martes, 30 de diciembre de 2008

Otra repasada a «la brecha»... y hasta 2009, si Dios quiere, por Gonzalo Vial

Otra repasada a «la brecha»... y hasta 2009, si Dios quiere
Gonzalo Vial

Año tras año se viven en Chile dos «ritos» educativos: el del SIMCE y el de la PSU. En el primero se comprueba y se llora el estancamiento y estado catastrófico de la enseñanza básica y media de los niños y muchachos —aproximadamente el 90% del total— que la reciben de manera gratuita. En la PSU se comprueba y llora que estos mismos jóvenes, egresados de 4º medio, tengan un acceso más y más difícil y minoritario a la educación superior (especialmente a las universidades y carreras de mayor prestigio), convertida en coto exclusivo de los ex alumnos de los colegios pagados.

Cada uno de estos «ritos» (SIMCE y PSU) dura aproximadamente dos semanas, y ambos se caracterizan por sendas explosiones mediáticas... decenas de crónicas, artículos y «cartas del lector», toneladas de cifras, sesudos (o no tan sesudos) análisis de expertos educacionales, defensas del Gobierno, críticas de la oposición, etc.

Después... silencio y olvido, hasta el próximo año. ¿Quién se acuerda del SIMCE 2008? ¿Quién se acordará, en pocas semanas, de la PSU cuya quincena ritual de 2008 estamos viviendo?

Durante ella, el presente año se ha hecho particular hincapié en un argumento antiguo, venerable podríamos decir, para explicar la «brecha» entre alumnos gratuitos y alumnos pagados: sus respectivas y diferentísimas condiciones socioeconómicas. Allí estaría la clave del desastre que sufren los primeros en la PSU, y que favorece a los segundos.

La «brecha», dice un ex rector de la Universidad de Chile (El Mercurio, 27 de diciembre) “se asocia a un problema socioeconómico mucho más complejo, como lo revela la relación puntajes por grupos de ingresos”.

Y el más connotado educacionista teórico de la Concertación sostiene que no hay «brecha de resultados» sino un «resultado de brechas». La brecha es, ante todo, de “causas subterráneas”. A saber, proviene de diferencias “de clases sociales, de poder económico y social, de origen y trayectorias, de posesión o no de privilegios, de partida y oportunidades, de posición social y status familiar, de gasto e inversiones educacionales” (El Mercurio, 28 de diciembre). El mismo día, el mismo diario, dice que “todos (los consultados) coinciden” en una conclusión parecida.

Todo lo anterior, objetivamente (y dejando a salvo, como siempre, la sinceridad y buena fe de quienes opinan), es: A) una perogrullada; B) un cuento chino, y C) una «droga de la conciencia» para que durmamos tranquilos los privilegiados, y particularmente las autoridades educativas, los gobernantes, los parlamentarios y los jefes políticos. ¡Que a ninguno la educación de los pobres, en ruinas, nos quite el sueño!

A) UNA PEROGRULLADA. Es obvio que los padres de mayores recursos pueden dar a sus hijos una mejor educación, y que esto se refleja en las pruebas periódicas, como la PSU o el SIMCE.

Ello, sin embargo, mata la «igualdad de oportunidades» ... la raíz y la condición insoslayable de una democracia que quiera funcionar no sólo formalmente —algo previo, y de por sí muy valioso— sino también, y es lo principal, como forma de vida.

Si, el caso de Chile, el esfuerzo particular no genera esta «igualdad de oportunidades» en educación, corresponde hacerlo al Estado, cumpliendo su rol subsidiario. Y de hecho lo hace con el 90% de nuestros educandos, a través de la subvención que paga con ese objeto a los establecimientos gratuitos de enseñanza, sean municipales, sean privados.

Lo malo está en que el esfuerzo estatal es INEFECTIVO, por tres motivos básicos que —con cierto aburrimiento de mis lectores— debo repetir cada vez que reflota (como estos días) la musiquita de las «condiciones socioeconómicas»:

—Porque el gasto del Estado en educación es INSUFICIENTE... LA MITAD DEL MINIMO NECESARIO PARA OBTENER UNA CALIDAD TAMBIEN MINIMA.
Asciende la subvención a menos de 2 UF por niño/mes... 40.000 pesos mensuales, aproximadamente. Debiera ser 80.000 pesos.

La subvención adicional a los niños de peor condición socioeconómica («vulnerables») no resuelve el problema. Aun sumándola, el alumno «vulnerable» no alcanza, siquiera, a la que debiese ser subvención mínima de un alumno corriente. A comparar con la mensualidad que paga un alumno de colegio pagado, que va desde un máximo de 938.000 pesos a un mínimo (en colegios de regiones) de 160.000 pesos (El Mercurio, 22 de marzo).

¿Queremos se gaste en educar a los pobres entre cuatro y veinticinco veces menos que en educar a los ricos, y que no haya «brecha»?

—Porque los directores y comunidad docente de los liceos y escuelas municipales carecen de la menor libertad para conformar sus equipos, despedir profesores aun si el caso es extremo, cambiarlos de funciones, decidir en cuanto a sus estímulos económicos, etc. Tienen las manos completamente atadas. No pueden hacer nada, no hacen nada, termina no importándoles nada no hacer nada.

Ello se debe a la vigencia del Estatuto Docente, de 1991, cuya nocividad se ha denunciado mil veces —la última, por el edil concertacionista que preside la Asociación de Municipalidades, la semana pasada—, pero sin el menor eco.

—Porque el Ministerio de Educación, bajo el disfraz de Contenidos Mínimos Obligatorios (CMO), de hecho ha impuesto a los establecimientos de básica y media planes y programas obligatorios, desmedidos en su extensión —imposibles de pasar, con las horas de clase disponibles— y desmedidos también en la multiplicidad de materias que cada ramo comprende. Además incluyen temas superfluos, o inútiles, o que sólo pueden tratarse livianamente en tan poco tiempo y, al revés, excluyen otros indispensables, v.gr., la ortografía, la gramática castellana, etc.

Como la PSU se refiere a estos CMO, no basta para prepararla con los estudios medios... se necesitan adiestramientos especiales, a cargo de preuniversitarios internos y externos, profesores particulares, «magos» que predicen las preguntas, manuales ad hoc, etc. Todo muy caro, y fuera del alcance de los colegios y alumnos pobres. Así se agranda la «brecha».
De tal modo, se resquebraja la perogrullada. Siempre habrá «brecha socioeconómica» en la educación, y siempre será papel del Estado subsidiario, precisamente —y su papel fundamental, es probable—, suprimirla o reducirla al mínimo. Esto no se consigue invocándola como excusa del fracaso, para echarse a dormir cómodamente sobre ella
B) UN CUENTO CHINO. El cuento de que la «brecha» no puede salvarse por la educación.
Al revés, es la única forma de salvarla.

