sábado, 30 de mayo de 2009

¿Nos están protegiendo bien?


¿Nos están protegiendo bien?

Juan Andrés Fontaine


Ha sido un acierto político del actual gobierno hacer de la protección social su idea fuerza. Tras su último mensaje presidencial, la Presidenta Bachelet es poco menos que proclamada la madre del Estado Protector en Chile. Las encuestas de popularidad revelan que ese proyecto es muy bien valorado por la ciudadanía y la candidatura presidencial oficialista se apura en prometer todavía más protección social. Pero más allá de las buenas intenciones, la gente querrá ver resultados.



Las preguntas son entonces qué tan buena protección social nos está ofreciendo el Gobierno y cómo hacerlo mejor.



De partida, llama la atención que la protección brindada no nos defienda de la delincuencia. La protección de la vida y la propiedad es la función más elemental del Estado. Aunque las estadísticas oficiales muestran un leve avance (metodológicamente discutible, por lo demás) todavía un 35% de la población declara haber sido víctima reciente de algún delito y un 62% manifiesta vivir atemorizada. Tienen razón: Chile muestra uno de los más altos índices mundiales en materia de robos y exhibe una muy baja eficacia en sus sistemas de captura y castigo de delincuentes.



Ayer el INE ha informado que los cesantes en Chile ya suman 716 mil, casi 10% de la fuerza de trabajo. La desocupación se eleva sobre el 11% en tres regiones y es de 10% en el Gran Santiago. A los desempleados el llamado Estado Protector les ha negado una legislación laboral flexible, la que habría evitado despidos o asegurado una rápida reubicación en otro trabajo. El problema no es sólo consecuencia de la gran recesión internacional: durante toda la década el desempleo ha promediado un inaceptable 9% de la fuerza de trabajo. La cesantía es más alta entre las mujeres y los jóvenes, pese a que se estima que las malas regulaciones mantienen marginados del mercado laboral a alrededor de un millón de ellos. Nuestro Estado Protector no está desempeñando bien la primordial función de crear oportunidades de trabajo. Ante esa falla capital, el seguro de cesantía es un oportuno paliativo, pero que está muy lejos de ser una solución de fondo.



Los discursos oficiales hacen aspaviento de la magnitud de los programas sociales del gobierno. Es cierto que hay iniciativas valiosas y que los bonos familiares repartidos en marzo último y prometidos para agosto próximo son muy bienvenidos en momentos de aflicción económica. Pero la calidad de muchos servicios públicos es sencillamente deplorable. Tan insatisfactoria es nuestra educación pública que basta una leve mejoría en una de las cuatro mediciones de la prueba SIMCE, para que millonario equipo comunicacional del gobierno arme fiesta. Las deficiencias de la salud pública se constatan a diario en los consultorios y hospitales. El Estado debería concentrar su ayuda en los más pobres, pero cuenta para ello con demasiados programas distintos —cerca de 200— y de burocracia demasiado frondosa. Cuando han sido sometidos a evaluaciones técnicas, muchos de ellos han revelado ser de dudosa efectividad social, aunque, seguro, son de gran utilidad para pagar favores políticos. Su focalización hacia los más pobres es insuficiente. Su aptitud para ayudar a los afectados por la recesión es limitada, porque la recientemente introducida ficha de protección social no toma debidamente en cuenta una caída temporal en los ingresos. Su aporte en facilitar la empleabilidad de los beneficiados es prácticamente nulo. El buque insignia de nuestro Estado Protector —Chile Solidario— cuenta con un ejército de funcionarios, repartidos a lo largo de Chile para conectar a las familias más pobres a los distintos beneficios sociales y entregarles dinero. Aunque ha tenido algún resultado en facilitar el acceso de los pobres a ciertos beneficios, al decir de un reciente informe de la OCDE, “Chile Solidario hasta ahora no ha sido muy efectivo en reducir la pobreza”. 



El actual gobierno no ha estado falto de recursos para dar buena protección social. La inédita bonanza del cobre le permitió no sólo acumular abundantes ahorros en el exterior y paliar las ineficiencias y pérdidas de Codelco, Enap y Transantiago, sino además expandir enormemente el presupuesto fiscal. Durante el cuatrienio presidencial el gasto público va haber crecido a un ritmo promedio anual de 9% en términos reales, un incremento acumulado equivalente 10.000 millones de dólares a lo largo del período. Durante el presente año, y bajo la lógica de una política fiscal contracíclica, el presupuesto aumentaría un 11% real, pero ya en el primer trimestre la expansión ha sido del 22% real respecto de un año atrás.



El torrente de desembolsos fiscales ha cubierto muchas de las fallas de diseño y gestión de nuestros programas sociales. Ha permitido al gobierno ampliar los beneficios y subsidios, anunciar incrementos adicionales para los años venideros, alimentar expectativas de más y más protección social. Fue lo que hizo la Presidenta en su discurso del 21 de mayo último. Pero la mala noticia es que la bonanza mundial ha concluido; que aunque la economía mundial empiece pronto a repuntar, no volverá a su dinamismo anterior; que ya no podemos seguir contando con los sucesivos aumentos en el precio del cobre de largo plazo para financiar tanto gasto adicional.



Mirando hacia delante, hay algo positivo en la amplia popularidad que hoy detenta el gobierno. El mundo político ha podido apreciar que el ahorro fiscal rinde más tarde buenos dividendos políticos. Pero hay también algo inquietante: se ha desatado una dinámica de gasto fiscal que, terminada la bonanza del cobre, ya no será posible de sostener. La protección social no podrá descansar en programas de presupuesto cada vez más generosos sino que dependerá de nuestra capacidad de crear mejores condiciones para el crecimiento económico y el empleo, así como de aplicar políticas sociales muy bien focalizadas y gestionadas con la eficiencia que conocemos en la empresa privada.



Sebastián Piñera, candidato presidencial de la Coalición Por el Cambio, hablando esta semana en el Centro de Estudios Públicos, propuso construir una sociedad que brinde seguridades, pero también oportunidades. Utilizó la metáfora del acróbata, que requiere de una red de protección segura, precisamente porque aspira a alcanzar el trapecio muy alto. Crear una sociedad de oportunidades significa establecer estímulos y remover obstáculos para la creatividad, el emprendimiento, la inversión y el trabajo. Hay que diseñar la red social con cuidado para evitar que entrabe esos estímulos y termine atrapando a sus beneficiarios en la pobreza. Una sociedad de oportunidades da lugar a una economía en crecimiento acelerado. Y sólo si Chile reanuda la carrera del desarrollo será posible satisfacer las crecientes expectativas de protección social verdadera y duradera.  

viernes, 29 de mayo de 2009

Madurando la renovación.


Madurando la renovación
Leonidas Montes

La irrupción de Marco Enríquez-Ominami es un fenómeno que, entre otras variables, logra capitalizar el descontento ciudadano con el mundo de la política. Un 53% de la población no se identifica con ningún partido. Un 62% de los ciudadanos no está “nada interesado en política”. Peor aun, existe una especie de rechazo a la política. De hecho, las instituciones que menos confianza inspiran en la ciudadanía son los partidos políticos y el Congreso, con 91% y 82% de rechazo, respectivamente.

Y los jóvenes no están “ni ahí”. Nuestro padrón electoral envejece mientras su desafección aumenta. Entre 18 y 24 años, los inscritos son sólo 283.206, un magro 6,97% del padrón total del año 2008. Existen buenas razones que avalan esta apatía y desconfianza.

En el mundo político, la renovación de caras nuevas es baja. Para las próximas elecciones en la Cámara de Diputados hay un 87% de incumbentes que se quieren repetir el plato. Y con la escasa renovación que tenemos, no es claro que el país gane.
Un buen diputado, como Patricio Walker, quizás hastiado con la política y el dudoso destino de su partido, deja el Congreso. Fíjese en el siguiente detalle: en la Cámara Baja la edad promedio de sus integrantes es de 52 años; cuando se retornó a la democracia era de 46. Y algo anecdótico: la diputada más joven, Karla Rubilar, cumplió la edad promedio de todos los chilenos, 32 años. Otro antecedente interesante: nuestros 38 senadores llevan en promedio 15 años en el Congreso. Hemos formado verdaderos profesionales de la política. Y esto no es necesariamente malo. Por el contrario, la experiencia legislativa es valiosa. El otro extremo, sin reelección, también produce incentivos perversos. Pero en política tampoco debemos olvidar la otra cara del oráculo de Delfos, “de nada demasiado”. Tal vez llegó la hora de encontrar un equilibrio en el tema de la reelección.

