sábado, 31 de enero de 2009

¿A veranear tranquilos?, por Juan Andrés Fontaine.


¿A veranear tranquilos?
Por Juan Andrés Fontaine

Las playas atestadas de veraneantes dan una idea equivocada del estado de ánimo nacional. Tras los ritos propios de la temporada, se esconde una tremenda ansiedad. El siempre temido marzo esta vez se anticipa especialmente amargo. Quienes nos aprestamos a iniciar el merecido descanso, ¿podremos acaso abrigar la esperanza de que el 2009 no venga tan malo, después de todo?

No es fácil veranear con tranquilidad mientras caen las bolsas y nos llueven calamitosas cifras económicas. Como ha dicho la Presidenta Bachelet, “la crisis nos está llegando”. Según la cámara del ramo, en diciembre último las ventas del comercio minorista habrían disminuido 9% en términos reales respecto de igual mes del año anterior. Las ventas de automóviles y viviendas se habrían desplomado entre 30% y 40%, tasas similares a las observadas en EE.UU. y otras economías ya declaradas en recesión. En tanto, la Corporación de Bienes de Capital da cuenta de que se han suspendido o postergado proyectos de inversión por el equivalente a 17 mil millones de dólares, 25% del total catastrado. Los despidos suman ya varios miles y las estadísticas de ocupación empiezan a mostrar un alarmante deterioro. Para coronar el pesimismo, se anuncia la paralización a medio construir de esa Torre de Babel que se levanta a orillas del río Mapocho.

Pese a las malas noticias y la profusión de oscuros presagios, hay buenas razones para mirar el futuro sin alarma. El epicentro de la crisis es el mundo desarrollado. Tras una prolongada bonanza y espectacular auge en los valores de los activos, esas economías atraviesan una corrección dolorosa, pero inevitable. De acuerdo a la última estimación del Fondo Monetario Internacional, el Producto Interno Bruto del mundo desarrollado disminuiría en 2%, llevando el crecimiento mundial a sólo 0,5%. Una recesión semejante sufrió el mundo en 1982: fue grave, pero no letal.

Esta previsión puede sonar optimista a la luz del derrumbe en las ventas y la producción observado en los más diversos países —Chile incluido— en los meses finales del año pasado. Pero, la vertical caída parece obedecer al pánico ocasionado por la demolición de Wall Street, que típicamente provoca la paralización temporal de las decisiones de consumo, producción, empleo y crédito. El ajuste ha sido tan abrupto que, aunque la recuperación plena esté todavía muy distante, es probable que la actividad económica mundial inicie pronto algún tímido repunte.

Desde luego, las réplicas financieras pueden no haber terminado todavía. No es posible aún determinar con exactitud la magnitud del forado patrimonial abierto en los balances de los grandes bancos internacionales y el naufragio de cualquiera de ellos podría nuevamente hacer arreciar el pánico. Pero es tranquilizador observar que, de acuerdo al índice más respetado, los precios de las propiedades en las mayores 20 ciudades de Estados Unidos ya han caído 30% en términos reales desde su nivel máximo, y alcanzan un nivel sólo 18% superior al que regía en el año 2000, esto es, antes de que la burbuja inmobiliaria cobrara vida. Una vez que el mercado perciba que la sobrevaluación de los bienes raíces ha sido corregida, estarán dadas las condiciones para que la recuperación comience.

El presidente del Banco Central ha dicho recientemente que la actual es la crisis internacional más severa a que nos haya tocado asistir en nuestra vida adulta. Desde una perspectiva global puede tener razón, pero vista desde Chile, esta tormenta es mucho menos amenazante que la de 1982 y posiblemente que la de 1998. Las perspectivas del mundo emergente, pese al frenazo de los últimos meses, son hoy mejores a los de las anteriores crisis. El Asia emergente, cuya gravitación es hoy mucho mayor que antes, se prevé mantendría un respetable crecimiento de 5,5%. América Latina, aunque lograría un paupérrimo 1%, tendría un desempeño menos desalentador que el de 1982 (cuando cayó 0,7%) y 1999 (creció 0,3%).

Gracias a la demanda esperada de las economías emergentes, las actuales previsiones para el cobre y otros precios de exportación, aunque inferiores a los años recientes, son semejantes a los promedios históricos corregidos por inflación y, desde luego, considerablemente superiores a los de las crisis anteriores. Los términos de intercambio —que miden el poder de compra de nuestros precios de exportación en el exterior— se espera se sitúen en 2009 a un nivel 70% y 50% más elevado que en 1982 y 1998, respectivamente. Las tasas de interés externas —por ejemplo, la tasa LIBOR a 180 días— que hoy es de apenas 1%, ascendía en esos años a 13% y 5%, respectivamente. Es cierto que las primas de riesgo se han elevado y que hoy el crédito externo es más caro y escaso que en el pasado reciente. Pero en 1982 tuvimos que lidiar con el cierre de la afluencia de créditos provocado por la simultánea cesación de pagos de Argentina, Brasil, México y Perú. En 1997-98, los flujos de financiamiento hacia los países emergentes también cesaron súbitamente por la moratoria simultánea de los entonces admirados tigres asiáticos. En comparación con esos dos episodios, este terremoto financiero debería provocar bastante menos destrozos en nuestro barrio.

En cambio, lo que sí puede hacernos mucho daño es el miedo, que es capaz de paralizar y derribar a la actividad económica. Los errores cometidos por las autoridades norteamericanas en la administración de la crisis financiera son la principal causa de su recrudecimiento y propagación. La buena noticia es que, poco a poco, sus políticas se han enfilado en la dirección correcta. Hay esperanzas de que bajo el liderazgo renovado del flamante Presidente Obama y su experimentado equipo, la acción rectificadora logre hacer renacer la confianza.

En Chile, explicablemente, el recuerdo de las traumáticas experiencias de 1982 o 1998 causa horror. Está bien que nos alerten de las dificultades reales de la economía mundial y los riesgos que nos acechan, pero tengamos presente que es en el hemisferio norte, y no en el nuestro, donde hoy es más crudo el invierno económico. Está bien que actuemos con extrema cautela en las decisiones de consumo, inversión, empleo y crédito, pero es insensato ignorar la ventaja de contar con una economía más flexible y con mayor fortaleza patrimonial, tanto en el sector privado como en el público, que la que teníamos en 1982 o en 1998. Gracias a adecuadas políticas macroeconómicas nuestras empresas pueden enfrentar hoy el temporal con dólar más alto y un costo del crédito considerablemente más moderado que entonces.

El gobierno y el Banco Central están administrando medidas para aliviar la restricción crediticia, evitar la contracción de la demanda e impulsar el empleo. Lo hasta ahora anunciado es insuficiente para combatir la cesantía. Pero, cuidado con que una seguidilla de paquetes fiscales termine echando por la borda la responsabilidad fiscal. Nada sería más contraproducente. Con Los Beatles, digamos: “Dear Prudence won’t you come out to play”.

viernes, 30 de enero de 2009

Tres comentarios de excepción

Ejemplos silenciosos
Gonzalo Rojas Sánchez

Ya no es una moda pasajera; desgraciadamente se está convirtiendo en tendencia.

Ciertos columnistas han hecho de la crítica a determinados grupos de creyentes un tópico acostumbrado en sus planteamientos. Para reafirmar el valor de sus propias actividades en el mundo asistencial, educativo o pastoral, pareciera que les sirve de contraste un bulto informe que han creado a su pinta: esos creyentes burgueses, de golpe en pecho, insensibles a la pobreza, aunque ricos en doctrinas inútiles que esgrimen para ajusticiar a quienes desprecian.

Pero las personas que esos columnistas describen, no son así; esas personas no son esas personas.

Eclesiásticos o agnósticos, esos columnistas tendrían que contestarnos con sinceridad estas interrogantes:

¿Conocen la conciencia de esas personas a través de conversaciones personales en que ellas les han revelado vidas tan mediocres e hipócritas? Si es así, hay obligación de guardar silencio y ayudarlas a mejorar; y si no es así, ¿cómo se atreven a juzgarlos?

¿Controlan las 24 horas del día de esas personas, las vigilan y tabulan como para enterarse de cada una de sus acciones y poder sacar conclusiones válidas sobre su actuación completa? Si es así, hay que dar a conocer esa información tan valiosa para la sociología chilena y mostrar las fuentes; y si no es así, ¿cómo aventuran una conclusión tan seria?

¿Aceptan la diversidad de acentos en la acción personal, la diversidad de estilos y espiritualidades, o aspiran a una uniformidad por ellos controlada? Si es la primera opción, vayan diciéndolo con claridad: queremos creyentes y ciudadanos un, dos, tres, todos iguales; si no es así, vayan cultivando algo más de respeto por la legítima libertad.

Lo curioso es que las personas aquéllas, las tan criticadas y denostadas, no parecen enojarse ni protestar, no parecen desanimarse ni desconcertarse. Seguro que perdonan y siguen adelante.
Pero alguien tiene que decir que efectivamente se comportan así y que muchos de ellos son calladamente ejemplares.

El añorado héroe.
Por Juan Carlos Altamirano

A nadie le cabe duda de que el nuevo Presidente de Estados Unidos es un verdadero líder. Pero ¿son los países los que, en determinadas circunstancias, generan al líder carismático llamado a hacer los cambios, o es el propio líder quien crea las condiciones para que el país se abra a ellos? En el caso de Estados Unidos, pareciera que se dieron las dos cosas.

Obama demostró ser un líder innato desde su juventud. Sin embargo, hay muchos políticos que han poseído el don del liderazgo; pocos han generado el nivel de adhesión y los cambios de mentalidad que él logró. ¿Por qué, entonces, el nuevo Presidente consiguió en corto tiempo romper los moldes tradicionales de la política norteamericana y vencer siglos de prejuicios? ¿Cómo logra interpelar a gran parte de la población mundial?

A mi juicio, la respuesta no está en la gran capacidad que mostraron Obama y su equipo para manejar los medios de comunicación. Esta gracia la han realizado otros presidentes. Incluso, el uso de internet para ganar adherentes y levantar fondos fue una innovación del equipo de Al Gore en su campaña presidencial. Son otros los factores determinantes.

De partida, el líder carismático tiene capacidad oratoria. Y a pesar de los grandes avances de las comunicaciones y la publicidad, algo tan elemental y antiguo como es la retórica continúa siendo un recurso esencial para interpelar a las personas, movilizarlas y ganarse su adhesión.

