jueves, 20 de noviembre de 2008

Tres columnas de lujo


Un país angosto y ajeno
Hermógenes Pérez de Arce

El peruano Ciro Alegría escribió la novela "El mundo es ancho y ajeno", cuyo título, un acierto memorable, citaban mucho hace medio siglo personas cuya mayoría no la había leído. Bueno, él ahora me da pie para parodiarlo y decir, con fundamento, que vivo en un país cada vez más angosto y ajeno. Pues la Concertación nos lo está escamoteando.

Desde luego, se ha apoderado de nuestra historia reciente. Como parte del proceso, el Gobierno inaugura una "Ruta de la memoria", que recorre lugares transformados, a gran costo para el erario, en monumentos recordatorios de una supuesta persecución de inocentes bajo el régimen militar. Pero ésos fueron centros de detención de los más de 20 mil guerrilleros que llegaron a operar en el país entre 1970 y 1973, y cuyo objetivo era dar un golpe armado y transformar a Chile en un estado totalitario, como lo denunciaron los líderes democráticos. ¿Cómo podía derrotarse al terrorismo sin lugares de detención de tan gran número de terroristas? A la vez, la reescritura de la historia permitió esfumar al ejército guerrillero de la memoria colectiva, dejando los centros de detención como testimonio de persecución de inocentes.

Por supuesto, alguien podría trazar otra "Ruta alternativa de la memoria", recorriendo los lugares en que perecieron centenares de víctimas del terrorismo de izquierda. Pero nadie del Gobierno se va a incomodar ni va a gastar en eso. Para algunos, equivaldría a autoinculparse. Para otros, caso del ministro del Interior, cuyo padre fue asesinado por terroristas de la misma izquierda con la cual comparte el poder, sería muy embarazoso.

Esa "Ruta alternativa de la memoria" podría partir en la rotonda Carol Urzúa, recordatoria del intendente asesinado por el MIR; pasar por el monumento a Jaime Guzmán, asesinado por los comunistas, y luego por la rotonda Pérez Zujovic, ex ministro del Interior asesinado por la VOP (Vanguardia Organizada del Pueblo), cuyos integrantes habían sido indultados por Allende antes del crimen. Luego podría alcanzar la avenida Apoquindo, donde el guerrillero mexicano Soza Gil dio muerte a sangre fría al teniente Lacrampette. Aquél se acogió a la Ley de Amnistía del gobierno militar, hoy denegada a los uniformados, para salir libre y retornar a su patria. Y, en fin, esa ruta podría bajar por Santa María hasta el lugar donde cayó, víctima de una bomba del MIR, el teniente Luis Carevic.

Pero esa parte de la memoria del país angosto y ajeno compromete a las más altas esferas del poder y ha sido borrada.

Ojalá nos hubieran quitado sólo memoria. También nos han privado de patrimonio. Pues usted tal vez todavía cree, como le han dicho, que "el cobre es de todos los chilenos". Olvídese de eso. Si bien nunca habría podido vender, como supuesto dueño, ni una mísera acción de la compañía cuprera estatal, en teoría tenía algo. Pero ya no le queda nada. En diciembre del año pasado, el economista Felipe Morandé ("El Mercurio", 18.12.07) advertía que, tras la ley que obligó a Codelco a incorporar a trabajadores subcontratados, la empresa había perdido, por ese hecho, unos tres mil 500 millones de dólares, es decir, entre el 10 y el 15 por ciento de su valor. Pues bien, ahora, con el retorno del precio del cobre a niveles normales, el total de los excedentes de Codelco se ha traspasado a sus trabajadores, "...consumando así la segunda expropiación de la minería del cobre", justo lo que temía el economista José Ramón Valente ("La Segunda", 05.05.08).

Cada día, bajo la Concertación, este angosto país se torna más de ella y, a la vez, más ajeno a la gran mayoría de los chilenos.

Las respuestas pendientes
Gonzalo Rojas Sánchez

Cada vez que aparece un desaparecido, se presenta la oportunidad de reavivar dos preguntas fundamentales sobre el tema.

Ciertamente no son las interrogantes que se hace la izquierda; obviamente ellos tienen las respuestas a esas incógnitas, pero nunca las entregarán.

