jueves, 4 de octubre de 2007

Fin a los odios internos. El Che, un asesino.

La detención de la Familia Pinochet y sus más cercanos colaboradores.
La “Justicia” chilena demuestra una extraña funcionalidad, que parece complicidad, con las necesidades políticas del Poder Ejecutivo, lo que no debe parecernos extremadamente raro por su dependencia económica y el lobby necesario para obtener los ascensos a los cargos superiores de las Cortes.

Cada vez que los Gobiernos de la Concertación se han visto complicados, sea por la corruptela imperante, por decisiones equivocadas o por la manifiesta incapacidad demostrada, algún Juez con ambiciones saca una resolución bombástica que sirva para desviar la atención de los problemas.

La resolución de Carlos Cerda, de detener a la Viuda del General Pinochet, sus hijos y un grupo de ex colaboradores, sin duda alguna, es la cortina de humo perfecta para distraernos de la escasa popularidad de la Mandatario, las angustias del pueblo, el Transantiago, la desatada Inflación etc.

Cerda, al parecer en el apuro por cumplir las órdenes de la Administración, acusó a la familia del fallecido General del delito de Malversación de fondos públicos, delito que según nuestros Códigos solo puede ser cometido por funcionarios de la Administración Pública, categoría que no tenía ninguno de ellos.

Cerda ha sido permanentemente vinculado, al menos en la voz popular, con el extremismo que asoló a Chile durante el Gobierno Militar. Ricardo Lagos lo propuso para integrar la Corte Suprema el 2005. Lo expuesto, nos explica el resentimiento que demuestra.

Nosotros no creemos en casualidades, pensamos que el Poder Judicial, que hasta ha inventado delitos inexistentes o aplicado leyes no vigentes en el país, es el instrumento de la vendetta marxista, por su derrota, en su connivencia con el poder central, sólo coopera a ampliar su desprestigio.

El Gobierno, aunque no se ha pronunciado sobre el fondo del asunto, pero claramente les resultaba difícil de ocultar la satisfacción. La Presidente, en otro de sus permanente lugares comunes, afirmó que en Chile nadie estaba sobre la Ley, olvidando, talvez como han ocultado la feroz corruptela que vive el país.

Los propios políticos, con sus acciones y omisiones, han desencadenado el desprestigio de una actividad necesaria. Los Jueces, con sus inequidades y denegación de Justicia, son los claros promotores del escaso apoyo que esta vital actividad tiene a ojos de la opinión pública.

Los tribunales están demostrando ser ciegos y sordos a la verdad, pero extraordinariamente permeables a los halagos que provienen desde la casa de Gobierno. Chile necesita Magistrados independientes, que apliquen la verdadera Justicia y que dejen la enfermiza búsqueda de protagonismo.

Se afirma que las instituciones funcionan, pero, lamentablemente los hechos demuestran que el Ejecutivo no marcha, por la manifiesta incapacidad demostrada, el Legislativo es solo un buzón de La Moneda y el Judicial, un escandaloso remedo de una magistratura independiente.

El futuro nacional se ensombrece por la prédica de odios, poniéndonos a la altura de épocas que nadie racionalmente puede querer recordar y mucho menos reeditar. Creemos que esta es otra de las tareas pendientes, que son muchas, de la Primer Mandatario.


5 DE OCTUBRE….
y la alegría no llegó.
El Che, simplemente un criminal, por Gonzalo Rojas Sánchez


Mientras el Metro de Santiago incluye en cada estación el afiche con la siempre odiosa
cara del Che, aviso por el que se convoca a la conmemoración en el Estadio Nacional de los 40 años de su muerte, el porcentaje de aprobación a la Presidenta Bachelet baja al 35%. Y, nos explican, esa debacle se debe en gran parte a la violencia del 11 de septiembre pasado.

Obvio: Los que como Guevara han promovido esa criminal actitud siempre terminan con el verdadero pueblo en contra; y si la Presidenta ciertamente no ha sido la promotora de la violencia, al menos ha sido bajo su mandato (¿mandato?) que Carabineros ha sido desautorizado (y sus miembros, asesinados o vejados) y el crimen político-social ha sido justificado bajo el rótulo del derecho a manifestarse.
Pero el Che sigue en las estaciones del Metro sin que la Presidenta exija su remoción de los paneles; y lo ensalzarán en el Nacional, sin que la Presidenta impida el acto. Obvio, es el Che, es la mítica figura de la liberación y del compromiso, es el intocable en la casta de los revolucionarios, es el pasado de la mandataria, hoy presente en románticos afiches publicitarios y en estridentes poleras.
Pero, ¿fue el Che de verdad el liberador comprometido? Ni de lejos. Álvaro Vargas Llosa lo fusiló de nuevo con 10 tiros un par de años atrás, dejando en claro que Guevara era partidario del capitalismo de Estado, que maquinó la colonización de Cuba por parte de la URSS, que ayudó a arruinar la economía al distraer los recursos hacia industrias que terminaron en el fracaso y redujo a la mitad la cosecha de azúcar, que obedeció a Moscú hasta que Moscú decidió pedirle algo a cambio de masivas transferencias
de dinero a La Habana, que murió precisamente debido a que no pudo "conectarse" con los campesinos, que todo su esfuerzo guerrillero fracasó penosamente, que tenía el hábito de apoderarse de la propiedad ajena, que ejecutó a muchas personas inocentes con su columna durante la última etapa de la lucha armada en Cuba, que
su visión de América Latina era en realidad bastante borrosa, que predijo que Cuba superaría el PIB per cápita de los Estados Unidos para el año 1980...

Y también el 2005, Humberto Fontova en su chispeante libro Fidel, el Tirano favorito de Hollywood, especificó que fueron entre 568 y 1.897 las personas cuyas ejecuciones comandó directamente el Che, sin que hubiera intento alguno de su parte por ocultarlo, ni antes ni después.

Ya anunciaba esa intención en sus Diarios de Motocicleta, al afirmar que "loco de
furia, impregnaré mi rifle de rojo mientras destrozo a todo enemigo que caiga en mis manos; me expando al oler la pólvora y la sangre; con las muertes de mis enemigos me preparo para la lucha sagrada y me uno al proletariado triunfante con un grito bestial" (Ciertamente Refdford dejó este pasaje fuera de la película).

Y ya en su madurez criminal, volverá a fundamentar sus intenciones, con sentido
pedagógico: "El Odio implacable hacia el enemigo nos impele por encima y más allá de las naturales limitaciones del hombre y nos transforma en una efectiva, selecta y fría máquina de matar." La perspectiva de esta docencia era continental: "Haremos en América, uno, diez, cien Vietnams".

Chile recibió también altas dosis del odio que trasmitía por sus correas de metal la
máquina guevarista. Miristas, socialistas y comunistas, en ese orden, lo idolatraron más o menos abiertamente y lo imitaron más o menos eficazmente. De esas criminales acciones da cuenta nuestro libro La agresión del Oso, Intervención soviética y cubana en Chile. Y así hasta hoy, hasta las portadas de Punto Final y de El Siglo, hasta el acto del Nacional.
Sí, gracias a Chiledeportes y al Metro, miles de chilenos acudirán al Estadio Nacional a conmemorar la muerte de unos de los mayores criminales de la historia de América. Y a la salida ¿qué se puede esperar? No sabemos si volarán las piedras; sí, por cierto, se diluirán aún más las escasas adhesiones al Gobierno.

El Che volverá a ser el peor compañero de ruta posible.

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