sábado, 29 de agosto de 2009
Diez preguntas para la comisión de cancilleres que visita Honduras en nombre de la OEA.
viernes, 28 de agosto de 2009
Los mapuches, el iceberg y los camiones, por Leonidas Montes.

Aunque Chile tiene una gran deuda con la cultura mapuche, claramente hay grupos organizados que perjudican la noble causa de este pueblo. Hemos sido testigos de casas destruidas, infiltrados terroristas, predios atacados, escuelas incendiadas, fiscales baleados, tala ilegal de bosques, carreteras con tráfico interrumpido, etc. Existen atisbos de una crisis del Estado de Derecho en la Araucanía... ¡Si esta crisis incluso llegó hasta el Congreso! Se lanzaron papeles en el hemiciclo que, arrugados por un par de garabatos, volaron de vuelta. Tal es la magnitud del problema que se acaba de anunciar una nueva política indígena a cargo del ministro Viera-Gallo.
Desde la perspectiva de las políticas públicas hemos priorizado los subsidios y la restitución de tierras. En los últimos 20 años, el Estado ha entregado 650 mil hectáreas a los mapuches (para que se haga una idea, Tompkins tiene unas 500 mil hectáreas). Y se han invertido cuantiosos recursos a través de la Conadi. Estas políticas paternalistas no han dado resultados. Además, han derivado en claros incentivos perversos. Ya han aparecido denuncias de irregularidades en los subsidios y compras de predios. La política de compras —pagar para evitar conflictos— ha sido un buen incentivo para aumentar la violencia y los precios. Sin embargo, la ministra Carolina Tohá, entre compungida y sorprendida, nos mostraba un gráfico revelador. Como para no creerlo. Imagínese Ud. que los precios de las tierras en la Araucanía han subido un 300%. Todo esto sería responsabilidad del capitalismo y los viles especuladores.
La exhaustiva encuesta que realizó el CEP en 2006 muestra que los mapuches vinculan su cultura principalmente al lenguaje y al apellido. El Estado, en cambio, se ha enfocado principalmente en el tema de la propiedad de las tierras. Esta estrategia pone el foco en lo rural, donde hoy vive sólo un 30% de los mapuches. La mayoría —el 70%— está en las ciudades. Pese a todos los esfuerzos, la migración de mapuches a zonas urbanas aumenta año a año. Así como nuestros jóvenes dejan los colegios municipales para cambiarse a particulares subvencionados, muchos mapuches dejan las zonas rurales y parten a las ciudades. En ambos casos, y esto es muy humano, se buscan mejores oportunidades.
Un reciente estudio muestra que la Región de la Araucanía es la más rezagada en términos de PIB per cápita. También presenta la mayor desigualdad y los mayores índices de pobreza. La población mapuche posee bajos niveles de escolaridad, altas fluctuaciones en sus tasas de participación en el mercado del trabajo y un alto nivel de informalidad laboral. Y son los resultados más bajos del país en el Simce. Los 250 mil mapuches que viven en la IX Región son en general pequeños propietarios, pero la productividad de sus predios es muy baja.
Algunos piensan que la firma de convenio 169 con la OIT será la solución. Sin entrar a discutir su contenido, el sentido común nos exige preguntarnos por qué países tan conscientes de los asuntos étnicos, como son Nueva Zelandia, Australia y Canadá, no firmaron dicho convenio. El problema es muy profundo y no se soluciona traspasando más terrenos ni firmando convenios.
Pasa el tiempo y vemos cada vez más violencia y pocas posibilidades para el desarrollo social y económico del pueblo mapuche. El ministro Viera- Gallo, en el seminario “Derechos culturales” —organizado por la UAI—, realizó una excelente exposición del tema. Se preguntaba por qué Chile llevó un iceberg a Sevilla. Al lado, en cambio, Nueva Zelandia estaba representada por los maoríes. Y un destacado experto en el tema contaba que un dirigente indígena del norte le había preguntado “¿por qué cree usted que aquí no quemamos camiones?”. La respuesta fue contundente: “porque los camiones son nuestros”. Ambos tienen un punto.
martes, 25 de agosto de 2009
Araucanía: construcción de un conflicto, por Joaquín Fermandois.