Los partidos políticos se han farreado a los jóvenes. La DC ha ignorado a los príncipes. Y ahora Marco Enríquez-Ominami se les adelantó. En la UDI, José Antonio Kast hizo un gran esfuerzo. Ahora Rodrigo Alvarez es flamante presidente de la Cámara de Diputados. Pero lo cierto es que estas figuras no han sido del todo aprovechadas por su partido. Aunque ambos diputados son reconocidos por hacer bien la pega, ¿lograrán ser condecorados con el preciado galón de «coronel»? En un partido con una clara y marcada jerarquía piramidal, sólo unos pocos saben cuándo salta la liebre.

Si las causas de la candidatura de Marco Enríquez-Ominami estaban latentes, existen otros temas interesantes para discutir durante estas elecciones.

Si evaluamos el desempeño electoral de la DC, claramente es un partido en crisis. Hace diez años la DC tenía 14 senadores, hoy tiene 7. Si hace diez años tenía 38 diputados, hoy sólo tiene 20. Su representación, el mejor indicador de la popularidad, ha disminuido. La importancia para nuestro sistema político de una colectividad de centro sólida, es evidente. Pero es discutible que la candidatura de Frei favorezca al partido. La DC, forzada hacia a la izquierda, enfrenta un futuro incierto.
Otro punto interesante en esta carrera presidencial es que la campaña de Enríquez-Ominami forzará a los candidatos a debatir. Dudo que en las próximas elecciones la ciudadanía acepte el tipo de debates al que estábamos acostumbrados. El lamentable montaje de la primaria Frei-Gómez marcará el fin de una era. Con esa última tomadura de pelo, posiblemente se acabarán los debates negociados. Un buen debate, como en los países desarrollados, debe ser competitivo. Y es sano para nuestra democracia que los candidatos compitan cara a cara, con buenas preguntas e intercambios. La renovación de nuestros debates presidenciales sí que sería símbolo de madurez política.

jueves, 28 de mayo de 2009




No regalarás, no prometerás, no besarás
Gonzalo Rojas Sánchez

En campaña. En los próximos siete meses, casi lo único que importará en la política chilena son las campañas.

Unos 450 individuos que ya son candidatos -o que al menos esperan lograr pronto la nominación de sus partidos- dejaron atrás la cuenta presidencial del 21 de mayo -con la misma velocidad con que se cierra a finales de febrero la casa de vacaciones- y se lanzaron con tutti a conquistar votos.

No es legal, pero no importa -dicen-, porque es cordial. Pinturas, jingles, panfletos, stickers, chapitas, buses, batucadas; casa a casa, eventos, comandos, brigadas, juventudes, entrevistas, eslóganes, mensajes, cuñas, más eventos y, en cuanto se pueda legalmente, caras sonrientes en palomas y en colgajos, en volantes y en periódicos. Estamos en campaña.

Se pide limpieza, eso sí. Lo pide por igual el que dispone del aparato estatal para hacer llover beneficios sobre el electorado como el que apenas cuenta con los donantes del barrio. Todos piden limpieza, pero la remiten sólo al "no te agrediré y no me agredirás" y a un "ensuciaré lo mínimo". Piensan que es limpieza con el rival y limpieza con el medio ambiente lo que se exige; bien por esas actitudes, pero esa necesaria pulcritud no basta.

Lo que está en juego en una campaña, en ese conjunto de medios utilizados para ganar votos, es ni más ni menos que la dignidad de la política, porque nunca ella es más prostituida o más enaltecida que en las campañas electorales. No hay otra ocasión en que aparezcan de manera más clara los dientes de Drácula o las manos samaritanas, que cuando se piden los votos.

Pedir los votos: ésa es la tarea primordial y hay que hacerla bien. O sea, la limpieza fundamental de una campaña está en el trato que les den los candidatos a sus potenciales electores. Y, para eso, no bastan los manuales del partido; se necesita otra cosa: un sentido de la dignidad del votante que lleve a los candidatos a imponerse tres mandatos.

En primer lugar, no regalarás. El regalo es la proposición de un intercambio: anteojos por votos, ropa por votos, comida por votos; es decir, objetos por objetos. Yo, candidato, te doy unas cosas; tú, elector, marcas una cruz; pasando y pasando. ¿Y dónde termina esa relación cumpleañera entre el votante y el electo? Simplemente no acaba nunca, es decir, se transforma en el continuo dar cosas durante cuatro u ocho años, en esa pegajosa cercanía que nada tiene que ver con nobles conceptos como representación o mandato.

En segundo término, no prometerás. Ah, si cada candidato recordara sus horas de micro, cuando oyó una y mil veces: "No he venido a vender ni a regalar, sino sólo a pedir una colaboración".
Pedir sin prometer parece poco táctico, pero es ennoblecedor: es desafiar, es exigir, es confiar en las capacidades de los electores, es dignificarlos. Por el contrario, prometer es mentirles en el todo o en la parte, porque o no se cuenta en absoluto con las atribuciones para cumplir o, al menos, porque las facultades para hacerlo serán compartidas con otros.

Y, por supuesto, no besarás. El saludo personalizado debe ser respetuoso, porque implica desear la salud, el bien del otro. El besuqueo indiscriminado no es más que un ritual de pacotilla y, además, contaminante, contrario a la salud.

Sí, "la culpa la tuvo el primer beso", decía la canción. Ya no recordamos si el culpable fue el Chicho del 52 o Frei padre en el 58 (don Jorge, ciertamente, está libre de toda culpa), pero la torpe manía de estrechar mejillas impide esa otra actitud imprescindible en el buen candidato: saber oír, tomar distancia, mirar a los ojos, hablar al corazón...

miércoles, 27 de mayo de 2009

Adiós al SIMCE 2008.


Adiós al SIMCE 2008
Gonzalo Vial


Hoy la prensa nada dice del SIMCE 2008. Porque han pasado las más o menos dos o tres semanas, como máximo, que un tema importante puede retener el interés de los medios y de la opinión pública en nuestro país, ésta y aquéllos afligidos de crónico déficit atencional.


El ministerio del ramo lo sabe muy bien. Por eso, durante dichas dos o tres semanas, su táctica es siempre la misma: reconocer casi clandestinamente lo malo, cuando es indisimulable, y destacar lo bueno a toda orquesta. Desde que existe el SIMCE, lo bueno ha sido poco, casi nada, y lo malo mucho. Pero la diferencia en los énfasis respectivos permite disimular el desastre e ir tirando... hasta el próximo SIMCE.


Así ha sucedido respecto a la prueba de 2008. La catástrofe ha sido total en 2º medio, y en Matemáticas de 4º básico, y ha habido un leve avance, cinco o seis puntos, en Lenguaje y Comunicación del segundo nivel señalado. ¿Adivinan Uds. dónde han puesto el énfasis los comentarios ministeriales?


Simplemente para constancia (pues ya a nadie le importa nada... pasó la quincena del SIMCE), hagamos el contrapié de las fanfarrias del ministerio.


El nivel alcanzado en Lenguaje, 4º básico, es —promedio nacional— 260 puntos. ¿Qué significa esta cifra cabalística, en conocimientos efectivos? Usando las tradicionales notas de calificación, ¿260 puntos equivalen a un 3, un 4, un 5? Nadie lo sabe, porque el ministerio no lo explica. Se limita a alegrarse, pero... ¿de qué se alegra? Hemos subido, conforme, mas... ¿desde dónde y hasta dónde? ¿Del primer al segundo piso, o del cuarto subterráneo al tercero?