Además, el líder carismático encarna una historia épica. Obama representa el camino del héroe clásico en un mundo que necesita desesperadamente creer en la llegada de un «salvador». Según Campbell, famoso mitólogo norteamericano, el héroe no es sólo el hombre que muere por una causa justa. “Es el hombre o mujer que ha sido capaz de combatir y triunfar sobre sus limitaciones”. Nos identificamos con el héroe, pues él representa el hombre común, al ser humano imperfecto, que es capaz de transformarse, enfrentar sus propias debilidades y temores, para crecer como persona y conseguir su objetivo mayor. Esta superación lo transforma en un personaje único, admirable y seductor. Y en su larga travesía, no sólo debe superar trabas y lograr metas; debe, además, adquirir experiencia y sabiduría, para conducir a su pueblo a la salvación.

Precisamente, la biografía de Obama contiene todos estos ingredientes épicos.
A su vez, la figura heroica corresponde a un “estereotipo universal, presente en todas las civilizaciones, incluso en nuestra cultura materialista y racionalista”. Es por ello que mujeres y hombres de los rincones más apartados se sienten interpelados por Obama.

Todo pueblo —inconscientemente— añora la llegada del héroe que los sacará de la desgracia. En este sentido, no era suficiente el liderazgo de Obama y la existencia de la tradición democrática norteamericana para conquistar la Presidencia. Si Bush no hubiera arrastrado a EE.UU. a una de las peores crisis de su historia, lo más probable es que no tendrían un Presidente negro.

Además de estos factores, el discurso propio de Obama jugó un papel crucial. El se siente llamado a unir a su pueblo tras un gran objetivo: dirigir la nación a una nueva época, pero rescatando los valores que hicieron de Estados Unidos un país ejemplar. El discurso inaugural no fue programático. Fiel a su papel heroico, ocupó la retórica del american dream para interpelar al país y al mundo entero: llamó a “levantarse y sacudirse la tierra, e iniciar la restauración de los ideales americanos”.

Llamó a “escoger la esperanza sobre el miedo, la unidad de propósitos sobre el conflicto y la discordia”. Sobre todo, interpeló los ideales de la ética protestante del espíritu capitalista, basada en el trabajo duro y el sacrificio personal: “Todo esto podemos hacerlo, lo haremos y debemos hacerlo”.

En definitiva, para unir al pueblo norteamericano tras su causa, no utilizó un «discurso cosista», de gerente. Tampoco recurrió al miedo o las campañas del terror, ni levantó el recurso fácil del enemigo común. No descalificó ni generó odios hacia los republicanos y el gobierno anterior. Al contrario: llamó a “dejar atrás los comportamientos infantiles” y “los intereses mezquinos”.

En Chile, desgraciadamente, no tenemos un líder carismático que nos reencante y nos impulse a superar nuestros problemas, divisiones y traumas. Sin embargo, es posible que surja nuestro propio Obama, en tanto estemos dispuestos a abrirnos a un cambio verdadero. Así de simple.
Felices vacaciones.


El baile de los que cobran
Por Leonidas Montes

Los avances en transparencia nos han permitido abrir las ventanas en una serie de cuartos oscuros. Bandadas de vampiros emprendieron el vuelo. Algunos aún acechan. Saben dónde atacar. Pero otros, al parecer, han dejado las marcas de sus colmillos.

Nos estamos acostumbrando a la corrupción. Y las coimas involucran montos cada vez más elevados. Si algunos roban cientos de millones, ¿por qué no puedo hacerme una pasadita poca? La corrupción se disemina. Y rápido. Aunque Chile se ha distinguido por su dignidad, vamos bajando en los índices.

Dudosas asesorías de próceres de la Concertación. El desmantelamiento de Ferrocarriles. Nuevos casos en la Policía de Investigaciones y en juzgados. Se queman grabaciones comprometedoras en la investigación del Registro Civil. Si hasta la Usach, utilizando la técnica copy-paste popularizada por el senador Navarro, recibió 400 millones del Registro Civil por un informe. Con esas fuentes alternativas de financiamiento, a la Usach le resultará más difícil seguir liderando la campaña de las universidades públicas que exigen más recursos del Estado.

En el caso de los Mirage —una negociación que bordeaba los 109 millones de dólares— se repartieron unos 15 en comisiones. Esta investigación, llevada celosamente por el ministro Astudillo, es una trama digna de ágil novela policial. A ratos escabrosa. Todo partió con el suicidio de un comisionista de armas. Se inició una investigación en Bélgica, ya que, en el lugar de los hechos, se encontró información acerca de Chile. Y una correspondencia fascinante. Aparecieron representantes, comisionistas e intermediarios locales. Uno de los contactos, que también iba en la parada, escribe desesperado: “¡Todo pasa por el ministro y por el partido! Este es el peor momento para tomar una decisión, porque el gobierno va a cambiar a todo el gabinete”.

La negociación fue rápida. Demasiado rápida. El decreto autorizando la compra se firmó diez días antes de que Aylwin terminara su mandato. El ex ministro Rojas, en una breve declaración pública, argumentó que el proceso de compra “se extendió hasta julio de 1994”. Hábilmente traspasó el problema al gobierno de Frei. El propio Presidente Aylwin salió a defenderlo. Puso sus manos al fuego por Rojas y de paso aclaró que “el hecho mismo se produjo ya en el gobierno de Frei”.

Imagínese usted, involucrar al candidato de la Concertación. Muchos están desconcertados.
Se habla de un encubierto, Marco González, quien después de un viaje acompañando a Rojas al sur de Chile, sería una “vía de penetración para constituir una segunda red de relaciones”. También aparece Bartolomé Dezerega, militante DC, cercano a Rojas. En el momento de la repartija era gerente general de TVN. En su cuenta en Miami se depositaron unos 3 millones de dólares. Un tal Conrado Ariztía sería el repartidor. Dezerega, hombre de medios, dijo que el tema “debe ser analizado en tribunales y no por la prensa”. Y en su testimonio declaró que parte de esas transferencias correspondían a asesorías profesionales que le prestó a empresas de Conrado Ariztía. También nos enteramos que su hijo, Alejandro Dezerega, era asesor del ministro Rojas. Habría sido becado para estudiar en Monterrey. Según informaciones de prensa, seguía recibiendo su sueldo como asesor del ministro mientras estudiaba. Seguramente asesoraba desde el extranjero. Esta práctica se hizo bastante habitual.

En otro capítulo de la novela, Ramón Vega, quien fuera general y comandante en Jefe de la Aviación, apareció involucrado. Muy involucrado. Su hija era casada con el holandés Van Meer. Por establecer los vínculos, su yerno habría recibido una suculenta comisión. Y se casó con la otra hija de Vega. La reacción del general fue decir que todos salgan al baile. Seguramente será una cueca ruidosa.

jueves, 29 de enero de 2009

Dos comentarios de lujo

Los adolescentes de la Concertación
Gonzalo Rojas (*)

Obsesionados, así son los adolescentes. Mientras la Falange fue un partido juvenil, vivió obsesionada con el alma. Política y espíritu, ésa era su divisa quinceañera. Después envejeció y se quedó con la política no más.

Hoy, cuando la Concertación se arruga y toda ella se encoge, despuntan todavía algunos espinilludos que tratan de mantenerla fresca y lozana, juvenil. Pero no es la fuerza verdadera de la juventud la que en ellos se aprecia, no. Los Rossi y los Girardi, los Gómez, las Tohá y las Saa, son simples adolescentes. Por eso se pelean con los carabineros o tienen amigos que intrusean sin remilgos en la cartera estatal, porque la creen suya.

Y como buenos adolescentes, tienen sus propias obsesiones. Pero no se trata del alma precisamente, sino más bien del cuerpo: todo tema que tenga que ver con hormonas y secreciones, con abortos, condones e intercambios, con píldoras, nudismos y eutanasias, simplemente les fascina. Brillan sus ojitos, tal como sucedía con esos jóvenes a los que Keating les resumía la vida como el tránsito desde las hormonas juveniles a la sepultura bajo tierra, para que desde ella fertilizaran geranios. Noble destino, altruista visión. Sociedad de puros poetas muertos.

La mejor señal de cuán obsesivo es el interés corpóreo de los mencionados, es el eslogan que ellos prenden y apagan, la consigna que difunden sonrientes y con luces de neón: Que cada uno haga lo que quiera con su cuerpo. Suena progre, suena choris. Pero cuando otros abren para ti todas las opciones sobre tu cuerpo, y al abrirlas las validan, y al validarlas las promueven, y al promoverlas las consolidan, y al consolidarlas las financian, y al financiarlas te las imponen, eso suena a nazi, suena a staliniano. Y una vez impuesto, ya será muy tarde para reaccionar: tu cuerpo será de los ministerios, será del Estado.

Y como los adolescentes aquellos creen que seguirán al mando de la cartera estatal, sí, esos mismos que desde los 90 vienen promoviendo cuanta insensatez pueden copiar de Europa, prepárate para la nueva ofensiva de plásticos y químicos.

Notable es que en estos meses el cuerpo sea una moneda de cambio en los programas presidenciales, que el cuerpo sea sometido a la prostitución más sutil. Págale, le dicen Gómez y Girardi a Frei, si quieres que te apoyemos. Le exigen satisfacciones para el cuerpo, como genuinos adolescentes, impetuosos, maximalistas. Cuando Dostoievski caracteriza al asesino Raskolnikov, simplemente dice que era joven, impulsivo y dado a las abstracciones.

Por ahora, desde sus socios democratacristianos los adolescentes del PPD, el PS y el PRSD parecen estar recibiendo un parelé consistente: antes de tomar esas decisiones, lo humano es discutir sobre el cuerpo, mientras que lo tontón es dejarse llevar por excitaciones disfrazadas de razones.
Porque en la DC todavía hay gente madura, mira que no. Gente que quiere revalorar al espíritu en la política, gente que ha logrado ordenar su sistema hormonal desde la cabeza y, por lo tanto, tiene claridad sobre los desastres que acarrea el desmadre de las secreciones.

Gente que sabe que cuando le dices a un país que todo vale, después la nación entera paga. Y paga caro: cientos de miles de ciudadanos no nacidos en pocos años (muchos, asesinados); generaciones enteras de jóvenes chorreando babas, sin capacidad de ideales, suicidándose; una carga tributaria mucho más pesada sobre el trabajo de los adultos; miles de viejitos acercándose a la muerte con el pavor de que alguien los asista para eliminarlos.