Tengo al respecto una experiencia de treinta años, que me permite afirmarlo terminantemente, y comprobarlo a quien se interese. Por supuesto, no es la única experiencia chilena al respecto, ni es un «milagro», ni la obra inimitable de personas excepcionales. Pero demuestra, como lo hacen sus similares, que una educación hecha con los recursos mínimos, libertad Y FE EN LOS RESULTADOS salva cualquier barrera y llena la «brecha»... que los muchachos pobres, con esa educación y el esfuerzo propio, pueden ser médicos, abogados, ingenieros, y también técnicos superiores, maestros ,artistas, LO QUE QUIERAN. Ello, no obstante las mil dificultades «socioeconómicas». Y que los más eficaces colaboradores de este ascenso económico y espiritual son los padres. Sí, los padres sin calificación laboral, que ganan sueldos de miseria, iletrados, sin casa, que los privilegiados miramos protectoramente... cuando más.
C) UNA «DROGA DE LA CONCIENCIA». Todos los privilegiados hemos recibido, entusiastas, la buena nueva de que hay una «brecha socioeconómica» que impide a la juventud popular educarse debidamente. Desaparece o disminuye así, ¡qué consuelo!, nuestra responsabilidad personal por los SIMCE y las PSU de pesadilla que se nos dan a conocer.
Pues cada uno de nosotros puede hacer algo, individualmente, para que la educación de los pobres sea mejor... todos tenemos cerca una escuela o colegio gratuito que ayudar con dinero o con trabajo, en mayor o menor medida. Nos remordería la conciencia si no lo hiciéramos. Pero si nos dicen y creemos que ese esfuerzo es inútil mientras no cambien las «condiciones socioeconómicas» de Chile... entonces, podemos no hacer nada respecto de esa escuela o colegio, y dormir tranquilos.¿Qué obligación tendríamos de ayudar con un aporte necesariamente inefectivo? ¿Cómo podríamos, individualmente, cambiar la sociedad? Esa es tarea de gobernantes, parlamentarios, políticos.

Recuerdo que un tiempo (no sé si ahora) era el Colegio de Profesores uno de los grandes defensores de la teoría de la «brecha». ¡Los mismos docentes proclamaban la inutilidad de la educación, mientras no se introdujeran modificaciones profundas, revolucionarias, en nuestra sociedad!

Y aún los gobernantes, parlamentarios, políticos, nos advierten con gravedad y solemnidad que no esperemos ocurran esas modificaciones, por su propio carácter, sino muy lentamente... y aun interrumpidas por crisis devastadoras, como la del ’82, la del ’97, o la actual, que necesariamente retardarán aquéllas (y la mejoría educacional) más tiempo todavía.

Mientras tanto, seguirá siendo aceptable que el Estado asigne a educar un niño pobre 40.000 pesos mensuales. Inútil, es cierto, pero no por lo ridículo de la suma sino por las «condiciones socioeconómicas» del niño.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Un tiempo, unas tareas, por Gonzalo Rojas Sánchez


Justificar a ambos lados Un tiempo, unas tareas
Gonzalo Rojas Sánchez


Dentro de un par de días se dirá: bueno, ya pasó la Navidad y ahora hay que prepararse para el Año nuevo.

Efectivamente, la Navidad pasa y casi no deja huella, si apenas se la considera una nochecita del 24 prolongada en esas pocas horas del 25 que dan algún respiro, entre tanta visita a abuelos y tíos.
En realidad, para los cristianos, la Navidad debiera ser un tiempo que recién comienza hoy miércoles a las 12 de la noche y que se prolonga hasta el Bautismo de Cristo, a casi tres semanas de distancia, por allá por el 11 de enero.

Un tiempo, no un instante; una etapa que pide atención continua, no una paradita para estirar las piernas del espíritu y seguir después a toda máquina hacia las celebraciones del cuerpo. Darle pausa a estos casi 20 días es tarea difícil, pero resulta imprescindible si de recristianizar se trata, para que el don de Dios se asiente de verdad.

Todo tiempo tiene una preparación y, desde hace ya cuatro semanas, en eso debiéramos haber estado. ¿Cómo se la abrocha este miércoles 24? En concreto, para los católicos, con una buena confesión, de ésas que equivalen a la ducha imprescindible antes de partir al magno evento.

Después, a sumergirse en la Fiesta, con alma, corazón y vida: Misa del gallo, villancicos, regalos afectuosos y austeros, vida en familia, intensa vida en familia. Y no sólo para que lo pasen bien los niños, mira que los grandotes, con sus penas y trancas a cuestas, harto que necesitan del bálsamo de la fina caridad.

El viernes 26 -día de trabajo para algunos, sandwich para otros- pide una mirada reposada al Niño: esos pesebres que hay en algunos lugares públicos, en algunas iglesias, en la casa, sí, esos mismos, son los que pueden servir para un rato de seria meditación frente al Misterio. ¿O es que están ahí de puro adorno convencional?

Y el sábado, María se debe robar toda la atención. Ella, la clave del fortalecimiento de la mujer chilena, de esta Matria en alto riesgo, tiene muchas cosas que decir desde su humilde rincón en Belén.

El domingo, de vuelta en la Misa parroquial, la Iglesia universal reclamará atención prioritaria. Más de un millón de misas se estarán celebrando en el mundo ese día y, en comunión invisible, otros muchos millones de personas se nutrirán en ellas del propósito común de servir a la humanidad bajo la conducción de Benedicto.

Finalmente, al volver a la actividad más normal el lunes, a nuestro lado, habrá siempre alguien con un problema, con una pena, con un dolor. Será el momento de poner atención, de consolar, de comenzar a prestarle al Niño nuestros brazos y bocas para que pueda hacer el bien.

Y así, combinando unas cosas con otras, durante todo el tiempo de Navidad.

martes, 23 de diciembre de 2008

Más sobre cardenales y columnistas, por Gonzalo Vial

Más sobre cardenales y columnistas
Gonzalo Vial

Parece exagerado que sigamos refiriéndonos al tema de la columna anterior: el estallido incontrolable e incontrolado de ira que tanto en un colaborador de este mismo diario (11 de diciembre), como en el rector/columnista de El Mercurio (14 de diciembre), causaron las palabras condenatorias del Cardenal Medina contra el show de Madonna.

Hubiera podido esperarse de esos caballeros una reacción irónica, o condescendiente, o una crítica fundada... Pero no, lo que produjeron fue una avalancha de epítetos malsonantes. El colaborador de La Segunda habla de que el eclesiástico tuvo un “berrinche”, “nos volvería feliz a la oscuridad de los 80”, a “las tardes televisivas del apagón cultural y la estética uniformada”, ha cometido una “provocación”, y exhibe “desplantes moralistas”. El columnista de El Mercurio, para no ser menos, atribuye a Monseñor Medina —falta común “a tantos religiosos”— “una extraña vocación de control sobre la sexualidad”; la creencia de que “todo lo que huela a sexualidad es ocasión de pecado y merece una férrea vigilancia”; erizarse ante “el menor atisbo de un comportamiento sexual que escape de las reglas”, etc.

¿A qué se debe esta excitación, aparentemente tan desproporcionada?

Por una parte, al fundamentalismo de los neoprogresistas (los ideólogos del Siglo XXI), a la intolerancia de los seudotolerantes. ¿Alguien discrepa de sus ideas éticas sobre la sexualidad humana? Es un “desplante moralista”. Ese mismo desdichado, ¿se atreve a expresar su discrepancia? Es una “provocación” y un “berrinche”, lo mueve una “extraña vocación de control”. Hemos llegado al extremo de que un fulano cualquiera, aunque sea cardenal, no puede hallar inmoralidad en el show de Madonna, justa o injustamente, sin ser arrastrado a la hoguera neoprogresista en medio de toda clase de denuestos y descalificaciones... pero no de argumentos.
Sin embargo, no basta con el fundamentalismo e intolerancia de los neoprogresistas para explicar el fenómeno. Hay algo oculto, y más importante: la diferencia del enfoque que tienen, sobre la sexualidad humana, la Iglesia Católica y el neoprogresismo. Conviene dejarla clara.

1. Para la Iglesia, el sexo es una característica de la totalidad de cada persona humana, que va más allá de lo exclusivamente genital, y que sólo puede ejercitarse por un hombre y una mujer unidos en matrimonio monógamo, fiel e indisoluble y con el fin básico —que no excluye otros— de procrear hijos, criarlos y educarlos. Rechaza por tanto la práctica del homosexualismo, el sexo fuera del matrimonio —antes de éste o durante él—, el divorcio que disuelve el vínculo, y toda interferencia humana en la naturaleza que impida la procreación (anticonceptivos) o el nacimiento (aborto) de los hijos.

