domingo, 26 de agosto de 2007

Nuestra mirada al país.


Consideramos lamentable, después de casi 18 años de Gobierno de la Concertación todavía no se percatan de lo que hay que hacer, lo que requiere el país ni lo que necesita el pueblo. Creemos, con todo sinceridad que la coalición de Gobierno esta totalmente agotada y que por el bien del país hay que cambiarla.

No entendemos si todo lo que dicen en sus programas se encuentra sin hacer, si todo lo ofrecieron en campaña, a que se debe que ahora, cuando las cosas les estallan en la cara, solo atinan a hacer comisiones de análisis, que han demostrado ser de una impactante inutilidad, además, sospechamos de un alto costo.

Creemos que es hora de que nuestra Gobernante, la Señorita Michelle Bachelet Jeria, comprenda que el país tiene prioridades y necesidades distintas a las de ella, mientras no entienda esa simple situación, su gobierno será una administración anti democrática y un muy mal gobierno.

Los aspectos sociales son impostergables, aunque ciertamente es impresentable que tenga que ponerlos la Iglesia sobre el tapete porque los políticos solo están interesados en cambios cosméticos al sistema electoral, que permitan pagar a Partido Comunista su apoyo en la segunda vuelta.

Se culpa de las injusticias sociales al sistema y a los empresarios, que sin duda tienen alguna culpa, pero se hace caso omiso de la inmensa responsabilidad del Ejecutivo, un muy mal patrón que fomenta como pocos las extremas desigualdades de nuestra sociedad.

La culpabilidad mas grave que tiene el estado es la de haber “abdicado” de sus obligaciones de propender al bien común, de promover legislaciones que impliquen que todos los chilenos seamos participes del bienestar nacional, se han conformado con asegurar su situación personal.

Si no nos cree lo que decimos, baste meditar en el contrasentido dramático que hemos creado, de tener un Estado rico y poderosa, una clase media asfixiada por las deudas, además de la falta de trabajo, y un proletariado de vida cada vez más miserable. Los índices aplicados hace 20 años ya no están vigentes.

Hoy no ha dejado de ser pobre el que tiene televisor, lavadora y microondas, ni tampoco quien tiene un automóvil, es pobre aquel que no puede sufragar la subsistencia de su familia con su remuneración, el que no puede educar a sus hijos, el que no puede comprar vestimenta o tener una vivienda digna. Ni hablar, del sagrado derecho al descanso o la entretención.

En el Chile concertacionista la democracia se ha transformado en un fraude, pues el electorado no es escuchado, y solo somos citados, cada cierto tiempo a las urnas con el objeto de designar a un monarca a plazo fijo. Se han aferrado al sistema, aunque lo critican, porque no están dispuestos a devolver ninguna porción de poder al pueblo soberano.

La dictadura era mucho más honesta, no trataba como estos, de vestirse con ropaje ajeno. Con dolor, debemos reconocer que hemos sido engañados con el espejismo de una alegría que no llegó y una promesa social engañosa que no tenían interés alguno en cumplir. Son un notable caso de engaño, en el que los únicos que creen el cuento son ellos mismos.

No hacen casi nada, y lo poco que hacen lo hacen sumamente mal, baste ver el Transantiago, la salud o la incipiente escapada de la inflación, que terminará exterminando a las clases medias, pauperizando a los más modestos y eliminando del todo a las moribundas PYMES. Como la mala noticia de la semana, se viene la próxima alza, nuevamente, de la electricidad.

LA CONCERTACIÓN HA SIDO UN FRAUDE PARA LOS CHILENOS
En las próximas elecciones pasémosle la cuenta de sus engañifas.

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