La sociedad humana es y será siempre compleja, henchida de problemas y fracturas potenciales. Escogemos entre reparar sus grietas o profundizarlas. La fe en la revolución se revistió de esta última característica (el advertising a veces es lo mismo, más sigiloso). Si en un lugar determinado no están dadas las cosas para una revolución, hay que “crear las condiciones”. Se organiza un grupo abnegado, dispuesto a cualquier medida que atemorice. Impulsa la violencia razonada, nada de tonta muchas veces, cuyo propósito es ir provocando, para que aparezca más visible la violencia “represora”, hasta que el público se muestre más indignado con la “violencia institucionalizada”, y no con los que manejan los hilos que la originan. Una vieja historia. Esta fase puede durar mucho tiempo. Pol Pot (Khmer Rojo) y Abimael Guzmán (Sendero Luminoso) trabajaron por años con paciencia y rigor en crear las condiciones. El primero comenzó con lanzas de bambú, en un remoto rincón de la selva. Era parte de un proceso de “mentalización”, que tiene la mayor importancia operativa, para disciplinar el estado de ánimo de sus “luchadores” acerca de la justicia de su causa, lo correcto de los métodos y el valor de la estrategia de largo plazo. Ésta es la base de la guerra de guerrillas, en algunos textos perfumada como “conflicto de baja intensidad”, casi siempre sazonada con simple terrorismo.
Pues bien, esto es lo que en potencia tenemos en la Araucanía, con insospechadas proyecciones en el tiempo y en el espacio. Para colmo, como no es un tema puramente chileno, sino que parte de una atención global —y una moda—, que es la razón de por qué existe acá con la virulencia que contemplamos, nos la tendremos que haber con un conflicto internacional. Después de la intervención de la OTAN en Kosovo en 1999, esto es de temer por sus consecuencias de largo plazo.
¿Se exagera el grado de militarización del conflicto? Hay un falso dilema entre soluciones políticas y de seguridad. El problema tiene al menos otros dos aspectos. Uno de ellos es político-cultural, o la incorporación subjetiva de los descendientes de indígenas, con sus propios rasgos, a la comunidad nacional, en su inmensa mayoría mestizos, como lo ha señalado Sergio Villalobos. Para ello debe surgir dentro del mundo de origen mapuche un liderato que supere el marco avaro de la reivindicación. El otro es el socio-económico, para lo cual se han dado suficientes razones acerca del tema de la pobreza. Entre otros cuellos de botella, al igual que con la reforma agraria, hay que entender que el puro reparto de tierra no sólo no soluciona nada, sino que agrava las cosas.
Los tres aspectos (seguridad, cultura y política, pobreza) no están relacionados por una cadena de causa-efecto, aunque ciertamente se potencian entre sí. Lo que le ha otorgado el rostro de “conflicto” es precisamente el carácter de “construcción” (como les place decir a los teóricos de las minorías) de un enfrentamiento, como “agudización de las contradicciones” en la tradición del leninismo.
Ello da fuerza a líderes que sólo prosperan en esa atmósfera, y moviliza a jóvenes ardorosos y sacrificados, lo que no le da nobleza ni sensatez a su causa —pero es lo que esta táctica hace creer—. Como se ha visto tantas veces, este camino no les trae ningún bien a los grupos concretos, en su vida cotidiana de hombres y de mujeres, aunque crea seudohéroes y lleva a una ruina económica segura a una región del país. Le acuna un conflicto interno y externo a Chile.
Sólo una creatividad política que no ha existido nos podría librar del atolladero al que al parecer nos encaminamos inexorablemente.
miércoles, 19 de agosto de 2009
¿Iglesia “devaluada”?, por Gonzalo Vial.
Una encuesta de marcas (!) e instituciones indica un “importante deterioro en la imagen de la Iglesia chilena”. Ha provocado varios análisis, la mayor parte venidos de personas que —por respetables motivos— están incómodos con la Iglesia.
