miércoles, 21 de enero de 2009

Noticias veraniegas, por Gonzalo Vial


Noticias veraniegas
Gonzalo Vial

ARRANCAR HACIA ADELANTE». En la revista Sábado del 3 de enero, un sacerdote jesuita lamentó que existieran planteles superiores ubicados demasiado lejos del centro. No tenían “vida universitaria”, aseguró, porque los alumnos no participaban en “revueltas estudiantiles” como los del barrio bajo, no corrían entre “carros policiales... agua y gases lacrimógenos... piedras...gritos”. Nada de esto, sino que dichos alumnos, distantes del revoltoso centro capitalino, conversaban “alegremente en unos cuidados jardines. Según el columnista, esto afectaría su “visión del país”, no siendo sus planteles, agregaba, “el lugar más adecuado para que se forme un universitario”.

Así expuesta, la argumentación era tan obviamente irracional, que el sacerdote, contraatacado, hizo lo que en jerga militar llaman «arrancar hacia adelante»... se olvidó de la revuelta, las piedras, los cuidados jardines, etc., y señaló existir un “debate pendiente”, pues a su juicio esas universidades pacíficas y bien tenidas no entregarían “diversidad”, “apertura de ideas”, “compromiso con los marginados”, etc. (El Mercurio, 10 de enero).

Nada de esto figuraba en la columna primitiva. Se cumplía el antiguo refrán: «Donde dije dije, no dije dije, dije Diego.

Ahora, ¿cuál es la prueba de los NUEVOS cargos contra las universidades afectadas? Las afirmaciones de anónimos alumnos de esos planteles que trabajan, indica el sacerdote, en Un Techo para Chile. ¿Y de qué manera se configuran acusaciones tan duras como vagas? De ninguna .
Vamos, un poco de seriedad en el “debate pendiente”.

Pero el sacerdote no está solo, arrancando hacia adelante. Lo acompaña el Director Social General de Un Techo para Chile, escribiendo a El Mercurio (14 de enero). Otra vez las emprende con las sufridas universidades situadas fuera del centro. Las tacha de “segregación y desigualdad”, sin tampoco definir estas palabras feas, ni cómo se justificaría aplicarlas a los planteles afectados. Seguimos donde mismo.

Pero hay algo más raro.¿Por qué el Director Social General añade a su nombre y apellido la mención del elevado cargo que desempeña en Un Techo para Chile? Una mención que desorienta e inquieta.¿Es Un Techo para Chile sólo una meritoria entidad de beneficencia, que construye mediaguas para los pobres? En ese caso, que se dedique a lo suyo, y quede perfectamente claro que el Director Social General de la institución habla a título propio, y no por ella, cuando se refiere al “tipo de sociedad que queremos desarrollar” y a “la universidad... que el país exige”. ¿O nos encontramos ante un instituto de estudios políticos, un THINK TANK, quizás embrión de un futuro partido? Entonces que lo diga, y que conozcamos su pensamiento.

¿QUIEN ENTIENDE? En noviembre de 2007, Alianza y Concertación firmaron un histórico, se dijo, acuerdo educacional. Autoridades, jefes políticos, expertos, aplaudieron con entusiasmo el paso gigante que se daba. La prensa manifestó particular euforia. Pero ahora El Mercurio editorializa (13 de enero):

“A pesar de los muchos aspectos positivos que contiene esta iniciativa...LOS PRINCIPALES DESAFIOS EN EDUCACIÓN SON OTROS”.

Exijo una explicación, diría Condorito.

¿NO LES DIJE? Mientras los «falsos detenidos/desaparecidos» fueron efectivamente casos de fraude, la oposición se refociló con éste y lo difundió a tambor batiente.

Luego hubo otras tantas denuncias que no eran ciertas, y ha sido el turno del gobiernismo para rasgar vestiduras y aprovechar al máximo el traspié opositor.

En ambas vertientes, el número de implicados carecía de significación: tres, cuatro...
Los detenidos/desaparecidos sólo sirven de bandera política.

Encontrarlos, nuestra tarea común, ya no le importa a nadie. Unicamente aprovecharlos.
Ejemplo —lo único que nos queda de estos incidentes—, el falso detenido/desaparecido vivo contra el cual anuncia querella el Estado de Chile... el mismo Estado de Chile que entregó a su familia una cajita con los restos del «difunto», luego de «identificarlos» el Servicio Médico Legal entre los despojos mortales que se exhumaron en el Patio 29.

