. No hace nada, salvo lo que hemos visto: pelear por los fondos del fisco y por su reparto. No conozco ningún documento ni investigación de interés sobre la enseñanza superior, que haya emanado del Consejo.

La insustancialidad del organismo tiene como origen los dos defectos capitales ya señalados: no ser representativo, y depender los planteles que lo integran del favor fiscal. Defectos que fatalmente anulan la capacidad y buenas intenciones de los rectores mismos, que suelen ser personas dignas y destacadas.

En estos días, hace crisis final el problema de la PSU. El fracaso que significa, ya imposible de ocultar, es culpa exclusiva del Consejo. Sus diversas etapas lo demuestran. En efecto:

3.1.El Consejo acordó aplicarla, de modo repentino y súbito, sin mayor análisis ni marcha blanca, a matacaballo, reemplazando la Prueba de Aptitud Académica, que no merecía mayores reparos.

3.2.El Consejo decidió que la PSU fuese, fundamentalmente, una prueba de contenidos de la enseñanza media.

3.3.El Consejo resolvió que esos contenidos fueran los «mínimos obligatorios» (CMO) establecidos por el Ministerio de Educación. Insistentemente se le hizo ver, desde múltiples instancias —v.gr., numerosos análisis del Centro de Estudios Públicos —, que los CMO eran disparatados por su desorbitada extensión, y por incluir materias prescindibles, superfluas o inútiles. El Consejo no hizo ningún caso.

3.4.Las consecuencias del punto anterior fueron las inevitables. Ningún establecimiento escolar pudo ni puede pasar razonablemente los CMO sobre los cuales versa la prueba. ¿Qué han hecho? Los gratuitos, simplemente prescindir de parte importante de esos contenidos, un 25% a un 50%. Los pagados, o sus alumnos, ayudarse con onerosos suplementos: profesores particulares, bien informados «expertos» en PSU, manuales, preuniversitarios externos e internos, etc., que hoy consumen gran parte del tiempo en 3º y 4º año medio. Naturalmente, los muchachos de inferior situación socioeconómica y sus establecimientos, carecen de recursos para hacer lo mismo. De allí la «brecha» en la PSU, entre ellos y los alumnos y colegios pagados.
Hoy todos estamos de cabeza lamentando y buscando solución a la «brecha». Pero no nos preguntamos quién A SABIENDAS «perpetró» la malhadada prueba y ha insistido en ella todos estos años. Fue y es el Consejo de Rectores.
Ni tampoco nos preguntamos por qué éste ha actuado así. Simplemente, por la implacable presión que a su tiempo le aplicaron el Gobierno y el Ministerio de Educación. Llevada —según consta en la prensa de la época— hasta el extremo de relacionar de modo velado la PSU, con los aportes de dineros fiscales a las universidades «tradicionales».

Habiendo fallecido el Consejo de Rectores, urge remplazarlo partiendo (me parece) de los siguientes principios: A) El organismo que lo sustituya debe agrupar a TODAS las universidades, sin excepción. B) Debe ser independiente del Estado. Para ello, los aportes fiscales a este nivel de enseñanza no pueden continuar asignándose según razones «históricas», ideológicas, «graciosas», etc. Es decir, no pueden seguir siendo «pitutos», «conseguidas», sino obedecer a parámetros generales y objetivos, y beneficiar a las universidades que los cumplan. Ojalá por intermedio de concursos transparentes y jurados calificados, en parte —si es posible— compuestos por entendidos de prestigio internacional.

DETENIDOS/DESAPARECIDOS. La falta de espacio me impide comentar, hasta la próxima columna, la segunda carta sobre este tema enviada al diario por una distinguida abogada de derechos humanos.

NOTA DE REDACCION:
Otro falso desaparecidoSiguen apareciendo los desaparecidos, ayer el Subsecretario del Interior, Patricio Rosende, dió a conocer el caso de Pedro Gonzalo Millas Márquez, que fue calificado como detenido desaparecido por la comisión Rettig. Sin que su fallecimiento correspondiera a las causas que ocasionaron beneficios a la familia.