Tampoco conozco estudios privados que ayuden a resolver este enigma, salvo uno de Bárbara Eyzaguirre (Estudios Públicos, Nº 93), que se refiere al SIMCE 2002, 4º básico, pero respecto de Matemáticas. Supongamos que 2002 y 2008 sean comparables (debieran serlo), y que el mecanismo conceptual de asignación de puntos, en Matemáticas, no haya sido muy distinto (no se percibe por qué lo sería) al utilizado en Lenguaje y Comunicación. El estudio indicado afirma que, en Matemáticas de 4º básico, año 2002, 260 puntos equivalían a un nivel de conocimientos correspondiente a 2º básico.
¿Será lo mismo el 2008 en Lenguaje y Comunicación? ¿Estaremos celebrando que nuestros alumnos de 4º básico debieran estar en 2º básico?


Robustece la inquietud anterior el hecho de que la ministra nos diga que el 62% de los alumnos que terminan 1º básico NO SABE LEER (El Mercurio, 20 de abril). A lo más y mejor, pues, lo habrán aprendido en 2º. Llegados a 4º... ¿alcanzarán el nivel de lectura de este año, al terminarlo?


La ministra confía en “avanzar... significativa y masivamente” en aprendizaje lector, gracias a la subvención preferencial. Esta, observa, hace que por cada alumno «vulnerable» un establecimiento reciba hoy al mes $ 63.390.


He dicho innumerables veces, por años y años, algo que hoy casi nadie discute: a saber, que la subvención MINIMA para un niño CORRIENTE —no «vulnerable»— debe ser el doble de la actual, es decir, del orden de los $88 mil mensuales. El niño VULNERABLE, pues, no alcanza a recibir HOY, en total, la subvención mínima que debiera pagarse por un niño CORRIENTE. Con el pago actual, ni éste ni aquél —pues— van a ninguna parte. La buena intención y esfuerzo de la ministra están destinados al mismo fracaso de los últimos veinte años.


(De paso, digamos que la UDI comete igual error en su último Congreso: creer que el camino es doblar la subvención preferencial, y eso, sólo a algunos establecimientos. Si se hiciera, el niño VULNERABLE de esos establecimientos apenas se acercaría al nivel de subvención necesario para que un niño CORRIENTE reciba una enseñanza de calidad. Ni uno ni otro, de nuevo, la tendrían.)


Pero hay un absurdo peor. 1º y 2º básicos, según señala con razón la ministra, son los cursos claves para el aprendizaje lector. Si éste no tiene éxito cuando más en el segundo año referido, todo se retarda y complica hacia arriba. Pues bien, ESOS SON LOS CURSOS QUE RECIBEN MENOR SUBVENCION... NO YA $44.000, SINO TREINTA Y UN MIL PESOS —¡$31.000!— POR NIÑO AL MES.


La séptima u octava parte de lo que cobra un colegio pagado.


¿Qué sentido hallar a este despropósito?


Tengo el más profundo respeto y afecto personal por la ministra. Pero que no la sigan engañando. No hay ni habrá mínimos educacionales sin poner sobre la mesa el dinero estrictamente indispensable al efecto.


No basta con él, ciertamente. Pero sin él, todo lo demás es música celestial.
Lo que queda son placebos, drogas de la conciencia. La última conocida, y sin duda la más sedante, la proporciona el máximo experto educacional de la Concertación (El Mercurio, 24 de mayo). La educación chilena no puede ser tan “mala”, dice, porque tenemos “positivos índices” de “competitividad global... calidad institucional... entorno de negocios (!)... atracción para las inversiones en manufacturas (!!) y... capacidad para enfrentar la crisis que zarandea al mundo(!!!)”. ¿A qué preocuparse entonces del SIMCE, la prueba PISA y restantes trivialidades? Tanto más cuanto los alumnos municipales y particulares subvencionados, sin saber leer, de todos modos se hallan en etapa de “acercamiento” a la “revolución digital”... Excelente receta para dormir tranquilo. Pero no preguntarse, por favor, en qué ni a través de quiénes los establecimientos municipales y particulares subvencionados aportan a tantas bondades macroeconómicas.


P.D. A propósito de lo dicho aquí, la semana pasada, sobre la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, me refuta uno de los distinguidos profesores que acusa al decano (La Segunda, 20 de mayo). Señala que el «debido proceso» exigido por este columnista no correría. Pues las irregularidades que cometió el decano, explica, no son de carácter civil, penal o administrativo, sino una “pura cuestión de integridad académica”, de “hechos (in)compatibles con los estándares a que aspira una comunidad académica como la afectada”.


Perfectamente, pero la que antecede es la opinión y acusación de los profesores que formulan los cargos y (supongo) de los alumnos en paro. El decano y otros profesores las rechazan, y proclaman la inocencia del primero. Obviamente, este diferendo debe resolverlo alguien, en el nivel académico (ya que la carta que respondo excluye otros posibles). Y ese «alguien» será quien señalen los estatutos de la universidad y facultad, persona que —también parece obvio— tramitará y fallará un «proceso», una disputa entre partes. Proceso que tendrá que ser el «debido», es decir, dar garantías a todas las partes. Y la garantía mínima será que ninguna de ellas esté presionada desde fuera del proceso.


¿Presionada cómo? Por una toma de la facultad, o por resoluciones que anticipen un fallo todavía no dictado.


Los profesores denunciantes, cuya buena fe es para mí indiscutible (conociendo como conozco a algunos de ellos), pueden clarificar totalmente el curso del proceso académico que ellos mismos, entiendo, han solicitado, dejando claro lo que sigue:


1. Que exigen, para que se complete y falle dicho proceso, la devolución previa de la facultad por los alumnos, a las autoridades constituidas de ésta.


2. Que ese proceso se limitará a las fallas éticas que los denunciantes imputan al decano.


3. Que el debate académico sobre otras materias concernientes a la facultad esperará la renovación normal de sus autoridades.


Esto alejaría toda sospecha y posibilidad de fallo o «arreglo» bajo presión, de linchamiento moral de un acusado o, quizás lo peor, de cogobierno estudiantil, la negra maldición de los años 60. Oír y consultar a los alumnos es una cosa; acatar los úkases de sus «asambleas de toma», otra muy distinta y la más nociva imaginable, ayer, hoy y siempre

martes, 26 de mayo de 2009

25 de mayo: 1810-2009



25 de mayo: 1810-2009
Ideario patrio de la primera
generación argentina

Organización de la patria sobre la
base de la democracia republicana.
por Nélida Rebollo de Montes
(columnista de Radio La Red
en su Revista Plural)


En el día de la Patria, 25 de mayo de 1810, se repite, con razón, que es necesario que la vida se cristalice con el tiempo para fijar el orden social y moral mientras descartan el fatalismo y el escepticismo y consagran la necesidad de la investigación de la verdad. En este caso los comienzos de la emancipación en nuestra patria son tergiversados por "revisionistas" que quieren equiparar la historia con ideologías hipócritas.

Nuestra Patria nació con el profundo sentimiento de libertad política enriquecido por aportes americanos y autóctonos. Es oportuno destacar que el ejército tuvo una responsabilidad preponderante como también los civiles y clérigos que participaron durante la Semana de Mayo.

El ejército de entonces estuvo integrado por milicianos civiles cuyos grados los obtuvieron por la acción cumplida en las invasiones inglesas, tal el caso de quien sería más tarde creador de nuestra bandera, Manuel Belgrano abnegado hombre de ley.
Entre los patriotas predominó siempre la inspiración emancipadora que propició nuestra Primera Junta. Entre los que se opusieron figura el virrey Cisneros, pero tuvieron que ceder ante la firme y decidida actitud de los criollos.
Cuando España como Estado soberano, prácticamente había desaparecido, y su territorio ocupado totalmente por el extranjero, carecía de gobierno. Así y ante la ausencia de autoridades de las que dependíamos comienzan los preparativos para deponer a Cisneros y se suceden las nuevas designaciones y entrevistas para la convocatoria del Cabildo Abierto del 22 de mayo mientras la insurrección gana la calle.

La votación y el juramento de la Junta de Gobierno el 24 de mayo fue posible ante el empuje popular incontenible. El mismo día 25 fue dictado el reglamento al que debía ajustarse el nuevo gobierno. La Revolución de Mayo de 1810 ha sido interpretada con enfoques diversos, entre ellos hispanista, jacobismo, alberdismo, marxista, pactista y enfoque castrense.

