miércoles, 13 de mayo de 2009

Breve historia del «cuoteo».



Breve historia del «cuoteo»
Gonzalo Vial

El juicio penal contra un ex director metropolitano de Chiledeportes dio ocasión para que declarase quien en su momento lo nombró siendo ministro del Interior, y que es hoy secretario de Defensa. Esta declaración arrojó luz sobre cómo se ha concebido y aplicado, en los gobiernos posteriores a 1990, la antigua costumbre del «cuoteo». Es decir, el reparto de los puestos públicos entre los partidos de la Concertación, cuyos personeros ejercían y ejercen desde aquel año el poder político y administrativo.

El declarante dijo que esta costumbre era llamada también «repartija», pero que él, “más elegante”, la calificaba de “equilibrio en la representación”. Que sería “un país del otro mundo, de otro planeta” aquél cuyo gobierno actuara de manera distinta, y nombrase a los funcionarios “por razones técnicas”. Que lo mismo se vería si la Alianza conquistase el poder... “le garantizo que habrá siete intendentes UDI y ocho RN, o habrá once ministros UDI y 11 RN”. El cargo en Chiledeportes resultaba “atractivo”, permitiendo mostrar una “política pública muy visible”, pues la entidad “organizaba el deporte masivo, estaba en todo Chile, llegaba al mundo popular”. A la pregunta de si el nombramiento específico del ex director cuestionado había provenido de razones técnicas o políticas, contestó: “Políticas 100%”. Hoy mismo, añadió, los nombramientos obedecen siempre a razones políticas. Decir lo contrario era “políticamente correcto” pero equivocado (La Segunda, 22 de abril).

Después del primer momento de estupefacción saldrían en apoyo del actual ministro de Defensa algunos personeros de la Concertación, argumentando —como él— la antigüedad del «cuoteo». La Presidenta agregó: “No es dramático que una persona sea buena y que sea de un partido, ¡no es pecado!... Uno pide nombres (a los partidos), pregunta, pero después uno toma una decisión mirando los méritos” (La Segunda, 28 de abril). Y su predecesor en La Moneda agregó que lo dicho por el ministro era “una realidad desde el punto de vista de los equilibrios que todo gobierno de coalición tiene” (El Mercurio, 24 de abril).

Esta defensa y otras parecidas, que intentan respetabilizar el “cuoteo”, adolecen del mismo defecto: no tienen nada que ver con el proceso específico del nombramiento del ex director de Chiledeportes ahora cuestionado, tal cual lo narró ante la justicia el ministro de entonces y de hoy que hizo el nombramiento.

¿Qué dijo?

Que otro ministro, el secretario general de Gobierno, le manifestó en ese momento que el nombre del candidato a director era objetado por dos parlamentarios democratacristianos, y que presentaba “malos antecedentes”.

Agreguemos que carecía de la menor experiencia en materia deportiva.

Que, sin embargo, el ministro de Defensa no se preocupó de preguntarles a esos parlamentarios por qué se oponían, ni de investigar los supuestos malos antecedentes o incompetencia del postulante que su colega le planteaba.

Que, al contrario, lo nombró sin más trámite.

Y que actuó así en razón de que el designado venía en el primer lugar de una terna remitida por el presidente de la Democracia Cristiana. “Yo no estaba, como ministro del Interior... dispuesto a tener un conflicto en un cargo de nivel intermedio con el presidente de la DC y con la mesa de la DC. Ya teníamos suficientes conflictos para uno más... (No pensé) en Chiledeportes (!), ni siquiera en el señor XX (el nombrado, y hoy perseguido ex director) (!!), sino... en evitar un conflicto con el presidente democratacristiano”.

En resumen, la DC era dueña de la dirección metropolitana de Chiledeportes. Designaba a su titular: el primer nombre de una terna fingida —hoja de parra de la realidad— que proponía. ¿Lo demás? Mero trámite y papeleo. El secretario de Estado que firmaba el nombramiento, nada sabía del nuevo director, ni investigaba sus méritos o deméritos, ni la pesada atmósfera que tenía EN LA PROPIA DC.

¿Qué tendrá que ver esto con la “persona buena”, miembro de un partido de gobierno, sí, pero que es elegida por “méritos” (Presidenta)? ¿Ni con la “realidad” de los “equilibrios” de “todo gobierno de coalición” (ex Presidente)?