Este nuevo caso de falso desaparecido fue detectado por una denuncia del 7 de Enero, se confirmó con entrevistas a los familiares, se constató que falleció en 1982, lo que motivó que se suspendieran de inmediato los beneficios a los familiares y los antecedentes fueron puestos a disposición de los Tribunales y del Consejo de Defensa del Estado.

La esposa del fallecido, Lidia Esmerita Reyes Millar, afirmó que no sabía nada de su marido desde 1977, fecha en que perdió todo rastro de él, asegurando que su marido fué perseguido por su militancia en el partido comunista.

martes, 3 de febrero de 2009

Analisis de política y economía


Un discurso que nos calza
Margarita María Errázuriz

El discurso de Obama causó expectación, todo el mundo estuvo pendiente de sus palabras. En mi opinión, los chilenos necesitamos mantenerlo vivo, especialmente porque tenemos elecciones ad portas, junto con un desencanto generalizado de la política.

Obama les habló los Estados Unidos, pero fijó la atención del mundo entero en el horizonte que tenemos como humanidad: nuestras reservas espirituales. Sus palabras rebasaron el momento histórico de su país; para mí, ninguna nación queda fuera de su alcance. A partir de ellas y de la actitud de los norteamericanos en estos días, el país del norte ha dado un ejemplo de grandeza. Una nación entera ha dejado de lado sus diferencias, para vibrar con sus ideales y valores, y para unirse y seguir la inspiración de un líder cuyas convicciones políticas están en segundo plano frente a su fe en Dios y en el ser humano.

Quiero destacar tres puntos que me parecen de la mayor relevancia para nuestro propio momento político.
En primer lugar, cabe relevar el énfasis que pone Obama en que los desafíos de un país se superan con el esfuerzo de todos. Desde su perspectiva, se requiere visión en los altos cargos y un pueblo fiel a sus ideales históricos. Ello significa que los gobernantes pongan fin a las quejas mezquinas, a las falsas promesas, a las recriminaciones y a los dogmas. Y que el avance de la nación dependa de la fe, devoción y confianza que depositan los ciudadanos en su país. Junto con estos puntos, plantea tres otras dimensiones que deciden su suerte en esta coyuntura: la bondad con los extraños (migrantes), la abnegación entre trabajadores (aceptar trabajar menos horas a fin de evitar que un compañero pierda el empleo), y el valor y la voluntad de cuidar a los hijos (la protección de la familia). A su juicio, la generosidad en estos campos permite superar el inmovilismo y la protección de intereses limitados, y no aplazar decisiones desagradables. Este diagnóstico está hecho a nuestra medida y nos golpea, dando en el clavo con precisión. Apela a los líderes políticos y a la cultura que tienden a instalar, y a la ciudadanía que opta por la pasividad, la indiferencia y la falta de compromiso.

Obama señala - y éste es el segundo punto - que los recursos para lograr este tipo de conductas no son nuevos, son valores que siempre han estado presentes y constituyen la fuerza silenciosa que ha actuado detrás del progreso alcanzado por su país. Se trata de valores viejos porque son verdaderos y, desde su perspectiva, cada norteamericano debe entregarse por entero a rescatarlos, acogerlos con alegría y concretarlos. Entre éstos, destacan, especialmente, el espíritu de servicio, la voluntad de encontrar sentido a algo más grande que la propia persona, el ser capaces de trabajar duro, jugar limpio, ser tolerantes, honestos, valientes, leales y patriotas. Este llamado nuevamente vale para nosotros, al mostrarnos un camino que, sabemos, debiéramos emprender con audacia y asumiendo riesgos.

El tercer punto que me parece valioso rescatar es la flexibilidad con que propone Obama enfrentar grandes dicotomías que, a ratos, parecen irreconciliables. Es así como destaca que el tema no es si el mercado es una fuerza del bien o del mal, sino la atención que debemos prestar a su desenvolvimiento. Asimismo, para él las grandes preguntas no son si el gobierno es demasiado grande o pequeño, sino si funciona, y tampoco si los tiempos están para ser ambiciosos o restrictivos, sino si existe la capacidad de unir la imaginación con el interés común, y la necesidad con la valentía. Entre nosotros, la crisis ha abierto espacios para repostular viejos dogmas, cuando precisamente requerimos como nunca una mayor reflexión antes de hacer afirmaciones taxativas. La convicción de que los tiempos necesitan de flexibilidad no podemos dejarla pasar.

