martes, 25 de marzo de 2008

¿Hay corrupciónen Chile?

¿Hay corrupción en Chile?
Gonzalo Vial

Cada cierto tiempo, junto con producirse algún episodio de cuantiosas filtraciones de fondos públicos —Chiledeportes, EFE, Chilecalifica, etc.—, nace en el país el temor de que podamos ser presa de una corrupción generalizada. Inmediatamente surgen, desde todos los ángulos, voces diciendo que no es así, que son sólo «casos puntuales»; o alharacas de la oposición (asegura el gobierno); o señal de que es urgente la «alternancia» en el poder, y el «desalojo» de quienes actualmente lo ejercen (afirma la oposición), etc. Se recomiendan medidas de «transparencia», administrativas y hasta legales, nuevos organismos de control. Pero... ¿corrompidos, nosotros? ¡No!, no lo somos.

Estas palabras tranquilizadoras no producen, sin embargo, el efecto perseguido. La opinión continúa inquieta. Ella sabe muy claramente de qué está hablando, cuál es la causa de su desasosiego. En el Transantiago, por ejemplo, puede ver un error monstruoso, tanto al concebirlo como al ejecutarlo, pero no la preocupa como corrupto, pues no parece serlo. En el vendaval que sacude al Ministerio de Educación, el país reserva su veredicto: el desorden de cuentas es gigantesco, pero la expectativa pública es, más bien, si se robó o no dinero fiscal, y cuánto, al amparo de ese desorden.

Las voces tranquilizantes no tienen por qué surtir efecto —y la opinión lo sabe— porque no gozamos, ningún país goza, de garantía contra la corrupción. No está escrito en el cielo con letras de fuego: «Chile no es ni será corrupto». Ser corrupto depende de circunstancias objetivas que lo facilitan y promueven. Si no son eliminadas, veremos extenderse el flagelo, hasta alcanzar su punto más peligroso (vivido ya por otros países del continente): que no lo consideremos un mal, sino un accidente inevitable, y casi positivo, pues hace avanzar el desarrollo... Durante el primer tercio del siglo XX, se organizó en Chile una verdadera máquina de corrupción —jueces, defensores públicos, abogados, funcionarios, etc.— cuyo «trabajo» consistía en colocar a nombre de particulares valiosos yacimientos de salitre, a la verdad propiedad del Estado, defraudándolo. Pues bien, esta corruptela llegó a ser mirada como normal. ¡defendida aun en el Congreso! Lo importante, se dijo allí, era que los yacimientos se explotaran y significasen producción e impuestos, y para ello, mejor que figuraran como privados. ¿Que su dueño verdadero fuese el Estado? Detalles...

¿Cuáles son las condiciones objetivas que en Chile favorecen la corrupción? Enumero algunas que me parecen importantes:

A) El CALAMITOSO ESTADO DE LA ADMINISTRACION PUBLICA. La noción de que cada servicio tenía su «planta» de funcionarios, y que a todos los servidores estatales se aplicaba una «escala única» y común de remuneraciones, que dependía del grado, es hoy sólo un recuerdo. Gracias a las contratas a honorarios, muchos servicios disponen de abundante personal extra —generalmente el de mayor importancia o, al revés, empleados «de batalla» en rangos inferiores—, que ha entrado por la ventana; ha debido (para obtener sus puestos) exhibir credenciales de partidos de gobierno; goza de mejores remuneraciones que los empleados de planta; y por la precariedad de su cargo —ya que firman contratos a plazos fijos, relativamente breves, aunque renovables— y ausencia de muchas restricciones propias de los funcionarios de planta, son instrumentos ideales para que los jefes monten operativos políticos.

Los casos del Ministerio de Obras Públicas, durante la administración anterior (el famoso MOP-GATE), y del Ministerio de Educación, en la presidencia pasada y también en la presente, son muy ilustrativos del caos administrativo que nos aflige. El MOP pudo durante largo tiempo, impunemente, pagar remuneraciones complementarias en billetes, todos los meses, utilizando sobres clandestinos; pagar trabajos que nunca se realizaron, e informes reconocidamente inútiles; extraer de los contratistas a los cuales debía vigilar, facturas por servicios inexistentes, etc. El Ministerio de Educación simplemente no ha podido «reconciliar» sus cartolas bancarias con su contabilidad a partir del 2004, por la suma global de 264.000 millones de pesos... suma que ignora en qué la gastó, o cree saberlo pero no puede comprobarlo. Un caos así, manejado por personas muchas veces sin carrera funcionaria, es, naturalmente, el mejor caldo de cultivo imaginable para la corrupción.

B) Pero el caos se agudizará en el próximo futuro, por cuanto están en tramitación o anunciados NUMEROSOS ENTES NUEVOS DEL SERVICIO PUBLICO...«agencias», gerencias", «superintendencias», incluso dos o tres «ministerios» completos.

