Los defensores de los Derechos Humanos hacen grandes aspavientos de la defensa de estos valores en los países donde viven o actúan. Curiosamente no se pronuncian sobre esos países, gobernados por sus amigos, en los que evidentemente estos derechos son pisoteados, ni siquiera se refieren a otros que ni siquiera permiten la entrada de estas comisiones.
Los casos los encontramos muy a la vista. Han tenido gran fuerza para reclamar por la represión de los Gobiernos Militares en América Latina, pero han mantenido un ominoso silencio sobre los crímenes espantosos cometidos en la Cuba Castrista, los horrores de la represión en la China Comunista o la millonaria cantidad de víctimas de los regímenes rojos.
Creemos que esta mirada ambivalente demuestra solo una intensión de utilizar este tema, importante por cierto, para llevar agua a sus propios molinos, conseguir incautos que repitan sus misérrimas consignas y asegurarse que aquellos que puedan impedir sus designios en un nuevo intento por hacerse del poder queden totalmente desprestigiados y por lo tanto inhibidos para actuar.
Consideramos que es una maniobra sumamente inteligente, diabólicamente programada, pero que no debe sorprender a aquellos que hemos seguido el permanente ataque del comunismo contra occidente que utilizando todos los anti-valores a su alcance, han falsificado las realidades y ocupado todo tipo de asociaciones de fachada que les permitieran pasar su mensaje de contrabando.
Después de la caída del Muro de Berlín y de la destrucción del Telón de Acero, el mundo se ha comenzado a informar de la verdadera tragedia humana que han implicado los gobiernos rojos en los distintos países en que han accedido al poder, sin claro, que esos organismos de fachada se pronuncien por los derechos de pueblos que han sido martirizados o exterminados.
Los derechos de la Humanidad no se pueden permitir que sean utilizados con fines de proselitismo político, mucho menos para disfrazar el verdadero travestismo que hacen algunos para acceder o conservar el poder, ni tampoco se puede aceptar que minorías osadas nos impongan una mirada dicotómica, en la que solo algunos tienen los derechos que nos corresponden a todos.
Los ciudadanos de los países y del mundo debemos dar señales claras de nuestro cansancio ante el engaño y por el permanente manoseo de estos temas importantes, advirtiendo, por medio de cambios legislativos que se sancionará duramente a los transgresores y también a aquellos que pretendan aprovecharse, a cualesquier título, de las causas nobles.
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