viernes, 28 de marzo de 2008

Economía ¿Ciencia?, por Mario Montes.

Economía ¿Ciencia?, por Mario Montes

Se suele escuchar a los economistas pontificar sobre el resultado de las diferentes gestiones que realiza el ejecutivo o desiguales análisis sobre las medidas de “fomento” que anuncia cada cierto tiempo el Ministerio de Hacienda.

Lo que no cabe duda es que un dólar a valores que sobrepasan levemente los $400 hace inviable el proyecto exportador de Chile y nos es aventurado vaticinar el cierre de miles de pymes, sean estas agrícolas o industriales.

Claro, como dicen algunos, los productos importados bajan de precio, pero para que esta baja nos interese es necesario tener trabajo que permita comprar los productos y poder aprovechar las ofertas.

Sin duda alguna los importadores harán, al menos por un tiempo, pingües utilidades, el Gobierno se verá favorecido con una momentánea rebaja de la inflación, y la gente verá el espejismo de un nuevo bienestar.

Estas situaciones, anormales por decir lo menos, no pueden traer en el largo plazo más que desgracias, pues por una vía indirecta, en este caso un manejo cambiario Chino, estamos subvencionando su industria.

Creemos que la ceguera que manifiestan nuestras autoridades, en especial la Presidente y su secretario encargado de las finanzas, terminaremos pagándola muy cara, terminar actividades es muy fácil, reiniciarlas casi imposible.

La economía, si se la quiere considerar ciencia, es de una inexactitud tremenda, en la que se conoce como empiezan las situaciones difíciles, pero que nunca se sabe cuando tocarán fondo.

La crisis sub-prime de los Estados Unidos ha traído graves consecuencias, pero, la sordera de nuestros gobernantes amenaza con llenar al país de zozobra y miseria, con falanges de desempleados y llenos de ollas comunes.

No podemos seguir con este absurdo de tener una carga tributaria monstruosa, un estado inmensamente rico y de rebote mantener a la población llena de tensiones, además con una inmensa cantidad de necesidades insatisfechas.

Creemos que mantener la situación equivale a ponerse a fumar sentados sobre un polvorín, el que sin duda terminará por estallar, siendo, en este caso la violencia social que se produzca de responsabilidad exclusiva del Gobierno.



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