martes, 10 de febrero de 2009

Comentarios de lujo


Reflexiones post Davos
Cristina Bitar
Hace una semana terminó el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. En la “montaña mágica”, como la llamó Thomas Mann, se reunieron cerca de 2.500 de los más importantes líderes de gobiernos, empresas, organizaciones sociales, sindicales, religiosas y culturales. Tuve el privilegio de asistir a esta reunión este año 2009, donde se respiraba el ambiente de la peor crisis económica que jamás ha vivido el planeta. Fuera de lo interesante del momento histórico y la calidad de los asistentes, de los foros y de los temas tratados, tengo que confidenciar que nunca pensé ver un ánimo tan pesimista como el que experimenté. No hubo reunión, almuerzo, foro, cena o conversación en el pasillo que no estuviese teñida de lúgubres predicciones, de búsqueda de los culpables de esta crisis, de acusaciones cruzadas, de augurios y modelos estadísticos que predicen lo grave que se ve el escenario económico mundial en los meses o años que vienen.

En medio de ese ambiente y de tanta información compartida, quisiera hacer algunas reflexiones generales que me surgen post Davos:

La crisis mundial es peor de lo que creemos y sentimos en Chile. Aún no hemos visto lo peor. Lo que han vivido los mercados financieros y las bolsas recién está empezando a afectar a la economía real. Nunca antes se ha perdido tanta riqueza en el mundo y se estima que, en los próximos meses, cerca de 50 millones de personas más perderán su empleo. Esto no puede sino tener un efecto de desaceleración y recesión mundial que, sin duda, afectará a nuestra economía.

Las razones por las que llegamos a la crisis no son del todo nítidas ni consensuadas por los expertos. Aunque en su mayoría coinciden que la crisis es primordialmente financiera y que estalla por la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, todos continúan sumando razones que van desde decir que había tasas de interés demasiado bajas, mucha liquidez, un modelo económico muy libre, malas regulaciones o malos reguladores, incapacidad de los gobiernos de intervenir, falta de liderazgo en los gobiernos, las empresas y las organizaciones sociales, valores personales y organizacionales trastocados y corrompidos por la codicia, entre otros. Todo se entremezcla para formar una “tormenta perfecta”, en la cual nadie puede hacer un diagnóstico claro y completo del porqué llegamos a este nivel tan crítico que hoy infecta al mundo entero.

Las soluciones para salir de la crisis no son claras y el mundo no está suficientemente coordinado para lograrlo aún. Es obvio que si no hay diagnóstico claro, mal puede haber una estrategia para enfrentar la crisis. Lo que sí hay, y mucho, son paquetes de rescate financiero de corto plazo, de estímulo fiscal y de política monetaria activa para dar alguna luz de esperanza a los mercados y lograr que los bancos comiencen a prestar y así mover la economía. Sin embargo, ninguno de los líderes, presidentes ni economistas podían esbozar un plan comprensivo que pudiera con claridad decirnos cómo se sale de este embrollo. Sólo coinciden en que se requiere de mucha cooperación internacional multilateral, de mayor coordinación financiera entre los distintos países, más apoyo de los gobiernos a la economía, pero nunca tanto como para que mate la innovación y
el emprendimiento, menos proteccionismo y más mercado pero bien regulado.

Necesitamos restablecer confianzas. No será posible salir de la crisis sin restablecer la confianza en el mercado, en las empresas, en los gobiernos, en las instituciones, en las personas, en los líderes lo antes posible. Las personas que están siendo afectadas, que están perdiendo sus empleos o sus casas, están defraudadas del sistema y sus líderes. Uno de los desafíos más grandes es lograr que los ciudadanos vuelvan a creer. Pienso que sólo es posible lograrlo con mucha humildad, pidiendo perdón, enmendando rumbo, mostrando cómo se puede salir de la crisis con claridad y con liderazgos nuevos y fuertes, como el del Presidente Obama. Son nuevos líderes los que tienen que encarnar la esperanza, el estímulo y las soluciones que espera la gente que está sufriendo en estos momentos.

Es posible tener esperanza de que saldremos de esta crisis fortalecidos. Creo que la verdadera oportunidad post crisis es que el siglo 21 será un siglo de seres humanos y no de fábricas. La educación deberá ser prioridad número uno. El mundo post crisis puede ser un mundo más humano, un mundo donde volvamos a creer en las personas, en sus capacidades, sus valores, sus decisiones. Con menos discriminaciones raciales, sociales y religiosas.