Gente en la DC que, por cierto, ha leído Historia y lee los diarios. Justo lo que no hacen los adolescentes, tengan la edad que tengan.

(*) Rojas es un connotado Abogado, historiador y columnista de prensa.

La transformación del Estado
Jorge Marshall (*)

El debate sobre el Estado se ha vuelto a agitar. Hace décadas seguimos las recomendaciones desarrollistas, en que el Estado dirigía sin contrapeso la vida económica. Sin embargo, la experiencia mostró que este enfoque sobreestimó las capacidades de las burocracias y subestimó el potencial de las interacciones sociales autónomas en el proceso de desarrollo. Luego vino la moda del Estado mínimo, caracterizada por una confianza excesiva en los mercados, la cual está en revisión a partir de la crisis internacional.

La idea del Estado mínimo será reemplazada por una mirada institucional, que no se queda en el objetivo de dar más poder a los mercados, sino en cómo generar un buen entorno de incentivos (normas, valores, reglas) para las relaciones sociales.

Así, la demanda por más Estado debe ser entendida como un reclamo a las deficiencias de las reglas del juego: insuficiente competencia, falta de meritocracia, tendencia al paternalismo, poca integración social, excesiva desventaja por el origen socioeconómico de los hogares y restricciones en el acceso a mercados claves. El principal bien público que debe aportar el Estado a la vida económica de la sociedad es un marco que sea eficiente e integrador. En este ámbito tenemos una enorme brecha que recorrer.

Un entorno económico y social estable, y que nos incorpore a todos, requiere de una transformación del Estado, desde un actor que enmascara una neutralidad obsoleta, a otro que genera sistemas de incentivos alineados con el bien común, coherentes con una protección social bien diseñada. Algunos requisitos para ello son: separar las funciones de elaboración y de ejecución de políticas; crear organismos especializados que perfeccionan el entorno en que se desenvuelven sectores específicos, bancos centrales independientes, reguladores financieros, de energía, etc.; dotar de mecanismos de contrapesos dentro del Estado, rendición de cuentas, revisión de políticas, apelación de las decisiones, y cambiar el enfoque de gestión basado en las determinaciones administrativas y en la discrecionalidad por otro de reglas para las políticas económicas y sociales.

Esta transformación pone especial énfasis en los procedimientos y en las relaciones sociales. El mejor entorno de incentivos no es aquel que presenta todo definido desde arriba, en la forma de una norma o de una ley, sino que se apoya en las interacciones entre las personas.


(*) Marshall es el Director del Instituto de Políticas Públicas Expansiva - Universidad Diego Portales.

miércoles, 28 de enero de 2009

Homenaje a Bush.

Homenaje a Bush
Por Gonzalo Vial

George W. Bush ha vuelto a la vida privada, rodeado por universal execración. Entre los estadounidenses, este desprestigio tiene un doble y razonable motivo:

a) La aguda crisis económica. Un malestar así hiere siempre la popularidad de quien gobierna, sea o no culpa suya. Recordemos el caso de Bush padre, el año 1992, al tocarle reelección. Un año antes, ésta parecía inatajable, aureolado el Mandatario por el prestigio de la triunfal Guerra del Golfo. Pero la economía le jugó una mala pasada —aunque infinitamente menor que la de hoy—, y fue derrotado por Bill Clinton.

b) La invasión de Irak, cuyos fundamentos, proporcionados por los servicios de seguridad —la posesión por Sadam Hussein de armas biológicas y otras de tipo genocida—, resultaron falsos. Nadie puede sorprenderse de que los votantes cobraran esta cuenta a Bush.

Pero sí es singular la exitosa destrucción de la imagen del ex presidente en el resto del globo, Chile incluido. Pues el mundo debe señalados servicios a George W. Bush. A saber:

l. Puso a su país de pie tras el atentado de las torres gemelas (2001), desterrando la amenaza de que los EE.UU. y el mundo cayeran bajo el dominio de un terrorismo, el de Bin Laden, provisto de cuantioso financiamiento y avanzada tecnología. La espectacularidad, táctica impecable y monstruoso éxito del golpe —2.500 muertos en el corazón de Nueva York— hicieron que los EE.UU. y Occidente (fenómeno hoy olvidado) experimentaran con fuerza devastadora el desánimo, la impotencia y la sensación de hallarse a la merced de una fuerza tan malvada como poderosa e incontrarrestable... ¿invencible?

Fue Bush quien lideró la victoriosa reacción de su patria y connacionales.

2. Esa reacción y la subsiguiente contraofensiva de los EE.UU. pusieron fin a la tiranía de los talibanes sobre Afganistán, santuario de Osama Bin Laden. Es curioso que hayamos podido olvidar lo que significaba esa tiranía para todo el pueblo afgano... un conjunto de opresiones insanas, que difícilmente discurre la imaginación más torcida. Sobre todo en cuanto concierne a las mujeres, víctimas de una serie de prohibiciones y vejámenes ideológico/religiosos: imposibilitadas —y castigadas brutalmente si lo hacían— para estudiar, leer, cantar o tocar instrumentos, cruzar una palabra con hombres que no fueran los maridos respectivos, vestirse dejando al descubierto cualquier parte del cuerpo, salvo los ojos... ¡incluso reírse!

Los EE.UU., el Presidente Bush a la cabeza, apagaron este infierno. Nadie —especialmente nadie entre las feministas— lo agradeció entonces ni lo recuerda hoy.

3. Pero hoy, eso sí, sabemos que el neoterrorismo de Bin Laden, fundamentalmente, ha sido derrotado. Podrá dar otros zarpazos, como el de Madrid, pero no continuar o revivir el que pudo ser histórico «momento» de 2001 ni sus posibilidades. El líder de la pesadilla, oculto en alguna cueva ignota, ya no dirige la ofensiva del extremismo islámico, limitándose a emitir periódicamente comunicados que rozan la demencia... y que ni siquiera se sabe a ciencia cierta sean suyos.

¿A qué país y líder debemos este resultado?

4. Ya hemos dicho ser muy explicable que los estadounidenses reprochen a su ex mandatario la invasión de Irak.

Mas para el mundo significó un beneficio neto... el final del régimen más abusivo de la Tierra en ese momento, tanto respecto de sus nacionales como de otros pueblos: el régimen de Sadam Hussein. No debiéramos olvidar que éste mató a decenas de miles de iraníes y kurdos mediante el uso de armas prohibidas, biológicas o químicas. Que robó, para beneficio personal y de su clique, sumas astronómicas de dinero... incluso de los retornos del petróleo que, no obstante el bloqueo de guerra, se le permitía vender para adquirir alimentos esenciales. Que la vida interna de su «corte» era una película de miedo, una sucesión interminable de intrigas y asesinatos, comprendidos los de dos yernos, cometidos con alevosía.

Régimen semejante ha sido reemplazado por uno democrático que eligieron los propios iraquíes en comicios cuya limpieza certificaron las Naciones Unidas.

Evidentemente, la subsistencia de este régimen no es segura. No han faltado académicos «progresistas» de Occidente que pongan en duda la conveniencia de la democracia para Irak... ¿Preferible, entonces, un nuevo Sadam?

El tiempo podrá confirmar que Bush fue un mal presidente para los problemas internos de los EE.UU., pero sin lugar a dudas, en cambio (estoy cierto), confirmará que fue el adecuado líder mundial para un momento difícil.

Falta explicarse por qué el ex mandatario yanqui es tan vilipendiado EN CHILE, que (por los motivos expuestos) sólo le debe beneficios. No tengo una respuesta clara, pero insinúo algunos motivos posibles:

—La malevolencia de la gran prensa internacional, escrita y televisiva, cuyos dueños son capitalistas casi de caricatura, pero que “dejan hacer, dejan pasar” a sus hombres de prensa, sesgados a la izquierda por lo común, falseadores sistemáticos de cuanto concierna a Bush. V.gr., cuando hablan de la “resistencia de Irak” contra los EE.UU., la cual consiste sólo en ciegos atentados terroristas de minorías fanáticas, cuyas víctimas inocentes son casi todas hombres, mujeres y niños... iraquíes. Otro ejemplo: el frenesí informativo sobre los abusos de soldados estadounidenses contra los prisioneros de guerra. ¿Que esos abusos han costado a sus autores expulsión de las filas, juicios militares y largos años de cárcel? Ud. sólo podrá saberlo buscando con mucho cuidado la letra chica de los diarios. Porque, desgraciadamente, la prensa chilena se alimenta sólo de la información sesgada que recibe de las grandes cadenas.

—La proverbial irritación de los intelectuales, particularmente académicos, contra los gobernantes que no son una ni otra cosa... por fortuna, pues la Historia cuenta con los dedos de la mano a los estadistas destacados que han sido hombres de pensamiento abstracto.

—La vulgar y silvestre envidia, por la cual criticamos a los norteamericanos junto con imitarlos servilmente.

Cualesquiera sean las razones, es el hecho que la ingratitud rodea —aquí como en todo el mundo— a los EE.UU. Reflejo de esa ingratitud es la que tenemos respecto de Bush (a quien, probablemente, no le importa). Sólo así se explica que un columnista mercurial de gran pluma y nobles sentimientos haya escrito sobre el pueblo americano que “olvidó hace mucho... sus orígenes y fuentes... mastica chicle, engorda y devora todo lo que le dice la televisión” (22 de enero). Somos nosotros, a la verdad, quienes “olvidamos” que esos gordos consumidores de chicle y entontecidos por la TV, durante los últimos sesenta años prestaron al mundo (Chile comprendido, obviamente) una serie de servicios inavaluables .Que gracias a ellos pereció el nazismo; existe una Surcorea civilizada,
desarrollada y democrática, a salvo del yugo estrafalario y hereditario de los Kim norteños; murieron las tiranías múltiples de la URSS sobre tantos pueblos infelices, hoy autónomos; concluyeron el genocidio de Kosovo, la brutal violación de Kuwait por Irak, la pesadilla talibana, la de Hussein, etc., etc., etc. Y que todo eso, que en rigor no les concernía, lo hicieron los estadounidenses derramando su sangre a torrentes... y sin que corriera una gota de sangre chilena. Si después de todo esto, creemos justo tratarlos como los tratamos, ¿qué podía esperar Bush?