Todas dicen cosas parecidas. Por ejemplo, un conocido y reputado experto estadístico, en la revista Sábado del 8 de agosto, cree que está “fallando... el diálogo de la Iglesia con su pueblo”, por la “excesiva concentración” que su “discurso oficial” pone “en los temas de la moral sexual”. Ejemplo: “la fatigosa discusión de la píldora del día después y el aborto terapéutico”. Echa de menos “una voz de ayuda y guía para los conflictos de las familias en un país en que dos de cada tres niños nacen fuera del matrimonio tradicional... ¿Qué ofrece la Iglesia a esta mayoría de seres «irregulares»...?”. Halla sin embargo el analista “señales recientes al interior de la Iglesia (que) dan esperanzas sobre el futuro”. Una, la encíclica papal Caritas in Veritate. Otra, “la voz de importantes autoridades eclesiales, como la del cardenal Carlo María Martini”, pidiendo reformar “la enseñanza tradicional sobre el control de la natalidad, el celibato, la relación de la Iglesia con las familias divorciadas”.
Las apreciaciones anteriores muestran, creo, desconocimiento de lo que la Iglesia cree ser su naturaleza, su papel y su mensaje. Obviamente, esto solamente obliga y es oponible a los católicos. Pero los demás no pueden pedir que —para complacerlos— la Iglesia se comporte fuera de esa convicción, que dura ya veinte siglos.
El punto de partida de la Iglesia es la divinidad de Cristo, y que éste vino a salvarnos a través de su encarnación, vida, pasión, muerte y resurrección. «Salvarnos» consiste en que lleguemos a compartir la vida de Dios, lo cual exige del hombre seguir a Cristo. Y seguir a Cristo no significa encandilarnos emocional o sentimentalmente con él —aunque puede suceder y no es negativo en sí mismo—, sino obedecer sus mandamientos, seguir el modelo de conducta humana que plantea en el Nuevo Testamento. ¿A qué fin, si no, lo hubiera formulado Cristo? ¿Sería indiferente cumplirlo o no, para entrar con él a la vida divina?
Ahora bien, Cristo ya no nos acompaña físicamente, y desde que nos dejó se necesitaba —como se sigue necesitando hoy— alguien con potestad para declarar y aplicar esos mandamientos suyos en los nuevos tiempos y a las nuevas circunstancias. Cristo no habló, v.gr., de globalización, ecología, desarrollo sustentable, bioética, etc. —¿cómo podría haberlo hecho?—, pero su mensaje conductual se aplica a dichos temas, tan contemporáneos, porque vale para TODA conducta del hombre.
La entidad con MAGISTERIO para declarar y explicitar el mensaje de Cristo hasta que vuelva fue efectivamente fundada por El, quien le confirió esa atribución, según señalan los libros neotestamentarios. Es la Iglesia Católica de hoy, cuya continuidad con la de Cristo resulta históricamente indiscutible. Por lo demás, las otras religiones cristianas no reivindican el magisterio ni aceptan exista ninguno.
El Concilio Vaticano I, el siglo XIX, definió los precisos requisitos y procederes para dejar establecido QUIENES , COMO y EN QUE MATERIAS (exclusivamente de fe y de moral), dentro de la Iglesia, podían ejercer el magisterio suyo, que para los católicos es el de Cristo.
Esta larga digresión resulta indispensable para entender que el «discurso oficial» de la Iglesia no se guía por encuestas, ni por el favor mayoritario de un momento, ni por opiniones particulares —aunque sean “importantes”—, sino por el magisterio que a ella y sólo a ella toca, y que ha declarado acorde a sus propias reglas.
En la Historia, no son pocas las veces que los fieles, de hecho, se han apartado masiva o cuando menos significativamente del magisterio de la Iglesia, y ella —sin embargo— no ha podido dejar de proclamarlo. Porque, según entendía, un silencio suyo hubiera negado el mensaje de Cristo. Habría sido fácil y en apariencia exitoso no tocar ciertas llagas... pero era moralmente imposible para la Iglesia. Algunos ejemplos:
1.Durante medio siglo, desde León XIII (Rerum Novarum) hasta Pío XI (Quadragesimo Anno), la Iglesia difundió su «doctrina social», el mensaje de Cristo aplicado al funcionamiento de la sociedad, y en particular a las relaciones de empleadores y trabajadores, y derechos de estos últimos. Los pontífices siguientes continuarían haciéndolo.
En Chile, un sector importante de patrones católicos, imbuido de liberalismo, resistió sordamente, los años ’30 y ’40 del siglo pasado, la «novedad» de las primeras encíclicas sociales. Cuando el arzobispo de Santiago, José María Caro, recordó, citando Quadragesimo Anno, el derecho de los campesinos a sindicalizarse, fue criticado enérgicamente por ese sector (1939). Y de hecho no habría aquí sindicatos campesinos sino en 1967.
