jueves, 6 de agosto de 2009

Por China pasa la recuperación, por Rafael Aldunate.

( Una mirada a la economía)
Por China pasa la recuperación,
por Rafael Aldunate.

Las más claras esperanzas y fundamentos del resurgimiento económico mundial descansan cada vez en forma más determinante en China. Recientemente se confirmó su nuevo despegue, cuando las cifras de crecimiento del segundo trimestre, arrojaron un auspicioso y vigoroso 16% en términos anualizados… y el mundo reaccionó inmediatamente en forma sinérgica, valorizándose a nuevos umbrales las bolsas (China + 87%) y las materias primas (cobre US$ 2,7; 85% sobre su mínimo en menos de 1 año).

Ciertamente se divulgaron otros indicadores y proyecciones positivas, como que para EE.UU., después de caer un alarmante “menos” 6,5% el primer trimestre, se vaticina un esperanzador ritmo de crecimiento… de 1,5% para el segundo semestre del 2009. Estos indicadores sí representan un nítido punto de inflexión.

Las 2 potencias –denominadas G-2– reúnen la cuarta parte de la población y más de “un tercio” del PIB mundial. China representa la expansión y EE.UU. la consolidación de los mercados mundiales. La crisis financiera ha destruido más de US$ 13 trillones (expresados en unidades norteamericanas) de riqueza de los hogares norteamericanos, superando en 3 veces los paquetes financieros aportados por el Estado, y con una negativa perspectiva para el desempleo, que se mantendría sobre 10%… bien avanzado el 2010. Adiós recuperación del consumo norteamericano que representa el 17% del PIB mundial…

Por lo tanto, muy poco se puede esperar de una mayor y genuina demanda privada y se entiende que los aportes fiscales son “combustión” de corto plazo no mayormente creadores de espacios de competitividad y exacerban los desequilibrios macro. De la propia China, se calcula que 75% de su crecimiento 2009 ha nacido del sector público –paquete de estímulos por US$ 585 mil millones–, que por su propio apremio subvaluó la calidad de estas asignaciones e inversiones, rescatando lo realizado en infraestructura en un país que construye sus cimientos básicos y que explicaría el alza en las importaciones de cobre.

Está claro que existe un vínculo de virtual dependencia comercial y financiera entre estos G-2, que irradia y afecta a toda la escena geopolítica global. China necesita vender a los consumidores norteamericanos para garantizar su imprescindible expansión económica de cara a su vulnerable sistema político. Y EE.UU. depende de que sus gap financieros continúen financiados por China —hoy suman más de US$ 800 mil millones los bonos adquiridos por el gigante asiático, para estabilizar el imprescindible pero debilitado dólar, agravado por el stock de deuda pública norteamericana que el próximo año alcanzaría al 100% del PIB.

China representa por sí misma “tres quintas partes” del delta de crecimiento mundial, del resto de los denominados BRIC, sólo India la acompaña con un crecimiento positivo.

A Chile, parte determinante de su mayor actividad y financiamiento público se lo ha dado definitivamente el precio del cobre, es decir, China (aportando US$ 3.200 millones al Fisco este año). Factores no controlables por nuestro país, por cuanto Codelco, de representar 82% de la producción total en los 80, hoy sólo significa el 28%. En definitiva, durante el actual Gobierno ha existido una drástica caída de la productividad, con un pobre promedio de 0,5% frente al 3% de décadas anteriores. Gracias, China, por evitar un crecimiento aún menor al negativo 1,5 pronosticado.

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