miércoles, 25 de junio de 2008

Debate educacional: (I) Condiciones olvidadas

Debate educacional: (I) Condiciones olvidadas
Gonzalo Vial

El publicitado debate y votación de la LOCE en la Cámara tiene un solo, aunque importante, aspecto positivo: aleja la amenaza de entregar la educación gratuita al monopolio o semimonopolio del Estado, sea directamente o a través de las municipalidades.

Algunos creen que eso, por arte de magia, la mejoraría. Naturalmente no es así. No ha sido así, históricamente, en Chile. El año 1920 dictamos con grandes fanfarrias la Ley de Instrucción Primaria (Básica) Obligatoria. Desde su vigencia, dijimos, todo niño en edad de recibirla, la tendría sin costo, quisiéralo o no. El Estado quedaba OBLIGADO a dársela gratuitamente, y sus padres OBLIGADOS a que la recibiera. Durante casi medio siglo, nos llenamos la boca, nacional e internacionalmente, con la maravilla de Chile, donde por la acción del Estado no había niño sin la opción de básica gratis. Treinta y nueve de estos casi cuarenta y cinco años nos gobernó la centroizquierda. En 1965, sin embargo, se hizo la prueba de efectivamente abrirles la puerta escolar a todos los potenciales beneficiarios de la básica gratuita. Resultado: un tercio de ellos, 800.000 niños, no la recibían ni la habían recibido nunca. ¿Por qué? Porque el Estado no ponía los recursos necesarios al efecto.

La centroizquierda del 2008 quiso reeditar la misma fantasía. Afortunadamente no lo obtuvo... por el momento. Los ideólogos nunca cejan, ni descansan.

Ahora, se espera que la Alianza y la Concertación sigan cumpliendo su Acuerdo Educacional del año pasado, cuyo objetivo es mejorar la «calidad» de la enseñanza gratuita, básica y media.

El Acuerdo funda sus esperanzas en que persigan dicha calidad... ¿quiénes? No los establecimientos municipales y particulares que hoy, con mucho esfuerzo, dificultades y falta de recursos, imparten esos niveles de enseñanza. Sino CINCO organismos «públicos» (léase estatales) que fiscalizarán a los referidos establecimientos. De los cinco, dos son antiguos y nunca han servido para nada: el ministerio del ramo y el Consejo Superior de Educación; se anuncia su «reforma» y «reforzamiento». Un tercero existe desde 2006, la Comisión Nacional de Acreditación Superior, de la cual se espera que «modernice» las pedagogías básica y media, pero hasta el momento no lo ha hecho. Y los dos organismos fiscalizadores restantes son NUEVOS, ENTERAMENTE NUEVOS... frutos del Acuerdo Educacional Gobierno/Oposición. Uno es una «Superintendencia de Educación» y el otro una «Agencia de Calidad», para asegurar y certificar ésta en los niveles básico y medio.

Esta jauría de organismos estatales corriendo tras los educadores, ¿sería útil, EN CONDICIONES NORMALES?



Lo dudo mucho, pero es inútil discutirlo por el momento, pues las condiciones de la básica y media gratuitas, en Chile —que constituyen el 90% del total de esos niveles educativos—, NO SON NORMALES. Mientras no lo sean, los establecimientos respectivos no tendrán calidad mínima, por ende ni los cinco fiscalizadores juntos, ni cualquiera de ellos, conseguirán que la tengan. Desgraciadamente, el Acuerdo Educacional nada dice de esta ausencia de condiciones normales.

¿Cuáles son ellas, cuya ausencia impide absolutamente la calidad en la enseñanza, y hace de los cinco entes fiscalizadores simples e inútiles almácigos de burócratas?

Me da vergüenza hablar de esto DE NUEVO, porque: 1) vengo haciéndolo hace diez, quince años; 2) mis lectores —los que han durado tanto— están ya, con el tema y su repetición, «más arriba del paracaídas» (como decía Pinochet) o «hasta la coronilla» (como dice el vocero de gobierno" cada vez que se descubre un nuevo hurto de dineros fiscales; y 3) porque a mí mismo me aburre, sobre todo porque no verán mis ojos ningún progreso de la enseñanza. Se crea el pretexto perfecto para el inmovilismo: hay que esperar que los cinco fiscalizadores estén funcionando, y darles un tiempo para mostrar resultados... Lo mismo que dijeron de la Reforma Educacional de la Concertación, hoy totalmente olvidada y archivada y que —cualesquiera hayan sido sus méritos o deméritos— NO PODIA HABER TENIDO EXITO, porque faltaban ...pues, lo de siempre, las “condiciones normales”.Veámoslas, una vez más (¡paciencia!):

PRIMERA. Que la subvención escolar alcance el monto MINIMO para conseguir una calidad MINIMA. Este monto es el doble del actual. La subvención especial a los alumnos “vulnerables” no soluciona en absoluto el problema porque, obviamente, debe AÑADIRSE A LA MINIMA.