Mas no sólo los patrones resistían la doctrina social de la Iglesia. La Izquierda la acusaba de «amarilla», «apatronada», por defender la libertad de afiliarse o no al sindicato (fue el mayor cargo que hizo a la ASICH, del Padre Hurtado). Unicamente el sector campesino, al constituir el año 1967 sus sindicatos, tuvo libre afiliación. No menguó ella la efectividad de éstos. Posteriormente, la presidencia Pinochet generalizó la libertad sindical (1980).
Hoy pocos la discuten. Y ningún patrón católico, el derecho a sindicarse. La Iglesia tenía razón.
2.Durante el régimen militar, la Iglesia fue inalterable y enérgica defendiendo los derechos humanos, a comenzar por el primero y más esencial, el de vida. Los católicos partidarios del régimen, en general, no fuimos suficientemente decididos para apoyar esa actitud de nuestros obispos. Incluso, no raras veces, la criticamos. Nos quedará la inquietud —si no queremos llamarla remordimiento— de nuestra desidia, y de sus graves consecuencias. Pues la Iglesia, de nuevo, tenía razón, aunque esos días pareciera protagonizar una quijotada inútil.
3. ¿Y qué decir de la recién librada y perdida batalla de la Iglesia contra la ley de divorcio?
Dijo que esa ley desvalorizaría y destruiría el matrimonio, y así está sucediendo. Desde su vigencia, las disoluciones planteadas suman más o menos el 50% de los enlaces legales ocurridos en el mismo plazo. Simultáneamente, éstos disminuyen año tras año, a la par que aumentan los hijos nacidos fuera de la institución, hasta alcanzar el porcentaje (66%), raro en el mundo, que anota el mismo artículo que comento. De modo paralelo, crecen vertiginosamente los problemas de abandono del hogar; de pensiones alimenticias míseras y de todos modos impagas; de violencia intrafamiliar por la anarquía parental; de hijos que —desprotegidos— caen en la deserción escolar, los vicios y la delincuencia. Y fracasa de un modo completo, abismante, la «justicia de familia» que (se dijo) obviaría todas estas dificultades...
Tampoco ahora los católicos fueron unánimes para apoyar y ayudar a su Iglesia.
Legisladores de esa fe no sólo votaron sino que impulsaron el divorcio, contra el mandato formal y taxativo de Cristo: “Lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”. Y no faltaron sacerdotes para escribir justificando aquella aberración. Objetivamente, sin embargo, fue peor, por su trascendencia, la postura de la única revista de pensamiento católico que existe en Chile: durante el último y álgido año de discusión doctrinaria y parlamentaria de la ley de divorcio, NO DIJO UNA SOLA PALABRA SOBRE EL TEMA.
Ha de haber sido amargo para la Iglesia ese abandono. Pero debía hablar, y habló. Como en los ejemplos anteriores, el tiempo le dará —ya le está dando— la razón.
El artículo de Sábado que he analizado contiene otras expresiones, arriba copiadas, que confirman el desconocimiento de lo que piensa la Iglesia. Por ejemplo:
A) El debate sobre el aborto terapéutico y la píldora del día después —dice— es “fatigoso” y de “moral sexual”. Pero en absoluto tiene que ver con ésta, sino con el DERECHO A LA VIDA, tan “fatigoso” de discutir como si se aplica los asesinatos de la DINA o la CNI.
B) La Iglesia nada reprocha ni puede reprochar a los nacidos fuera de matrimonio. En rigor, les da mayor acogida y cariño que a otros venidos al mundo en condiciones más favorables. Jamás los ha llamado “irregulares”. La “voz de ayuda y guía para los conflictos de las familias” no ha faltado ni falta a estos niños, pero sin que la Iglesia pueda silenciar que muchos de esos conflictos se relacionan con la falta de matrimonio, con el «emparejamiento» casual y frágil de sus padres, que es responsabilidad de éstos, no de los hijos.
C) La relación de la Iglesia con “las familias divorciadas” admite (supongo) mucha mejora, pero no, desgraciadamente, la que la mayor parte de ellas querría: el reconocimiento eclesial de la disolución del vínculo anterior. Pues el mandato del fundador, vimos, es claro, y el magisterio no puede desconocerlo... digan lo que digan las encuestas.