Si hacemos nuestro el llamado de Obama, también nuestro país podría mostrar su grandeza, y el debate político podría alcanzar otro nivel de profundidad. Esta es una oportunidad real, porque sus palabras apuntan directamente el corazón de cada uno de nosotros.





“Prestar o no prestar... that is the question”.
Alejandro Ferreiro

Al revisar las fortalezas de Chile para enfrentar la crisis, destaca la solvencia de la banca como una de las principales. Esa solvencia no es casualidad. Deriva de una conducta - guiada por la regulación sectorial - basada en la prudencia y rigurosa evaluación del riesgo. Esto no siempre se valora ni es fácil de sostener, especialmente en tiempos de bonanza y exceso de liquidez. Cada cierto tiempo surgen voces de sectores gremiales y políticos que aspiran a que el crédito fluya en mayores volúmenes y con menores tasas y garantías. Ese llamado, desde luego, se asemeja al que el mundo político en EE.UU. le hizo a su sector financiero a mediados de los 90 para que ampliara el acceso al crédito a quienes, bajo los criterios tradicionales, no calificaban para un préstamo. Así los vientos políticos -de modo muy explicable por lo demás - generaron las condiciones para que los llamados deudores “Ninja“ (No INcome, no Job, no Assets) accedieran a los créditos que, al resultar impagos años después, gatillaron la cascada de insolvencias que agobia hoy las finanzas del mundo. Moraleja: la cautela de la banca será impopular, pero es necesaria. No está de más recordar que la banca presta, muy mayoritariamente, el dinero que capta del público. Menos de 1 de cada 10 pesos que presta el banco pertenece a sus accionistas. El resto proviene de los depósitos a la vista (cuentas corrientes) y a plazo de personas como Ud. y yo.

Pero si bien la cautela de la banca puede evitar crisis, también puede ser la causa de su innecesario agravamiento. La prudencia sirve siempre; y así como pudo ayudar más , en su momento, a contrarrestar el optimismo irracional que acompaña y explica toda burbuja de precios, es hoy necesaria para compensar el pesimismo paralizante que puede arrastrar al cierre de empresas promisorias y bien manejadas por falta del financiamiento que merecen.

La compleja distinción entre un buen y un mal riesgo ha sido, desde siempre, el corazón del negocio bancario. Pero quizás nunca antes había sido más complejo, ni más esencial. Complejo, porque todo análisis de riesgo debe incorporar hoy una variable tan clave como escurridiza: la estimación de la evolución futura de la crisis y de su impacto en la actividad en Chile. Ese riesgo, exógeno e indeterminable, pero determinante al fin, explica que el crédito sea hoy más caro y escaso. Esencial, porque incide crucialmente en los afanes reactivadores de una política económica que persigue que el crédito se reactive a niveles y tasas consistentes con la recuperación económica. Pero ello debe lograrse - otra vez la cautela - sin que las políticas crediticias de los bancos sean percibidas por sus depositantes como excesivamente generosas o relajadas. Si ello ocurre, el mercado castigará encareciendo el acceso a fondos para los bancos o, en el caso extremo, mediante una corrida bancaria letal.

La banca, por tanto, en Chile y en el mundo, se encuentra entre la espada y la pared. Una excesiva cautela perjudica su siempre escasa popularidad ante el mundo político y la opinión pública. Pero desatender el mayor riesgo esperable de sus deudores mediante políticas de crédito “reactivadoras” puede ser temerario y, peor aún, presagio de crisis mayores.

Lo que el estrecho margen de maniobra de la banca deja en evidencia es, finalmente, la incapacidad de la política monetaria de jugar el rol reactivador que tradicionalmente se le atribuyó. Para aumentar el volumen y bajar el costo del crédito se necesita mucho más que una reducción de tasas del Banco Central. La intervención del gobierno es esencial. Ya sea como garante, como prestamista directo, o como un ágil regulador que flexibiliza con prudencia las normas aplicables para capear el temporal.