Hay que destacar que la Revolución de Mayo y su pronunciación contó con la decidida actitud de los criollos que actuaron con patriotismo sin suscitar fanatismos.
Pasado el tiempo, contado en años y con toda clase de vicisitudes, un puñado de jóvenes, pertenecientes a la generación nacida bajo el signo de la independencia nacional deciden personificar la dignidad con la virtud de sus dotes, su forma de vida, su estilo y sin el ruido y la vanidad mundana. Esos jóvenes eran representativos por la imponente profusión de propósitos para ocuparse del futuro político de su patria, por su convicción presente en su proyecto realizado con perseverancia. Sentían que el estímulo heredado era una herencia que no debían dilapidar.

La joven Argentina fue la denominación que dieron a su empeño de reunirse para estudiar en profundidad la vida nacional y desentrañar el espíritu genuino de nuestra Patria. Querían superar la discordia civil entre unitarios y federales, porteños y provincianos, ciudadanos de frac y gauchos de chiripá. Tenían fe, que una vez culminada la discordia, sería posible unir a todos en el mismo sentimiento de trabajar por la organización constitucional del país.

En 1837 inauguraron el Salón Literario y en 1838 con la orientación y el apoyo de Esteban Echeverría, fundaron la Joven Argentina que se conocería años después con el nombre de Asociación de Mayo.

Los representantes de la primera generación argentina abrazan ese ideario patrio sintetizado en las palabras simbólicas que encabeza el Credo o Dogma Social por el que se proponen trabajar y luchar.

Las quince palabras del Dogma Social fueron leídas por Echeverría la noche inaugurada por los jóvenes representantes de la primera generación argentina. Algunas de las palabras simbólicas son: Asociación, Progreso, Fraternidad, Igualdad, Libertad; Dios centro y periferia de nuestra creencia religiosa: el cristianismo, su ley; el honor y el sacrificio; móvil y norma de nuestra conducta social; adopción de todas las glorias legítimas de la Revolución de Mayo y el menosprecio de toda reputación usurpada, a continuación de la Revolución de Mayo.

Impresionados por el contenido de las palabras simbólicas con las que proyectaban la razón y la necesidad de la Revolución de Mayo de 1810, los jóvenes integrantes de la Joven Argentina designaron una comisión compuesta por Echeverría, Gutiérrez y Alberdi.

Esteban Echeverría en su Manual de Enseñanza Moral escrito con devoción por la esencia de la independencia lograda el 25 de mayo de 1810, expone con gran lucidez: "Ningún hombre tiene libertad para usurpar la propiedad ajena; para difamar e injuriar a nadie de palabra o por escrito; para turbar el orden público y predicar la inmoralidad… la sociedad tiene derechos sagrados y legítimos como el ciudadano".

Echeverría estimuló a los jóvenes en el auténtico amor a la patria y en la esencia misma del gobierno republicano instituido para el bien de la comunidad. El Dogma de Echeverría sostiene que para que haya democracia es necesario procurar el bien de la comunidad. Consideraba que el fin del Estado se logra cuando los derechos personales y sociales –y los consecuentes deberes- se encuentran preservados con el más amplio y libre ejercicio de sus facultades.

La democracia que soñó Esteban Echeverría está presente en las palabras simbólicas del Dogma, considerada una esencia viva de los gobiernos republicanos instituidos para el bien común en la sociedad. La concepción integral que tenía este gran patriota del Derecho está en su Manual dedicado a la juventud y en él confirma que le confiere a su escrito sobre la democracia un fundamento cristiano. Reconoce que todos los deberes nacen de la ley moral o, lo que es lo mismo, de la religión porque sin ella la ley no tiene fuerza obligatoria, ni autoridad ni sanción.

Reverenciando a los hombres de Mayo y al Nacimiento de la Patria, Echeverría afirmó su entrañable amor por la libertad que no es libertinaje, ni anarquía, ni inmoralidad. El régimen republicano –decía, sólo es posible con los que resultan seleccionados entre los más capaces y los más virtuosos. Condenó a los que contribuyeron con su voto a entronizar en nuestra patria un régimen de oprobio y agregó que la audacia y el crimen "suben alto, y el charlatanismo y la incapacidad acechan para imperar. Que no hay supremacía legítima sino de los talentos y virtudes".

Los jóvenes de la primera generación argentina no se declararon rebeldes, se dedicaron a profundizar mediante el estudio, las antinomias y las divisiones irreconciliables, y cómo unir a todos en la convicción de trabajar por la organización constitucional del país. Se empaparon de la esencia independista y sus merecimientos. Sabían y entendían cada paso que se debía dar en esta inconmensurable Argentina, para bien de todos. Prevalecía en su inquietud de libertad el amor a su patria con equilibrio y sabiduría.

En estos tiempos "revueltos" alguien tiene que constituirse en guía para la solución de los verdaderos problemas que nos acucian por la perversa incitación a la violencia cuyo recrudecimiento tiene imprevisibles consecuencias. No se puede transar con los responsables del caos y menos ignorar que el aparato político sindical pretende avasallar el derecho de todos los ciudadanos.

El enemigo no está en retirada como creen algunos. Alguien incentiva su perverso accionar. Además, entre los verdaderos problemas figura el tema crucial del racismo y sus horrendas implicancias por parte de los que no condenan el antisemitismo, los sentimientos pro-nazis ni el colaboracionismo de extrema izquierda con encapuchados; garrotes en mano y armas peligrosas escondidas. Debemos hacer algo para cambiar un mundo endurecido por el odio.

La propaganda gubernamental se basa en los procesos interminables contra los que ofrendaron su vida para que la peste de la violencia criminal organizada no avanzara. Pero los inquisidores de las ideologías hipócritas abusan de la mentira para condenar a unos y premiar a otros en nombre de los derechos humanos.

En este 25 de mayo de 2009 celebremos los valores como la educación que enseña a pensar; y, a no vivir en la mentira que destruye sino en la conquista de la libertad, la verdad, el valor humano de nuestros hermanos y las riquezas que la providencia depositó en nuestro territorio donde otros han instalado la corrupción; enriquecimiento ilícito; orden a los demás para la distribución de sus bienes. Los malogrados jubilados consideran que no hay peor desgracia, que ser despojados de sus derechos de hacer uso del dinero ahorrado para su propia supervivencia.

Celebremos el deseo de recuperar el estilo de vida de nuestra sociedad civilizada que antes fue forjadora de trabajo para vivir con dignidad. Rechacemos la inmoralidad, la mentira, la inseguridad. Denunciemos la falsedad de una legalidad inexistente que sólo persigue la división entre los argentinos con enfrentamientos vengativos que malogra el progreso. Accionemos para que haya una conducción que no frustre la dignidad argentina y su futuro.





Nélida Rebollo de Montes, es una distinguida Profesora y una laureada periodista.

miércoles, 20 de mayo de 2009

El conflicto en Derecho, por Gonzalo Vial.



El conflicto en Derecho, por Gonzalo Vial.


Ajeno completamente a la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, no deja de sorprenderme, por su gravedad, el conflicto que paraliza a aquélla, entre el decano, de una parte, y de la otra el Centro de Alumnos y un grupo de profesores.

Estos y el Centro acusan al decano de:

-una gestión incompetente; y

-haber abultado su currículo incluyendo en él, como propias, actividades y publicaciones ajenas.El decano no reconoce ninguna de las indicadas imputaciones.


Ahora bien, ignoro totalmente la veracidad o falsedad de semejantes cargos, pero en cualquier caso encuentro muy peligrosa la forma como los hacen valer algunos de quienes los invocan. Si, utilizándola, prosperase la acusación contra el decano, cualquiera sea el fondo de ésta, se sentaría (me parece) un precedente muy dañino para toda la institucionalidad universitaria. Sobre todo por tratarse de la más antigua Universidad y Escuela de Derecho del país.


Efectivamente:

A) En cuanto a la gestión del decano como tal, entiendo que fue elegido regularmente, conforme al estatuto de la Universidad y reglamentos respectivos, y por un plazo determinado. Si ésa es la realidad, no corresponde sino esperar que el plazo venza, y corregir entonces la pretendida ineficiencia de manejo, votando para reemplazar al funcionario impugnado por otro.