DETENIDOS/DESAPARECIDOS.
La columna de la semana anterior sobre este tema ha merecido la respuesta de una abogada de larga y distinguida consagración a los derechos humanos. Me cuesta discutir el tema con ella, víctima directa de aquella malvada catástrofe, y más habiendo sido yo partidario y funcionario del régimen durante el cual se dio. Pero los hechos son los hechos y conviene conocer todas sus dimensiones.


Como indica la carta, el quid del problema radica en que las asociaciones de familiares de detenidos/desaparecidos, y las colectividades políticas que apoyan a las primeras, eligieron —como método de búsqueda de los restos ocultados— la acción judicial. Agreguemos que descartaron conceder a los comprometidos en los hechos, CUALESQUIERA QUE FUESEN SU RANGO Y GRADO DE PARTICIPACION, no ya la impunidad (inaceptable) sino el más mínimo beneficio o incentivo que los estimulara a aportar noticias relevantes sobre el paradero de los detenidos/desaparecidos.

Los tres primeros mandatarios concertacionistas propusieron públicamente, en su respectivo momento, legislaciones que seguían ese camino. Las asociaciones y partidos citados las rechazaron sin apelación. Ello —por supuesto— hizo fracasar dichas iniciativas.

Significativo, también, fue lo vivido en la Mesa de Diálogo (1999/2000). Se plantearon distintos mecanismos que atenuaban las penas de quienes ayudaran efectivamente a ubicar los restos perdidos, junto con castigar suplementariamente a quienes no lo hicieran (el «delito de no informar»). No hubo ambiente y, para disimular el fracaso, la Mesa cerró adoptando un acuerdo sin otro destino que ser causa de nuevas y amargas pugnas.

Ahora bien, el inflexible camino judicial que eligieron las asociaciones y los partidos señalados es perfectamente legítimo. Pero está a la vista su inutilidad para encontrar los centenares de detenidos/desaparecidos que continúan inubicables. Situación, me temo, ya irreversible. Es por eso que la búsqueda se ha hecho secundaria y desmayada... ilusoria o, como en los sucesos recientes que motivaban mi columna, mero e insultante pretexto político. Coronando este descuido el intolerable episodio de la «identificación oficial» (y errónea), y entrega a las familias, de los restos habidos en el Patio 29.

Son conclusiones tristes, pero peor sería silenciarlas.

martes, 27 de enero de 2009

«Que salgan todos al baile» por Cristina Bitar.


«Que salgan todos al baile»
Cristina Bitar

Las recientes resoluciones judiciales que han dejado en prisión preventiva a un ex comandante en jefe de la Fuerza Aérea y a otros ex altos oficiales por haber, presuntamente, recibido comisiones en la adquisición de aviones Mirage, comprados por Chile a Bélgica, remecen al país. Una vez más, este caso nos muestra que tenemos que asumir que la corrupción es un tema que se instaló en Chile y que no derrotaremos si no se toman medidas políticas de fondo.

A los chilenos nos gustaba pensar que éramos distintos en esta materia, que nuestra clase dirigente era más proba que la del resto de América Latina y que aquí no se veían los escándalos que cada cierto tiempo se conocían en otros países de nuestro continente. Eso ya no es así. Esa era una ilusión que quedó en el pasado y, mientras antes nos enfrentemos a esta realidad, antes podremos revertir la tendencia. Son pan de cada día los casos y las investigaciones de corrupción en curso.

Políticamente, la principal afectada con cada nuevo escándalo es, sin duda, la Concertación, porque lleva casi veinte años en el poder y una de las mayores expresiones de desgaste de un equipo de gobierno es precisamente la aparición de problemas de este tipo. Es muy difícil sostener que este nuevo caso se focaliza exclusivamente en los mandos institucionales de la Fuerza Aérea. De hecho, se equivoca el ex presidente Aylwin cuando acusa al general Vega de ser el único que ha querido implicar al ministro de Defensa de la época, pues son documentos de los mismos belgas que participaron en la operación los que tendieron este manto de duda, documentos que hemos conocido por los medios de comunicación.

La pregunta aquí es cómo enfrentamos el problema de la corrupción como país. Pienso que hay tres elementos que son claves. Primero, la alternancia en el poder, porque éste es el más eficaz medio de fiscalización que entrega la democracia. Más allá de las competencias o las mejores o peores ideas de cada uno de los grandes bloques —Concertación y Alianza— es claro que, después de veinte años, ya está siendo necesario que lleguen nuevas personas a hacer una revisión completa de lo que se ha hecho. Nuevas personas que no tengan compromisos creados y que no sean vulnerables a presiones y actos ilícitos. En su momento lo hizo la Concertación respecto de los diecisiete años anteriores, y fue muy sano para el país.

Otro factor es repensar muchas de nuestras políticas públicas que en los últimos años han generado una trama más frondosa de regulaciones. A estas alturas está suficientemente demostrado que entre las regulaciones y la discrecionalidad de la autoridad hay una relación directa con las posibilidades de corrupción. La pregunta que surge, entonces, es si la solución va por crear más y más regulaciones preventivas de la corrupción, o desregular y confiar en la ética, en las personas, y apostar por una democracia activa que permita cambio de coalición cada cierto tiempo.

Por último, necesitamos darles espacio a los jóvenes; ellos tienen que alzarse contra estas conductas, ellos pueden traer de vuelta la mística al servicio público. Si los jóvenes no participan en mayor medida, no limpiaremos lo que anda mal en nuestro país. Nuevas generaciones, nueva sangre, nuevas conductas, nueva manera de hacer política y servir al país es buena receta.

El general Vega ha dicho “que salgan todos al baile”; es una buena frase que, aunque dicha en el contexto del caso Mirage, representa bien lo que los chilenos tenemos que hacer en esta materia. Que salgan todos al baile: Registro Civil, MOP, Ferrocarriles, sobresueldos, Mirage y todos los demás.

No miremos más para el lado, dejemos el discurso hipócrita de que son sólo casos aislados, no sigamos con el “caiga quien caiga” que ya no lo cree nadie. Enfrentemos la corrupción con decisión y hagamos los cambios que hay que hacer. Si no lo hacemos, uno de estos días estaremos lamentando casos y cosas mucho peores por no haber reaccionado a tiempo.

lunes, 26 de enero de 2009

Frescos de raza

(Foto: ex Director del Registro Civil e Identificación,
Guillermo Arenas)


Frescos de raza
Joe Black

Esta semana la Contraloría entregó el resultado de una fiscalización que realizó al Registro Civil. Y descubrió que en ese servicio varios de sus directivos no sólo se dedicaban a conseguir que las cédulas de identidad y pasaportes se realizaran de manera eficiente, expedita y económica o que las inscripciones de recién nacidos pudieran cumplirse sin tener que estar parado por horas en una cola.
No, el jefe máximo del Registro Civil y varios otros altos funcionarios tenían otros hábitos bien peculiares.

Por ejemplo, la Contraloría determinó que ese servicio gastó en menos de un año más de cinco millones de pesos en almuerzos y comidas. La mayoría de ellas de su director. El sujeto, al parecer mucho más comilón que Insulza (o con gustos más caros a la hora de escoger platillos y licores del menú) se llegó a gastar 350 mil pesos en ¡UN SOLO DÍA! entre la “colación” (como se le llama al almuerzo en vastos sectores del aparato público) y la cena.

Este mismo señor, conciente de la importancia del manejo de idiomas en la sociedad contemporánea, invirtió 15 millones de pesos en cursos de inglés. Sólo que éstos se realizaban a un solo alumno: él mismo. (Did you learn enough to read this, you shameless?).

Perdonen mi español castizo, pero no puedo definir a este ciudadano sino como un verdadero fresco de ra... za. Fresco... por lo fresco. Y de raza... porque como él hay muchos. De hecho, ya había encontrado otros casos similares la Contraloría en auditorías a otras reparticiones del Estado.

Por eso cada vez que voy a comer a un restorán miro a mi alrededor y me pregunto cuántos frescos de raza habrá sentados cerca mío. Dándose la gran vida con parte de mis impuestos. Porque la plata que gastan a destajo como si fueran magnates (la Contraloría detectó que en una cena los jerarcas del Registro Civil dejaron una propina de 95 mil pesos) viene de lo que les sacan a nuestros sueldos.

Por supuesto. Los impuestos son la tajada que el Estado le saca a nuestros ingresos. Yo tengo una manera más dramática de poner las cosas. Fíjense. Un amigo mío paga el 30% de su sueldo en impuestos. “Es como si diez días del mes los trabajaras no para ti, sino para la Presidenta Bachelet, Aleuy, Escalona, etc..., el grupo que hoy controla el Estado”, le dije para explicarle cómo funciona el sistema tributario. El pobre casi se infarta. Y eso que no le dije que quizás uno o dos días de su trabajo sirven para que los frescos de raza puedan comer rico en los mejores restoranes del país.

Como sea, los frescos de raza no son de una raza fina. Son unos quiltros, no más. Yo creo que se aprovechan porque saben que esta existencia deliciosa que llevan sólo van a tenerla mientras les dure el poder en sus manos. Ahí volverán a comer como un quiltrito. Comida casera que se puedan conseguir portándose bien.

Y yo que encuentro tan rica la comida casera. Seré buen pobre. Pero al menos no soy un fresco de ra...

PD: En semanas como esta dan ganas de que los frescos de raza pierdan el poder.


Nota de la Redacción:
(1) Lamentablemente este espectáculo, de falta de honestidad y frescura ya está siendo habitual, así hemos visto como situaciones similares se ven en CODELCO, ENAP, FERROCARRILES, CHILEDEPORTES y en todas las reparticiones que han sido el botín de guerra de la concertación.

(2) Esta nota fue tomada de Diario El Mercurio del Domingo 18 de este mes, y la reproducimos porque la consideramos plenamente vigente, a la vez que pensamos es una advertencia seria sobre la necesidad imperiosa de lograr un cambio en nuestro país.

sábado, 24 de enero de 2009

La fábrica de dólares en aprietos…


La fábrica de dólares en aprietos…
Rafael Aldunate

El mundo está cambiando… como aquella vieja canción, pero no sabemos exactamente su dirección, intensidad o consecuencias. La tecnología nos ha abierto oportunidades y facilitado múltiples roles; sin embargo, para cada adelanto viene su contrapartida, expresada en algún daño. Constaten las asombrosas virtudes de internet y, por otro lado, todos los riesgos, como sus malos usos implícitos.