Si esta crisis no nos cambia para ser mejores personas con más valores, menos individualistas y menos materialistas, el sufrimiento y la miseria de las millones de personas afectadas por ésta habrá valido cero, todo lo malo habrá sido en vano. Ese es un lujo que no nos podemos permitir.

Nadie duda de que hace frío
José Ramón Valente

¿Cuánto tiempo dedicaría usted a discutir con sus compañeros de travesía si el termómetro marca 1 grado, 0 grado o -1 grado, si se encontrara en medio de una tormenta de viento y granizo en los campos de hielo sur? Probablemente muy poco. En cambio, utilizaría dicho tiempo en buscar el mejor lugar para guarecerse, haría un plan de contingencia por si las cosas se ponen peor y se preocuparía de que ninguno de los miembros de su grupo se perdiera en medio de la tormenta.

La polémica de si la economía entró técnicamente en recesión o no, en mi opinión, se parece mucho a una discusión sobre cuánto marca el termómetro en medio de una tormenta de hielo. Tenemos consenso en que hace mucho frío, y eso es lo importante. La economía chilena venía creciendo en torno a 5% o 6% hasta el 2007 y el próximo año crecerá en un rango de entre -1 y 2%. Esa es una tremenda desaceleración, independientemente de que la llamemos o no recesión. Pensemos, por ejemplo, en China que venía creciendo a un ritmo de entre 10% y 11% y que podría crecer durante el 2009, de acuerdo con las últimas estimaciones cerca de 6%. Nadie podría decir que China entrara en recesión, pero –créanme– con una desaceleración de 5 puntos porcentuales de un año a otro los chinos van a pasar mucho frío.

Debemos utilizar nuestro tiempo y esfuerzo en debatir cuáles son las medidas necesarias para capear bien los efectos de la crisis internacional y para fortalecer nuestra economía de manera que podamos aprovechar el viento de cola cuando salgamos del actual ciclo económico. Respecto de la primera parte, claramente las consecuencias que está teniendo dicha crisis sobre nuestro país son mucho mayores a las anticipadas por el gobierno, que hasta noviembre pasado, en palabras del ministro de Hacienda, señalaba textualmente: “Las proyecciones pesimistas no encuentran sustento… Chile sigue creciendo y a una tasa bastante alta”. En todo caso, el equipo económico del actual gobierno más recientemente ha reconocido la gravedad del impacto de la crisis en nuestra economía. Es así como, a comienzos de enero, el ministro Velasco anunció un plan de acción anticrisis, que incluye medidas tales como rebajas de impuestos, subsidios a la mano de obra, proyectos de infraestructura pública y líneas de crédito para el sistema financiero, que si son implementadas adecuadamente constituirían, a mi juicio, una respuesta adecuada para los problemas coyunturales que estamos enfrentando.

Respecto de cómo posicionar a nuestra economía para sacarle buen partido al próximo ciclo económico positivo cuando éste se produzca, hasta el momento no hemos visto nada. Chile perdió la oportunidad de crecer aceleradamente durante el período de gloria de la economía mundial, entre el 2003 y el 2007, porque los gobiernos de la Concertación prefirieron dejarse llevar por la corriente. No hicimos la reforma al Estado que Chile tanto necesitaba, no mejoramos la calidad de la educación y no flexibilizamos nuestro mercado laboral, entre otras cosas. Sacamos los remos del agua mientras otros países remaron con todo a favor de la corriente y nos sacaron gran ventaja. Hoy, que la corriente cambió de sentido, volvimos a sacar los remos y es de esperar que no retrocedamos mucho.

¿Pero qué vamos a hacer cuando la economía mundial vuelva a crecer? Quizás ésa sea una confrontación de ideas más productiva que la bizantina discusión de si la economía está o no en recesión. Por lo demás, el “cero”, que marcaría el punto de inflación para definir una recesión, es un número bastante arbitrario y la humanidad se las arregló muy bien sin ese guarismo hasta aproximadamente 1.500 años atrás, cuando recién comenzó a utilizarse por matemáticos hindúes.

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