Es posible que el estatuto y regulación de Universidad o Facultad contemplen procedimientos extraordinarios para alcanzar anticipadamente el mismo objetivo, en casos de gravedad y urgencia. Si así fuera, úsense esos procedimientos excepcionales.


B) Lo mismo cabe decir respecto de las acusaciones no ya de ineficiencia, sino de infringir la moral académica que, según dije arriba, se hacen también al decano. Hay procedimientos legales y además —de nuevo— debe haberlos en los estatutos y reglamentos, para encausar y castigar al culpable... si lo es.



A falta de dichos procedimientos, no parece irrazonable lo resuelto por el rector de la Universidad: encargar el esclarecimiento de los hechos a un ex ministro de la Corte Suprema, de reconocidas ecuanimidad y ponderación. Es absurdo suponerle falta de imparcialidad por el hecho de ser (se dice), «subordinado» del decano en cuanto miembro de la Facultad.


A ninguno de estos caminos normales se ha recurrido en la especie. Efectivamente:

  1. El Centro de Alumnos ha ocupado la Facultad e impide por la fuerza que funcione. Mezcla, contra el decano, las acusaciones académicas, y sus correlativas exigencias, y los cargos éticos. Pero queda claro que no depondrá la «toma», si la Facultad de Derecho no se ajusta a lo que los alumnos ocupantes quieren de ella.

Esta actitud es inaceptable. Pretende renovar el «cogobierno» estudiantil, pesadilla de nuestra enseñanza superior durante el período 1967/1973. Desconoce que la Universidad de Chile tiene un estatuto, que se dio en democracia y democráticamente, y que contempla la participación de los alumnos para regular el funcionamiento interno del plantel, pero sin imposiciones de fuerza, ajenas al espíritu universitario, y más todavía en una Facultad de Derecho. Es imperativo impedir que se repitan las locuras del «reformismo»... evitar que los grupos juveniles más audaces se arroguen una representación que nadie sabe si de verdad tienen, al utilizar la violencia y al proponer cambios académicos.


  1. Tampoco me parece acertado el camino elegido por parte, cuando menos, de los profesores que atacan al decano.


No han sido, creo, suficientemente claros en desvincular sus demandas de las que hacen los alumnos, ni de los procedimientos que éstos han utilizado. Incluso ha existido algún indicio, inquietante, de acción conjunta.



Esto aparte, los profesores piden la renuncia del decano, o que el rector lo destituya y le designe un subrogante.


Ninguna de estas alternativas es viable si no se realiza dentro del marco jurídico que regula a la Facultad.


Tampoco es razonable que se quiera empujar la renuncia o remoción del decano, sin el DEBIDO PROCESO que le dé la oportunidad de defenderse y justificarse.


Es dañino para TODA la convivencia universitaria del país que se cree un clima entre mediático y pasional, un clima de linchamiento —de castigo sin juicio—, en que la sola formulación de cargos arrastre la caída de la autoridad. Pasó no hace mucho tiempo con el rector de una universidad privada —y fue aun peor el pretexto, de índole política—, dejando un amargo regusto de cuadrillazo y silencios cómplices si no cobardes. Pero sería de trascendencia infinitamente mayor y más negativa que se repitiera en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile.


FINAL DE VILLA MARIA. Es triste que este colegio de niñas pierda su carácter de religioso/católico, al retirarse definitivamente del establecimiento la congregación norteamericana que lo regentaba, las Hermanas Siervas del Inmaculado Corazón.


Quedará el Villa María en manos de una comunidad de padres y ex alumnos, «visitada» periódicamente por las monjas y esperanzada en mantener el espíritu de éstas.


El retiro se debe a una razón muy simple: la Congregación carece de vocaciones chilenas que le permitan sustentar un colegio aquí. Hubo algunas, “pero la mayoría se ha retirado. Hoy sólo tenemos una (monja), que es mitad nuestra, mitad de las carmelitas”, dice la actual hermana-directora.


Se manifiesta segura de que “nuestros apoderados, ex alumnos y niñas” mantendrán el colegio como es. “No tenemos duda de que Villa María continuará igual en los próximos setenta años” (El Mercurio, 4 de abril).


Ello, desgraciadamente, no es SEGURO en lo que se refiere al carácter católico del colegio. Seguridad tal deriva de que éste pertenezca a una congregación religiosa de dicha fe religiosa. Si la dueña del establecimiento es una comunidad de ex alumnas, padres, etc., será católico mientras lo sea la mayoría de los miembros de la sociedad o corporación propietaria. Y cuando no lo sea... pues, dejará ineluctablemente de ser católico.


Quizás serlo no revista importancia en el «modelo educacional de Villa María», como lo describe la hermana-directora: “Nuestras niñas reciben la mejor formación académica para que puedan ser autosuficientes. No estamos en contra del matrimonio, pero no es la idea de enseñarles a cocinar, lavar, tender camas, para ser una mujer que siempre diga: «sí, qué quieres de mí». Las formamos para ser líderes”. No se menciona la fe católica, ninguna fe, como parte del «modelo». 


Quizás por ello no ha habido vocaciones... ni habrá Villa María regentado por las Hermanas Siervas del Inmaculado Corazón.


Quienes, sin ser una congregación religiosa, mantenemos colegios católicos, sabemos la suma dificultad de generar en ellos vocaciones masculinas o femeninas. Toda congregación con colegios debe meditar si proporciona a sus alumnos la educación y formación católicas que puedan alimentar sus filas, de modo de no correr el destino de Villa María.


SUMA Y SIGUE. La triste saga de la justicia de familia continúa sin respiro, con nuevos y crueles episodios.


Recordaremos que al aprobarse la ley de divorcio, hace seis años, fue prevista una explosión de pleitos con este motivo... no sólo por la disolución del vínculo, sino por las consiguientes indemnizaciones, pensiones alimentarias, tuiciones, visitas, etc. Agravaría el incordio tribunalicio el inevitable descrédito del matrimonio legal, y el correlativo incrementarse de las «parejas» y sus hijos, con la esperable seguidilla de juicios de reconocimiento, alimentos, etc.

No importa”, dijeron aquel entonces los campeones de la «modernidad» matrimonial. “Tendremos una justicia de familia a la altura”.


Se le han hecho, desde su vigencia, hace casi cuatro años, muchos ajustes: aceleración y supresión de trámites, nuevos locales, más jueces, etc., etc., con inmenso gasto. Pero no ha habido caso: no funciona, es un pesadilla.


Ahora: nueva e impensada parálisis. Las «tuiciones» requieren exámenes sicológicos de los hijos disputados. Realiza estos exámenes el Servicio Médico Legal. Le faltan recursos y profesionales. Le sobra demanda. “No existe un colapso —dice su director—, sólo un retardo”. ¿Retardo hasta cuándo? HASTA EL AÑO 2011 (El Mercurio, 5 de abril).


¿Qué atraso podría llamarse «colapso», si éste no lo es?


Los juicios de familia que involucran peritajes sicológicos han quedado suspendidos.

Este problema, en verdad —el problema general de la «justicia de familia»— no se solucionará NUNCA, porque las leyes y el discurso «progresista» de hecho fomentan la anarquía en las uniones maritales y los nacimientos fuera de matrimonio. El hijo de este tipo —al revés del nacido de matrimonio— no se halla protegido por la presunción de paternidad y el consiguiente derecho a alimentos... tiene que ir, para solicitar el reconocimiento y la pensión, a la «justicia de familia». El año 1965, los hijos no provenientes de matrimonio representaban un 16% del total. Hoy son el 65%. ¿Nos extrañará el atochamiento de aquella justicia? Y la cosa recién comienza. A la fecha, existen 80.000 juicios de divorcio pendientes.

martes, 19 de mayo de 2009

DOS COMENTARIOS DE ACTUALIDAD, DE PLENA CONTINGENCIA.