Son normas de derecho natural, aplicables a católicos y no católicos. En Chile, inclusive, algunas de ellas se viven con mayor fuerza por algunos sectores protestantes, v.gr., los evangélicos, que entre los mismos católicos. Estos últimos creen además que su capacidad de cumplir y su comprensión de las reglas dichas, se multiplican mediante el sacramento —creencia que obviamente no es lógico que moleste a nadie—, pero nunca negarían sea posible y deseable que adhieran a ellas personas de otras convicciones.

La Iglesia no «controla» nada... ¿cómo podría hacerlo? ¿Qué mecanismo de control posee, salvo su palabra? Declarar lo que se cree verdadero, no es imponerlo a nadie. Y otra vez: ¿cómo podría realizar la Iglesia semejante «imposición»? Ni siquiera asegura que quien se aparte de estas normas sea un «pecador». El pecado exige muchos otros requisitos, cuya concurrencia o no sólo conocen el involucrado y Dios. ¡La propia Iglesia sólo perdona, al absolver, los pecados que el mismo penitente, en forma voluntaria, ha reconocido ser tales!

Durante dos mil años, millones y millones de personas de todas partes han vivido conforme a estas normas, creando en el respeto de ellas mundos individuales y sociales, culturas y civilizaciones de las más altas conocidas en la Historia. ¿Por qué no podrían seguir haciéndolo? ¿Por qué no habría de promoverlo la Iglesia? Los jóvenes que guardan el ejercicio de la sexualidad para el matrimonio; la pareja de cónyuges que se son mutuamente fieles; los niños y muchachos que crecen junto a sus padres que los forman y protegen, y a los cuales aman y respetan... ¿no se hacen un bien recíproco y otro a la sociedad? ¿Por qué, entonces, minusvalorar, despreciar, ridiculizar su conducta? ¿No merece ésta algo más que risitas tontas e ironías fáciles? Es irresponsable y perjudicial.

Si el Cardenal Medina, pues, estima que el show de Madonna ataca la visión católica de la sexualidad, está en su perfecto derecho al sostenerlo. Puede que yerre, puede ser contradicho, pero la técnica de los tapabocas, además de vieja y desacreditada, es racionalmente insostenible.
2. Como es natural, la visión neoprogresista de la sexualidad humana difiere por completo de la católica. El rector/columnista explica la primera claramente. Es “hacer (cada cual) con su cuerpo lo que le plazca, sin que nadie pueda interferir con su voluntad”, formulando quien así actúa, según su solo y exclusivo criterio, lo “correcto y bueno”. “La soberanía sobre el propio cuerpo es, a fin de cuentas, el principio de la libertad”.

Se notará, de partida, que el sexo es sólo un «movimiento» del cuerpo, genitalidad pura y exclusiva, no una característica de la persona. Y que es un movimiento del PROPIO cuerpo... el del OTRO ser humano que participa en casi toda relación sexual, carece aparentemente de importancia. Es una composición de lugar propia del «yoísmo» de los neoprogresistas. “Ande yo caliente/y ríase la gente”. Por eso, quizás, Madonna silabeó a sus extáticos admiradores chilenos, en un castellano lento y torturado: “Yo estoy caliente”.

En seguida, advirtamos que la moral neoprogresista, sexual o en otro campo, es completamente distinta de la que sostenían nuestros antiguos liberales, aquéllos de la tradición «laica» de Chile. Esta, inspirada por el evolucionismo cultural, proclamaba que la moralidad iba cambiando según el tiempo y las circunstancias... era RELATIVA. Pero cada época y sociedad tenía una ética común. El neoprogresista NO TIENE NINGUNA, NUNCA...”hace con su cuerpo lo que le plazca”, dictaminando él mismo a cada momento “lo correcto y bueno” al respecto.

Esto puede ser defendido (no negaremos a los neoprogresistas lo que ellos niegan al Cardenal Medina)... pero presenta dos dificultades:
A) Que ni siquiera quienes lo proclaman, lo creen... creen verdaderamente que es aceptable “hacer con el cuerpo lo que les plazca”. Los mismos que aceptan al homosexualismo, rechazarían espantados (supongo) la permisividad ante otros «ismos» y «filias»... el animalismo, la necrofilia, v.gr. La BBC difundió una serie explicando el primero, incluido el relato de una señora sobre sus relaciones sexuales con un pony. ¿Por qué no? ¿Por qué no “movería el cuerpo” la señora del modo que “le placiera”? ¿Por qué limitarle su “soberanía”, su derecho a tener una moralidad sexual propia y exclusiva?

Curioso es el caso de la pedofilia. El neoprogresismo chileno la execra, y ha apoyado leyes que la persiguen criminalmente con extrema dureza. Los católicos estamos de acuerdo, y es lógico que lo estemos, según nuestros principios. Pero no hay la misma lógica en los neoprogresistas. Según ellos, una niña de 14 años puede rechazar por sí sola un tratamiento médico que quizás le salve la vida; puede recabar del Estado, gratuitamente, la «píldora del día después», sin conocimiento ni menos consentimiento de sus padres, y tiene derecho a que se le proporcionen “desde la adolescencia, formas de desarrollar una vida sexual plena” (subdirectora académica de FLACSO, El Mercurio. 8 de julio de 1999). Pero si la desarrolla, voluntariamente, con un caballero cincuentón... éste va preso. ¿Cómo ajustar esto al “hacer (con el cuerpo) lo que le plazca” del neoprogresismo?

B) Que no se consideran, siquiera, los efectos sociales del neoprogresismo sexual .Aquí, en Chile, hoy... no en un país teórico, nacido de la cabeza y escritorio del ideólogo.

Todo quien se ha asomado a la escolaridad de los jóvenes sin recursos, sabe el efecto mortífero sobre ésta de la «vida sexual plena», recomendación neoprogresista. Asociada de manera inevitable a la promiscuidad, la droga, el alcohol, las enfermedades relacionadas, el embarazo adolescente, etc., significa para sus víctimas, de un modo casi fatal, la pérdida o desaprovechamiento de la enseñanza básica y media... el ÚNICO camino que tienen, en orden a progresar y cambiar de condición.

Peor ha sido el caso de la prostitución. Sus infelices esclavas —explotadas inmisericordemente por individuos y mafias nacionales e internacionales— son para el neoprogresismo «trabajadoras sexuales», que ejercen el sagrado derecho de hacer con su cuerpo lo que quieran.

¿Consecuencias? Las terribles que señala para nuestro país el informe de la OIM (Organización Internacional de Migraciones de las Naciones Unidas), el año 2007 (El Mercurio, 16 de marzo de 2007). Chile, dice, ha sido “terreno fértil” para que funcione “una red de estructuras criminales que (nos) usan... como fuente, destino y país de tránsito para la trata de personas con fines de explotación sexual, servidumbre y esclavitud”. ¿Causas? Carencia de herramientas efectivas para combatir el mal, falta de castigo para la trata interna, y generalizada creencia de que “el delito no existe” en Chile.

Ignorantes, los gringos de la OIM; anticuados, prepotentes y moralistas como el Cardenal Medina. No saben que de veras no tenemos prostitutas... sólo «trabajadoras sexuales» que ejercen “la soberanía sobre el propio cuerpo...principio de la libertad”.

sábado, 20 de diciembre de 2008

Tres excelentes comentarios

Que vuelva la confianza

Juan Andrés Fontaine

 

Pido un voto de repudio por el año viejo. Como ha dicho Gary Becker, el lúcido Premio Nobel de la Universidad de Chicago, en el 2008 hemos vivido la “Gran Desilusión”. El problema es que el desengaño ha dado pie al abatimiento y la desconfianza. En las próximas fiestas parecería cruel brindar por un próspero año nuevo. Pero al menos podemos aspirar a superar los temores y mirar al 2009 con serenidad y confianza.