La economía no podía abstraerse de esa realidad. La creación de variados productos financieros como los inescrutables hedges funds (7 mil distintos fondos) y sus posiciones que apuestan hasta… ¡a la caída de las acciones! Esta muestra nos lleva a la forma de “envasar” —o elegantemente presentado como de “estructurar”— los denominados créditos subprime, que su calificación ya los acusa con cierto grado de handicap y que las clasificadoras de riesgo con fees (comisiones) de por medio… transformaron en productos financieros de primera clase, cuando desde su origen eran créditos hipotecarios de segunda categoría y, por lo tanto, de alto riesgo.

¡Lo que irrita es que el mundo estaba tan re’ bien! No sólo los países industrializados, sino que el virtuoso acoplamiento de los bien denominados países emergentes… ahora economías en emergencia… Hasta mediados del año pasado el escenario de riesgo global era más de presunciones que de realidades. Existía una expandida responsabilidad macro, inflación universal marcadamente bajo un dígito, tipos de cambio mayoritariamente flotantes ajustándose así a sus grados de competitividad, acumulando reservas los países que podían y la prudencia aconsejaba; sin embargo, con la irresponsable excepción del país de mayor gravitación y, por ende, de equivalente responsabilidad: Estados Unidos.

Sus simultáneos déficit fiscales y de cuenta corriente con el exterior, asociados a una ausencia de ahorro en sus núcleos familiares con tendencia a 0, los llevó a pedir prestado y gastado muy pasado de sus límites. Por años, las empresas y los consumidores disfrutaron en grande, ilusionados con que la aritmética y la tiranía de la deuda se pudiera neutralizar con el expediente de la ingeniería financiera.

Para todo ello tenían y aún tienen su gran producto estrella de exportación de aceptación transcontinental, la fábrica de generar dólares en su expresión de bonos del Tesoro. La Fed tiene la facultad de emitir dólares de la nada. Tan así, que no basta con todo lo gastado y disfrutado, ahora señores, tenemos más emisiones comprometidas. El Presidente Obama elabora planes a invertir por US$ 775.000 millones y el balance de la propia Fed se ha incrementado en otros US$ 900.000 millones para reemplazar parte de los miles de millones liquidados y evaporados entre la crisis inmobiliaria, la venganza de los mercados accionarios y la crónica ineficiencia de Detroit. Todos estos, nuevos fondos de cuestionable auto-sustentabilidad, para evitar pasar de una profunda recesión a la pesadilla de la Gran Depresión que borró casi un 1/3 del PIB en un interminable período de 43 meses.

Es como una borrachera o drogadicción en que suena duro o poco académico, más recursos o, perdón, más papeles denominados en dólares para rescatar a USA, para no verse arrastrado a una parálisis o depresión de cuantías y extensiones mayores. El día que los extranjeros empiecen a titubear frente al valor del dólar y su capacidad de trade-off, la moneda americana... que de paso no renta nada, perdón entre 0 y 0,25%, nos veremos enfrentados a problemas tan extremos… que los propios economistas se ahuyentarán de este escenario.

Chile ha salido con su programa de rescate de US$ 4.000 millones, válido, sí algo tardío. Sin embargo, mayor gasto público le resta espacio al Banco Central para reducir las tasas, y no se apostó mayormente por darle más dinamismo y flexibilidad al sector privado, lo que compromete la esencia del despegue y nuevamente, la incertidumbre hará subir el dólar como signo de desconfianza…

viernes, 23 de enero de 2009

Cuatro comentarios de lujo

Cifras de pobreza, ¿sólidas como roca?
Felipe Larraín Bascuñán.

En su columna de la semana pasada en La Segunda, mi amigo, el ex canciller Ignacio Walker, señala que la caída en la pobreza de 45,1% en 1986 a 13,7% en 2005 es un hecho “sólido como una roca”. Por supuesto, él se basa en las cifras oficiales. Sin embargo, la realidad es que éste es un dato profundamente cuestionado. Mediciones alternativas usando la misma metodología oficial, pero actualizando la línea de pobreza para aprovechar información más reciente, muestran que la pobreza afectaba al 29% de la población en 2006.

En efecto, el estudio «Cuatro Millones de Pobres: Actualizando la Línea de Pobreza», del suscrito, publicado en la revista Estudios Públicos del CEP y disponible para todos en www.cepchile.cl, desarrolla en detalle esta medición. En el trabajo aludido se utiliza básicamente la misma metodología que emplea Mideplan para calcular la línea de pobreza. Ella fue desarrollada originalmente por la CEPAL, y se basa en estimar el costo de una canasta mínima de alimentación que se contrasta con el ingreso de las personas (incluyendo ingreso autónomo, subsidios monetarios y alquiler imputado a la vivienda propia).

La diferencia —y lo que explica los disímiles resultados— es que el Gobierno insiste en seguir definiendo la canasta con información de la IV Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) elaborada por el INE y que data de 1988. Ello, en circunstancias que desde hace casi una década está disponible la V EPF, de 1996-97, que es la que utiliza el estudio desarrollado por el suscrito (hace poco está incluso disponible la VI EPF, de 2007, en base a la cual se ha actualizado la canasta del IPC). Para pasar de la V EPF al valor de la canasta mínima, el estudio usa el exhaustivo trabajo de la Fundación para la Superación de la Pobreza, ya publicado en Umbrales Sociales 2006. En base a este análisis se llega a determinar que los pobres eran el 29% de la población en 2006, y no 13,7%, como indican las cifras oficiales; y que los indigentes son el 6,2% en vez del 3,2% oficial. Es decir, en nuestro país hay unos cuatro millones quinientos mil pobres, y no poco más de dos millones.

El punto es crucial, pues en el curso de una década se producen cambios profundos en los patrones de consumo: no sólo hay distintos hábitos, sino también es diferente la disponibilidad de productos, de modo tal que algunos que en 1988 pudieron ocupar un lugar primordial en la canasta familiar, hoy por hoy ni siquiera se encuentran en el comercio (sólo por dar un ejemplo anecdótico, el aceite a granel). Así, una canasta elaborada a partir de información obsoleta simplemente no se corresponde con el modo en que las personas satisfacen sus necesidades y, por ende, no refleja la realidad.

El estudio aludido busca establecer con mayor rigurosidad lo que está pasando con la pobreza en nuestro país. Este objetivo va más allá de un mero ejercicio académico. En efecto, hacer aparecer —a partir de información desactualizada— niveles de pobreza inferiores a la realidad tiene lamentables consecuencias prácticas. Por una parte, si creemos que los pobres son sólo el 13,7% de la población, pensaremos estar cerca de resolver este tema y le restaremos prioridad, en circunstancias que la cifra real más que duplica esos números. Pero no es el único inconveniente. Si el diseño de las políticas públicas se focaliza en ese 13,7% que señala el gobierno y no en el 29% que se concluye a partir de los datos más actualizados, vamos a dejar sin atender adecuadamente a muchos pobres.

Entiendo el entusiasmo de mi amigo Ignacio Walker por destacar los logros tras casi dos décadas de gobiernos concertacionistas. Es cierto que en este período ha disminuido la pobreza en Chile, lo que es muy destacable y es mérito del país como un todo. Sin embargo, la reducción de la pobreza es mucho menor que lo que arrojan las cifras oficiales. Para argumentar en este tema debemos partir de información real y actualizada, y no de datos cuya solidez, en lugar de ser la de una roca, se compara más bien con la de aquella arena con que los niños en estos días juegan haciendo castillos en la playa.


Para la acción
Gonzalo Rojas Sánchez

Mientras los jóvenes del PPD probablemente recién comenzaban a acostarse después del carrete del viernes; mientras la juventud de la DC quizás se juntaba para discutir aletargadamente sobre su identidad cristiana o secularizadora; mientras la Jota seguramente iniciaba varios operativos en poblaciones para sembrar su ideología del odio, mientras todo eso sucedía.

El sábado pasado, a las 8.30 de la mañana, comenzaban a llegar al Memorial de Jaime Guzmán más de 180 jóvenes para el VII Encuentro, actividad que los congrega siempre en la misma fecha: el tercer sábado de enero, todo el día, con 30 grados a la sombra.

Vinieron de La Serena, Ovalle, Punitaqui, La Ligua, Viña, Valparaíso, Limache, San Antonio, El Quisco, San Bernardo, Calera de Tango, Rancagua, Concepción, Hualpén, Talcahuano, Temuco, Valdivia, Osorno, Puerto Varas, Los Muermos y Chiloé. Acá recibieron a ese centenar de viajeros, más de 80 santiaguinos, habitantes de casi toda la geografía de la capital.

¿Quiénes son estos locatellis y para qué se juntan? Son los jóvenes que participan durante el año en sus ciudades en el Plan de formación de la revista Realidad y de la página Vivachile.org, Plan que cuenta con el apoyo de la Fundación Jaime Guzmán E., bajo la dirección de Miguel Flores. Muchos pertenecen a los Movimientos Gremiales de sus respectivas universidades; otros tantos militan en la juventud de la UDI; un tercer segmento está integrado por esos simples guzmanianos que en la persona del líder asesinado siguen viendo unos ideales, una doctrina, una historia digna de imitar.

Varios son ya importantes dirigentes estudiantiles, después de sus victorias en universidades como la Santa María, la Austral, la de Concepción y la de Chile. Otros, ganaron el cargo de concejal en las recientes elecciones municipales; varios más se preparan para sus candidaturas a diputados. Cada uno en lo suyo.

Trabajaron todo el día, asistiendo a tres exposiciones, las del profesor Carlos Frontaura y las de los diputados José Antonio Kast y Rodrigo Alvarez. Los acosaron a preguntas, de ésas sencillitas: ¿Porqué nuestras cosas tienden a perder la fuerza fundacional? ¿Se está abandonando en nuestro proyecto la relación entre ética y vida pública? ¿Qué podemos esperar de ustedes si vemos que aceptan una candidatura que no nos representa?

Entre medio, se juntaron en tres comisiones para discutir sobre proyectos de servicio y, finalmente, se congregaron hasta pasadas las 18 horas para oír la exposición final del presidente de la UDI, el senador Juan Antonio Coloma.

Cuando caía la tarde, miraron por última vez el Memorial. Vieron a Jaime Guzmán de pie, abrazando a muchos, marcando el rumbo en Chile.

Hispanoamérica, desadaptada en un mundo globalizado
Karin Ebensperger.