Acierta, pues, el gobierno cuando capitaliza al BancoEstado para permitirle jugar un rol más activo en la concesión de crédito, y también cuando expande las garantías que ofrece Corfo para reducir el riesgo que finalmente asumen los bancos al prestar.
También acertará si se acuerdan modificaciones regulatorias que favorezcan el otorgamiento de créditos mediante, por ejemplo, un mejor manejo de garantías. Después de todo, la regulación también puede y debe ser contracíclica.

En el fondo, cuando el Estado presta o garantiza, reconoce que serán los contribuyentes, más que los depositantes, quienes asuman los mayores riesgos derivados de prestar en tiempos de incertidumbre. Y no puede ser de otra manera. Así como no conviene empujar a la banca a prestar como si nada hubiera pasado, tampoco puede la política económica contentarse con los magros niveles de crédito derivados de la cautela que hoy prevalece. La reactivación es un objetivo principal de la política económica y - como bien lo entiende el nuevo gobierno norteamericano - ello exigirá un fuerte gasto fiscal adicional. Entre nosotros, y a diferencia del dilema que enfrenta Obama, ese mayor gasto no se realizará a costa de agravar el déficit fiscal, sino destinando parte de los ahorros generados para usarlos, precisamente, en tiempos como los actuales. Pero también parece que lo que pase con el crédito en los próximos meses tendrá más que ver con lo que se resuelva y ejecute en Teatinos 120, que con lo que se resuelva en Agustinas con Morandé.

lunes, 2 de febrero de 2009

Triunfo de la clase política.


Triunfo de la clase política.
Hernán Felipe Errázuriz

Así titula Peter Oborne su best seller sobre los profesionales de la política en Inglaterra, que aprovechan del Estado, establecen sus propias reglas y remuneraciones, que cambian y transgreden a su gusto, y obtienen tratos preferenciales de las empresas y servicios públicos. Van desnaturalizando las instituciones para favorecerse ellos y a parientes, amigos y partidarios. El antiguo establishment británico, la suma de los distintos mecanismos que conforman instituciones, altos funcionarios, obispos, almirantes y generales y otros referentes, ha ido perdiendo relevancia y aumentando su dependencia de la clase política. El autor señala que la nueva élite es peor que la anterior: ha reemplazado el espíritu público por la concupiscencia, rapacidad y la codicia en el uso del aparato estatal. Sostiene que el parlamento madre de otros congresos y asambleas repartidos por el mundo, ha borrado las fronteras entre el servicio público y el interés privado de los legisladores.

En Chile hay excesos similares a los denunciados por Oborne. Incluso, un subsecretario sostuvo que la meritocracia es un mito y que deben prevalecer las designaciones políticas en la administración pública. Los así designados suelen postergar la tramitación de proyectos de directo beneficio a las personas necesitadas. En plena crisis, acometen con interés sólo proyectos que favorecen a los partidos. Una y otra vez, se revelan pagos de empresas e instituciones públicas a titulares de la función pública, a operadores de parlamentarios y a corporaciones y fundaciones sin fin de lucro vinculadas a partidos o personeros oficialistas. Son casos mayores que el de la acusación de aquel senador a dos carabineros sancionados por supuesto maltrato al cursarle una infracción por exceso de velocidad, y que la comisión de ética del Senado censuró. Las comisiones de ética de partidos oficialistas no han sido tan claras. Los abusos mayúsculos parecen persistir.

Surge la pregunta de si esta clase política es o será capaz de contener y sancionar los excesos que la desprestigian. Si persisten en protegerse, no queda más camino que la alternancia en el poder, consagrar un límite a las reelecciones, dar más transparencia a los órganos públicos y fortalecer las barreras institucionales. Ardua tarea, porque todas estas medidas preventivas y de saneamiento dependen, finalmente, de la voluntad de los mismos políticos que deben legislarlas y respetarlas.

Acount