jueves, 16 de octubre de 2008

Tres comentaristas de lujo

Conviviendo con el absurdo
Hermógenes Pérez de Arce

El mundo en general es bastante absurdo, pero este país lo es más. Por ejemplo, es el único en que la mayoría escribe "v/s", lo cual no sólo constituye una irracionalidad, sino un disparate evidente, como muchas veces he explicado a los chilenos. Pero es sabido que éstos no me hacen caso, particularmente cuando tengo razón (lo cual no siempre ocurre).

El país es tan absurdo, que hace poco eligió como el más grande chileno de todos los tiempos a quien, comprobadamente y por los más variados conceptos, fue su peor gobernante de todos los tiempos. Bueno, en Rusia estuvo a punto de ganar igual título Stalin. Pero es sabido que los rusos siempre han sido un poco locos. Menos que nosotros, claro.

Ante la última crisis mundial, todo el mundo se ha comportado absurdamente, lo que Chile ha aprovechado para incurrir en irracionalidades mayores que los demás países. Así, en el momento crítico, la bolsa de valores bajó acá más que en otras partes, y nuestra moneda también fue una de las que más se depreciaron. Como es sabido, ésas son las circunstancias que los más ricos aprovechan para vender moneda extranjera y comprar acciones, mientras que los menos ricos, siempre los primeros en caer en el pánico, hacen lo contrario. Por supuesto, cuando las acciones comenzaron a subir y el dólar a bajar, mucha riqueza ha pasado de manos de los menos ricos a las de los más ricos.

El clima local es de tal absurdidad, que el principal tema de debate en el momento es si la Presidenta debe o no asistir a la inauguración del monumento al senador Jaime Guzmán, siendo que este último fue asesinado por el FPMR y que los pasados (esperemos) lazos y proximidad de la Presidenta con el FPMR son un hecho histórico comprobado. Les ruego excusarme por no citar el libro en que así lo acredito, pues ello iría en contra de mi reconocido -si bien discontinuo- rechazo a la autorreferencia. Con todo, la Presidenta podría razonablemente asistir a la inauguración, pero sólo si lo hiciera como un acto de contrición y para pedir perdón por la violencia que su sector sembró en el país.

Pero no debemos esperarlo, pues en éste se ha instalado un clima de tal escamoteo de la verdad histórica, que en la reciente conmemoración de los 20 años del triunfo plebiscitario del "No" la misma Presidenta osó decir que en su sector estaban "los padres de la democracia", mientras sus adversarios eran "los hijos de la dictadura". Pero fue su partido el que se fijó como meta explícita la destrucción por las armas de la que llamaba "democracia burguesa" y, en cambio, fue el gobierno militar, convocado por la mayoría para impedir el triunfo armado de los totalitarios, el verdadero padre de la democracia ("misión cumplida"). Pues, gracias a la Constitución que propuso al pueblo y éste aprobó (en el mismo acto en que otorgó un mandato de ocho años al Presidente Pinochet, luego no fue dictador), vivimos en plena democracia hasta hoy.

Por supuesto, ningún clima de absurdo nacional pervive sin que en su centro asuma carácter protagónico Ricardo I, diciendo las genialidades que acostumbra (la inaugural de su vida pública fue proponer, como "única solución" a los problemas nacionales, que todos los medios de producción pasaran a manos del Estado). Ahora sostiene, en días sucesivos, que no va a ser candidato presidencial y que sí va a serlo. Indecisión absurda, pues todas las encuestas lo señalan como el más votado de los posibles aspirantes de la Concertación. Claro, en el país del absurdo podría suceder que llevaran a otro con menos adhesión.

En todo caso, él ha comprobado reiteradamente tener suficientes títulos para ser reelecto como un condigno Presidente en el país del absurdo.

Esos puentes cortados
Gonzalo Rojas Sánchez

No, no podía ser cierto. Ante Ecuador, el loco Bielsa incurría en un pecado nunca antes visto: cortar voluntariamente al propio equipo, trozarlo sin necesidad, partirlo en dos mitades tan lejanas como diferentes.

Loco, ¿porqué? Tus admiradores, yo en un lugar de privilegio, vimos con espanto que se reproducía en una cancha de fútbol, en una organización siempre necesitada de vínculos estrechos, lo que pasa en casi todas las realidades del país.