En América Latina, tanto los gobiernos como la sociedad civil tienen una desadaptación frente a los requerimientos del mundo globalizado. Con las tecnologías de la computación se generan mayores grados de libertad individual; las personas ya no dependen de los estados o de grandes corporaciones para obtener información, relacionarse y emprender negocios. Las fronteras físicas se hacen permeables con internet, y vivimos el surgimiento de una gran sociedad civil planetaria.
Pero nuestra región aún requiere un salto cultural, un cambio de mentalidad: reorientar el concepto de paternalismo estatista hacia el de un Estado facilitador. Y poner el énfasis en las personas, fomentando una cultura de responsabilidad individual. Sea en un alto ministerio o en una humilde escuela rural, debe estar presente el amor por el trabajo bien hecho.

En Hispanoamérica, a nivel del Estado, hay muy pocas instituciones respetadas y creíbles. Aunque las nuevas tecnologías permiten una mayor autonomía a las personas, se requieren, sin embargo, estados eficientes, que hagan respetar las reglas del juego. Lo peor son los estados fallidos, donde las leyes e instituciones no se acatan. La sociedad civil necesita el marco de referencia que da un Estado subsidiario. Si no, es el caos.

En nuestra región, en general, las instituciones han sido incapaces de articular un sistema político eficiente. No tienen convocatoria, no tienen credibilidad. Abundan el personalismo y el caudillismo; basta ver a un rico país como Argentina, estancado a pesar de la capacidad enorme de su gente, o a Venezuela dilapidando sus ingresos petroleros.

El mundo actual requiere un Estado facilitador; pero en nuestra América, el Estado es burocrático y obstaculizador, como lo reflejó muy bien el peruano Hernando de Soto en su libro "El otro sendero".
Si la sociedad civil latinoamericana muestra baja productividad, déficit en innovación, mal rendimiento laboral y pobre nivel educacional es porque, comparada con otras regiones emergentes de Europa Oriental y Asia, no invierte adecuadamente sus abundantes recursos en su gente y no amplía los espacios a su sociedad civil. Urge pasar del Estado obstaculizador al Estado facilitador para el emprendimiento.

La política de cálculos
David Gallagher

Para un parlamentario incumbente, nunca hay mejor sistema que el actual, porque es el que siempre lo ha favorecido. Mejor no arriesgar un cambio. Claro que no va a admitir su temor. Lo va a disfrazar con observaciones filosóficas, o esperando que sean sus adversarios los que se opongan a las reformas electorales. Es la táctica que ha usado siempre la Concertación con el sistema binominal.

Son pocos los parlamentarios que quieren cambiarlo, porque les da permanencia en el poder sin tener que competir demasiado. Pero desde 1990, la Concertación ha logrado convencernos que es sólo la Alianza la que se opone a un cambio. La Alianza se ha prestado torpemente a ese juego. No está claro por qué, ya que tal vez le convenga más un sistema uninominal, como el que se usa para elegir a los alcaldes, y que le dio tanto éxito en octubre. En todo caso cada vez que el Gobierno propone reformar el sistema binominal, logra poner a la oposición en jaque, matando varios pájaros de un tiro. La Alianza aparece como la defensora de un remanente del pinochetismo. La extrema izquierda se convence que realmente quieren que tenga representación parlamentaria. Y los gobiernos no corren riesgo alguno, porque la Alianza no se anima a desenmascarar el bluff. Para hacerlo tendría que amenazar con apoyar las reformas propuestas, o mejor, idear reformas propias. Con todo, la Concertación va a estar veinte años en el poder, gracias a haber preservado el sistema binominal, sin la inconveniencia de tener que defenderlo, y a pesar de haber prometido cambiarlo.

El Gobierno ha tratado de poner en jaque a la Alianza también con el tema de la inscripción electoral. Quiso hacerlo dándole urgencia al proyecto de inscripción automática y voto voluntario, porque sabía que la UDI -patéticamente- se oponía a él. Pero al Gobierno le salió el tiro por la culata. Al ver que había un riesgo real de que fuera aprobada la reforma, entraron en rebelión algunos diputados de la Concertación. No todos, claro, pero suficientes. El martes el Gobierno vergonzosamente retiró la urgencia del proyecto, que por tanto no se verá hasta marzo. Como resultado, es muy difícil que esté para las próximas elecciones.

Una de las muchas razones del creciente desprestigio de los políticos es el bochornoso espectáculo que dan cuando se oponen a reformas que fortalecen la democracia, por la misérrima razón de que las ven como un riesgo para su reelección. Es penoso ver a políticos esmerados en evitar una iniciativa que empadrona a millones de nuevos electores, en su mayoría jóvenes. ¿Cómo no les da vergüenza que los elija un colegio electoral cada vez más anciano y pequeño? Uno cuyos miembros están obligados por ley a votar en elecciones parlamentarias de resultado casi siempre conocido, como si estuvieran forzados a ser sus ministros de fe. Dadas las características del sistema binominal, sólo son competitivas las elecciones municipales y las presidenciales. Los gobiernos y parlamentarios que han sido cómplices de esta situación han logrado el objetivo de perpetuarse en el poder. Pero ponen en riesgo nuestra democracia.

En las elecciones de diciembre merecen triunfar los candidatos que confiaron en los jóvenes. Los que estuvieron por la inscripción automática porque no temían su voto, y los que apoyaron el voto voluntario porque, libres de paternalismo, respetaban su libertad. Si no hay reforma a tiempo, merecen triunfar, también, los candidatos que lancen una generosa cruzada, joven por joven, para convencer a cada uno de que se inscriba, sin preguntarle por quién va a votar.

jueves, 22 de enero de 2009

El MIR, esa pyme de los 70

El MIR, esa pyme de los 70
Gonzalo Rojas

Chile es un país muy raro. Pasan cosas que sólo sucedieron antes en África, en el reino perdido de Lulunga, y en el Pacífico Sur, en las islas hundidas de Mundoy.

Por eso, cuando un buen amigo historiador le contó a su grupo más cercano sobre su nuevo proyecto Fondecyt, quedamos atónitos. Se va a llamar "El MIR: un caso exitoso de pyme que termina en estrepitoso fracaso: 1965-1975", nos dijo.

Sin darnos tiempo a la carcajada, el hombre nos explicó que la investigación era muy interesante, porque implicaba meterse a fondo en la determinación de los principales accionistas y ejecutivos, en el análisis del tipo y giro de la empresa, de la naturaleza de los vínculos contractuales (en particular, de la contratación de personal especializado con experiencia fuera de Chile), del uso de royalties de pymes cubanas, uruguayas y argentinas parecidas, y de los diversos modos de búsqueda de recursos en los bancos nacionales y en empresas soviéticas del rubro.

Todo un proyecto interdisciplinario, nos aseguró, porque aparte de los diversos historiadores que estarán implicados, se van a necesitar contadores y tributaristas para hacer el cálculo a valor presente de los activos del MIR y de sus eventuales impuestos impagos; por cierto, también habrá que incluir a juristas que puedan razonar sobre el lucro cesante, y a psicólogos que evalúen el daño moral. Porque el proceso de decadencia de la empresa, nos dijo, comenzó a manifestarse en septiembre de 1973 y fue hacia mediados del 75 cuando ya se declaró su fracaso definitivo.

A estas alturas de su argumentación, el ambiente no era grato. Entre nosotros hay un par de historiadores que no están para bromas. Uno, bastante molesto, le recordó las declaraciones de Altamirano sobre el notable tamaño del aparato militar del MIR, aliado del socialismo hacia el 73; el otro, indignado, puso en la mesa un texto con declaraciones de Pascal Allende sobre los métodos, fines y acciones terroristas de la organización.

Pero nuestro buen amigo nos dejó callados a todos. Son ustedes unos ignorantes, nos dijo; desconocen el reciente dictamen de Contraloría por el que se determinó que el MIR fue una empresa antes de ser proscrito por el Gobierno Militar, lo que -nos ha informado un semanario- le permite a cerca de 20 de sus ex militantes recibir hoy una pensión estatal, por haber sido despojados de su fuente laboral después del 11 de septiembre de 1973. Y, por si no lo saben -continuó enérgico-, al tan citado Pascal Allende le corresponde determinar ahora quiénes de los más de 400 subversivos -perdón, funcionarios- que solicitan ese beneficio tienen derecho a recibirlo. Era el CEO del MIR, o algo parecido, y por eso tiene que ver ahora la situación de sus empleados del 73, concluyó el historiador. Es el encargo que le ha dado el gobierno de Bachelet.

Uno de los problemas más serios -nos explicó- es determinar si los empleados del MIR que siguieron con el giro de la empresa después del 73, como Yovanovic, el autor intelectual del asesinato de Carol Urzúa en 1983, estaban o no contratados ya en 1973, y si puede considerarse que tenían mandato para seguir con la actividad empresarial. Tremendo problema, aunque esa parte de la investigación podría salirse de su marco histórico, porque él sólo quiere estudiar la pyme MIR hasta el 75.

Y su otra dificultad es que varios amigos que hoy tienen pymes están molestos con él, porque dicen que ellos pagan impuestos con los que los miristas reciben sus pensiones. El argumento de la solidaridad entre los pequeños empresarios no los convence mucho.

Antes, cosas así sólo habían pasado en el reino de Lulunga y en las islas Mundoy. Poco después, esos estados desaparecieron.

miércoles, 21 de enero de 2009

Noticias veraniegas, por Gonzalo Vial


Noticias veraniegas
Gonzalo Vial

ARRANCAR HACIA ADELANTE». En la revista Sábado del 3 de enero, un sacerdote jesuita lamentó que existieran planteles superiores ubicados demasiado lejos del centro. No tenían “vida universitaria”, aseguró, porque los alumnos no participaban en “revueltas estudiantiles” como los del barrio bajo, no corrían entre “carros policiales... agua y gases lacrimógenos... piedras...gritos”. Nada de esto, sino que dichos alumnos, distantes del revoltoso centro capitalino, conversaban “alegremente en unos cuidados jardines. Según el columnista, esto afectaría su “visión del país”, no siendo sus planteles, agregaba, “el lugar más adecuado para que se forme un universitario”.

Así expuesta, la argumentación era tan obviamente irracional, que el sacerdote, contraatacado, hizo lo que en jerga militar llaman «arrancar hacia adelante»... se olvidó de la revuelta, las piedras, los cuidados jardines, etc., y señaló existir un “debate pendiente”, pues a su juicio esas universidades pacíficas y bien tenidas no entregarían “diversidad”, “apertura de ideas”, “compromiso con los marginados”, etc. (El Mercurio, 10 de enero).

