lunes, 10 de marzo de 2008

No pueden seguir jugándo con la energía.



La absoluta falta de políticas de desarrollo energético nacional de los gobiernos de Ricardo Lagos y de Michelle Bachelet, además de la ciega entrega a la matriz gasífera argentina de Frei, nos tiene al borde de una crisis de incalculables consecuencias económicas y con posibilidades, bastante cercanas, de una inmensa crisis social.

La porfía con que actuaron Frei y Lagos al atar el futuro energético al gas argentino, la desincentivación de inversiones en centrales hidráulicas, cuya maduración es larga, sin tomar tampoco las medidas de fomento necesaria para la instalación de tecnologías no contaminantes, como las eólicas, solar, biomasa, oceánica o las geotérmicas.

Junto con aceptar verdaderas campañas de chantaje del ecologismo duro, financiadas por el “filántropo” estaunidense Douglas Tomkins, para no construir centrales hidroeléctricas en el extremo sur, descuidamos los proyectos atómicos, y no fomentamos el resto de las alternativas renovables de estos recursos escasos en el mundo.

Como en todos los temas, que nuestro gobierno espera hasta que se transforman en críticos, para buscar las soluciones fáciles, aunque sean las más contaminantes y ciertamente las que encarecen más la vida a la ciudadanía, ayer mandaron, con extrema urgencia, un proyecto que impulsa la generación eléctrica con diesel.

Los abastecimientos de energía, así como los de aguas bebestibles, se transformarán cada día en más difíciles y conflictivos, por lo que es indispensable acelerar los estudios que permitan tener abastecimiento lo más barato posible, a la vez que deben apresurarse los trabajos en procura de obtener la “estratégica” y necesaria independencia en esta materia.

Tenemos ventajas comparativas enormes en casi todos los sistemas alternativos, salvo que por la imprevisión, falta de visión y manifiesta incapacidad de nuestra autoridades, estamos sumamente atrasados, debiendo lidiar, con la premura del tiempo, para el desarrollo acelerado de estudios y puesta en practica de los nuevos sistemas, so pena, de paralizar el país.

Nosotros pensamos que el Gobierno, sobre todo en estos temas, debe comenzar a escuchar la voz de los técnicos, las necesidades de la producción y de la ciudadanía, desterrando, ojalá para siempre, esa soberbia ignorante, de que hace gala, que tantos sinsabores provoca a la Nación.

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