De otra parte, la fatigada excusa de que el “cuoteo” “siempre ha existido” —aparte de no significar nada en sí misma: lo malo no se vuelve bueno por durar mucho— no es totalmente exacta y, en lo que históricamente ha tenido de exacta, no es un recuerdo para enorgullecernos.

A) En nuestro régimen constitucional post 1925 se fue estableciendo el «cuoteo» DE LOS MINISTERIOS entre los partidos de gobierno. Estos lo imponían a través del «pase» de su colectividad política, que todo militante se hallaba obligado a obtener —so pena de expulsión— previamente a aceptar una cartera ministerial.

Fue una larga y cruel batalla de los partidos contra los primeros presidentes regulares del neo/presidencialismo que estableció la Carta de 1925. Ellos rechazaban esa injerencia como vulneratoria de sus prerrogativas constitucionales. Arturo Alessandri (segundo gobierno) no la aceptó nunca. Pedro Aguirre Cerda y Juan Antonio Ríos, presionados implacablemente por el partido de ambos, el Radical, para inclinarse ante el «pase» y el «cuoteo», resistieron mientras les fue posible. Sólo aflojaron, con amargura, una vez derrumbados física y moralmente por las respectivas enfermedades que después les causarían la muerte.

En un momento dado, don Pedro Aguirre quiso renunciar antes que tolerar el «pase» y el «cuoteo»; el borrador de su carta de dimisión ha llegado hasta nosotros.

Gabriel González Videla toleró esas instituciones consuetudinarias, que siempre había defendido.
En los gobiernos de Ibáñez (segunda Presidencia) y Jorge Alessandri —ambos sin partido—, y en el de Frei, apoyado por la sola DC, el «cuoteo» no fue importante.

Y nunca, entonces ni anteriormente, significó que las colectividades gobernantes SE REPARTIERAN TODOS LOS PUESTOS DE LA ADMINISTRACION, incluso los medianos, como la jefatura metropolitana de Chiledeportes. Si un partido hubiese dicho que ésta ERA SUYA Y SIEMPRE LO SERIA, pudiendo nombrar en ella A CUALQUIERA, hubiese provocado en los demás sorpresa y hasta hilaridad. Se darían feroces pugnas internas por un cargo público, entre las colectividades de gobierno, pero sin que ninguna alegara derecho exclusivo al mismo.
B) El apogeo histórico y deformación patológica del «cuoteo» se dieron sólo con la Unidad Popular.

Formó parte del concepto de que su gobierno fuese COLECTIVO de los partidos que componían el conglomerado, mediante un Comité que integraron todos ellos, y que actuaba por unanimidad.
El Jefe del Estado, Allende, sólo sería el brazo ejecutor o «gerente» de la UP. Debió aceptarlo así, para obtener su cuarta candidatura.

Este manejo colectivo exigía también, y estableció por vez primera, el «equilibrio» de los partidos unipopulares en los puestos públicos... su reparto minucioso entre aquéllos. De tal modo, si el ministro fuera del partido X, el subsecretario sería del partido Y, y las direcciones de servicios de la cartera se repartirían entre las demás colectividades de la UP. Nunca hubo un sistema más descoordinado. Se dieron casos famosos. Por ejemplo, en medio de los “paros patronales” de 1972/1973 hubo un subsecretario de Interior comunista, “moderado”, y un “subordinado” suyo, el intendente de Santiago, socialista, cercano al MIR y termocéfalo. Peleaban con tanta vehemencia y acritud entre sí, como con los camioneros, comerciantes, etc., opositores que mantenían la paralización.

Fue unánime, aquellos años, en gobiernistas y opositores, la idea de que este reparto mecánico y predeterminado de puestos grandes, medianos, chicos y minúsculos, había sido una de las causas mayores de la ineficacia de la UP.

Pero era una “repartija”... perdón, un “equilibrio”, dirigido a materializar la revolución. El actual, su calco exacto en la forma, tiene —según las revelaciones del ministro de Defensa— un fondo u objeto más prosaico y burgués: repartirse amigablemente los dineros y la influencia política del Estado. El único que se perjudica es el país.

Acount