En primer lugar, ¿los desaparecidos corresponden en buena proporción a las mismas personas que integraban los aparatos militares de la UP y del MIR?

Pascal, uno de los fundadores del MIR ha afirmado que existían "organizaciones populares, milicianas" a las cuales algunos oficiales de la FACH se comprometieron a entregarles armas en caso de golpe de estado. Más aún, agregó que Fidel les había dicho que en esa situación "nos iba a entregar aunque fueran las armas que estuvieran en la Embajada", a lo que el embajador y los oficiales ahí presentes se negaron el 11 de septiembre. De todos modos, relata Pascal, "tuvimos que salir a balazos de ahí, para no quedarnos encerrados. (...) Ellos tuvieron que replegarse, nosotros pudimos hacernos paso".

Pascal sólo ha recordado lo que Corvalán y Altamirano habían dicho con anterioridad, en sordina o a los cuatro vientos.

En efecto, en su informe de 1985 al Pleno del PC en la clandestinidad, el Secretario general de los comunistas había descrito con detalle la organización armada de su entidad: "Nosotros habíamos creado las Comisiones de Vigilancia del partido, cada una de ellas, compuesta por 10 hombres. Observaban una disciplina semi-militar y llegaron a contar con cerca de tres mil miembros en todo el país. Además disponíamos de los grupos chicos, constituidos por cinco personas cada uno, de una edad compatible con el manejo de las armas y para desempeñarse como buenos combatientes dado el caso. El número de grupos chicos era de 200." Unos 4.000 en total, por lo tanto.

Y los socialistas no se quedaban atrás. Según las palabras de Altamirano en un conocido libro-entrevista, el aparato armado del PS lo conformaban "más o menos mil a mil quinientos hombres con armas livianas. No era tan poco si se hubiera coordinado con el aparato militar del MIR que era bastante más importante que el nuestro, con el Partido Comunista que también era mayor y con los que tenían el MAPU y la Izquierda Cristiana." Otros 4.000 sujetos en total, por lo tanto.

Sumando y sumando, estamos hablando de unos 8.000 a 10.000 tipos en armas y con diversos grados de instrucción.

La segunda pregunta es consecuencia de la primera: ¿qué hicieron esas personas, esos 8 a 10 mil tipos, entre el once de septiembre de 1973 y diciembre de 1974? ¿Jubilaron?
A los jueces, no les interesa. Es tarea de historiadores.


Estacionamiento Reservado. El paradigma del privilegio.
Alberto Medina Méndez, Corrientes – Corrientes - Argentina

Intentar estacionar el vehículo en el centro de la ciudad, es una verdadera aventura. Salvo, que uno tome la decisión de hacerlo en algunos de esos escasos y costosos estacionamientos privados. Intentarlo en los lugares públicos es un verdadero desafío.

Se podría pensar que esto ocurre porque el parque automotor supera largamente las posibilidades que ofrecen los microcentros urbanos. Es cierto, pero solo parcialmente.

Es que un grupo de iluminados funcionarios comunales, deciden en cada gestión, en esta, en las anteriores y seguramente en las que vendrán, otorgar discrecionalmente, estacionamientos reservados a diferentes estamentos del poder formal.

El estacionamiento reservado, es ese espacio de nuestras calles del que los poderosos han decidido apropiarse, con vaya a saber que atribución que se han arrogado unilateralmente.

Es probable que este no sea uno de esos temas de trascendencia global. Tampoco debería ameritar tantos renglones. Pero es emblemático y simbólico. Es un asunto secundario en si mismo, que muestra claramente el paradigma de los privilegios.

Al deambular por las cuadras de la ciudad, es simple encontrarse con esos espacios reservados donde estacionan los vehículos del poder. Lugares especialmente demarcados con líneas de color, con ampulosos carteles y claros límites, que indican que SOLO ELLOS pueden estacionar allí. Un verdadero símbolo del privilegio.

Una recorrida muy superficial, nos muestra el estacionamiento reservado para distintas oficinas del Poder Ejecutivo. Cada Ministerio o subsecretaria, cada dirección, ente autárquico u oficina, gozan de este espacio frente a su sede para uno o más vehículos.

