lunes, 24 de marzo de 2008

China, una vergüenza para el mundo.

Los juegos olímpicos de Beijing deben ser boicoteados, no solo por la feroz represión a los tibetanos, que siguen a su líder espiritual el Dalai Lama, sino que también por las condiciones de opresión a que tienen sometido a su pueblo.

Las autoridades tibetanas en el exilio denunciaron que durante la brutal represión aplicada contra la protesta del pueblo tibetano dejó unos 130 fallecidos

En la aplicación del poder, las sanciones a los ciudadanos y en las restricciones a las libertades, el sistema político aplicado es el de la dictadura del Partido Comunista afirmado en la fuerza de su ejército.

En lo económico se ha importado lo peor del capitalismo, con su brutal egoísmo, para establecer un sistema que llena el mundo de productos, pero que solo exporta la miserable vida de su pueblo.

En todo el mundo, las personas libertarias, han comenzado a realizar llamados contra las olimpiadas, peticiones de sanciones contra un régimen inhumano y pidiendo la libertad del pueblo de el Tibet.

Una de las voces “disonantes” del mundo ha sido la de Hugo Chávez, tirano venezolano, que rechazó la condena internacional contra China. El dictador también criticó la independencia de Kosovo.

Hemos seleccionado la fotografía de una protesta en Grecia realizada en momentos en que se encendía la antorcha olímpica, por considerar que la sustitución de los anillos que grafican los juegos deportivos por esposas policiales, muestra en imágenes la realidad de la vida en China.


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En la misa “pascual” Su Santidad Benedicto XVI llamó a solucionar la crisis del Tibet y pidió, también, por la paz en Irak, Tierra Santa y en África.



2 comentarios:

mex dijo...

Aunque las tiranías rojas se disfracen de democracias, siguen siendo dictadiras.
Apenas se presenta la oportunidad, es decir cuando el pueblo hace sus planteamientos, sacan sus garras sanguinarias.

Diario Reaccion Chilena dijo...

La reacción de estas "democracias populares" es curiosa: apenas el pueblo hace sus planteamientos desatan una represión desproporcionada.

Posteriormente, como ocurre hoy, se culpa a los manifestantes de haber atacado a la policía.

La reacción pasiva del mundo nos parece vergonzosa

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