jueves, 25 de junio de 2009

Dos comentarios para revisar....

MEO y cómo sobrevivir hasta diciembre
por Gonzalo Müller (*)

Paradójico es que el candidato alternativo Marco Enríquez-Ominami, a pesar de su exitoso 13% en la última encuesta CEP, deba ahora soportar todo tipo de llamados al orden y a deponer su postulación, desde los gentiles pedidos a que acoja los puentes tendidos desde la Concertación, hasta las soterradas pero constantes advertencias a todos los funcionarios públicos para que no colaboren con su candidatura. Como si se hubiera acabado el recreo, ¡todos a la fila!

La irrupción, la novedad y la simpatía deben dar paso a un camino, pero, ¿a cuál? Cuando uno escucha a MEO referirse a Frei y a la Concertación brota un discurso que clama renovación y cambio, se hace eco de todos los vicios y desgaste que sufre la coalición gobernante, sin desconocer su origen, y llama a construir algo nuevo, hacia el futuro. Sintoniza entonces con un descontento profundo del electorado con la política actual, y adquiere tonos de transversalidad.

Pero rápidamente asoma la culpa. Que nadie vaya a entender que si ataca a Frei, es para hacerle el juego a la derecha. Y aquí surge, súbito, un discurso de izquierda nostálgica, una mirada de la sociedad de ricos y pobres, en blanco y negro, que lo sitúa, paradójicamente, muy cerca de Camilo Escalona y el socialismo no renovado. Poco de futuro, mucho de las respuestas del pasado.
Marco Enríquez-Ominami debe concretar su oferta, superar la culpa y presentarse como lo que hoy es, un candidato que pretende ofrecer un camino alternativo a la Concertación y a la Alianza.
No es fácil diferenciarse. Más difícil aún es construir una identidad propia, que no se acerque inevitablemente hacia una u otra. Porque cuando critica la corrupción y las prebendas políticas en el gobierno, los electores lo asimilan a la Alianza, y si las emprende contra Piñera, lo ven cercano a Frei y a la Concertación. Es por esto que su mensaje requiere de claridad: qué significa votar por él.

Hasta ahora MEO ha vivido de las debilidades de sus adversarios, de su falta de novedad, de la fuerte necesidad de renovación, pero eso no es suficiente para sobrevivir a la vorágine de una carrera presidencial que empieza a acelerar. En septiembre, frente a una nueva encuesta CEP, la realidad política, el mismo statu quo que él pretende romper, le puede terminar pasando la cuenta y dejarlo al margen justo antes de iniciar la recta final a La Moneda.
(*) Gonzalo Müller es Director Ciencia Política y Políticas Públicas de la Universidad del Desarrollo.

Capacidad de gestión en La Moneda,
por Cristóbal Aninat (*)

Sebastián Piñera hace una interesante propuesta para mejorar la gestión de comunicaciones del gobierno y la coordinación de políticas sociales, al proponer eliminar la SEGEGOB como ministerio y radicar sus funciones en La Moneda, y la creación de una cartera de desarrollo social. Una idea novedosa que finalmente introduce el tema de la transformación de la estructura ministerial en la agenda de reforma del Estado. Sin embargo, insuficiente para generar la capacidad de gestión y coordinación que necesita urgentemente La Moneda.

El sistema presidencial chileno otorga amplios poderes al Jefe de Estado. Sin embargo, la estructura organizacional actual de la Presidencia y el gabinete no le entregan las herramientas necesarias para gobernar eficazmente.

A mediados del siglo XX, el Congreso de Estados Unidos crea la Oficina Ejecutiva del Presidente (OEP) —la que conocimos popularmente a través de la serie de televisión The West Wing— para otorgarle “el apoyo necesario para gobernar efectivamente”.

Así, la cúpula del gobierno norteamericano está dividida entre el gabinete, conformado por quince ministros a cargo de ministerios sectoriales, y la OEP, compuesta por consejos y oficinas a cargo de la definición de políticas públicas, coordinación de políticas y asesorar directamente al Mandatario.

En este marco no existen ministerios políticos. Se entiende que es el Presidente quien toma directamente las decisiones políticas y de políticas públicas. Por tanto, su jefe de gabinete es un asesor interno de la Presidencia con rango de ministro, y las divisiones que en Chile están radicadas en Segegob (comunicaciones) y Segpres (coordinación interministerial y relaciones políticas) también dependen directamente del gobernante.

Para el desarrollo y coordinación de políticas públicas, dentro de la OEP existen consejos interministeriales por sectores, que encabeza directamente el Presidente. En estos consejos participan los ministros y asesores relevantes, apoyados por una secretaría ejecutiva permanente. Así, el gobernante junto sus ministros definen las políticas públicas, las que luego son ejecutadas por los ministerios.

Los consejos y oficinas de la OEP están formados por personal permanente bajo la dirección de funcionarios de confianza del Presidente. Esto otorga estabilidad a las políticas, acumulación de conocimientos y memoria institucional, a la vez que flexibilidad para adecuarlas a los programas de cada gobierno.

De este modo, el diseño institucional de la cúpula del gobierno en Estados Unidos entrega un ejemplo interesante para fortalecer las capacidades del Presidente de Chile.
(*) Cristóbal Aninat, es investigador del Instituto de políticas públicas Expansiva-UDP, ingeniero Comercial de la Católica, consultor del Gobierno de Chile y el BID.

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