Dios nos libre de los iluminados
José Ramón Valente

El sábado recién pasado tuve la oportunidad de participar como expositor invitado en el congreso doctrinario organizado por la UDI en Punta de Tralca. Me siento especialmente honrado por la invitación considerando que no soy militante de dicho partido, y que los temas que los dirigentes pusieron en la tabla para el debate son de particular importancia para el futuro de dicha colectividad. La UDI se juntó a debatir respecto de si los principios que la inspiraron a comienzos de los ’80 permanecían todavía vigentes. En mi caso particular la invitación fue a presentar mi punto de vista en relación a si la economía social de mercado tenía o no méritos suficientes como para permanecer como uno de los pilares fundamentales de la doctrina del partido. La pregunta es pertinente, en el contexto de los ataques que está sufriendo la economía de mercado a partir del año pasado y como consecuencia del advenimiento de la crisis económica internacional.

Durante la preparación de mi exposición, me pareció particularmente atractivo retrotraerme al Chile de comienzos de los ‘80. ¡Cómo hemos cambiado! Mirando en perspectiva, nuestro país ha generado un progreso económico durante los últimos 30 años que no tiene parangón en nuestra historia. En alguna medida, la popular serie de televisión ambientada en los ‘80 da cuenta de dicho cambio.

Pero fue el análisis de los acontecimientos mundiales donde realmente encontré la inspiración para mi charla. La caída del muro de Berlín, la irrupción de China como un actor relevante en el concierto de la economía mundial, el letargo de Japón a partir de 1990 y la aparición de nuevas naciones desarrolladas en Asia, son todos fenómenos de los últimos 25 años. Estos megaeventos de finales del siglo 20 y comienzos del siglo 21 no sólo validaron la economía de mercado por sobre cualquier otra forma de organización de las actividades económicas de los hombres, sino que además nos recuerdan que los principios fundamentales sobre los que descansa este sistema son mucho más profundos que la buena o mala regulación del sistema bancario, o la colusión o no de un par de empresarios farmacéuticos.

La caída del muro de Berlín no marca solamente el triunfo de la economía de mercado por sobre la centralmente planificada, es el triunfo de los hombres libres por sobre iluminados. Los iluminados son esas capas dirigentes que por sentirse moral e intelectualmente superiores al resto creen tener derecho a decidir cómo las personas deben vivir sus propias vidas. Si deben o no estudiar y qué deben estudiar, si pueden o no tener hijos y cuántos, cómo deben vestirse, dónde deben trabajar y dónde deben vivir. Este triunfo gigantesco de los hombres a favor de una sociedad libre está grabado con fuego en las conciencias de las actuales generaciones. Su solidez se la otorga el sufrimiento y las injusticias a las que fueron sometidos sus padres y abuelos que vivieron bajo el yugo de los iluminados. Quienes ponen en duda el sistema de economía de mercado sobre la base de una recesión como la actual, con la quiebra de Lehman Brothers incluida, están tratando de derribar los pilares de la sociedad libre con un martillo de goma.

Los millones de chinos que han salido de la pobreza durante los últimos 20 años lo hicieron porque Deng Tsiao Ping dejó de lado su ideología y abrazó con pragmatismo y decisión el sistema económico de libre mercado. El letargo japonés a partir de comienzos de los ‘90 se debe en gran medida a que los gobernantes de dicho país pensaban que eran más inteligentes que el resto y eligieron apoyar las industrias que creyeron les brindaría la hegemonía económica del mundo. Y se equivocaron porque nadie podía prever que las empresas que triunfarían durante los ‘90 eran compañías de software informático. Si EE.UU. hubiese hecho lo mismo que los japoneses, hoy día Google y Microsoft probablemente no existirían e IBM sería un gigante de siete cabezas que tendría problemas similares a los de General Motors. El emprendimiento libre de los jóvenes de Silicon Valley demostró ser más poderoso que el dirigismo de las autoridades económicas japonesas.

El nivel de bienestar material alcanzado por los ciudadanos de países como Hong Kong, Corea del Sur y Nueva Zelandia en los últimos 20 años es una paliza de magnitudes para los intelectuales de la izquierda latinoamericana que pregonaban que los países pobres estaban condenados a dicha condición por la opresión de los países ricos del hemisferio norte. La excusa de ser países chicos, sin muchos recursos naturales y alejados de los centros mundiales de consumo, no fue suficiente para impedir que los países mencionados anteriormente lograran derrotar la pobreza y transformarse en países desarrollados. Tampoco debiera serlo para Chile.

Ellos lo hicieron abrazando los principios de una sociedad libre y un sistema de economía de libre mercado. Nosotros no debemos ceder ante los cantos de sirena de los iluminados de turno. Chile ya eligió el camino de la libertad económica y debemos perseverar en esa elección. La historia de los últimos 50 años nos da la razón.


Rebelde con causa
Cristina Bitar

Que no da gobernabilidad, que sus propuestas económicas no son progresistas, que está traicionando a la Concertación, que es un díscolo sin proyecto claro... Esto y mucho más le han dicho a Marco Enríquez-Ominami en las últimas semanas, y lejos de hacerle daño en su popularidad, la verdad es que esta crece y crece sin que nadie se atreva, a estas alturas, a asegurar hasta dónde va a llegar. Pero más allá del evidente desconcierto que está provocando en la Concertación, es interesante analizar qué significa este crecimiento de un candidato joven, rebelde, mediático, con apellidos que llevan el ADN de la izquierda chilena y que, sin embargo, se atreve a proponer vender a manos privadas el 10% de las empresas del Estado.

La clase política no alcanza a comprender el cansancio que provoca en la gente ver los mismos rostros durante veinte años, cada noche en la televisión, cada día en los diarios matutinos, cada tarde en los diarios de la tarde. Son los mismos mañana, tarde y noche. Es el mismo discurso, son las mismas discusiones, son hasta los mismos viejos trucos: ¿no me va a decir usted que no está esperando ver cuál va a ser el proyecto de ley que va a mandar el Gobierno para poner en aprietos a Piñera y ganar la elección en el último minuto, cómo ocurrió el 2000? Ya nos sabemos el libreto.

Se ha dicho que esta elección no será la del cambio, porque la Presidenta tiene un apoyo de casi el 70%, porque el Gobierno tiene más del 50% de respaldo, porque en las crisis la gente no quiere cambios, sino estabilidad. Todo eso es cierto, pero la verdad es que los dos candidatos que “la llevan” en esta elección son los que representan un cambio en sí mismos: Piñera y Enríquez-Ominami. El candidato de la Alianza, por razones obvias; pero Enríquez-Ominami representa un cambio diferente, un quiebre de paradigmas. Está en la izquierda más liberal en lo valórico y privatizando empresas en lo económico, es de una generación que conoce los códigos de la comunicación masiva; creo que es indudable que no hay ningún político que se maneje mejor que él en la TV. Es políticamente incorrecto, reconoce haber fumado marihuana y probado la coca, de derechos humanos nadie le da lecciones y da por superado el pasado de una plumada.

A Eduardo Frei le molestó mucho una encuesta que dice que Marco obtiene mejor resultado frente a Piñera en segunda vuelta que él. A estas alturas, ese dato es bastante plausible y la reacción destemplada contra la encuesta no apunta al problema de fondo de la Concertación: ella y su candidato son el oficialismo, la conservación del statu quo, el establishment. Enríquez-Ominami les quitó la esencia de lo que es la izquierda: transgresión, rebeldía y los convirtió en los conservadores de esta elección. Mientras más escucho y leo a Escalona, lo encuentro más “momio”.

Si Marco no se baja y no transa en apoyos recíprocos, o acuerdos con olor a arreglín que le quiten esa identidad transgresora, me parece que Frei la tiene muy difícil, no ya para ganar la elección, que se le aleja con cada encuesta nueva que se publica, sino para ser él quien pasa a segunda vuelta. No es para nada un escenario descabellado pensar en una segunda vuelta Piñera-Enríquez Ominami.

Cuando Lagos dijo que la política chilena lo aburría todos interpretaron esas palabras como un misil a Frei. Probablemente si la encuesta CEP ratifica lo que ha venido ocurriendo con Marco, el ex Presidente ya no debiera encontrarla tan aburrida.

lunes, 18 de mayo de 2009

Viva la bendita diferencia de los sexos.


Viva la bendita diferencia de los sexos,

por Karin Ebensperger

Mientras el hombre se siente llamado por cosas más impersonales como la política, para la mujer los afectos son la patria.