Tomado de Diario La Segunda.
martes, 18 de agosto de 2009
Un comentario que vale la pena revisar....
Así como el amarillo de los aromos cubre el campo en los meses más fríos del invierno, cuando la economía nacional se debate todavía en plena recesión, comienzan a surgir señales esperanzadoras. ¿Qué tan próxima está la primavera?, ¿cómo impulsar una reactivación económica vigorosa?
Todavía no conocemos los resultados oficiales del segundo trimestre. Pero todo indica que el producto interno bruto completó su cuarto trimestre consecutivo de caída, la que totalizaría más de 4% a lo largo del período.
Sin embargo, la buena noticia es que hay síntomas que la caída de la producción y el empleo se ha detenido; que las ventas de diferentes rubros han iniciado tímido repunte. Esta vez, a diferencia de lo que nos ocurrió con la traumática crisis asiática y de lo que sucede ahora en Estados Unidos o Europa, la recesión no deja heridas graves y de larga curación. Gracias a los bajos intereses, no hay grandes daños que reparar en el estado financiero de las empresas y bancos. Gracias a los ahorros prudentes y visionariamente acumulados, la expansiva política seguida este año no ha dañado la sólida posición financiera del Fisco. Por eso, los aires primaverales han sido muy bien recibidos por los mercados. Chile tiene buenas condiciones como para levantarse con agilidad de la recesión y, bajo una conducción acertada, volver a correr.
Desde luego, la principal fuente de optimismo es el término de la gran recesión global. Gracias al Asia —con China a la cabeza— la economía mundial parece haber topado fondo ya en el trimestre pasado. Estados Unidos y Europa van algo más retrasados. Las bolsas están paulatinamente recobrando el terreno perdido. Alentados por las expectativas que despierta China, los precios de las materias primas han vuelto a encaramarse a las alturas. Todo esto configura un escenario auspicioso para Chile. Específicamente un cobre sobre dos dólares por libra anticipa un nuevo auge de inversión minera, con positivas consecuencias sobre la economía nacional. Las restantes exportaciones, aunque todavía debilitadas, serían beneficiadas por la reactivación mundial. Pero, una cosa es que el mundo deje atrás la recesión y otra que recobre el dinamismo que traía antes de la crisis. La convalecencia financiera de Estados Unidos y Europa será larga, algo que China, por sí sola, no podrá contrarrestar. Aunque hoy soplan mejores vientos, para impulsar una reactivación verdaderamente vigorosa de la economía nacional deberemos basarnos en nuestros propios esfuerzos.
Un factor crucial en la reactivación serán nuestras exportaciones. Aunque el nuevo escenario mundial las favorece, y es necesario reforzar su capacidad competitiva en variados campos, para que las exportaciones no mineras recuperen su dinamismo es insuficiente el actual valor real del dólar. Ha sido un error del gobierno financiar el déficit en moneda nacional ocasionado por el aumento del gasto y la caída en la recaudación tributaria, con sus ahorros en el exterior. A futuro, será necesario circunscribir el uso de esos fondos sólo a la estabilización de los ingresos fiscales provenientes del cobre y utilizar el endeudamiento interno de corto o largo plazo para cubrir las necesidades del presupuesto fiscal en moneda nacional.
Como es sabido, la política fiscal ha sido fuertemente expansiva durante este año. En las próximas semanas se darán a conocer los parámetros básicos para la configuración del presupuesto fiscal del próximo año. Todo parece indicar que su signo será restrictivo. Después de un incremento del 15% real en el gasto público durante este año, es probable que para el próximo se contemple sólo un aumento en torno a 3% real. Además, cabe esperar el restablecimiento del impuesto al crédito (suspendido por este año) y la normalización del sistema de pagos provisionales de impuestos por parte de las empresas (temporalmente reducidas por este año). En conjunto todos estos factores representarían un giro contractivo en la política fiscal de más de 1% del PIB.
