jueves, 9 de octubre de 2008

Comentarios contingentes.

Injusto desprestigio de las crisis
Hermógenes Pérez de Arce

Dicen que esta crisis se debe a que los banqueros han engañado a la gente. ¡Pero si el sistema bancario, desde que se creó en el medioevo, se basa en engañar a la gente! Y lo hace con plena autorización legal de las mayorías democráticas.

En efecto, cuando usted deposita un millón de pesos en su cuenta corriente, su banco le dice: "Queridísimo cliente, le vamos a cuidar muy bien su millón". Pero está autorizado para prestar a otra persona 900 mil pesos del millón suyo, sin preguntarle a usted. Y cuando esa otra persona deposita a su vez esos 900 mil pesos, el banco también le dice que se los va a cuidar, pero inmediatamente le presta 810 mil pesos de ellos a una tercera persona, y así sucesivamente. Eso se llama "multiplicador bancario".

Una cosa parecida sucede en las demás instituciones financieras, que no están en condiciones de devolverle a toda la gente (y ni siquiera a una minoría sustantiva) sus depósitos, de un día para otro. Es diferente en las bolsas de valores, donde la gente puede ir a vender todas sus acciones en medio del pánico, haciéndolas bajar todo lo que se quiera, y siempre habrá algún comprador a precio de huevo, que espera ganar a futuro el ciento por uno. Los mayores grupos económicos actuales se formaron comprando acciones así en la crisis de los años 80.

Pero cuando la gente en pánico retira sus depósitos, el multiplicador opera al revés y el dinero se reduce en muchas veces, generando recesión por astringencia monetaria y crediticia. Los Bancos Centrales (casi siempre) saben esto y en tiempos de pánico actúan como prestamistas de última instancia y le dan a la gente lo que pide: billetes a granel. Hasta que pasa el pánico y los clientes vuelven a llevar su dinero a las instituciones financieras. Entonces el Banco Central recoge billetes, todo se normaliza y volvemos a creer que la plata está en nuestras cuentas.

Cuando salió Allende, todos fuimos en masa a retirar nuestras platas. El Banco Central aumentó la emisión todo lo necesario. A las dos semanas, los depositantes nos dimos cuenta de que Allende todavía no se iba a quedar con nuestro dinero y, por tanto, lo llevamos de vuelta a los bancos. Pero Allende y los suyos no tenían idea de economía, y no retiraron ese dinero, creyendo que la "burbuja" de crecimiento artificial era permanente. Eso condujo a la inflación más alta del mundo, la escasez generalizada y la caída del mismo Allende.

El gobierno militar también salvó al sistema financiero a comienzos de los 80, pero los Chicago Boys sabían de economía y salimos antes que nadie de la crisis.

Yo supongo que el Banco Central habrá aprendido algo de la historia y no irá a subir la tasa de interés ahora, en pleno período de astringencia provocada por el pánico. Si lo hiciera, merecería figurar en el Guinness junto a las autoridades monetarias estadounidenses de 1929-1930, que redujeron el dinero en pleno pánico, provocando la mayor recesión del siglo XX.

Los españoles de Telefónica merecen párrafo aparte. Cuando hace meses vieron sus acciones deprimidas por la precrisis, se dijeron: "Macho, es hora de servirnos a estos sudacas y hacernos del total de Telefónica Chile", e hicieron una OPA, ofreciendo un precio apenas superior al del deprimido mercado local. Pero el destino quiso que viniera el terremoto de verdad, y resultó que los minoritarios nos estábamos sirviendo a los españoles, pues con el pánico las acciones habrían bajado a la mitad de lo que éstos ofrecían en la OPA, que aparecía muy conveniente, pues íbamos a aprovecharla para tener liquidez y hacernos de otras acciones a un tercio o menos de su valor de largo plazo. Pero "no hemos nacido para ser felices", y los españoles dieron por fracasada la OPA. Sea como fuere, la oportunidad de "hacer la pasada" está todavía ahí. Entonces, dígame usted si no es verdad que las crisis han sido injustamente desprestigiadas.

La oportunidad de la austeridad
Gonzalo Rojas Sánchez

En Puerto Varas, un buen amigo afirma que para ellos la crisis comenzó mucho antes, que son cientos los puestos de trabajo perdidos por la infección de los salmones.

Cerca de Santiago, algo al norte, otro conocido se queja de que a su packing está llegando cada vez menos fruta. ¿Por qué? Falta de confianza, sostiene, sin dar mayor explicación.
En pleno centro de la ciudad, un constructor bastante abatido mira la obra a punto de entregar y profetiza que muchos de esos trabajadores van a tener enormes dificultades en las próximas semanas para lograr una nueva pega.

Los tres -y todos aunque todavía no suframos directamente algún problema por la crisis- hemos comenzado a tomar medidas macro y microeconómicas (no en el sentido del léxico de los entendidos, sino puramente referidas al monto en pesos de lo que pueda estar afectado).
Bien, pero hay una dimensión mucho más importante aún en la que ponerse las pilas: las medidas macro y micromorales.

La macro moral. Que cada uno mire el entorno laboral y famiiar en el que se está moviendo y se pregunte al menos estas tres cosas, busque respuestas éticamente exigentes y las ponga en práctica.

¿Qué personas van a ser afectadas en sus ingresos, en su estabilidad laboral y eventualmente en su dignidad?

¿Qué se puede hacer para prevenir esos daños o al menos reducirlos?

¿Qué se debe hacer para ayudar a quienes desgraciadamente no puedan evitar su quiebra, o su despido, o su depresión o su cambio de nivel de vida?

Y también, la micro moral, esa mirada sincera y profunda -exigente- sobre los hábitos personales de gasto, de consumo, de uso de objetos, de trato con los bienes intangibles (el tiempo), de administración de lo propio y de lo ajeno.