La lista de las desilusiones es impactante. Se ha desvanecido la idea de que con buenas políticas macroeconómicas y regulaciones financieras podríamos evitar las crisis y las contracciones, que la expansión mundial sería rápida e ininterrumpida. China y otros países emergentes, gracias a la globalización y la economía de mercado, son más potentes y resistentes que antes, pero también pueden fallar. El auge del cobre y otros minerales no podía durar para siempre.

Mirando hacia el próximo año, tres densos nubarrones ensombrecen los cielos económicos de Chile. En primer lugar, la caída del cobre y otras exportaciones nos causa un empobrecimiento objetivo. La prolongada bonanza minera nos hizo abrigar expectativas irreales y nos llevó a gastar en exceso en el sector público y en el sector privado. El derrumbe de las materias primas significa que en el 2009 tendremos elevados déficits tanto en la cuenta corriente externa como en el presupuesto fiscal. La receta es gastar menos, aunque la consiguiente restricción de la demanda sea ingrata y cause una desaceleración significativa, pero pasajera, en la actividad económica.

Más de alguien puede preguntarse si los ahorros fiscales, tan previsoramente acopiados durante la gestión del ministro Andrés Velasco, acaso no servirían precisamente para evitarnos los sinsabores de un ajuste en tiempos de vacas flacas. Es cierto que gracias a esos recursos podremos solventar las necesidades financieras que ocasiona una baja temporal del cobre. Pero, ante una disminución importante de las perspectivas de largo plazo de esa y otras exportaciones no tendremos más remedio que encarar la realidad. Desgraciadamente, la prolongada bonanza nos tornó excesivamente optimistas. Es razonable esperar que el dinamismo del mundo emergente mantenga a las materias primas por sobre sus valores históricos, pero no hay que exagerar la nota. Por ejemplo, el presupuesto fiscal recientemente aprobado para el 2009, ha sido elaborado con previsiones de largo plazo para el cobre y el molibdeno que suenan irreales.

El segundo golpe desfavorable que estamos sufriendo es el alza del costo del crédito, externo e interno. Afortunadamente, los bancos centrales del mundo han reaccionado prontamente y rebajado sus tasas de interés sin vacilar. Acabamos de ver a EE.UU. llevando su tasa a casi cero. En Chile —una vez confirmado el aflojamiento de la inercia inflacionaria— también observaremos drásticas reducciones de tasas. Pero el crédito seguirá siendo más caro que antes porque hay un generalizado incremento en los riesgos de no pago. Ante ello la receta es volver a aprender a vivir con menos deuda.

No tenemos en Chile un problema de deuda pública porque, juiciosamente, hemos ahorrado buena parte de esa suerte de número premiado del Kino que nos significó el auge del cobre. Tampoco tenemos un exceso de endeudamiento en las empresas e intermediarios financieros porque la crisis de 1982 les enseñó a tenerle mucho respeto a la deuda. Pero, es a nivel de las personas naturales donde el saludable avance de la llamada “bancarización” parece haber terminado provocando un alto endeudamiento. Su contraparte es la caída de la tasa de ahorro del sector privado, que ha pasado desde un modesto 18% seis años atrás a sólo 14% en el presente año.

La necesidad de moderar el gasto y el endeudamiento no debería provocar mayor desazón porque el esfuerzo de ahorro es, bien sabemos, el ingrediente básico de la disciplina del desarrollo. Es explicable que en tiempos de desaceleración económica abunden los pedidos de medidas fiscales o monetarias de carácter expansivo. Pero, ignorar las restricciones que nos impone el nuevo escenario mundial y prolongar el jolgorio del exceso de gasto es incompatible con el objetivo nacional de alcanzar el desarrollo.

En cambio, lo que está en nuestra mano subsanar es el tercer factor negativo que está gravitando sobre nosotros: la pérdida de la confianza en nuestras posibilidades de crecimiento. De los tres nubarrones mencionados, esa desconfianza es el más grave y el que hace más difícil de sobrellevar los otros dos. El problema se arrastra desde la crisis asiática hace diez años atrás, cuyo mal manejo por parte del gobierno de entonces frustró nuestra carrera al desarrollo. Luego, tras una prolongada convalecencia, la rápida expansión mundial y el inédito auge del cobre vinieron a nuestro rescate. Hasta sólo unos meses atrás nos sentíamos ricos, volvíamos a consumir e invertir con confianza, el único quebradero de cabeza parecía ser qué hacer con la plata del cobre. Pero descuidamos la ardua labor de fortalecer nuestra capacidad de crecimiento y pasamos a depender en exceso de la providencial bonanza externa. Ahora que ella ha concluido, cae sobre nuestra economía el peso de la noche, como diría don Diego Portales.

Pero el año nuevo puede ser emprendido con una mentalidad diferente. Es cierto que los tiempos electorales pueden no ser los más propicios, pero todos tenemos mucho que perder si hacemos a Chile hundirse en la desmoralización. Las restricciones que la coyuntura mundial nos impone son perfectamente abordables en una economía que se enfoca hacia el crecimiento de mediano plazo; que reafirma su confianza en la potencia de la economía de mercado; que derriba barreras tributarias y regulatorias; y permite así a las empresas adaptarse y sacar partido de las nuevas oportunidades. Nada más dañino para el clima económico y social que el temor al desempleo masivo que se ha apoderado de los trabajadores y empresarios. Hay medidas de flexibilización salarial y subsidio a las contrataciones que urge adoptar. Pero, por lejos, retomar la agenda pro crecimiento es lo que puede en verdad levantar las expectativas y mantener buenos niveles de empleo.

Un botón de muestra sobre cómo hacer retornar la confianza son las medidas anunciadas por el nuevo gobierno (centroderechista) de Nueva Zelanda para enfrentar el bajón económico mundial: recorte en los impuestos a la renta y facilidades regulatorias para las contrataciones laborales en la pequeña empresa. En las palabras de sus autoridades, el nuevo gobierno “cree en el poder del crecimiento económico para generar mayores ingresos, mejores condiciones de vida y, en definitiva, una sociedad más fuerte para los neozelandeses”. ¿Será mucho pedir que el nuevo año nos traiga algo así?

Juanita y las «Compines»

Leonidas Montes

Esta semana dos reportajes en Teletrece dieron cuenta de la lamentable situación que sufren muchos chilenos cuando acuden a las oficinas de la Comisión de Medicina Preventiva e Invalidez (Compin). Es aquí donde las madres cobran sus licencias maternales (prenatal y postnatal). Es aquí donde los trabajadores exigen el pago de sus licencias por invalidez. Es aquí donde cobran los subsidios por incapacidad laboral. Y es aquí donde los chilenos más necesitados, muchas veces con inexplicable humor, soportan otro atentado a sus derechos más básicos.

Ya lo había dicho don Andrés Bello recién llegado a nuestro país: los chilenos son dóciles. Esto no ha cambiado. El Transantiago es el paradigma indiscutible para ejemplificarlo. Y este nuevo caso en Salud sólo se suma a una larga lista. Lo cierto es que ante estos ejemplos de tolerancia ciudadana, la docilidad de los chilenos alcanza ribetes de dignidad. O de resignación ante la franca decadencia de algunos servicios públicos.