El único modo de impedir que la desactivación del impulso fiscal resienta la marcha de la economía, es con un sector privado motivado y pujante. En ello un factor clave es la política monetaria. El Banco Central ha hecho bien en bajar drásticamente las tasas de interés e indicar su intención de mantener el impulso monetario por un tiempo prolongado. Aunque la polémica reciente pareciera sugerir lo contrario, los datos oficiales muestran que el costo del crédito de corto plazo —esto es, el principal componente del crédito bancario, el financiamiento del capital de trabajo— ha respondido bien, opera hoy con tasas promedio de interés nominal muy bajas y márgenes similares a los observados antes de la crisis. Desgraciadamente, la abrupta extinción de la inflación se ha traducido en un contraproducente incremento del costo del crédito en términos reales. Pero, es probable que ello sea pasajero. Mientras tanto, el financiamiento de largo plazo, orientado a solventar las expansiones y adquisiciones empresariales, que estuvo tan restringido a fines del año pasado, se ha normalizado rápidamente en cuanto a tasas y volúmenes gracias a nuestro amplio mercado de capitales. Cabe señalar que los intereses de largo plazo son sólo parcialmente influidos por las acciones del Banco Central, pues en ellos intervienen factores tales como las colocaciones de deuda pública, las condiciones del crédito externo y las expectativas.
Los créditos a personas, destinados a la adquisición de viviendas o bienes de consumo, han sido afectados por la incertidumbre respecto a la capacidad de pago de los deudores y mantienen condiciones de acceso o de costo todavía más restrictivas que antes de la crisis. Cabe hacer notar que el endeudamiento de los hogares en Chile se duplicó en los últimos 10 años, gracias a la ardua competencia entre entidades bancarias y no bancarias, dedicadas al crédito de consumo. La pausa que hoy se observa en la expansión crediticia hacia las personas es perfectamente normal en la presente etapa del ciclo económico.
Para una reactivación vigorosa de la demanda de consumo y de inversión por parte de las personas y las empresas hace falta algo más que crédito barato. Es necesario construir un clima de confianza en el potencial de crecimiento de la economía chilena, en las fortalezas de su modelo económico, en su capacidad de salir adelante.
lunes, 17 de agosto de 2009
Dos comentarios excepcionales.....
"Dime con quién andas y te diré quién eres". ¿Qué podríamos concluir si aplicáramos este dicho popular a Eduardo Frei? Probablemente tendríamos que afirmar que el candidato oficialista se está pareciendo cada vez más a un camaleón; esto es, que va cambiando su identidad, o al menos su colorido, cada vez con más frecuencia, dependiendo de con quién esté, o de quién lo presione más.
No es raro que eso ocurra cuando los grupos que lo apoyan tienen agendas y miradas programáticas tan distintas. Desde luego, hay diferencias importantes entre Océanos Azules, el comando y los partidos concertacionistas. Pero también las hay dentro del propio comando, y para qué decir entre los partidos. Ya hemos sabido de las disputas entre Halpern y Burgos, o entre Burgos y Auth, o entre Gómez y Saa, y para qué seguir. Que sí al tema tributario, que no; que sí a la energía nuclear, que no; que sí a Aisén, que no; que sí a la agenda progresista, que no.
Hasta ahí, el juego clásico de la política -y no sólo de ella-, particularmente cuando el candidato está debilitado. Sólo que en este caso se da un componente que lo hace más peligroso: Guido Girardi. Una vez más, el senador PPD vuelve a la primera línea de la política, demostrando que no sólo es un luchador con aguante, sino que, además, ostenta un enorme poder. Porque parece que ningún golpe le hace mella y, cual mono porfiado, vuelve a levantarse. No bastó el abuso en contra de un carabinero que intentó pasarle un parte en 1996, ni las 24 mil cartas de campaña financiadas por la Cámara en 2002, ni su turbia participación en el caso Spiniak conminando a un menor a declarar falsedades deleznables en 2003, ni las facturas falsas de Publicam en 2007, ni otro abuso de poder en contra de dos carabineros por el que fue reprendido oficialmente por sus propios pares en 2008. No, nada de esto ha sido suficiente.
Es que Girardi resulta ser de aquellos hombres que ve la política como un gran tablero de ajedrez, en el que hay que ir moviendo piezas para cercar al rival, paso a paso, sin prisa, pero sin pausa. Un tablero en el que los peones son claves, porque tienen derecho a voto y permiten manejar los partidos, si se los retribuye bien. Un tablero en el que no sólo hay que eliminar a los blancos, sino que demanda ahogar a los grises del propio equipo. Un tablero, en fin, en que lo único que termina importando es eliminar a los otros más que buscar el bienestar de todos. Antes que confiar, Girardi desconfía; antes que potenciar a otros, los usa; antes que dialogar, amenaza; antes que hacer el trabajo serio, busca el efecto comunicacional; antes que desarrollar ideas, Girardi desarrolla redes de poder.