El Poder Legislativo también dispone de esos lugares. Obviamente el Poder Judicial no es la excepción. No podía dejar de dar la nota.

También hacen uso de esta arbitraria atribución, el municipio con sus diferentes dependencias. El poder público local no solo hace ese discrecional uso para otorgarles privilegios a los funcionarios públicos, sino que además lo aplica con las organizaciones gremiales. Los representantes de los trabajadores no podían quedar al margen.

Si a esos espacios reservados le agregamos los otros lugares que la administración comunal concede a las motos en algunas esquinas, las cuadras enteras asignadas a los ómnibus que conforman el servicio de transporte público de pasajeros, como así también a las paradas de taxis y remisses, realmente la aventura de estacionar se constituye en una travesía.

El uso y abuso del poder para otorgar privilegios es siempre cuestionable. Podríamos hacer un esfuerzo por entender aquellos casos en los que se involucran cuestiones de seguridad. Tal vez pueda ser el caso de los vehículos de transporte de caudales que deben ingresar o retirar dinero de los bancos. Podríamos hacer nuestro mejor intento por comprender cuando por razones de orden urbano se habilita a los colegios a tener momentos especiales del día para que puedan, los padres y transportes escolares, dejar o retirar a los chicos de los establecimientos escolares. Pero aún así, solo hablaríamos de excepcionales circunstancias, y solo en horarios de saturación o expresa necesidad.



Resulta difícil entender para que precisa un funcionario del poder ejecutivo, legislativo o judicial, tener su vehiculo estacionado en la puerta de su lugar de trabajo. Tampoco parece fácil explicar, para que un jerarquizado empleado municipal, o menos aun un dirigente sindical, precisa estacionar su coche en el frente de sus oficinas.

A la típica vida sedentaria de los oficinistas del poder se agrega ahora su comodidad para evitar la fatiga de conseguir estacionamiento. No sea cosa que deban caminar algunas cuadras o perder sus valiosos minutos para generar resultados a la sociedad que los eligió directa o indirectamente.

A los privilegios del vehiculo oficial y del chofer asignado, se suma así esta otra forma de ostentación del poder.

La paradoja es que se trata de los supuestos defensores de la igualdad. Vaya forma de ejercer esa lucha, auto concediéndose el privilegio de estacionar en la puerta, o lo que puede ser tan grave, gestionando ese privilegio para beneficiarse en forma personal.

Hay que insistir con que este es un tema menor, prácticamente irrelevante, pero tremendamente paradigmático. Si en estas cosas intrascendentes, algunos funcionarios razonan de esta manera, es realmente improbable esperar de ellos criterio, equidad, justicia y sentido común.

El show de los privilegios urbanos se complementa con esos pases especiales que permiten, con solo exhibirlos, superar zonas no permitidas o estacionar en "cualquier lugar". Los periodistas y comunicadores suelen traficar también con esta forma de abusar de los privilegios que algunos de los poderosos de turno, ostentan con absoluta impunidad, como si fueran los absolutos dueños de la ciudad. Solo podemos suponer que esos "favores urbanos" deben tener alguna contraprestación. Eso es solo mera imaginación.
Seguiremos insistiendo en la aventura cotidiana de encontrar un lugar para estacionar el vehículo en los pocos espacios que los ciudadanos comunes tenemos asignados. Son los espacios que "nos quedaron" después de la repartija indiscriminada que han acordado los autoproclamados propietarios de la ciudad con los circunstanciales privilegiados, siempre a espaldas de sus representados.

Tal vez sea tiempo de predicar con el ejemplo. La perdida de credibilidad en la política, en el poder, no es pura imaginería. Tiene sustento en banalidades, que como estas, carcomen las bases de cualquier construcción social, porque vulneran las más elementales normas de convivencia. Usar el poder para abusarse y humillar a los administrados, no parece el camino. Al menos, no es la receta que utilizarían quienes respetan a sus representados y creen férreamente en la igualdad que tanto recitan, pero que tanto les cuesta ejercitar con hechos concretos.

El estacionamiento reservado sigue siendo un tema irrelevante. Pero no hay dudas, que su vigencia, es una pequeña muestra de cómo se ejerce el poder. Sigue siendo aún, el paradigma de los privilegios.


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