Durante el siglo XX la tendencia fue impulsar a las mujeres a vincularse en forma competitiva con los hombres en los temas laborales y políticos. La consecuencia es que, paradójicamente, en la medida en que los países se desarrollan, baja la natalidad hasta cifras alarmantes, y los nacimientos no alcanzan a cubrir la tasa de reemplazo de padre y madre. Los países avanzados envejecen, y ésa es una de las principales preocupaciones de la política y la economía internacional.



Por eso es muy importante reflexionar sobre una diferencia entre mujeres y hombres que es hoy considerada políticamente incorrecta y, por eso, poco mencionada. Se trata de las distintas prioridades respecto de cómo contribuir al país, a la patria, o como queramos denominar al Estado-nación al que nos sentimos ligados por vínculos históricos y afectivos.



La realidad muestra que cuesta mucho que las mujeres participen en la gran política nacional, porque ellas custodian afectos: a ellos les dedican sus vidas y esfuerzos diarios en forma imperceptible, pero fundamental para la sociedad. Los afectos son la verdadera patria de las mujeres.



El hombre se siente más llamado por la gigantesca e impersonal política de los Estados, de las banderas y de los partidos. El aporte femenino es mucho más discreto, más íntimo, pero no por eso menos importante. No significa que las mujeres no valoren la marcha de la sociedad, que es el marco en el que se desarrollan sus afectos; incluso pueden sentir una responsabilidad heroica hacia el país. Pero en general, les nace expresarla de un modo más sutil, con mayor inteligencia emocional.



Ya en el siglo XIX, John Stuart Mill argumentaba a favor de la idea de la mujer responsable, en vez de pasiva, como lo exigía la sociedad de la época. Gran aporte. Después vino el feminismo militante, que buscó la paridad en todos los ámbitos, incluso a través de la discriminación positiva.



Se fomentó que la mujer dejara su patria de los afectos para disputar espacios en la gran política y en la igualdad laboral. Tanta fue la exigencia, que hoy prevalece una absurda incompatibilidad entre maternidad y desarrollo profesional, porque la sociedad moderna no honra realmente la cualidad específica de la mujer. La maternidad parece estar excluida de los conceptos actuales de rendimiento, competencia y desarrollo, lo que impide acordar principios válidos para la inferencia de leyes generales que favorezcan a la mujer.



Tras el camino recorrido en el siglo XX para lograr igualdad de oportunidades, en el siglo XXI se necesita otra mirada, una que permita complementar las diferencias, esas benditas diferencias entre hombres y mujeres que enriquecen a la sociedad, en vez de empobrecerla en la uniformidad.

viernes, 15 de mayo de 2009

Ante un vil y cobarde asesinato......

Colom, Presidente de Guatemala es acusado de tres asesinatos por un abogado que en vídeo detalló una siniestra conjura corrupta y criminal del Gobernante izquierdista.

Motivados por lo anterior, y sin más comentarios, insertamos un comunicado de Prensa de la Asociación de Ex alumnos Liceístas (AEL), en la que piden la renuuncia del Mandatario.

Para más informaciones les invitamos a ver los vídeos de la denuncia en nuestra página principal http://reaccionchilena.blogspot.com/




COMUNICADO DE PRENSA


Guatemala, 14 de mayo de 2009.


ANTE LOS ULTIMOS ACONTECIMIENTOS QUE VUELVEN A ENLUTAR A NUESTRA GUATEMALA


La Asociación de Ex alumnos Liceístas (AEL) expresamos nuestro repudio por el cobarde y vil asesinato del connotado Abogado y Notario Rodrigo Rosenberg Marzano, por tal razón solicitamos y exigimos formalmente al Ingeniero Álvaro Colom que renuncie al cargo de Presidente de la República, junto con las otras personas directamente denunciadas, esto con el objeto de garantizar una investigación sin ingerencia alguna.


Públicamente queremos patentizar nuestra admiración por el coraje y la valentía mostrada por nuestro compañero liceísta Rodrigo Rosenberg Marzano y exhortamos a todos los guatemaltecos a que nos unamos en una lucha pacífica por una verdadera consolidación de un Estado democrático de Derecho. 

jueves, 14 de mayo de 2009

Hecha la trampa, hecha la ley, por Gonzalo Rojas Sánchez.


Hecha la trampa, hecha la ley

por Gonzalo Rojas 

Gracias, Presidenta, por favor concedido. ¿Cuál? Mostrar el alma de la Concertación en su impúdica desnudez, gracias a la presentación del proyecto de ley sobre perdonazo en la rendición de cuentas electorales.


Pocas veces ha sido más sincera la Concertación (quizás sólo admita comparación la legislación que autoriza donaciones a fundaciones izquierdistas); en escasas oportunidades ha mostrado mejor qué la mueve, qué la anima, por qué ha logrado retener el poder con dientes, uñas y… leyes.


El proyecto presidencial es, en efecto, uno de los más sinceros y transparentes actos de la coalición gobernante (mira las cosas que logra la nueva normativa sobre transparencia).


No más eufemismos, no más subterfugios, para qué disimular más. Gracias a este proyecto, el alma de la Concertación está expuesta a todas las miradas, a todos los escrutinios.


Y lo que encontramos es penoso.


Para la Concertación no hay más ética que la legal. Lo dijo Puccio en su momento (antes de que se conocieran sus informes cuestionados): “Las leyes son el mínimo común denominador de acuerdo, de legitimidad y aceptabilidad ética en la sociedad; no hay otra ética”. Y lo siguió Vidal: “La ética, en lo social, se expresa en la ley, que regula la forma de vivir en sociedad”. Clarito: si se consigue una ley, la ética está asegurada. Qué importa lo que diga esa ley.


Por eso, creen que si es difícil cumplir una norma, lo que corresponde es hacerla más fácil: viva el divorcio express, viva la rendición de cuentas electorales con nuevo plazo y sin multas (afirman que ha sido difícil hacer las sumas, pero esos mismos ineptos postulaban a ser administradores municipales, y algunos lo lograron).


¿Y para qué tanta formalidad? Porque la Concertación ama el poder, y para ejercerlo necesita de este clima de legalidad anestesiante. Recibió el poder, lo cultivó, se cebó, lo amasó, no lo va a soltar ni loca: las leyes se lo deben garantizar, porque el poder es ya sinónimo de Concertación; es para sus partidos y se ejerce en el nombre del pueblo, al que sólo se invoca a la distancia. Si una de sus colectividades, el PRSD, va a ser multada, que sea perdonada; y si muchos cientos de agentes oficialistas van a tener que desviar esfuerzos de la campaña freísta para justificar sus gastos, que sean perdonados. Todo para el poder, porque desde el poder, todo.


El problema, además, es económico; se trata de recursos del Estado, o sea —piensan en la Concertación—, son dineros que los ricos han aportado para que los gobernantes los redistribuyan con criterios de eficacia política. Por lo tanto, bien pueden esas rendiciones contar con nuevos criterios y nuevos plazos, ya que una vez que las platas entran al Estado, es a él al que le corresponde su uso.


Todo lo anterior exige, más encima, la solidaridad de la clase política completa. No se le vaya a ocurrir a algún parlamentario negarse a votar favorablemente el proyecto: la Concertación lo fulminará, acusándolo de díscolo o de apoyar electoralmente a un empresario varias veces multado, según los casos. Por eso algunos aliancistas lo encontraron de entrada de lo más razonable.



Es que la corrupción no es lepra, sino virus: se transmite fácilmente, cruza las coaliciones, mina las convicciones. Y como en la Concertación se piensa íntimamente que la probidad es un concepto conservador o fundamentalista, no falta el aliancista que se infesta. Por eso, hecha la trampa, hecha la ley.


Mientras tanto, a una ley de amnistía que benefició fundamentalmente a los propios concertacionistas y a sus primos hermanos, se la viola con frecuencia respecto de los militares. Bueno, por lo menos queda un caso en que se sigue aplicando el “hecha la ley, hecha la trampa”.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Breve historia del «cuoteo».



