viernes, 28 de agosto de 2009

Los mapuches, el iceberg y los camiones, por Leonidas Montes.


Los mapuches, el iceberg y los camiones,
por Leonidas Montes.

Aunque Chile tiene una gran deuda con la cultura mapuche, claramente hay grupos organizados que perjudican la noble causa de este pueblo. Hemos sido testigos de casas destruidas, infiltrados terroristas, predios atacados, escuelas incendiadas, fiscales baleados, tala ilegal de bosques, carreteras con tráfico interrumpido, etc. Existen atisbos de una crisis del Estado de Derecho en la Araucanía... ¡Si esta crisis incluso llegó hasta el Congreso! Se lanzaron papeles en el hemiciclo que, arrugados por un par de garabatos, volaron de vuelta. Tal es la magnitud del problema que se acaba de anunciar una nueva política indígena a cargo del ministro Viera-Gallo.

Desde la perspectiva de las políticas públicas hemos priorizado los subsidios y la restitución de tierras. En los últimos 20 años, el Estado ha entregado 650 mil hectáreas a los mapuches (para que se haga una idea, Tompkins tiene unas 500 mil hectáreas). Y se han invertido cuantiosos recursos a través de la Conadi. Estas políticas paternalistas no han dado resultados. Además, han derivado en claros incentivos perversos. Ya han aparecido denuncias de irregularidades en los subsidios y compras de predios. La política de compras —pagar para evitar conflictos— ha sido un buen incentivo para aumentar la violencia y los precios. Sin embargo, la ministra Carolina Tohá, entre compungida y sorprendida, nos mostraba un gráfico revelador. Como para no creerlo. Imagínese Ud. que los precios de las tierras en la Araucanía han subido un 300%. Todo esto sería responsabilidad del capitalismo y los viles especuladores.

La exhaustiva encuesta que realizó el CEP en 2006 muestra que los mapuches vinculan su cultura principalmente al lenguaje y al apellido. El Estado, en cambio, se ha enfocado principalmente en el tema de la propiedad de las tierras. Esta estrategia pone el foco en lo rural, donde hoy vive sólo un 30% de los mapuches. La mayoría —el 70%— está en las ciudades. Pese a todos los esfuerzos, la migración de mapuches a zonas urbanas aumenta año a año. Así como nuestros jóvenes dejan los colegios municipales para cambiarse a particulares subvencionados, muchos mapuches dejan las zonas rurales y parten a las ciudades. En ambos casos, y esto es muy humano, se buscan mejores oportunidades.

Un reciente estudio muestra que la Región de la Araucanía es la más rezagada en términos de PIB per cápita. También presenta la mayor desigualdad y los mayores índices de pobreza. La población mapuche posee bajos niveles de escolaridad, altas fluctuaciones en sus tasas de participación en el mercado del trabajo y un alto nivel de informalidad laboral. Y son los resultados más bajos del país en el Simce. Los 250 mil mapuches que viven en la IX Región son en general pequeños propietarios, pero la productividad de sus predios es muy baja.

Algunos piensan que la firma de convenio 169 con la OIT será la solución. Sin entrar a discutir su contenido, el sentido común nos exige preguntarnos por qué países tan conscientes de los asuntos étnicos, como son Nueva Zelandia, Australia y Canadá, no firmaron dicho convenio. El problema es muy profundo y no se soluciona traspasando más terrenos ni firmando convenios.

Pasa el tiempo y vemos cada vez más violencia y pocas posibilidades para el desarrollo social y económico del pueblo mapuche. El ministro Viera- Gallo, en el seminario “Derechos culturales” —organizado por la UAI—, realizó una excelente exposición del tema. Se preguntaba por qué Chile llevó un iceberg a Sevilla. Al lado, en cambio, Nueva Zelandia estaba representada por los maoríes. Y un destacado experto en el tema contaba que un dirigente indígena del norte le había preguntado “¿por qué cree usted que aquí no quemamos camiones?”. La respuesta fue contundente: “porque los camiones son nuestros”. Ambos tienen un punto.

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