jueves, 3 de septiembre de 2009

Tres comentarios de lujo.....

Jóvenes… ¡a inscribirse para votar!,
por Ximena Contreras.

La participación electoral debiera ser una bandera de lucha de todas las candidaturas que hoy se presentan ante la opinión pública, para que todos los sectores de la sociedad, especialmente los jóvenes, sean considerados a la hora de tomar decisiones relevantes para el país. El Instituto Nacional de la Juventud informó que más del 80% de los menores de 30 años no está inscrito en los registros electorales, lo que significa que alrededor de 2 millones 300 mil jóvenes no votan. Con esa cantidad se podría definir cualquier elección.

Este solo hecho debiera movilizarnos y hacernos comprender la relevancia de nuestra opinión en las urnas. Para poder exigir derechos, debemos también estar dispuestos a asumir deberes y uno de esos deberes es el sufragio.

La campaña del Gobierno para incentivar la inscripción electoral de los jóvenes no parece ser la más adecuada: celebrar el «día de la inscripción juvenil» y autorizar a los escolares a faltar a clases para ir a inscribirse no fue algo que movilizara a muchos. La motivación pasa por identificarse con sus intereses, por ejemplo, recurriendo a internet, Messenger, Facebook y tantos otros medios que son parte de la idiosincrasia del mundo en que nos movemos. Es cierto que algunas de esas instancias ya se están utilizando, pero muy tibiamente. El caso es que la campaña gubernamental no parece ser eficaz, considerando los paupérrimos efectos que esas medidas están teniendo en el incremento de inscritos.

¿Qué pasó con la “Revolución Pingüina”? Ahí vimos a jóvenes con ímpetu e inquietudes públicas a quienes sí les interesaba el futuro de su país. Entonces, motivemos ahora la “Revolución del voto”: que esa instancia de participación ciudadana sea la que nos permita exponer, sin carteles ni protestas, lo que queremos para Chile. Es hora de que seamos protagonistas en nuestra sociedad, artífices del desarrollo del país que queremos.

No basta con criticar la realidad en que vivimos, asumiendo posturas apáticas frente a la conducta de los políticos. Es muy probable que muchos no nos veamos reflejados en ellos, pero la única manera de que nuestros reclamos y anhelos tomen valor es entintándonos el pulgar y ejerciendo la soberanía mediante nuestro voto.

La transformación del Ministerio de Defensa.
Guillermo Pattillo, Tomás Duval.
Comisión de Defensa del Instituto Libertad.

Existe consenso en que es necesario dar una nueva estructura al Ministerio de Defensa. Tampoco está en duda que mucho de lo contenido en el proyecto que se encuentra en el Senado representa un avance significativo. El déficit central de la orgánica vigente es que hace en extremo difícil una real conducción de la defensa nacional, al no proveer capacidades críticas a un proceso decisional esencialmente sistémico. Siendo esto entendido por todos, llevar a la práctica la transformación, la mayor en este ámbito en 50 años, ha resultado mucho más difícil de lo esperado.

Al diseñar una organización, el desafío es maximizar la probabilidad de que sus integrantes tengan la información relevante y los incentivos para tomar decisiones adecuadas. El proyecto desarrolla en general bien estos procesos, salvo en un caso: el Jefe del Estado Mayor Conjunto. Como hemos visto, la forma escogida para ese cargo (un comandante en jefe pasaba a desempeñarlo), introducida como indicación a la Comisión de Defensa del Senado, desató una polémica pública (y otra no tan pública) de importancia. ¿Cómo fue posible que después de cuatro años de estudio en el Congreso pasara esto? Esencialmente por un diseño sesgado de los procesos para conseguir un accionar integrado y coherente de las tres instituciones armadas. Quizás con la visión implícita de tener en el largo plazo un comandante en jefe de las FF.AA., se pensó que el jefe del EMC debía ser tanto o más antiguo que los pares institucionales. Esto llevó a insistir en una postura que no tenía el apoyo necesario, ni político ni técnico, y que demandaba, además, una reforma a la Constitución. La creciente oposición llevó al ministro a retirar del Congreso esa reforma, siendo su intención volver a la solución propuesta por la Cámara (el jefe del EMC saldría de una de las cinco primeras antigüedades de cualquiera de las FF.AA.).

Debemos darnos todavía un tiempo para analizar con detención la solución más eficiente para ese cargo, pero dos elementos debieran considerarse: no es necesario que el JEMC sea más antiguo que los comandantes en jefe. El es asesor del ministro y su autoridad deriva de la de éste. Segundo, no existe razón y es inconstitucional que el Presidente deba asignarle la conducción de las fuerzas conjuntas en caso de crisis internacional: es una atribución privativa del Mandatario y no hay base técnica para limitarla.
Mientras tanto, la dictación de la ley orgánica del Ministerio de Defensa, materia sobre la cual hay acuerdo y que es la que verdaderamente importa, no debiera esperar más. Un ministerio con las suficientes atribuciones y diseño adecuado es el mejor camino para avanzar al necesario escenario de actuación integrada de nuestras FF.AA.
Efectos de la descentralización sobre el sistema político,
por Cristobal Aninat.

En Chile las decisiones de política pública se desarrollan en el Estado central, relegando a los gobiernos regionales y locales a un lugar secundario. Parte importante de los desafíos que el país enfrenta, sin embargo, dicen relación con el desarrollo regional y con la capacidad del Estado de satisfacer nuevas demandas ciudadanas. Ello hace necesario avanzar en descentralización.

Los principales candidatos presidenciales, consecuentemente, están promoviendo diversas agendas en este ámbito. Ellas contemplan transferencias de atribuciones y fuentes de financiamiento, fortalecimiento de capacidades de gestión local y modificación de los modos de elección de autoridades locales y regionales.

Es importante hacer notar que las reformas descentralizadoras no sólo tienen efectos a nivel local y regional, sino que pueden generar impactos significativos sobre el funcionamiento global del sistema político: tienden a modificar el balance de poderes hacia las regiones y a abrir espacios para la aparición de nuevos actores políticos con presencia nacional, que a la vez cambien la naturaleza de las relaciones entre los existentes.

De esta manera, efectos no anticipados de reformas aparentemente acotadas pueden generar consecuencias profundas en el sistema global.

En el caso chileno, un ejemplo sería la elección directa de intendentes y consejeros regionales. Esta puede generar oportunidades alternativas para el desarrollo de carreras políticas de alcance nacional. Intendentes elegidos en distritos de igual tamaño que las circunscripciones senatoriales serían candidatos naturales a la Cámara Alta. Ello podría generar parlamentarios que construyeran sus carreras políticas al margen de los partidos nacionales, redundando en la proliferación de colectividades regionales.

En el contexto institucional chileno, con un régimen de gobierno presidencial, un proceso legislativo con quórums calificados y un sistema político basado en dos coaliciones, la proliferación de partidos regionales —fuera de esas coaliciones— introduciría una fuerte incertidumbre sobre el funcionamiento futuro de dicho sistema.

La descentralización es una tarea ineludible para avanzar hacia mayores niveles de desarrollo. Las reformas que se hagan, sin embargo, deben minimizar la posibilidad de efectos no anticipados sobre el funcionamiento del sistema político global.

Acount