Con renovados bríos, ha vuelto a la carga, oficialmente apoyando a Frei, pero poniendo un pie en la candidatura de ME-O. Porque, al final del día, Girardi ve ante sus ojos la gran oportunidad de comerse una de las piezas más importantes del tablero y a la que más ganas le tiene: la DC. Con un Frei debilitado, está en posición de imponerle una agenda mucho más de izquierda, o progresista como la llama él. Si aquél resulta electo, Girardi tiene asegurado un peso fuerte en el gobierno. Si pierde en segunda vuelta, podrá decir que es el fin de la DC, pues fue su candidato el que condujo a la Concertación a la derrota. Y si Frei pierde en primera vuelta, miel sobre hojuelas, porque entonces será Girardi quien se ponga al frente de la que él mismo llamará "nueva Concertación", apoyando a ME-O.
Pero cuidado, Marco, porque la pregunta ya no será "dime con quién andas y te diré quién eres", sino que mutará peligrosamente hacia "dime quién te abraza y te diré quién es tu amo".
Afectuoso recibimiento se le brindó al depuesto presidente Manuel Zelaya: honores, recorrido especial por el Palacio de la Moneda y un banquete con presidentes de los Poderes del Estado y de los partidos políticos. Allí explicó que es víctima de una asonada militar. Por cierto que calló haber intentado forzar su reelección, ignoró su destitución por el Congreso y la Corte Suprema de Honduras, silenció estar procesado por abuso de poder y omitió su responsabilidad por la crisis que desencadenó. A la salida de palacio, fue vitoreado por un minúsculo grupo encabezado por el senador Navarro.
Más tarde, realizó diversas actividades proselitistas. Al día siguiente, recibió la cortesía del erario nacional que asumió sus cuentas de hotel, se embarcó en el avión prestado por Hugo Chávez y prosiguió su gira en búsqueda de apoyo para reasumir la Presidencia de Honduras por los restantes tres meses. Lleva casi dos meses en este intento y aún no logra sumar a ningún referente o disidente importante en su país.
Días antes, el Presidente Uribe, de Colombia, hostigado por los aliados de Zelaya, visitó La Moneda. Dirigentes comunistas pidieron que se le declarara persona non grata y los mismos que vitorearon a Zelaya lo abuchearon a la salida del palacio. En su estadía de pocas horas, sobriamente, logró revertir las reservas oficiales sobre las negociaciones de Colombia con Estados Unidos, para compartir instalaciones que permitan controlar el narcotráfico. Es proba- ble que en la reunión presidencial el Mandatario colombiano se haya referido a las intervenciones que recibe de Chávez y al terrorismo de las FARC, a la participación de esa organización en secuestros, asesinatos, narcotráfico, financiamientos a campañas políticas en otros países, y a la tenencia de misiles antiaéreos anteriormente venezolanos. Seguramente, Uribe prefirió omitir los nexos de las FARC con Chile.
Nuevamente la retórica de la diplomacia se estrella con la realidad: Uribe, Mandatario legítimo y en ejercicio, con altísima popularidad en su país, el segundo más poblado de la región, con territorio y economía superior más de 10 veces a los de Honduras y un socio comercial de Chile 60 veces mayor que Honduras, asediado por el socialismo del siglo XXI, no pide otra cosa que el respeto a la soberanía de Colombia. Zelaya, en cambio, deambula por el continente para presionar la intervención extranjera en los asuntos internos hondureños. Su cometido no es de extrañar, porque, al igual que todos los aliados de Chávez, practica esa intromisión, y lo hizo en Chile, sin que nadie reaccionara.
viernes, 14 de agosto de 2009
La imagen timorata, por Roberto Ampuero.

miércoles, 12 de agosto de 2009
23 de agosto de 1939, por Joaquín Fermandois.

Pequeños grandes detalles, por Gonzalo Vial

martes, 11 de agosto de 2009
Dos comentarios espectaculares.....