Breve historia del «cuoteo»
Gonzalo Vial

El juicio penal contra un ex director metropolitano de Chiledeportes dio ocasión para que declarase quien en su momento lo nombró siendo ministro del Interior, y que es hoy secretario de Defensa. Esta declaración arrojó luz sobre cómo se ha concebido y aplicado, en los gobiernos posteriores a 1990, la antigua costumbre del «cuoteo». Es decir, el reparto de los puestos públicos entre los partidos de la Concertación, cuyos personeros ejercían y ejercen desde aquel año el poder político y administrativo.

El declarante dijo que esta costumbre era llamada también «repartija», pero que él, “más elegante”, la calificaba de “equilibrio en la representación”. Que sería “un país del otro mundo, de otro planeta” aquél cuyo gobierno actuara de manera distinta, y nombrase a los funcionarios “por razones técnicas”. Que lo mismo se vería si la Alianza conquistase el poder... “le garantizo que habrá siete intendentes UDI y ocho RN, o habrá once ministros UDI y 11 RN”. El cargo en Chiledeportes resultaba “atractivo”, permitiendo mostrar una “política pública muy visible”, pues la entidad “organizaba el deporte masivo, estaba en todo Chile, llegaba al mundo popular”. A la pregunta de si el nombramiento específico del ex director cuestionado había provenido de razones técnicas o políticas, contestó: “Políticas 100%”. Hoy mismo, añadió, los nombramientos obedecen siempre a razones políticas. Decir lo contrario era “políticamente correcto” pero equivocado (La Segunda, 22 de abril).

Después del primer momento de estupefacción saldrían en apoyo del actual ministro de Defensa algunos personeros de la Concertación, argumentando —como él— la antigüedad del «cuoteo». La Presidenta agregó: “No es dramático que una persona sea buena y que sea de un partido, ¡no es pecado!... Uno pide nombres (a los partidos), pregunta, pero después uno toma una decisión mirando los méritos” (La Segunda, 28 de abril). Y su predecesor en La Moneda agregó que lo dicho por el ministro era “una realidad desde el punto de vista de los equilibrios que todo gobierno de coalición tiene” (El Mercurio, 24 de abril).

Esta defensa y otras parecidas, que intentan respetabilizar el “cuoteo”, adolecen del mismo defecto: no tienen nada que ver con el proceso específico del nombramiento del ex director de Chiledeportes ahora cuestionado, tal cual lo narró ante la justicia el ministro de entonces y de hoy que hizo el nombramiento.

¿Qué dijo?

Que otro ministro, el secretario general de Gobierno, le manifestó en ese momento que el nombre del candidato a director era objetado por dos parlamentarios democratacristianos, y que presentaba “malos antecedentes”.

Agreguemos que carecía de la menor experiencia en materia deportiva.

Que, sin embargo, el ministro de Defensa no se preocupó de preguntarles a esos parlamentarios por qué se oponían, ni de investigar los supuestos malos antecedentes o incompetencia del postulante que su colega le planteaba.

Que, al contrario, lo nombró sin más trámite.

Y que actuó así en razón de que el designado venía en el primer lugar de una terna remitida por el presidente de la Democracia Cristiana. “Yo no estaba, como ministro del Interior... dispuesto a tener un conflicto en un cargo de nivel intermedio con el presidente de la DC y con la mesa de la DC. Ya teníamos suficientes conflictos para uno más... (No pensé) en Chiledeportes (!), ni siquiera en el señor XX (el nombrado, y hoy perseguido ex director) (!!), sino... en evitar un conflicto con el presidente democratacristiano”.

En resumen, la DC era dueña de la dirección metropolitana de Chiledeportes. Designaba a su titular: el primer nombre de una terna fingida —hoja de parra de la realidad— que proponía. ¿Lo demás? Mero trámite y papeleo. El secretario de Estado que firmaba el nombramiento, nada sabía del nuevo director, ni investigaba sus méritos o deméritos, ni la pesada atmósfera que tenía EN LA PROPIA DC.

¿Qué tendrá que ver esto con la “persona buena”, miembro de un partido de gobierno, sí, pero que es elegida por “méritos” (Presidenta)? ¿Ni con la “realidad” de los “equilibrios” de “todo gobierno de coalición” (ex Presidente)?

De otra parte, la fatigada excusa de que el “cuoteo” “siempre ha existido” —aparte de no significar nada en sí misma: lo malo no se vuelve bueno por durar mucho— no es totalmente exacta y, en lo que históricamente ha tenido de exacta, no es un recuerdo para enorgullecernos.

A) En nuestro régimen constitucional post 1925 se fue estableciendo el «cuoteo» DE LOS MINISTERIOS entre los partidos de gobierno. Estos lo imponían a través del «pase» de su colectividad política, que todo militante se hallaba obligado a obtener —so pena de expulsión— previamente a aceptar una cartera ministerial.

Fue una larga y cruel batalla de los partidos contra los primeros presidentes regulares del neo/presidencialismo que estableció la Carta de 1925. Ellos rechazaban esa injerencia como vulneratoria de sus prerrogativas constitucionales. Arturo Alessandri (segundo gobierno) no la aceptó nunca. Pedro Aguirre Cerda y Juan Antonio Ríos, presionados implacablemente por el partido de ambos, el Radical, para inclinarse ante el «pase» y el «cuoteo», resistieron mientras les fue posible. Sólo aflojaron, con amargura, una vez derrumbados física y moralmente por las respectivas enfermedades que después les causarían la muerte.

En un momento dado, don Pedro Aguirre quiso renunciar antes que tolerar el «pase» y el «cuoteo»; el borrador de su carta de dimisión ha llegado hasta nosotros.

Gabriel González Videla toleró esas instituciones consuetudinarias, que siempre había defendido.
En los gobiernos de Ibáñez (segunda Presidencia) y Jorge Alessandri —ambos sin partido—, y en el de Frei, apoyado por la sola DC, el «cuoteo» no fue importante.

Y nunca, entonces ni anteriormente, significó que las colectividades gobernantes SE REPARTIERAN TODOS LOS PUESTOS DE LA ADMINISTRACION, incluso los medianos, como la jefatura metropolitana de Chiledeportes. Si un partido hubiese dicho que ésta ERA SUYA Y SIEMPRE LO SERIA, pudiendo nombrar en ella A CUALQUIERA, hubiese provocado en los demás sorpresa y hasta hilaridad. Se darían feroces pugnas internas por un cargo público, entre las colectividades de gobierno, pero sin que ninguna alegara derecho exclusivo al mismo.
B) El apogeo histórico y deformación patológica del «cuoteo» se dieron sólo con la Unidad Popular.

Formó parte del concepto de que su gobierno fuese COLECTIVO de los partidos que componían el conglomerado, mediante un Comité que integraron todos ellos, y que actuaba por unanimidad.
El Jefe del Estado, Allende, sólo sería el brazo ejecutor o «gerente» de la UP. Debió aceptarlo así, para obtener su cuarta candidatura.

Este manejo colectivo exigía también, y estableció por vez primera, el «equilibrio» de los partidos unipopulares en los puestos públicos... su reparto minucioso entre aquéllos. De tal modo, si el ministro fuera del partido X, el subsecretario sería del partido Y, y las direcciones de servicios de la cartera se repartirían entre las demás colectividades de la UP. Nunca hubo un sistema más descoordinado. Se dieron casos famosos. Por ejemplo, en medio de los “paros patronales” de 1972/1973 hubo un subsecretario de Interior comunista, “moderado”, y un “subordinado” suyo, el intendente de Santiago, socialista, cercano al MIR y termocéfalo. Peleaban con tanta vehemencia y acritud entre sí, como con los camioneros, comerciantes, etc., opositores que mantenían la paralización.

Fue unánime, aquellos años, en gobiernistas y opositores, la idea de que este reparto mecánico y predeterminado de puestos grandes, medianos, chicos y minúsculos, había sido una de las causas mayores de la ineficacia de la UP.

Pero era una “repartija”... perdón, un “equilibrio”, dirigido a materializar la revolución. El actual, su calco exacto en la forma, tiene —según las revelaciones del ministro de Defensa— un fondo u objeto más prosaico y burgués: repartirse amigablemente los dineros y la influencia política del Estado. El único que se perjudica es el país.

Acount