Ciertos políticos, a sugerencia de sus ideólogos, han comenzado a hablar de Chile como una “sociedad de garantías”. En esta sociedad los ciudadanos tendrían garantizados sus derechos. Como el Estado también tiene deberes, debemos partir por responder a los derechos básicos de los ciudadanos. Pero, ¿cómo hablar de garantías ciudadanas si cuestiones tan básicas como pagar una licencia maternal no están resueltas?

Como a lo largo de todo Chile existe una Compin, se habla de “las Compines”. Después de navegar un poco por la web encontramos que su primera función sería “aplicar las medidas conducentes a favorecer la eficiencia, objetividad, responsabilidad pública y calidad de la gestión”. Pero no sólo tramitan licencias Fonasa. También certifican estado de salud, capacidad de trabajo y recuperabilidad. Además son una instancia de apelación para las licencias de las isapres. En cuanto a su marco institucional, los seremis de Salud deben, fíjese bien, “organizar bajo su dependencia y apoyar el funcionamiento de la Comisión de Medicina Preventiva e Invalidez (Compin)”. Las compines dependen de las seremis y finalmente de la Subsecretaría de Salud Pública.

En este escándalo existe cierta similitud con el caso Traverso, el seremi metropolitano de Educación responsable de la administración de las subvenciones escolares. Sólo recuerde cómo estaba organizada la repartición de esos $500 mil millones. Los seremis son cargos políticos de confianza del Presidente. No son cargos técnicos con capacidad de organización. Y Salud, donde existe bastante cuoteo político, no es la excepción. Las compines son organizadas por las seremis. Enfrentamos otro gran problema de gestión donde, una vez más, como consecuencia del cuoteo político, pagan los más pobres.

Afortunadamente, el nuevo ministro Erazo nos aclaró que en las compines “hay trabajo pendiente”. Es más, la Subsecretaría de Salud Pública se comprometió a solucionar estos problemas en un plazo de 90 días. Cuando Michelle Bachelet fue ministra de la cartera, ése fue el mismo plazo que le dio el Presidente Lagos para terminar con las colas. A estas alturas me temo que el problema en Salud es más profundo. Quizá tan profundo como en Educación.

Una última reflexión. En Chile nos enorgullecemos de lo eficiente que es el Servicio de Impuestos Internos. Resulta notable que el Estado, cuando se trata de captar recursos, lo hace con sorprendente eficacia. En cambio, cuando se trata de repartir recursos, como es el caso de las subvenciones en educación o las licencias en las compines, lo hace con ineficiencia. ¿Por qué Juanita, con su hija de algunos meses, debe realizar una y otra vez largas colas? ¿Por qué no recibe directamente, donde ella estime conveniente, su cheque por el postnatal?

 

El gran tsunami

Juan Carlos Altamirano

 

Tal cual ocurrió con la “gran depresión” de 1930, quizá este año será recordado y estudiado como «el gran tsunami financiero de 2008», un punto de inflexión en la historia moderna del capitalismo.

Por mi parte, me planteo varias interrogantes.

Si se supone que vivimos en una época en la que abundan la información, el conocimiento y la transparencia, ¿por qué entonces no se detectó a tiempo este tsunami? Pareciera que ningún economista fue capaz de anunciarlo. Peor aun, las autoridades norteamericanas estimulaban el préstamo indiscriminado, como eran las hipotecas subprime; también las especulaciones y manipulación en los precios de los commodities estaban a la orden del día. Ello, a pesar de que personajes como George Soros denunciaron que instrumentos como los derivados eran un «arma financiera de destrucción masiva».

El mercado no es perfecto. En última instancia, el castillo de naipes se derrumbó porque existe un factor determinante que suele olvidarse: la sicología humana y la moral. Los economistas, políticos, empresarios, no advierten que tras los flujos, las estadísticas y los modelos «perfectos», hay seres humanos: personas incompetentes, ignorantes, inescrupulosos, estafadores; pero también pensionados, empleados, inversionistas decentes que, a la primera señal mala, entran en pánico, en desconfianza o en depresión.

Ahora tendremos que pagar la cuenta que nos deja la imprudencia de los gobernantes de las grandes economías; el derroche y la codicia de un grupo de ejecutivos y millonarios en Wall Street, y la fiebre especulativa que afectó al mercado financiero mundial.

El momento culminante de este desastre fue, a mi juicio, cuando el ex chairman de la Federal Reserve Alan Greenspan reconoció que el mercado, por sí solo, no es capaz de autorregularse. Por su parte, George Bush realizó su propia mea culpa: dijo estar “desconsolado”, por tener que “abandonar los principios de la economía de mercado (…) para asegurar que la economía no se hunda”.

Pero sería un error echarle la culpa de todo a Greenspan o a la incapacidad de los economistas de vislumbrar la crisis en gestación. También sería un oportunismo político e ideológico ocupar la crisis actual para demostrar que el capitalismo no funciona, y sembrar así el desconcierto total. Por profundas que sean las crisis que periódicamente sufre el sistema, ello no significa que esté destinado a sucumbir. Por el contrario, la historia comprueba la gran capacidad del capitalismo para reinventarse. Así lo demostró el resurgimiento tras la Gran Depresión, luego de que se aplicaran las políticas keynesianas de salvataje. Y no es casualidad que ahora se recurra nuevamente a las recetas de Keynes.

El mercado por sí solo no es malo. El problema es cuando se transforma en un fin en sí mismo, una ideología fundamentalista que pretende dar solución y respuesta a todos los problemas, desde el ámbito filosófico y moral, hasta las políticas de desarrollo social. Lo mismo ocurrió con el viejo dogmatismo marxista: también tenía una visión global, mecanicista, seudocientífica y excluyente.

El fracaso de ambas experiencias nos obliga a plantearnos un nuevo paradigma, un nuevo sueño para los próximos años: terminar de una vez por todas con los dogmas, las visiones totalitarias y la arrogancia intelectual y política que tanto han dividido a nuestro país. Me pregunto, ¿cuándo será posible que los economistas y políticos rescaten y articulen, sin prejuicios, todo lo bueno que puedan tener otros modelos de desarrollo? ¿Cuándo se aceptará que la completa desregulación de los mercados es peligrosamente naïve, al igual que la idea del Estado interventor y protector? Lamentablemente, los dogmáticos y puristas se sienten superiores y dueños de la verdad, por lo cual terminan siempre descalificando al oponente, promoviendo campañas del terror y defendiendo intereses mezquinos para ocultar su propia debilidad. Cuando esos grupos —de centro, derecha e izquierda— superen estos complejos, cuatro millones de jóvenes correrán felices a votar por ellos.

Por otro lado, si algo positivo tiene esta crisis, es que nos aleja del consumismo desatado, nos demuestra que la codicia y el arribismo son dañinos; que crear riqueza sin responsabilidad social tiene consecuencias nefastas. Quizás la necesidad de volvernos austeros y ser ahorrativos nos ayude a renunciar a los valores materialistas y a recuperar el sentido espiritual de la vida.

Feliz Navidad y, en lo posible, un buen año nuevo.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Dos temas candentes

Algunas sinrazones de la justicia

Guillermo Pattillo-Tomás Duval (*)

Si bien es imposible entender que quienes desaparecieron tras los acontecimientos de 1973 se encuentren todavía secuestrados, es menos comprensible aún que lo sea una persona cuya defunción es un hecho cierto. No obstante, un tribunal de Valparaíso lo ha entendido de manera diferente y ha sometido a proceso a altos oficiales de la Armada por el delito de secuestro calificado.

El Poder Judicial, uno de los pilares sobre los cuales se sostiene el Estado de Derecho, no ha estado alejado del debate público en las últimas décadas. Cuando los atropellos se multiplicaban durante la Unidad Popular, la Corte Suprema representó al Ejecutivo el quebrantamiento del Estado de Derecho al no permitir el cumplimiento de sus fallos.

