martes, 18 de agosto de 2009

Un comentario que vale la pena revisar....

¿Se viene ya la primavera?
Juan Andrés Fontaine.

Así como el amarillo de los aromos cubre el campo en los meses más fríos del invierno, cuando la economía nacional se debate todavía en plena recesión, comienzan a surgir señales esperanzadoras. ¿Qué tan próxima está la primavera?, ¿cómo impulsar una reactivación económica vigorosa?

Todavía no conocemos los resultados oficiales del segundo trimestre. Pero todo indica que el producto interno bruto completó su cuarto trimestre consecutivo de caída, la que totalizaría más de 4% a lo largo del período.
Sorprendentemente, la recesión ha sido mayor a la que experimentamos en nuestra mal llamada “crisis asiática” y también a la que hoy sufre Estados Unidos, epicentro del terremoto financiero. El desempleo, en tanto, que se ubica ya sobre el 10%, es probable que alcance niveles similares a los vistos en nuestra recesión de 1999 y superiores a los que hoy se observan en muchas de las economías más afectadas por la crisis global. De manera que, contrariando las expectativas y los anuncios de nuestras entusiastas autoridades, la verdad es que el invierno económico ha sido acá inesperadamente crudo.

Sin embargo, la buena noticia es que hay síntomas que la caída de la producción y el empleo se ha detenido; que las ventas de diferentes rubros han iniciado tímido repunte. Esta vez, a diferencia de lo que nos ocurrió con la traumática crisis asiática y de lo que sucede ahora en Estados Unidos o Europa, la recesión no deja heridas graves y de larga curación. Gracias a los bajos intereses, no hay grandes daños que reparar en el estado financiero de las empresas y bancos. Gracias a los ahorros prudentes y visionariamente acumulados, la expansiva política seguida este año no ha dañado la sólida posición financiera del Fisco. Por eso, los aires primaverales han sido muy bien recibidos por los mercados. Chile tiene buenas condiciones como para levantarse con agilidad de la recesión y, bajo una conducción acertada, volver a correr.

Desde luego, la principal fuente de optimismo es el término de la gran recesión global. Gracias al Asia —con China a la cabeza— la economía mundial parece haber topado fondo ya en el trimestre pasado. Estados Unidos y Europa van algo más retrasados. Las bolsas están paulatinamente recobrando el terreno perdido. Alentados por las expectativas que despierta China, los precios de las materias primas han vuelto a encaramarse a las alturas. Todo esto configura un escenario auspicioso para Chile. Específicamente un cobre sobre dos dólares por libra anticipa un nuevo auge de inversión minera, con positivas consecuencias sobre la economía nacional. Las restantes exportaciones, aunque todavía debilitadas, serían beneficiadas por la reactivación mundial. Pero, una cosa es que el mundo deje atrás la recesión y otra que recobre el dinamismo que traía antes de la crisis. La convalecencia financiera de Estados Unidos y Europa será larga, algo que China, por sí sola, no podrá contrarrestar. Aunque hoy soplan mejores vientos, para impulsar una reactivación verdaderamente vigorosa de la economía nacional deberemos basarnos en nuestros propios esfuerzos.

Un factor crucial en la reactivación serán nuestras exportaciones. Aunque el nuevo escenario mundial las favorece, y es necesario reforzar su capacidad competitiva en variados campos, para que las exportaciones no mineras recuperen su dinamismo es insuficiente el actual valor real del dólar. Ha sido un error del gobierno financiar el déficit en moneda nacional ocasionado por el aumento del gasto y la caída en la recaudación tributaria, con sus ahorros en el exterior. A futuro, será necesario circunscribir el uso de esos fondos sólo a la estabilización de los ingresos fiscales provenientes del cobre y utilizar el endeudamiento interno de corto o largo plazo para cubrir las necesidades del presupuesto fiscal en moneda nacional.

Como es sabido, la política fiscal ha sido fuertemente expansiva durante este año. En las próximas semanas se darán a conocer los parámetros básicos para la configuración del presupuesto fiscal del próximo año. Todo parece indicar que su signo será restrictivo. Después de un incremento del 15% real en el gasto público durante este año, es probable que para el próximo se contemple sólo un aumento en torno a 3% real. Además, cabe esperar el restablecimiento del impuesto al crédito (suspendido por este año) y la normalización del sistema de pagos provisionales de impuestos por parte de las empresas (temporalmente reducidas por este año). En conjunto todos estos factores representarían un giro contractivo en la política fiscal de más de 1% del PIB.

El único modo de impedir que la desactivación del impulso fiscal resienta la marcha de la economía, es con un sector privado motivado y pujante. En ello un factor clave es la política monetaria. El Banco Central ha hecho bien en bajar drásticamente las tasas de interés e indicar su intención de mantener el impulso monetario por un tiempo prolongado. Aunque la polémica reciente pareciera sugerir lo contrario, los datos oficiales muestran que el costo del crédito de corto plazo —esto es, el principal componente del crédito bancario, el financiamiento del capital de trabajo— ha respondido bien, opera hoy con tasas promedio de interés nominal muy bajas y márgenes similares a los observados antes de la crisis. Desgraciadamente, la abrupta extinción de la inflación se ha traducido en un contraproducente incremento del costo del crédito en términos reales. Pero, es probable que ello sea pasajero. Mientras tanto, el financiamiento de largo plazo, orientado a solventar las expansiones y adquisiciones empresariales, que estuvo tan restringido a fines del año pasado, se ha normalizado rápidamente en cuanto a tasas y volúmenes gracias a nuestro amplio mercado de capitales. Cabe señalar que los intereses de largo plazo son sólo parcialmente influidos por las acciones del Banco Central, pues en ellos intervienen factores tales como las colocaciones de deuda pública, las condiciones del crédito externo y las expectativas.

Los créditos a personas, destinados a la adquisición de viviendas o bienes de consumo, han sido afectados por la incertidumbre respecto a la capacidad de pago de los deudores y mantienen condiciones de acceso o de costo todavía más restrictivas que antes de la crisis. Cabe hacer notar que el endeudamiento de los hogares en Chile se duplicó en los últimos 10 años, gracias a la ardua competencia entre entidades bancarias y no bancarias, dedicadas al crédito de consumo. La pausa que hoy se observa en la expansión crediticia hacia las personas es perfectamente normal en la presente etapa del ciclo económico.

Para una reactivación vigorosa de la demanda de consumo y de inversión por parte de las personas y las empresas hace falta algo más que crédito barato. Es necesario construir un clima de confianza en el potencial de crecimiento de la economía chilena, en las fortalezas de su modelo económico, en su capacidad de salir adelante.

Acount