Porque si Bielsa daba señales de haber logrado muchas cosas con nuestros jugadores en apenas un año, ahora parece haber sido capturado por uno de los defectos más típicamente chilenos: romper la unidad, desvincular las partes, cortar los puentes entre las instituciones, desarticular lo que requiere de contactos fluidos.

Pasa entre el Parlamento y las Universidades. Integradas ambas instituciones por personas que hacen de la inteligencia su instrumento, recelan mutuamente la una de la otra, se aburren a lado y lado con los estilos de la contraparte, evitan todo lo posible tener que oírse. Lateros, piensan en Valparaíso; frívolos, se oye en los claustros.

Sucede entre los medios de comunicación y las autoridades de Gobierno. Dispuestos los primeros a mostrar todo lo que pasa, olvidan legítimas consideraciones de bien común y reniegan de toda posibilidad de contactarse con los garantes del orden público. Hay que informar, cueste lo que cueste, es la consigna. E inclinados los segundos a proteger su imagen, perjudican la autonomía de los medios de comunicación, descalificando el enfoque sobre tales o cuales hechos que parecen perjudicar el prestigio gubernamental.

Es frecuente entre la familia y los pastores. Justificándose en su modo de vida, a veces inhumano por desnaturalizado, muchos grupos de chilenos que viven bajo un mismo techo sin ser estrictamente familia, descalifican todo criterio moral y pastoral, sólo porque proviene de quienes -dicen- no han formado una familia o son seres muy especiales y puros como para entender la dura realidad. Y, por su parte, desde ciertas instancias religiosas la doctrina suple a la comprensión, el criterio rígido suplanta a la atención caso a caso y, en vez de ir a buscar a la oveja perdida, (sí, efectivamente perdida y con las patas rotas) se ofrece por anticipado sus restos al matadero.

Una pena lo de Bielsa, pero también, una posibilidad. ¿No habrá por ahí un puente u otro que uno haya voluntariamente cortado, supuestamente para simplificarse la vida, pero que termina por complicársela absolutamente y derrotarlo?



El calor del poder.
Alberto Medina Méndez, Corrientes - Argentina

Esta crisis financiera sobrevino como consecuencia de la, cada vez más, exacerbada forma de manipular los mercados que los grandes países aplicaron a sus economías, en un acto desesperado por sostener los niveles de actividad.

Cualquier economista mediocre podría proyectar que sucedería respecto de cada sector de la economía como consecuencia de este desajuste. Es que es demasiado evidente, simple de leer, sencillo de interpretar. Nadie debería tener dudas acerca de lo que sucederá. En todo caso, tendríamos que prepararnos para lo que se viene con más certezas que temores.

La comunidad mundial está profundamente preocupada respecto de lo que va a pasar. Invade a todos la incertidumbre y cierta sensación de impotencia popular frente a los acontecimientos.

Sin embargo, esto no es lo que esta pasando. El "mareo" de los analistas, el desconcierto generalizado de la sociedad, proviene del INMENSO poder estatal. Es que los gobiernos están decidiendo que hacer, como y cuando hacerlo. En cada país, en cada lugar, los gobernantes de turno, según sus códigos e ideologías, impondrán sus políticas. Los individuos estaremos allí, "esperando" esas decisiones para saber que hacer. Papel pasivo el de los ciudadanos. Solo meros espectadores de esta puesta en escena.

A esta regla no escapa nadie. Todos los países, incluidos los del primer mundo, juegan el mismo partido. Lideres políticos de EEUU y de casi toda Europa han coincidido en la necesidad de provocar una intervención estatal proporcional a la que causo la crisis. El sentido de esa intromisión, los mercados a los que invadirán con normas, reglas y regulaciones, son la razón de la distorsión que los ciudadanos perciben con pánico.

Por eso la gente esta desorientada. Porque no sabe en que dirección actuarán los poderosos aparatos estatales que nuestras sociedades supieron engendrar.

Este frente al escenario soñado por las corporaciones. El poder está en manos del Estado. Se encuentra concentrado, en pocas manos y delegado por un pueblo que le ha cedido casi totalmente la iniciativa y que se entrega atado de pies y manos a los designios de los políticos a quienes, paradójicamente, detesta.

Este es el presente de las contradicciones que la humanidad se plantea en estas últimas décadas y del que seguramente aprenderá alguna vez.

