lunes, 15 de junio de 2009

Bolivia: ¿Qué puede ser la "hora de la verdad"?



Bolivia: ¿Qué puede ser la "hora de la verdad"?,
por Ernesto Videla Cifuentes

Hace ya cuatro meses entró en vigencia la nueva Constitución de Bolivia, la que contiene, como se sabe, disposiciones potencialmente agraviantes para Chile y para la intangibilidad de los tratados. En ella, en efecto, el estado altiplánico declaró "su derecho irrenunciable e imprescriptible sobre el territorio que le dé acceso al Océano Pacífico y su espacio marítimo" (art. 267), afirmando igualmente que el ejercicio pleno de la soberanía sobre dicho territorio constituye un objetivo irrenunciable.

No es ésta una mera declaración de intenciones, ya que el art. 9 transitorio del mismo texto estableció a la letra que "en el plazo de cuatro años desde la selección del nuevo Órgano Ejecutivo, éste denunciará y, en su caso, renegociará los tratados internacionales que sean contrarios a la Constitución". Por mucho que Bolivia pretenda alcanzar sus aspiraciones por medios pacíficos, es obvio que nuestro vecino busca una reivindicación territorial a costa nuestra y anuncia implícitamente que renegociará o denunciará el tratado de límites de 1904.

Estoy cierto, desde luego, que nuestra Cancillería debe haber representado diplomáticamente a Bolivia la gravedad de esta acción, pero pasado este lapso prudencial, urge conocer su respuesta a Chile en términos tan públicos como aquello que dio origen a nuestro rechazo.

Sin embargo, estas líneas tienen un motivo adicional: no es sano seguir transitando por la sistemática ambigüedad que caracteriza el lenguaje oficial en torno a la relación con Bolivia. En la práctica, muchos hechos auspiciosos -acuerdo del Silala; cooperación fronteriza; intercambios de diversa naturaleza; gestos amistosos de instituciones nacionales como las FF.AA.- reflejan un giro positivo. Pero nada de ello sembrará una relación sólida de futuro, como a la que debemos aspirar, si se mantiene la confusión sobre un aspecto que es medular para Bolivia y que Chile no está en condiciones de satisfacer. Veamos sucintamente algunos hechos.

1) En la Asamblea General de la OEA, el canciller boliviano Choquehuanca destacó el mejoramiento de las relaciones con Chile. Desarrollada satisfactoriamente, dijo, la construcción de la confianza mutua, estábamos acercándonos a "la hora de la verdad" en el anhelo de su país de obtener una salida al océano Pacífico. Esto debía traducirse "en soluciones reales". Y en un evidente mensaje a Perú, Choquehuanca advirtió que "ningún factor externo o actuación de terceros" podría obstaculizar este empeño. El canciller chileno, en tanto, destacó los avances entre ambos países -que carecen de relaciones diplomáticas desde 1978- y calificó los vínculos de excelentes.

2) Luego, Evo Morales afirmó que el Presidente peruano, Alan García, se oponía a que su país tuviera un corredor a lo largo de la frontera entre Perú y Chile, y que la demanda que había presentado a La Haya era para "bloquear la aspiración boliviana". También Evo sostuvo que la inclusión del punto 6 en la agenda convenida con la Presidenta Bachelet significaba que nuestro país había aceptado la existencia de "un problema todavía no resuelto, el del mar". Y agregó: "La aspiración del pueblo boliviano es con soberanía".

¿Qué es exactamente la "hora de la verdad" que se acerca, según el gobierno boliviano?
Al asistir el ex Presidente Lagos a la asunción del mando de Morales en La Paz (origen de la nueva etapa con Chile según éste), el mandatario chileno sostuvo que para superar el pasado no se podían tocar los acuerdos históricos vigentes y que la "mirada abierta" que preconizaba Bolivia pasaba "por nuevos acuerdos, no revisar los antiguos". Sin embargo, Morales interpretó la "agenda sin exclusiones" como una manera realista de "resolver los temas que vienen del pasado", lo cual permitiría "saldar y reparar" lo que consideró una "deuda" chilena. Como se observa, son visiones muy distintas, pero con capacidad de crear falsas expectativas. Las diferencias territoriales con Bolivia fueron zanjadas libremente a través del Tratado de Paz y Amistad de 1904 y los compromisos asumidos por nuestro país han sido celosamente cumplidos.
Más tarde, la Presidenta Bachelet y el canciller han dicho que los tratados no se modifican por voluntad de una de las partes. El canciller destacó que fortalecer las relaciones con Bolivia a través de un diálogo sin exclusiones conllevaba "el perfeccionamiento" de su acceso al mar, "de acuerdo a los tratados vigentes". Al efecto, agregó que había que darle todas las facilidades que aún faltaran, pero para ello se requería decir con igual claridad que no habría reivindicación territorial en los territorios que los bolivianos consideran perdidos en la guerra de 1879.

El contencioso levantado por Perú en La Haya dejó en evidencia su voluntad de conservar la vecindad con Chile y lo mismo fue directamente expuesto ya en mayo de 1986, cuando Lima afirmó que el estrechamiento de relaciones con Chile "que la vecindad impone y fue la meta del Tratado de 1929", debía complementarse con la solución de problemas que derivaban de nuevas realidades (una de ellas era "la delimitación formal y definitiva de los espacios marinos).

Nuestro país no puede satisfacer una demanda reivindicacionista boliviana (fuera de la fórmula del trueque territorial y corredor), porque la definición de límites ha sido factor fundamental en el mantenimiento de la paz, y también porque mañana con igual derecho podríamos vernos sometidos a la misma pretensión peruana. Para reivindicar territorios como lo pretende Bolivia no hay soluciones "modernas", "imaginativas" ni "novedosas", sino otorgar con generosidad todas las facilidades posibles a Bolivia para que se conecte de la manera más libre y expedita con el mar, lo cual sí es un anhelo de todos los chilenos.

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