 

Sectores radicalizados acusaron a dicha corte de actuar políticamente. Más adelante, en el régimen militar, se le calificó de obsecuente ante las nuevas autoridades, por no emplear todos sus recursos para investigar las denuncias de violaciones a los derechos humanos.

 

Transcurridas casi dos décadas desde que el país regresara a la normalidad democrática y con nuestras instituciones dando muestras de madurez, creemos necesario cuidar lo ganado y esforzarnos por que nuestro Poder Judicial sea garantía de imparcialidad, efectividad y eficiencia. Ello, cuando ciertas resoluciones adoptadas a propósito de casos de DD.HH. abren nuevamente las compuertas al debate público. La aplicación, después de 35 años, de la figura del secuestro calificado se presta para que un sector no menor dude de su imparcialidad: la aplicación de la ley no puede hacerse contra el sentido común. Han sido varios los esfuerzos de todos los sectores por cerrar heridas del pasado. A ellos se han sumado iniciativas como la Ley 19.123, que promovió la reparación del daño moral sufrido por víctimas de violaciones a los DD.HH. No contribuyen a dichos esfuerzos fallos que, aplicándola de manera equivocada, la han considerado compatible con nuevas indemnizaciones por daño moral demandadas al Estado judicialmente. A lo anterior se suman sentencias que declaran imprescriptible la acción civil de indemnización de perjuicios por daño moral en causas de DD.HH., asilándose en una dudosa aplicación del derecho internacional, pues nada dice éste al respecto. De generalizarse este criterio por parte de la Corte Suprema, no es difícil imaginar las consecuencias en cuanto a nuevas demandas y efectos en la convivencia nacional, la seguridad jurídica y el presupuesto fiscal.

 

 

(*) Miembros de la Comisión de Defensa Instituto Libertad


Pensar en rehabilitación

Catalina Droppelmann (*)

 

Llama la atención cómo se ha instalado en la agenda de instituciones vinculadas al trabajo con infractores el tema de la rehabilitación, que se define como un conjunto de intervenciones que se realizan tanto dentro como fuera de la cárcel y que permiten recuperar aquellas condiciones del condenado y de su medio que contribuyen al comportamiento delictual, para lograr que éste se reincorpore a la sociedad.

Chile ha estado muy lejos de una real política de rehabilitación y reinserción. Gendarmería destina sólo 2,4% de su presupuesto para estos fines. Cada año egresan cerca de 17 mil personas de las cárceles, para las cuales existen 350 cupos en programas de reinserción. Dentro de la cárcel, la oferta programática de rehabilitación es escasa y la sobrepoblación, que supera el 50%, contribuye a la violencia y afecta cualquier proceso resocializador.

Es preocupante que, siendo Chile el segundo país sudamericano –el primero es Surinam– con mayor número de reclusos por cantidad de habitantes, no cuente con estrategias efectivas para evitar que la población que sale del sistema reingrese al poco tiempo. Se hace prioritaria una mejora en el área, para lo cual se debe tener en cuenta experiencias exitosas de otros países.

En primer lugar, es necesario diferenciar lo que es efectivo a la hora de disminuir reincidencia de lo que no lo es. Por ejemplo, la nivelación educacional por sí sola no es suficiente si no se acompaña de un programa de capacitación que incorpore competencias laborales. En segundo lugar, el proceso de reinserción es un continuo que comienza en el recinto penal, pero que debe concretarse en la comunidad. Para esto se requiere de redes sociales, oportunidades y servicios que sean capaces de acoger al sujeto que sale de la cárcel, y el fortalecimiento de una real oferta laboral. En tercer lugar, los cupos laborales no son la única respuesta. Es necesario abordar factores, tanto individuales como sociales, que desencadenan la conducta delictual. La experiencia comparada ha avanzado significativamente en esta área, enfocando su oferta programática en los factores de riesgo y las necesidades específicas de esta población, con logros de disminución de reincidencia de hasta 30%.

Es necesario incorporar el concepto de que el sistema de justicia criminal no sólo debe castigar el daño causado, sino también evitar su repetición. Es importante considerar la real magnitud de la rehabilitación, que se define como la capacidad de restituir, restablecer o reivindicar a quien ha sido condenado por un delito.

 (*)Psicólogo Fundación Paz Ciudadana.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Tres comentarios de envergadura

El resultado fue la paz

Karin Ebensperger

En Palermo Chico, pleno corazón de Buenos Aires, está la Embajada de Chile, en la calle Tagle, entre Avenida del Libertador y Figueroa Algorta. Junto a ella, la plaza República de Chile con sus viejos y frondosos árboles forma parte de las enormes áreas verdes de Palermo y Parque 3 de Febrero, creado por Sarmiento y basado en Hyde Park y el Bois de Boulogne. Cerca del monumento a San Martín está el de Bernardo O'Higgins, la placa para el general Juan Mackenna y el busto a José Victorino Lastarria; y en el rincón de los poetas, los de Gabriela Mistral y Pablo Neruda.

La Embajada de Chile en Buenos Aires es un oasis de paz. El señorial y moderno edificio de los arquitectos Juan Echenique y José Cruz es todo un símbolo en la capital argentina, un referente arquitectónico, un orgullo para ambos países. Porque simboliza una relación muy importante y delicada, tal como son las delgadas láminas de cristal que separan al edificio del parque más emblemático de Argentina.

Parece increíble recordar que hace tres décadas fue necesaria la mediación del Papa Juan Pablo II para impedir la guerra. Había concluido el juicio del Canal Beagle y, según la sentencia internacional, se confirmaba la soberanía chilena sobre todas las islas al sur de ese canal, tal como lo establecía el Tratado de Límites de 1881. Faltaba sólo acordar la delimitación marítima. Pero Argentina declaró "Insanablemente Nulo" el Laudo Arbitral. Tanto Chile como la Corte Arbitral rechazaron esa actitud.

Lo que siguió nos llevó al límite del conflicto: ciudades argentinas sometidas a oscurecimientos, discursos ultranacionalistas, soldados en la frontera en posición de ataque, incursiones con buques de guerra en aguas chilenas. Chile empleó todos los recursos posibles para lograr un entendimiento que frenara la inminente guerra. La invasión argentina sería el 22 de diciembre, a las 22:00 horas.

Una gran tormenta en el Mar de Drake detuvo a la flota trasandina...y la historia dio un giro. El Papa alcanzó a enviar al Cardenal Antonio Samoré, quien habló con las autoridades de los dos países. La mediación papal fue aceptada el 23 de diciembre.

Tras un largo y angustioso proceso, se logró el Tratado de Paz y Amistad de 1984.

Al conmemorarse los 30 años de la petición de la mediación papal, la Presidenta argentina quiso restar valor a la actitud del gobierno militar chileno de la época, que propició y firmó el Tratado de Paz.

Su marido y entonces gobernador Néstor Kirchner se opuso al acuerdo. Pero el Tratado, y sobre todo la paz, prevalecen.

Como la Embajada chilena en Buenos Aires, con sus frágiles paredes de vidrio, el Tratado es un delicado pero potente símbolo, un referente de paz que debe guiar con sus buenos propósitos a generaciones futuras.

¿Alma bella o alma pequeña?

Hermógenes Pérez de Arce

Cada vez que hago una crítica política objetiva a Sebastián Piñera, fundada en sus propias palabras o acciones, publicadas en fuentes abiertas, algún adlátere suyo escribe una carta al diario diciendo que yo "respiro por la herida" porque me ganó en la elección senatorial de 1989. Y Sebastián añade que quienes lo critican son "almas pequeñas".