Lo curioso es que, poco a poco, esta verdad: la subvención mínima, doble de la actual, ha ido penetrando en los cerebros. En la última COSAS, lo afirma el candidato presidencial de Renovación. Y el domingo recién pasado hace lo mismo en “El Mercurio”, el experto máximo de la educación concertacionista.

Pero, me pregunto estupefacto, si se acepta que la educación gratuita se financia hoy por el Estado —su único proveedor de fondos— con apenas la MITAD de lo que necesita... ¿qué sentido común y éxito esperable pueden tener los cinco briosos fiscalizadores del Acuerdo Educacional? ¿Qué sacarán con exigir calidad? Misterio.

Yo entiendo esta inconsecuencia en el columnista que escribe sobre la «calidad de la educación», aquí mismo, ayer. Alaba la futura Agencia de Calidad (existe, dice, en Nueva Zelandia, vaya, ¿qué más podríamos pedir?), y lanza un dardo contra las “fuerzas conservadoras” que la resisten. Pero ¿cómo exigirá y certificará NUESTRA Agencia la calidad de quienes, todos los establecimientos gratuitos chilenos, cuentan sólo con la mitad de los recursos mínimos para enseñar? El columnista no lo explica, pero yo no se lo reprocho, porque evidentemente no conoce el problema de los recursos. Es decir, no sabe de qué habla, pero en Chile eso tampoco es raro tratándose de educación.

Mas, en cambio, el experto concertacionista de “El Mercurio” sabe perfectamente de los recursos, así que —de su parte— es inexplicable silenciar que son PREVIOS a la fiscalización, la calidad, la «Agencia», la «Superintendencia», etc.

Quizás por eso insinúa una “solución” simpática. Anota que la subvención corriente subió este año 15%, y que si sigue incrementándose cada año en igual porcentaje, muy luego —siete años apenas... una bicoca— llegará al mínimo aceptable. Aparte de que no existe ese compromiso de alza anual, el experto olvida un detalle: que del 2007 al 2008 la subvención corriente aumentó, en efecto, un 15%... pero en igual período la moneda se depreció un 8%. Así que el aumento REAL de la subvención corriente fue de sólo 7%. A este ritmo, alcanzaría su nivel mínimo en catorce o quince años. ¿No será un poco lento? ¿Y qué harían mientras tanto los cinco entes fiscalizadores?}

SEGUNDA CONDICION NORMAL. Que la dirección de un establecimiento municipal tenga moderada libertad para formar su equipo, nombrar profesores, sustituirlos, asignarles incentivos, mover fondos, etc. Hoy no tiene la más mínima, por obra del Estatuto Docente.

Gracias a Dios, el experto concertacionista —el domingo pasado—, me parece que por primera vez, reconoce la necesidad imperiosa de esta reforma, aunque sea enfrentando al Colegio de Profesores.

Gracias a Dios, digo, pero, mientras tanto, mientras el Estatuto Docente SEA LO QUE ES... ¿qué podrán exigirles los cinco fiscalizadores al maniatado director de escuela o liceo municipal, en materia de calidad?

TERCERA CONDICION NORMAL. Que se modifiquen el currículo (planes y programas) y sus CMO (Contenidos Mínimos Obligatorios).

Hoy se hallan inflados con materias inútiles o prescindibles, de modo que es universalmente sabido que sólo cabe enseñar cada año y cada ramo, entre un 50% y un 75% del programa respectivo y sus CMO. Esto distorsiona no sólo la enseñanza, sino la PSU, inutilizándolas.

Pero el Acuerdo Educacional omite también el tema, salvo en un párrafo enigmático.El establecimiento, dice, podrá dedicar un 30% de sus horas a pasar programas propios, además de los CMO oficiales. Si para éstos no alcanza el 100% del tiempo, ¿cómo podrán enseñarse razonablemente en el 70%? Otro misterio.

Es por esto que el Acuerdo Educacional, suponiéndolo aceptable, será una desilusión más, y nueva excusa de la inefectividad, si no se cumplen previamente las tres condiciones señaladas. Ante ello, silencio. Nadie propone soluciones, pero sí múltiples excusas y consuelos. Los dejamos para la próxima columna.

Acount