Nada de esto figuraba en la columna primitiva. Se cumplía el antiguo refrán: «Donde dije dije, no dije dije, dije Diego.

Ahora, ¿cuál es la prueba de los NUEVOS cargos contra las universidades afectadas? Las afirmaciones de anónimos alumnos de esos planteles que trabajan, indica el sacerdote, en Un Techo para Chile. ¿Y de qué manera se configuran acusaciones tan duras como vagas? De ninguna .
Vamos, un poco de seriedad en el “debate pendiente”.

Pero el sacerdote no está solo, arrancando hacia adelante. Lo acompaña el Director Social General de Un Techo para Chile, escribiendo a El Mercurio (14 de enero). Otra vez las emprende con las sufridas universidades situadas fuera del centro. Las tacha de “segregación y desigualdad”, sin tampoco definir estas palabras feas, ni cómo se justificaría aplicarlas a los planteles afectados. Seguimos donde mismo.

Pero hay algo más raro.¿Por qué el Director Social General añade a su nombre y apellido la mención del elevado cargo que desempeña en Un Techo para Chile? Una mención que desorienta e inquieta.¿Es Un Techo para Chile sólo una meritoria entidad de beneficencia, que construye mediaguas para los pobres? En ese caso, que se dedique a lo suyo, y quede perfectamente claro que el Director Social General de la institución habla a título propio, y no por ella, cuando se refiere al “tipo de sociedad que queremos desarrollar” y a “la universidad... que el país exige”. ¿O nos encontramos ante un instituto de estudios políticos, un THINK TANK, quizás embrión de un futuro partido? Entonces que lo diga, y que conozcamos su pensamiento.

¿QUIEN ENTIENDE? En noviembre de 2007, Alianza y Concertación firmaron un histórico, se dijo, acuerdo educacional. Autoridades, jefes políticos, expertos, aplaudieron con entusiasmo el paso gigante que se daba. La prensa manifestó particular euforia. Pero ahora El Mercurio editorializa (13 de enero):

“A pesar de los muchos aspectos positivos que contiene esta iniciativa...LOS PRINCIPALES DESAFIOS EN EDUCACIÓN SON OTROS”.

Exijo una explicación, diría Condorito.

¿NO LES DIJE? Mientras los «falsos detenidos/desaparecidos» fueron efectivamente casos de fraude, la oposición se refociló con éste y lo difundió a tambor batiente.

Luego hubo otras tantas denuncias que no eran ciertas, y ha sido el turno del gobiernismo para rasgar vestiduras y aprovechar al máximo el traspié opositor.

En ambas vertientes, el número de implicados carecía de significación: tres, cuatro...
Los detenidos/desaparecidos sólo sirven de bandera política.

Encontrarlos, nuestra tarea común, ya no le importa a nadie. Unicamente aprovecharlos.
Ejemplo —lo único que nos queda de estos incidentes—, el falso detenido/desaparecido vivo contra el cual anuncia querella el Estado de Chile... el mismo Estado de Chile que entregó a su familia una cajita con los restos del «difunto», luego de «identificarlos» el Servicio Médico Legal entre los despojos mortales que se exhumaron en el Patio 29.

HASTIO. En una discoteque homosexual, un diseñador de la farándula hizo desfilar a unas modelos del mismo ambiente (cuando más) disfrazadas de mujeres santas del Nuevo Testamento, la Virgen inclusive. Habrá también un Jesús farandulero. El diseñador festejó así sus quince años de «carrera». Algunas de las modelos promovieron el desfile fotografiándose con sus disfraces frente a La Moneda; los trajes eran de llorar a gritos...

¿Otra más? Al Teatro a Mil llegó el belga Jan Fabre, “provocador e impactante” —dice este mismo diario (14 de enero)—, protestando contra el consumismo, un gancho resobado para públicos ingenuos. La protesta incluyó un acto de onanismo colectivo de hombres y mujeres. Y figuraba, ¿cómo no?, Jesucristo, de ídolo/pop. Y, ¿cómo no?, “la violencia (era) un componente de la producción”. Ojalá hayan asistido algunas de las vírgenes de la discoteque, en señal de solidaridad entre los farsantes culturales.

Yo entiendo y admiro a quienes se indignan con estos desaguisados e intentan impedirlos o castigarlos. Pero, después de ver tantos, personalmente sólo siento hastío, y tristeza por el país, cuyo «apagón cultural» de dos décadas no destaca a nadie nuevo de valor universal —en novela, poesía, teatro, artes plásticas, etc.—, pero debe consumir y consume glotonamente estos detritus... La lista es interminable: miles corriendo a que Tunick los fotografiara en pelotas en el Forestal... El falo gigante de Machalí (Fondart)... El «día del orgasmo» de los jóvenes socialistas en el Parque Bustamante (discontinuado)... El «artista» que comía caca, el que se hacía azotar por el público, el que instaló una juguera eléctrica con pececitos, para hacerlos pedazos pulsando un botón (museos del Parque Forestal)... La «genio» juvenil de la dramaturgia chilena, que escribió una obra imperecedera, aunque llena de grotescas faltas de ortografía, sobre Prat ebrio y homosexual (Fondart y Universidad de Chile)... Etc., etc.

En fin, “es lo que hay”, como dicen los muchachos. Pobre Chile, tan ansioso de belleza y manejado culturalmente por una tropa de saltimbanquis.

CUIDEMOS EL TURISMO. El 12 de enero, diez encapuchados “vestidos con ropa de mimetizaje y chalecos antibalas”, asaltaron el fundo San Leandro, a 10 kilómetros de Lautaro, golpearon y robaron al cuidador del predio, incendiaron un galpón con fardos y madera elaborada, y no tuvieron éxito en hacer lo mismo con 300 hectáreas de trigo. “Venían a recuperar tierras... y si no obedecíamos, nos iban a matar a todos”, dijeron, según señala la maltratada mujer del cuidador. Total de pérdidas, estimación del dueño: 100 millones de pesos.

“Un hecho delictual común”, para el ministro subrogante del Interior (El Mercurio,13 de enero).
Al día siguiente, buscando a los culpables de este “hecho delictual común”, una caravana de diez vehículos policiales que conducía a treinta y cinco carabineros fue atacada a tiros. Un jeep recibió cinco impactos de balas de 9 mm y escopeta.

No sabemos si el ministro subrogante del Interior ha cambiado de opinión. No lo ha hecho, por cierto, la intendenta regional, optimista famosa:

“NO DESEAMOS ALARMAR A LOS TURISTAS. Estos hechos siguen siendo puntuales y las reivindicaciones mapuches no son violentas” (El Mercurio, 14 de enero).

EXAMENES. Cunde la fiebre de exámenes a profesionales TITULADOS. Sin aprobarlos, no pueden o no podrán ejercer.

Ya se aplican a profesores y médicos.

Cunde así la fiebre de controlar todo, y repetir los controles ad infinitum.

Los casos señalados son particularmente absurdos, pues ambas carreras —medicina y pedagogía— sólo pueden impartirse en escuelas universitarias que posean el solemne «sello de calidad», otorgado por la Comisión Nacional de Acreditación. Todo conforme a la ley de acreditación vigente.
Pero ahora nada servirá ese «sello» legal y oficial, si el médico o profesor que lo tiene reprueba el ramo respectivo.

Creo, es verdad, que ese «sello» no significa nada. Pero el Estado no puede creer lo mismo. O acreditación, o examen.

martes, 20 de enero de 2009

Tres comentarios imperdibles

Un documento sorprendente y desconocido
Víctor Farías

He tenido una gran impresión al encontrar un documento absolutamente desconocido y que describe sin ambages la real actitud de Patricio Aylwin y la Democracia Cristiana ante la Junta de Gobierno, luego de la intervención militar. Se trata del Acta Nr.19 de la Honorable Junta de Gobierno, en la que se documenta la reunión celebrada el 10 de octubre de 1973. En el ítem 6 se define el objetivo: “Se recibe a la dirección del Partido DC, cuyo presidente, señor Aylwin, expone los siguientes aspectos...”. Con ello queda en claro que la iniciativa para la audiencia partió de la Democracia Cristiana.

Ante todo, Aylwin comienza por hacer ver “la participación que tienen los partidos políticos democráticos en la lucha anti-marxista, especialmente el Demócrata Cristiano. Reconocimiento a la actitud de la Junta, pero desacuerdo con algunas medidas, tales como supresión de la autonomía universitaria, disolución de municipalidades, gran cantidad de presos políticos”. Aylwin no puso en cuestión ni la disolución del Parlamento ni la suspensión de la participación de los partidos en la vida pública, pero sí lamenta la intervención en las universidades. La DC controlaba las rectorías de las cuatro más importantes de la época: de Chile, Católica de Chile, Católica de Valparaíso y Austral de Valdivia.

Un momento culminante de la intervención de Patricio Aylwin es el que proclama “la disposición de los democratacristianos a cooperar individualmente a la tarea de la Junta”. Manifiesta además su aprobación de la prohibición de los partidos marxistas y su “interés por que los partidos políticos puedan volver, cuando se normalice la situación, a la faz de la Nación, sin perder terreno ante los partidos marxistas que, lamentablemente, pueden incrementar sus fuerzas en la clandestinidad”. Pero, al mismo tiempo, Aylwin es claro respecto al asunto principal, el que define la legitimidad del poder:
“Interpretación del «pronunciamiento militar» del 11 de septiembre como de legítima defensa, ante la actitud de las fuerzas de Gobierno armadas ilegalmente”. La DC y Aylwin proclaman así la absoluta legitimidad (“autodefensa”) del proceso conducido por las FF.AA., reconociendo la inminencia del autogolpe preparado por los marxistas. Por eso expresa “su interés en que la Junta de Gobierno tenga éxito, ya que es la única forma de que el país reciba los beneficios que se merece”.

Patricio Aylwin anuncia que el PDC ha iniciado un proceso de depuración de sus estructuras y que renuncia a la posibilidad de aumentar sus filas. Comunica a la Junta “la reorganización a que ha sido sometido el partido, y el cierre de inscripciones”. El propósito colaboracionista es tan extremo, que ruega se le informe en caso de que algún militante se atreva a infringir las disposiciones del gobierno militar. “El presidente de la DC finaliza rogando que cualquier cargo fundado que exista en contra de algún personero de ese partido sea puesto en conocimiento de la directiva a fin de aclararlo convenientemente, ya que están conscientes de que existen intereses creados para hacerlos aparecer en actitudes contrarias a la Junta de Gobierno”.