HASTIO. En una discoteque homosexual, un diseñador de la farándula hizo desfilar a unas modelos del mismo ambiente (cuando más) disfrazadas de mujeres santas del Nuevo Testamento, la Virgen inclusive. Habrá también un Jesús farandulero. El diseñador festejó así sus quince años de «carrera». Algunas de las modelos promovieron el desfile fotografiándose con sus disfraces frente a La Moneda; los trajes eran de llorar a gritos...

¿Otra más? Al Teatro a Mil llegó el belga Jan Fabre, “provocador e impactante” —dice este mismo diario (14 de enero)—, protestando contra el consumismo, un gancho resobado para públicos ingenuos. La protesta incluyó un acto de onanismo colectivo de hombres y mujeres. Y figuraba, ¿cómo no?, Jesucristo, de ídolo/pop. Y, ¿cómo no?, “la violencia (era) un componente de la producción”. Ojalá hayan asistido algunas de las vírgenes de la discoteque, en señal de solidaridad entre los farsantes culturales.

Yo entiendo y admiro a quienes se indignan con estos desaguisados e intentan impedirlos o castigarlos. Pero, después de ver tantos, personalmente sólo siento hastío, y tristeza por el país, cuyo «apagón cultural» de dos décadas no destaca a nadie nuevo de valor universal —en novela, poesía, teatro, artes plásticas, etc.—, pero debe consumir y consume glotonamente estos detritus... La lista es interminable: miles corriendo a que Tunick los fotografiara en pelotas en el Forestal... El falo gigante de Machalí (Fondart)... El «día del orgasmo» de los jóvenes socialistas en el Parque Bustamante (discontinuado)... El «artista» que comía caca, el que se hacía azotar por el público, el que instaló una juguera eléctrica con pececitos, para hacerlos pedazos pulsando un botón (museos del Parque Forestal)... La «genio» juvenil de la dramaturgia chilena, que escribió una obra imperecedera, aunque llena de grotescas faltas de ortografía, sobre Prat ebrio y homosexual (Fondart y Universidad de Chile)... Etc., etc.

En fin, “es lo que hay”, como dicen los muchachos. Pobre Chile, tan ansioso de belleza y manejado culturalmente por una tropa de saltimbanquis.

CUIDEMOS EL TURISMO. El 12 de enero, diez encapuchados “vestidos con ropa de mimetizaje y chalecos antibalas”, asaltaron el fundo San Leandro, a 10 kilómetros de Lautaro, golpearon y robaron al cuidador del predio, incendiaron un galpón con fardos y madera elaborada, y no tuvieron éxito en hacer lo mismo con 300 hectáreas de trigo. “Venían a recuperar tierras... y si no obedecíamos, nos iban a matar a todos”, dijeron, según señala la maltratada mujer del cuidador. Total de pérdidas, estimación del dueño: 100 millones de pesos.

“Un hecho delictual común”, para el ministro subrogante del Interior (El Mercurio,13 de enero).
Al día siguiente, buscando a los culpables de este “hecho delictual común”, una caravana de diez vehículos policiales que conducía a treinta y cinco carabineros fue atacada a tiros. Un jeep recibió cinco impactos de balas de 9 mm y escopeta.

No sabemos si el ministro subrogante del Interior ha cambiado de opinión. No lo ha hecho, por cierto, la intendenta regional, optimista famosa:

“NO DESEAMOS ALARMAR A LOS TURISTAS. Estos hechos siguen siendo puntuales y las reivindicaciones mapuches no son violentas” (El Mercurio, 14 de enero).

EXAMENES. Cunde la fiebre de exámenes a profesionales TITULADOS. Sin aprobarlos, no pueden o no podrán ejercer.

Ya se aplican a profesores y médicos.

Cunde así la fiebre de controlar todo, y repetir los controles ad infinitum.

Los casos señalados son particularmente absurdos, pues ambas carreras —medicina y pedagogía— sólo pueden impartirse en escuelas universitarias que posean el solemne «sello de calidad», otorgado por la Comisión Nacional de Acreditación. Todo conforme a la ley de acreditación vigente.
Pero ahora nada servirá ese «sello» legal y oficial, si el médico o profesor que lo tiene reprueba el ramo respectivo.

Creo, es verdad, que ese «sello» no significa nada. Pero el Estado no puede creer lo mismo. O acreditación, o examen.

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