A la inmoralidad del origen de esta crisis, ahora le sumamos una mayor. Es que los que mejor sobrevivirán a este desastre son los que tengan más información, los que estén más cerca del poder, los que hayan podido influir en él, para que proteja a las actividades económicas que representan.

Pululan por todo el mundo los lobbistas. Son los profesionales mas cotizados del momento. Es que estar bajo las sombras del poder les garantiza, conocer con anticipación lo que va a ocurrir. Aspiran no solo a influir, sino también a saber con antelación cual será el siguiente paso del Estado. La idea es jugar a la lotería, sabiendo el número que va a salir. Pretenden plena garantía. Y la tendrán por su proximidad al poder. No se puede pedir más.

Los que no tienen precisiones, los que vivirán a la deriva todo este proceso, serán los más pobres, los que están lejos de las luces del poder, los que no tienen lobbistas, ni asesores informados que los orienten o aconsejen.

Más de lo mismo, la historia más perversa de este mundo que dice preocuparse por todos, que habla de equidad, de justicia y de valores, pero que teje en las sombras los negocios más retorcidos, que solo el descalabro puede permitir.

En tiempos como estos, no sobreviven solo los mas talentosos e inteligentes, sino también los que menos escrúpulos tienen.

La fórmula se ha renovado nuevamente. Estar cerca del poder parece suficiente. Así pueden recibir el calor de las decisiones gubernamentales y bajo el siempre vigente argumento del arraigado proteccionismo, muchas industrias recibirán subsidios y privilegios que los sectores más desorganizados de la sociedad no verán de modo alguno, y que encima terminarán pagando.

Se supone que vivimos en un mundo en el que nos llenamos la boca hablando de intentar recuperar los "principios", de transmitir a nuestros hijos y a las generaciones futuras cierta escala de valores que se debe defender a capa y espada.

Sin embargo, ese heroísmo se desvanece cuando se trata de sostener "el negocio". Alli, desaparece el discurso. Entonces terminamos presenciando el obsceno espectáculo que nos propone la dirigencia. Ayudar a los amigotes de siempre, disfrazando esas decisiones, tras de patrióticos rescates, apoyo a la producción, al empleo y a la estabilidad. Doblemente obsceno, por la acción primero y por el discurso después.

Esta crisis la provocó, la golosa actitud de mediocres dirigentes políticos que creyeron haber encontrado la fórmula para crecer indefinidamente. Intentaron desafiar a los ciclos naturales que posibilitan la evolución y el crecimiento. Esas etapas suponen altos y bajos. Ellos creyeron sortear ese recorrido, manipulando a los mercados con una intervención estatal a la medida de cada circunstancia. El más puro keynesianismo viene intentando gobernar el mundo desde hace tiempo. Las consecuencias ya están a la vista.

La historia de nunca acabar. Permanentes intervenciones estatales, siempre funcionales a los deseos de la gente de encontrar mágicas soluciones de la mano de los gurúes de turno. Detrás de cada Mesías, se consuman importantes negocios ineficientes, que resultarías inviables al mercado sin la participación de un Estado omnipresente. Una horda de intelectuales, fabrican complejas teorías, que se caen por su propio peso, pero que ayudan a justificar sus retorcidas explicaciones. Se suma una eficaz campaña publicitaria, donde abundan discursos de barricada entremezclados con académicos que desarrollan argumentos científicos partiendo de la conclusión para llegar a las premisas que desean. Ignoran las evidencias que les presenta la realidad, solo para construir este andamiaje intelectual que suena como un arrullo a los oídos de muchos.

Alguna vez nos despertaremos. Asistiremos entonces a la caída de esas teorías que fracasan consecutivamente, pero que son rescatadas por una nueva casta de intelectuales que se ocupa de despotricar contra las recetas anteriores, renovando las mismas herramientas para construir la nueva magia.

La economía es simple. Mucho más sencilla de lo que quieren vendernos esos discursos sensacionalistas, llenos de imprecisiones y falacias que la sociedad aun respeta.

Hasta tanto eso suceda, seguiremos asistiendo a esta triste fórmula. La que construyeron aprovechándose siempre de la acumulación de poder concentrado que le hemos otorgado como ciudadanos al, cada vez, mas imponente aparato estatal. Ellos, los que están siempre cerca del gobierno, saben que, en las crisis, es bueno estar bajo el calor del poder.

Acount