La respuesta de los interlocutores fue terminante. “El Pdte. y cada uno de los miembros de la Junta de Gobierno hacen los alcances del caso a las materias expuestas y señalan la responsabilidad que también tiene la DC en la caótica situación que vive el país y dejan claramente establecidos los verdaderos postulados que los guían, indicándose además que la situación en estos momentos está controlada, pero no absolutamente dominada”.

Con ello, la Junta aludía al problema fundamental de la DC chilena: su carencia de identidad, el caos ideológico que el populismo cristiano había promovido intensamente, su «comunitarismo» cripto-marxista y la movilización confrontacional de las masas campesinas y urbanas, entre los estudiantes y parte del clero, creando objetivamente una situación que sólo el marxismo podía aprovechar. En octubre de 1973, al camaleón democristiano sólo le quedaba otro cambio de color y piel: el colaboracionismo. Años más tarde, cuando el país ya estaba reconstruido, asumió de lleno la administración y los provechos que le otorgaba el poder. Entonces volvió a reinventar su historia. Con ello iniciaba su fase final: la de perderse en los espejismos del laberinto de las componendas y la corrupción. Sin política y sin espíritu.


Hablar de “la gente” no ayuda a conocerla
Margarita María Errázuriz

Se ha instalado entre los chilenos la costumbre de hablar de “la gente”. Usamos esta palabra para decir todo y no decir nada. Con ella hacemos un sinfín de generalizaciones y caricaturas, que en la mayoría de los casos no son más que reiteraciones de frases hechas y lugares comunes que se atribuyen a grupos amplios de individuos. Al hablar de la “gente” metemos en un mismo saco a moros y cristianos. No hacemos referencia a nadie en particular, razón por la cual no se asume ninguna responsabilidad. Pareciera que la afirmación es sustentada por una multitud: si lo dijo “la gente”, basta y sobra, no se requieren más argumentos. Nos presta gran utilidad, la usamos como un buen comodín. Además, es contagiosa y nos aprovechamos de sus ventajas.

Siempre he pensado que estar en sintonía con los demás nos hace sentirnos vivos y nos proyecta a dimensiones amplias y trascendentes, que le dan sentido a la vida. Es natural que proyectemos el amor que sentimos por nuestro país a su gente, y que nos interese saber quiénes somos los chilenos, cuáles son los distintos grupos sociales que conformamos, lo que tenemos en común, lo que nos diferencia, lo que anhelamos. Hay muy buenas razones para querer saber más y mejor sobre las personas con las que convivimos y, también, para preocuparnos de lo que decimos de ellas. Usar la palabra “gente” en estos términos no nos ayuda a conocer a quienes forman parte de nuestra sociedad.

Pero esta costumbre además genera algunos conflictos. Nos induce a encubrir la realidad con estereotipos que resultan ser una gran farsa. Pone ideas que están en el aire, pero que no tienen un real asidero. Es así como, mientras más hablamos de la gente, menos sabemos a quiénes nos referimos. Hemos despojado de todo sentido a una expresión significativa y noble, sinónimo de pueblo y de nación, que normalmente conlleva un fuerte sentido de pertenencia; solemos hablar de “nuestra gente” y de “su gente”.

Ahora bien, me pregunto por los motivos que nos llevan a hablar y generalizar de forma tan simple. Al pensarlo, encuentro tres tipos de personas que tienen buenas razones para abusar de este apelativo:
Los manipuladores. La usan para esconder dudosas intenciones y hacer prevalecer o reforzar una determinada mirada de los hechos. Es el caso de algunos políticos al querer presentarse de candidatos: dicen “la gente me lo pide”.

Los que tantean terreno. Se suele escuchar “la gente dice” como una forma socorrida de evaluar reacciones y no correr riesgos al emitir una opinión.

Los que no se la juegan. Nada mejor para ellos que poder decir lo que quieren, sin aparecer diciéndolo. Total, cero responsabilidad; para qué asumirla, si “la gente lo ha dicho”.

Al poner mi atención en estos tipos de personas, recuerdo una caracterización de los chilenos que hizo un profesor de la Universidad de Harvard en un interesante estudio que cubre varios países. Entre otras cosas, somos apatotados, incapaces de decir lo que pensamos y siempre deseosos de dar en el gusto a los demás. En su síntesis señala que somos preadolescentes. De acuerdo con esta opinión, el mal uso de la palabra “gente” nos retrata y delata.

Ni yo ni ustedes queremos ser preadolescentes. A mi juicio, hoy más que nunca necesitamos conocer la realidad de aquellos con quienes compartimos, y evitar las referencias impersonales si queremos seguir avanzando como país ¡Todo sería muy distinto si cada uno hablara desde sí mismo! Lo más valioso y lo mínimo que podemos aportar a la sociedad es nuestra forma de pensar, siempre que ésta sea genuina; vale decir, personal y profunda, que busque en todo momento alcanzar una justa y precisa comprensión de los hechos y de las personas.

Seguro de cesantía, seguridad social
Alejandro Ferreiro

Dicen los orientales que toda crisis es, sobre todo, una oportunidad. Y, en efecto, las crisis enseñan, disciplinan y fortalecen. Pero no siempre. A veces también marean. Y el mareo puede llevar a confusiones graves en diagnósticos y recetas. Afortunadamente, todo parece indicar que entre nosotros ha prevalecido hasta ahora una lucidez responsable para afinar diagnósticos y propuestas eficaces de reactivación económica y protección social frente a la crisis económica global. Si, además, nos hacemos acompañar de esa cualidad política, tan escasa como noble, consistente en colaborar entre adversarios en tiempos de campaña electoral, Chile podrá responder a la altura del desafío durante el duro año que se inicia. La reacción institucional es, hasta ahora, muy promisoria: las medidas anunciadas por la Presidenta y el ministro de Hacienda son pertinentes, oportunas y robustas. Más aún, lo que no es poco en estos tiempos, han concitado apoyo amplio y transversal.
A ellas se suma el anuncio de poner urgencia a la reforma al seguro de cesantía. Sobre esta materia cabe una reflexión adicional en la perspectiva de aprovechar plenamente la oportunidad de revisión legislativa que ahora se abre.

Crisis económicas globales habrá siempre. Y el desempleo será su peor víctima. Así será el 2009, y en las inevitables oleadas de vacas flacas que vengan esporádicamente en el futuro.
La seguridad social surgió para proteger a los trabajadores y sus familias de las contingencias que pueden afectar su capacidad de seguir percibiendo ingresos: vejez, enfermedad, accidentes. Décadas después se agrega, especialmente en Europa, la cesantía. Entre nosotros, sólo nos tomamos en serio el asunto al instituir el seguro de cesantía a comienzos del gobierno del Presidente Lagos. Con todo, pocos dudan que ese seguro ya nos quedó chico. Las coberturas son bajas, en parte porque también lo es el aporte fiscal. Las cotizaciones de empleadores y trabajadores no alcanzan a ofrecer un ingreso que reemplace razonablemente el salario perdido. Esto dista mucho, por ejemplo, de los niveles de protección que ofrece la seguridad social en materia de pensiones, salud, enfermedades profesionales o accidentes del trabajo.

Es cierto, la evidencia internacional muestra que seguros de cesantía generosos se prestan al abuso y se tornan insostenibles. Pero el modelo chileno que combina capitalización individual y aporte fiscal subsidiario mitiga bien ese riesgo. Por lo demás, en épocas de crisis, los abusos escasean y sobran los que pierden su trabajo sin poder recuperarlo con prontitud. Es en esas épocas que el potencial contracíclico de un buen seguro resulta tan útil para favorecer la reactivación de la demanda como para mitigar el costo social. La reforma al seguro de cesantía que hoy debate el Congreso mejora en algo la situación, pero se queda corta. Desoyendo la propuesta mayoritaria de la Comisión de Equidad (Comisión Meller) y atendiendo, en parte, al abierto rechazo de la CUT, la reforma no contempla siquiera la sustitución parcial de las indemnizaciones por años de servicio (IAS) a cambio de una mejoría sustancial del seguro de cesantía.

Las IAS son hijas del tiempo en que no había seguro de cesantía en Chile. Entonces eran el principal, sino exclusivo, ingreso del trabajador despedido. Ese era su fin, y para eso eran un medio. Las IAS, sin embargo, han pasado a ser para algunos un fin en sí mismo, intransable y sacrosanto. En su momento fueron una conquista sindical importante... pero ese simbolismo no altera su condición de simple medio para cumplir un fin que, hoy, puede cumplirse mejor mediante un seguro de cesantía fuerte.

Las IAS, desde luego, tienen costos altos: no sólo para las empresas que deben pagarlas precisamente cuando peor es su situación (nada menos contracíclico que esto), sino también para los trabajadores. Los más jóvenes —y no necesariamente los menos productivos— suelen ser los primeros en ser despedidos, porque su menor antigüedad hace más “barato” el despido. Muchos trabajadores rechazan cambiarse a empleos mejor remunerados con otro empleador por temor a perder los “años de servicio”. ¡Nada trunca más la movilidad ascendente en el empleo que la inhibición de buscar mejores alternativas! Como resultado, el empleador puede permitirse pagar sueldos menores a la productividad de sus trabajadores antiguos y relativamente “cautivos”. Ni hablar de los conflictos y litigios laborales asociados a la aplicación de las causales invocadas para poner fin al contrato y su efecto en la obligación de pagar indemnizaciones.

Estas son algunas de las distorsiones derivadas de tratar un tema propio de la seguridad social —el reemplazo de ingresos en caso de cesantía— con un instrumento propio de la relación bilateral propia del contrato de trabajo. Si reconocemos que la cesantía es y será una de las principales y recurrentes contingencias sociales que afectarán a los trabajadores, debemos tratarla plenamente en la sede de la seguridad social. Ello requiere seguros sociales con cobertura suficiente y diseños inteligentes, financieramente sustentables. También requiere revisar sin prejuicios ni dogmas las IAS, al menos respecto de los nuevos contratos de trabajo. No es bueno enamorarse de los medios o instrumentos y menos cuando muestran múltiples fallas. Lo que aquí importa es cómo lograr la mejor protección social frente a la cesantía. Y para esa búsqueda, tan importante para el futuro económico y social de Chile, no nos podemos permitir un debate encadenado a tabúes o a confusiones entre medios y fines.

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