Sólo respecto de educación, donde ya —hace cosa de dos años— se había establecido una «comisión acreditadora» de la enseñanza superior, ahora se anuncian (igual que ésta, adicionales al ministerio), dos órganos nuevos, una Superintendencia y una Agencia de Calidad para básica y media, y aumentar y hacer más complejas las atribuciones del preexistente Consejo Superior de Educación. Total, donde había DOS organismos fiscales dedicados a la educación, habrá CINCO, y uno de aquellos dos primitivos verá además aumentadas sus funciones y atribuciones... La fe en la «fiscalización estatal» para mejorar las cosas ya no es propia solamente de los socialistas, sino, parece, de quienes defienden la libertad de enseñanza.

Establecer tanto servicio nuevo del Estado, cada uno con sus objetivos, atribuciones y personal, en medio de una organización administrativa, la existente, ya sin estructura ni finalidades claras, aumentará grandemente los riesgos de corrupción.

C) DISCRECIONALIDAD EN EL OTORGAMIENTO DE LOS BENEFICIOS ESTATALES. Si el funcionario X puede darlos o negarlos discrecionalmente, sin parámetros objetivos o bien —sin esos mismos parámetros— decidir entre A y B (que reúnen los mismos requisitos) cuál se llevará el beneficio y cuál no... Entonces abrimos también la puerta de la corrupción.

Así sucedía en Chiledeportes, y ya saben Uds. los resultados. Así, parece, sucede en Chilecalifica... y los indicios hoy conocidos, si bien no son unívocos, producen justificada alarma. Así está sucediendo con muchos estímulos que otorga el Estado con fines científicos o artísticos. Dinero para investigaciones de distintos órdenes, para montar una obra de teatro, para acondicionar un local, para producir un filme, para editar un libro, etc., repartidos «a dedo» por burócratas, con creciente marginalización de los órganos permanentes y especializados en estas materias, (v.gr. las academias o las universidades). Veo que varios organismos del Estado, comprendida la CORFO, han aportado generosamente a una película de acción uruguaya sobre el asesinato en Montevideo de un ex agente de la DINA... un «thriller político», aclara el director. Dice el diario que asistirán al estreno el ex presidente del Senado y la ministra de Cultura. ¿Quién decidirá cosas tan estrafalarias?

¡Y las acreditaciones de calidad! Serán, por supuesto, el peligro más obvio y directo de corrupción... ¡la «calidad» es algo tan opinable, y son tan etéreos sus requisitos! Escribiendo a este mismo diario (17 de marzo), se queja el apoderado de una universidad ACREDITADA HASTA 2009 EN «ESTRUCTURA Y EQUIPAMIENTO». Su sede «definitiva» de Santiago (pues la casa matriz es regional) ocupaba el año 2007 los altos de un supermercado, frente al Mercado Central, con «olores y ruidos...abrumadores». Ese año, prometió a los alumnos una sede nueva, flamante, para el 2008. El 2008 no les ha cumplido: deben «compartir salas de clase, computadores, baños y demás instalaciones con el Instituto Profesional XX, en la calle Ejército». ¿Infraestructura y equipamiento acreditados?

D) Las MUNICIPALIDADES. Allí hay mucho peligro de corrupción, de diversos tipos. Por ejemplo: sobrefacturar trabajos, para financiar campañas, o para el bolsillo personal de ediles o funcionarios; entregar los servicios municipales a parientes, amigos o «correligionarios» políticos; contratar empleados que son meros activistas políticos; dilapidar dinero en viajes «de estudio»: pasajes, viáticos, etc. Naturalmente, no todos los municipios incurren en estas prácticas, pero son demasiados aquellos que sí lo hacen. Y es un malísimo ejemplo, una especie de «escuela de corrupción», abierta, descarada, donde la gente modesta puede verla y apreciar su impunidad.

E) Las ONG. Es otra forma de sacarle recursos al fisco, subvencionando con ellos estas organizaciones civiles, «no gubernamentales», de declaradas finalidades benéficas. Muchas son legítimas, pero otras simples «tapaderas» de activismo político e ideológico. Aquí, donde sería recomendable una fiscalización mínima, no hay ninguna. Tampoco se evalúan los resultados obtenidos. Ni esto, ni comprobar previamente la seriedad de la ONG beneficiada, valen lo que una buena recomendación política.

Para terminar, observemos que cualquier medida de cualquier especie que se adopte contra la corrupción, exige un clima moral, colectivo, que la condene y repudie, y respalde decididamente los esfuerzos para erradicarla. ¿Existirá ese clima en el Chile de 2008? ¿Lo estará infundiendo nuestra educación nacional en niños y jóvenes? ¿Condenamos verdaderamente la corrupción, o la dejamos pasar con una sonrisa, como una «diablura», comprensible y hasta perdonable dentro de la ética posmoderna del escepticismo y el egoísmo absolutos?


No hay comentarios:

Acount