viernes, 17 de abril de 2009

Los pingos ya están en la cancha.



Los pingos ya están en la cancha,
por Sergio Melnick.

La carrera está de miedo, francamente espectacular, aunque debo reconocer que con Lagos sería aún mejor. Tenemos en este momento unos 7 u 8 candidatos potenciales a la banda presidencial: el tesoro. En la pole position están claramente Piñera y Frei, y aunque puntea el primero en las encuestas, por ahora es técnicamente un empate. La izquierda lleva por el momento tres candidatos y medio. Uno que saldrá de la terna Teillier-Hirsch-Arrate, donde el más probable es el último y que es el mejor para esos efectos. El segundo es Navarro, que claramente representa a Chávez en nuestro país: ya se ha reportado en los medios una empresa que vende urea venezolana en Chile, aparentemente subsidiada por “Hugo” y que controla la mano derecha de Navarro. El tercero es Marco Enríquez-Ominami, que corre testimonialmente y que es lejos el candidato más interesante y novedoso. Haciendo más ruido que nueces, está Pamela Jiles, quien prometió entrar desnuda a La Moneda y cuyos ataques a la Concertación son quizás los más feroces. Por un nuevo canal de centro, no muy bien definido aún, corre por un lado un eventual candidato de ChilePrimero, y por el otro Adolfo Zaldívar, quien propone un “cambio del modelo”, pero que nadie entiende bien en qué consiste. No me digan que no es entretenido y lamentable a la vez. Ello muestra de manera elocuente que el naipe político se rebaraja y que vienen cambios determinantes en la sociedad chilena. Súmenle 4 millones más de votantes y el nuevo guiso está en camino.

Lo que sí está claro es que el próximo Presidente será Piñera o Frei. Lo que no está claro es cómo será el mapa del Congreso a partir de 2010. Si ya es difícil legislar hoy, porque no es fácil lograr las mayorías, a partir de la próxima elección será un verdadero pantano, en que los díscolos harán su primavera, logrando un poder absurdo para las minorías y donde los pactos que los llevaron ahí serán rápidamente olvidados.

Frei, aunque está impresionantemente mejor a cuando gobernó, es quien la tiene más difícil. Después de 20 años de la Concertación, es difícil creer que puedan proponer o hacer cosas novedosas, porque ésta tiene una gangrena interna que la está matando. Enríquez-Ominami, Mulet-Zaldívar, Schaulsohn-Flores, Jiles, Hirsch y Navarro, son todos emblemáticos y totalmente desencantados de la coalición. Todos ellos estarán hablando contra ella, y vaya que la conocen. El numerito de Escalona tampoco fue trivial: sus odios también alcanzan a la Concertación. Más aún, la nueva alianza con los comunistas pone en entrevero a un segmento relevante de la DC, un partido que estuvo mayoritariamente con los inicios de Pinochet y que ha perdido un millón de votantes en los últimos 20 años. El PC sigue alabando a Cuba y sosteniendo que ésta es una gran democracia a su manera.

Piñera no la tiene fácil, aunque claramente tiene mejores opciones. Su elección depende de que la nueva “coalición por el cambio” pueda volar. Pero ésa es una idea de Schaulsohn, lo que le da mucho poder con pocos votos, y que tiene que armonizar con la UDI, que es clave para el éxito. No basta con que esta última lo apoye; se requiere, como dijo Longueira, que lo haga con convicción y entusiasmo. Longueira, que es un verdadero tanque, se bajó del comando central para dedicarse a un diputado: muy mala señal para partir. Igual de mala señal fue la visita a la niña asesinada, un error que sólo creíamos característico de Bachelet, que ya no los comete.
También Piñera debe acomodar cupos parlamentarios para los nuevos aliados, lo que no es menor, y resolver inteligentemente su tema empresarial, lo que ya es un poco tardío, y por ende cualquiera sea el rumbo que tome, será sorprendido y hostigado igual.

En suma, Piñera-Frei tienen de 83 a 90%, y la camada de aspirantes menores, entre 10 y 17%. Esto significa que habrá segunda vuelta, lo que en principio estadísticamente favorece a Frei, a pesar de que Piñera lo aventaje en la primera. La gran incógnita es el tamaño del castigo a la Concertación, más que al apoyo a los candidatos. Eso define la elección.

El enorme problema de fondo es que las negociaciones parlamentarias fueron previas y estarán ya resueltas junto a la primera vuelta. Eso definirá la fuerza negociadora de las minorías para la segunda vuelta. En la práctica, el sistema binominal, que tanto ha servido a la estabilidad de los primeros 17 años, estará quebrado de hecho y veremos con horror las nuevas dictaduras de las minorías y lo difícil que es gobernar en esas condiciones. Súmele a la cuenta una economía mundial deteriorada y la chilena aún más, y verá que el espectáculo será francamente de novela.
De que habrá tema este año, habrá.

Acount