Pero yo no he aludido a la campaña de 1989. Son sus adláteres quienes lo han hecho, suponiéndome intenciones. Bueno, entonces yo pregunto: ¿Y no cabe también suponerme que, habiendo vivido la experiencia de competir con Sebastián, yo haya adquirido la patriótica convicción de que él carece de ciertas virtudes fundamentales, esenciales en un Presidente de la República? Pues, así como hay quienes me presumen egoísmo y pequeñez, podría haber otros que me presumieran patriotismo y grandeza.

Ya que el adlátere de turno me lleva a esa campaña, recuerdo que en sus inicios me llamó don José, padre de Sebastián, y me dijo: "Hermógenes, su lema como candidato es 'Una Sola Línea'. Él es, implícitamente, desdoroso para Sebastián y por eso le pido que lo cambie". Y, como tengo un alma bella, lo cambié, contra la opinión de mi comando y a enorme costo publicitario, por otro bastante fome y manido. Pero no digo que haya perdido por eso. También antes del 89 Sebastián me convidaba a almorzar. La comida era buena, pero él se lo hablaba todo. Yo se lo perdonaba, porque siempre me decía: "La gente le cree a Hermógenes Pérez de Arce".

Bueno, últimamente he tratado, basado en hechos y argumentos objetivos, de convencer al consejo directivo de la UDI de que Sebastián es el polo opuesto de lo que ella representa y de que levante una candidatura propia. Pero el consejo, con la sugestiva ausencia de más de la cuarta parte de sus miembros y tras 10 horas de arm twisting, acordó proponer al consejo general del partido que proclame a Sebastián. Es decir, no es verdad, como se ha publicado profusamente, que éste ya haya sido proclamado por unanimidad por la UDI, porque la Ley de Partidos Políticos (artículo 29) exige que ello se haga en un consejo general (y no en el directivo), y que sea ratificado después por la militancia.

Yo estoy consciente de que, probablemente, la mayoría del electorado de la UDI, bajo la urgencia de desalojar a la Concertación, esté dispuesta hasta a votar por Piñera como mal menor y atendida su ventaja en las encuestas. Razón absur-da, porque tal ventaja proviene justamente de que la UDI no tiene candidato propio. Pero la gente de de-recha está obnubilada. Tanto, que hasta familiares del ex Presidente Pinochet me han criticado por no apoyar a Piñera, siendo que una de mis razones es que éste declara al gobierno del general como "el peor de la historia de Chile".

El año 58 había similar obnubilación de la derecha, que quería apoyar a Frei Montalva a como diera lugar, con tal de que no ganara Allende. Entonces, en el consejo general del Partido Liberal, que estaba ya listo para apoyar a Frei, el senador Raúl Marín dio sus razones en contra, y llamó a levantar un candidato de derecha. Lo hizo con tal denuedo que murió de un infarto, gracias a lo cual se interrumpió el consejo y después los liberales proclamaron a Jorge Alessandri, que finalmente fue elegido Presidente.

Yo me ofrezco para ir al consejo general de la UDI en abril, si me convidan, a defender la tesis del candidato propio con igual vehemencia, si bien no garantizo el infarto.

Además, sigue abierta la posibilidad de que los militantes, que según la ley tienen la última palabra, propongan otros nombres al mismo consejo general y lo ratifiquen después.

Por si acaso, advierto desde ya que el mío no está disponible.

Preguntas a Tantauco
Gonzalo Rojas Sánchez

Quejas, muchas quejas hubo por la oscuridad en los programas de los candidatos al alcaldes y concejales en la reciente elección.

Suspicacias, muchas suspicacias va a haber si no se aclaran pronto y sin ambigüedades los planteamientos de la candidatura presidencial de la Alianza.

Hay que ganar, hay que sacar a la Concertación, dicen tantas voces con pasión. Sí, pero hay que ganar con el bien, hay que hacer un mejor Gobierno que la Concertación, plantea la voz de la razón.

Para lograrlo, contéstense desde Tantauco estas preguntas:

¿Se compromete una defensa irrestricta de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, sin subterfugios terapéuticos de ningún tipo?

¿Se va a reforzar la familia mediante un claro compromiso de no seguir facilitando el divorcio y un empeño por revertir la actual legislación?

¿Se va a dignificar el trabajo de la mujer en el hogar, en la educación de sus hijos en la casa?

¿Se va a ampliar el derecho de fundar y sostener entidades de educación a todo nivel y la condición de los padres como primeros educadores?

¿Qué concepto de diversidad, de discriminación, de minorías étnicas, sexuales y sociales se maneja?

¿Se asume la codicia como motor fundamental del emprendimiento y de la eficacia económica?

¿Se va a combatir toda forma de consumo de drogas ilícitas, porque son gravemente dañinas para las personas?

¿Serán promovidas y financiadas sólo aquellas expresiones culturales que cultiven la dignidad humana?

¿Se buscará limitar tajantemente la acción de la moral iluminada por la fe, reduciéndolas a su dimensión privada sin posible incidencia pública?

¿Se respetará delicadamente la sexualidad humana promoviendo la abstinencia o se seguirá impulsando la promiscuidad y el controlismo degradantes?
¿Qué concepción se tiene de la integridad del territorio nacional y de la dotación de las Fuerzas Armadas para custodiarlo?
¿Se sigue sosteniendo que el Gobierno del Presidente Pinochet fue uno de los dos peores de la Historia de Chile?
¿Se reconocen ámbitos de la vida social en que no corresponde aplicar los criterios democráticos, porque no sirven como medios adecuados?

¿Se combatirá la pobreza material sólo en coordinación con la lucha contra las graves manifestaciones de pobreza espiritual que aquejan a Chile?

Mucho trabajo para Tantauco. Trabajo imprescindible, porque la calidad y la cantidad de las adhesiones a la candidatura, dependerá de sus respuestas.

Se trata de un candidato que debe ganar votos, no de una fuerza que imanta deseos.

Nota de la Redacción:

Tenemos un inmenso respeto por Don Hermógenes Pérez de Arce y por Don Gonzalo Rojas Sánchez, esta vez, asunto no muy corriente, no estamos de acuerdo con ellos por considerar que Chile no puede ser arriesgado a un quinto Gobierno de la concertación.

Los análisis que realizan son excelentes, pero sabedores de la capacidad que tiene Piñera y de la fuerza con que enfrenta los desafíos creemos que realizará una gestión exitosa, mientras la UDI, con el tiempo volverá a tener las oportunidades que se ha farreado.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

El cardenal Medina, Madonna y los columnistas

El cardenal Medina, Madonna y los columnistas

Gonzalo Vial

 

Un colaborador habitual de este mismo diario,(*) el 11 de diciembre, y el 14 siguiente el rector/columnista de El Mercurio literalmente hacen explosión contra Monseñor Medina. ¿Motivo? Unas palabras pronunciadas por dicho cardenal sobre el show de Madonna, durante la homilía de la misa que el prelado celebró en el aniversario del fallecimiento del general Pinochet.

Ahora bien, esas palabras, aparte de su referencia específica a la cantante internacional, no expresan sino la doctrina constantemente reafirmada de la Iglesia por lo que toca a la sexualidad humana. Como bien reconoce el rector/columnista, es esa doctrina la causa auténtica de la explosión contra el cardenal, lo que verdaderamente se le reprocha, más que su parecer sobre la cantante internacional.

Y es que ambos columnistas son náufragos del hundimiento de los «socialismos reales», a fines de los ’80. Y no pudiendo, por costumbre ya inveterada, vivir sin la droga de una ideología, han adoptado la postmoderna. Es decir, que cada cual haga lo que quiera, y no reconozca a esta actitud, éticamente, más restricción que el exceso de sufrimiento ajeno que pueda significar... exceso que, ¿es necesario decirlo?, dictamina de modo soberano el mismo que inflige el sufrimiento.