Otra trilogía de preguntas auxiliará al inquieto.

¿En qué se puede ahorrar para prevenir y qué hábitos dispendiosos deben cortarse ya? ¿Qué instrucciones hay que dar en la casa para que esta crisis sirva a la formación de los más jóvenes en la austeridad? ¿Qué comportamientos personales de gran señor son una ofensa al que lo está pasando muy mal?

Bueno, podría decir, el economista econométrico, pero si todos se comportan así, habrá recesión, nadie gastará nada, el consumo se irá a los suelos, los stocks se pudrirán.

No se preocupen, nada hay más activante que el ahorro y la donación, que la aportación efectiva del que tiende la mano al que lo perdió todo o cayó en desgracia. Nada activa más la economía verdadera que la generosidad solidaria y en pesos. Es redistributiva en la macro y en la micro moral. Nos reubica en el para qué creamos riqueza y la usamos.



"Credit crunch" y recesión
Ricardo Claro Valdés

El 27.08.08 comenté que "la situación de los EE.UU. ha empeorado" y que "el temporal desatado en el sector subprime está causando la crisis financiera más compleja y, tal vez, más grave desde la depresión de los años 30, con efectos recesivos". Los sucesos de los últimos días lo confirman.

Recordaré errores graves que han influido en esta crisis.

Gran culpa tiene el secretario del Tesoro, Henry Paulson. 1° Se percató de la gravedad del problema tarde: el 26 de julio de 2007 expresó: "Yo no pienso que plantee un riesgo serio para la economía en su conjunto, porque tenemos una economía diversa y sana". 2° Apoyó indebidamente a tres bancos que tenían grandes inversiones en hipotecas subprime ocultas, fuera del balance en SIVs, para traspasarlas a un fondo con financiamiento de varios bancos, y fracasó. 3° El 11 de septiembre, después de la reunión anual de banqueros centrales y economistas en Jackson Hole, Wyoming, al darse cuenta de la magnitud de la crisis, dijo que "ésta será la más larga de los últimos 20 años". 4° En mayo de 2008 afirmó que "lo peor de la crisis ya pasó", demostrando nuevamente que estaba lejos de la realidad. 5° Presentó al Congreso un proyecto incompleto de "rescate", de tres páginas, y no lo discutió previamente con los congresales, lo que provocó su rechazo por los Representantes. El aprobado tiene 120 páginas.

La Federal Reserve y su presidente no han estado exentos de errores, siendo Bernanke mucho más capaz que Paulson. El primer error fue que se dio cuenta, también tarde, de la gravedad del problema, reaccionando en septiembre de 2007. El segundo fue creer que la crisis financiera era un problema de liquidez. En mi artículo de 22.04.08 afirmé: "La crisis financiera continúa porque no es de liquidez, sino de solvencia", y agregué: "Los bancos no se prestan entre sí, por una desconfianza generalizada". El 15.05.08 insistí en ello. El tercero fue confiar mucho en que bajas sucesivas de la tasa de interés harían mejorar la situación económica. Paul Samuelson, Premio Nobel de Economía, en un artículo reciente afirmó que "en momentos de alteraciones más graves -1929-1933 o 2007-2008-, los cambios por parte de los bancos centrales de sus objetivos de tipos de interés se vuelven cada vez más impotentes".

El Congreso fue también lento. El senador Charles Schumer (D.N.Y.), el 19.09.07, en un comité conjunto para discutir la crisis, dijo: "Temo que todavía no apreciamos la seriedad del problema que enfrentamos. Nuestras respuestas políticas no están a la altura del riesgo que todavía tenemos por delante".

En política económica es esencial el timing, esto es, actuar oportunamente, y en este caso se perdieron varios meses.

Otra crítica importante es la falta de fiscalización. Dicen que no había facultades. Falso: hay tres organismos con poderes para fiscalizar: la Federal Reserve, la OCC (Office of the Comptroller of the Currency) y el FDIC (Federal Deposit Insurance Corporation). La Fed tiene atribuciones amplias (salvo respecto de los bancos de inversión). La pasividad respecto de los bancos comerciales, en parte, es responsabilidad de Greenspan y Bernanke.

EE.UU., como muchos otros países, atraviesa por una crisis de valores. Muchas universidades dan una formación deficiente en lo moral, y así llegan a dirigir y mandar en las empresas personas sin ética. Si unimos a eso profesionales jóvenes que ponían en práctica ideas descabelladas, no nos extraña el resultado. Si a esto agregamos la falta de fiscalización y el apoyo estatal inicial entusiasta del financiamiento subprime como algo de alto interés social, no podemos juzgar el fracaso como una falla de la economía de mercado, sino como resultado compartido de empresarios y autoridades estatales.

Respecto del plan de rescate aprobado por el Congreso, con un gasto máximo de US$ 700 billones, que se desembolsan por etapas para comprar activos ilíquidos de los bancos, estimo que no dará los resultados previstos, porque la cantidad es insuficiente. La reacción de los mercados mundiales después de la aprobación, con bajas violentas en los precios, indica claramente que no da confianza.

Ayer, la Fed, en una decisión oportuna, anunció que destinaría fondos para reactivar el mercado de papeles comerciales, que se había contraído gravemente. También ayer, Bernanke mencionó en un discurso una posible baja en los intereses, cuyos efectos en situaciones graves como ésta comenté. Las bolsas bajaron.

Creo que veremos momentos muy difíciles, con una recesión que ya empezó, porque los males de Wall St. están contagiando a "Main St." -la economía real con índices descendentes-, y que puede continuar hasta junio de 2009. Parece ser profunda y global, pues afecta a Europa y a algunos países en Asia.

Acount