ARMAS PROHIBIDAS. Este individualismo extremo o neoprogresismo suele ser totalitario, quizás por resabio de la utopía socialista que lo precedió. Y una de las armas totalitarias es procurar destruir la imagen moral del adversario utilizando cualquier medio, aunque no sea razonable ni admisible. Ambos columnistas, en su furia, atacan al cardenal Medina de esa manera, rasgo importante para entender el origen y naturaleza reales de la disputa. Veámoslo:

1) Atropellos del general Pinochet a los derechos humanos. Por supuesto, este tema y Madonna no tienen nada que ver. Traerlo a cuento es la más antigua de las falacias lógicas: “Medina se equivoca cuando se refiere a Pinochet y los derechos humanos. LUEGO se equivoca al hablar de sexualidad”. No se puede argumentar así seriamente. Los columnistas debemos recordar que los lectores no son tontos.

Pero el rector/columnista va más allá. Según su inveterada costumbre, atribuye al contendor opiniones sin justificar que efectivamente las tenga. Cito:

“POR SUPUESTO, a Monseñor Medina las actuaciones de Pinochet, entre las que se cuentan cosas tan reprobables como hacer desaparecer personas y practicar la tortura, no le merecen ninguna condena moral. Y ES PROBABLE incluso que, si lo apuramos, citara a algún escolástico y, en vez de condenar esos actos, los justificara”.

El “es probable” es, sin discusión, una gruesa impropiedad polémica, un chisme de cocina, desecratorio de las serias páginas mercuriales. ¿Cómo lo justifica el rector/columnista? Y el “por supuesto” anda muy cerca. Le faltan comillas... las comillas de cuándo, cómo y dónde dijo el cardenal lo que se le atribuye.

2) Delitos sexuales al interior de la Iglesia Católica. Ambos columnistas los relacionan con las críticas del cardenal a Madonna. El rector/columnista brevemente, aunque de modo insultante, con una ironía de plantígrado. Pero el colaborador de La Segunda se exhibe de cuerpo entero:

“El jubilado cardenal, hombre influyente en el Vaticano, debería además tomar nota de que su provocación y sus desplantes moralistas ocurren cuando un nuevo escándalo implica a la Iglesia chilena, en este caso respecto de pornografía infantil encontrada en posesión de un sacerdote, hecho que se suma a las reiteradas denuncias de pedofila y otras ofensas a menores indefensos que involucran a miembros de la Iglesia Católica”.

Aparte el odio incomprensible que rezuma este párrafo, adviértase cómo reaparece la misma falacia lógica del Nº 1, pero todavía más notoria y descabellada: “Hay miembros de la Iglesia Católica chilena que han cometido delitos o impropiedades sexuales. LUEGO la Iglesia, institución milenaria presente en el mundo entero, no puede tener doctrina moral sobre sexualidad”.

Sin comentarios.

Pero apliquemos esta misma teoría a la Concertación, de la cual el colaborador de La Segunda ha sido desde el comienzo importante servidor público y dirigente político. Razonemos (?): “En los últimos siete u ocho años, si no con anterioridad, pero siempre gobernando la Concertación, funcionarios, militantes y simpatizantes suyos se han llevado para la casa dineros fiscales destinados a las obras públicas (MOP); el deporte popular (rayuela inclusive; Chiledeportes); la subvención de las escuelas pobres (Mineduc); los subsidios a los cesantes (para campañas de parlamentarios concertacionistas hoy en funciones, elegidos gracias a estos «aportes»); el tratamiento del sida (Consejo de las Américas), etc. LUEGO, la Concertación no puede tener doctrina ética sobre corrupción.

3) Descalificación personal. Si el cardenal Medina habla de Madonna y su show, a juicio de los columnistas no se equivoca solamente, sino que es una “provocación”, un “desplante moralista”, una “extraña vocación de control sobre la sexualidad”, etc. La práctica descalificatoria se extiende, hemos comprobado, a la Iglesia chilena, escandalosa, pedófila, los miembros de cuyo clero —dice pícaramente el rector/columnista— “suelen ser más comprensivos... entre sí” que lo que exigen de sus fieles en materia sexual. El cardenal, se dice con desprecio, es un “jubilado”... para luego calificarlo de “influyente en el Vaticano”; así se relaciona a Roma con las fotos indecorosas halladas en poder de un sacerdote chileno.

¿Cómo no recordar las toneladas de excrementos, verbales y escritos, que el comunismo y sus «progresistas» ensalzadores de Occidente derramaban sobre cuantos denunciaban los horrores de la URSS del bondadoso padrecito Stalin, desde André Gide en adelante? Aquí mismo fue cuidadoso y completo el asesinato de imagen que practicó el PC contra sus «ex» desencantados y espantados: Hidalgo, Chamúdez, el peruano Ravines. Y también nuestros «progresistas» de entonces ayudaron a esa destrucción moral... hasta que «se les hizo la luz».

Pero, las costumbres inveteradas pesan, no se ha hecho la luz como para que el progresismo actual descarte también estos procedimientos incorrectos del pasado.

4) Asimismo, adviértase el resabio totalitario de enfurecerse con las opiniones contrarias. Un sacerdote NO PUEDE tener el “desplante moralista” de defender las doctrinas de la Iglesia sobre sexualidad. NI PUEDE opinar sobre Pinochet y los derechos humanos, alejándose de lo «políticamente correcto». ¿Se equivoca? Pues, demostrárserlo, prescindiendo de si lleva o no sotana o birrete.

Una forma sibilina de esta censura a las opiniones de la Iglesia y su clero es quejarse de que, al manifestarla, intentan IMPONERLA a una sociedad pluralista. ¿Por qué y cómo sería así? ¿Exponer razonadamente lo que se piensa... en qué se parece a «imponer»? ¿Cuáles serían las armas de imposición de la Iglesia? ¿Qué sanciones, si no espirituales, le cabe aplicar (y éstas, exclusivamente a católicos)?

Cuando la Iglesia alerta sobre el peligro de excomunión anexo a promover determinadas opiniones y actitudes, también se suele tocar a rebato y escándalo. La excomunión significa dejar claro, simplemente, que dichas opiniones y actitudes han colocado a una persona al margen de la Iglesia, por negar su doctrina en puntos determinados. ¿Quién sino la propia Iglesia podría y tendría derecho a dictaminarlo? Hace poco tiempo, la Masonería Chilena expulsó a su Gran Maestro, y hace menos tiempo todavía, la Logia de San Fernando expulsó a su sucesor. El neoprogresismo no reclamó. Tampoco, los años ’80, que yo recuerde, cuando el cardenal Silva Henríquez insinuó la excomunión de Jaime Guzmán.

5) Ni es posible dejar sin comentario la ingratitud de la izquierda chilena, hoy, cuando la Iglesia o sus personeros manifiestan la doctrina ética de la primera. ¡No ha pasado tanto tiempo desde que ella, la Iglesia, con grandes sacrificios, era el único amparo de la propia izquierda en la clandestinidad y la prisión! Puras mieles, entonces, brutales injurias, hoy... Quienes, entre los católicos, se sientan cercanos al neoprogresismo, mediten en este cambio de actitud, tan notorio y significativo. ¿Se les quiere de verdad, o se les busca como los comunistas a los «tontos útiles» del siglo pasado?

Nos queda el centro de la polémica, la opinión de la Iglesia sobre la sexualidad, manifestada por monseñor Medina, en contraposición con la que invocan los columnistas que atacan al cardenal. Tema extenso y el más importante, lo dejamos para la próxima columna.

(*) Se refiere a La Segunda.

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