sábado, 25 de julio de 2009

OEA hoy: donde manda Chávez, por Sergio Melnick.




OEA hoy: donde manda Chávez, por Sergio Melnick.

Cuando Insulza llegó a la OEA, al poco tiempo, en enero de 2007, el fino Chávez le espetó, literalmente y sin descaro, que era un pendejo: “… váyase con su insulsería a otro lado. Vaya que es bien pendejo el doctor Insulza, un verdadero pendejo, desde la pe hasta la o. ¡Debería renunciar a la secretaría general de la OEA!”. El bravo Insulza ya nunca más se atrevería contra Chávez. Se rindió frente al mismo personaje, golpista de tradición, que dijo públicamente, sin que nadie le preguntara nada, que soñaba con bañarse en el Pacífico en una playa boliviana. El mismo que trató de ladrón a Alan García.

La cabra tira pa’l monte. Al final del día, Insulza y Chávez son socialistas a la antigua, no renovados, que no les molesta la destrucción sistemática de la democracia, no sólo venezolana, sino de varios países ya de la región. La admiración de ambos por los Castro es evidente. Al punto que movieron toda la OEA para levantar las sanciones a la peor dictadura que queda en América Latina, que lleva 50 años sin alternancia y con franco menosprecio de los derechos humanos. Si hasta el hipócrita de Raúl Castro condenó el tema de Honduras. Quién lo podría creer.

Cuando, en Honduras, el mismo Zelaya que operó junto a Insulza lo de Cuba pasaba groseramente por encima de la democracia y el Estado de Derecho, la OEA parecía no existir. Ese país se ha defendido como ha podido de la ola dictatorial chavista. No ha desconocido la democracia como modelo, ha respetado y mantenido todas las instituciones, el Congreso, los tribunales, el mandato de los civiles, y hará pronto las elecciones libres a todo evento. El que de verdad atentó contra la democracia fue precisamente Zelaya; ése es el malo en este caso: incluso no le molesta la guerra civil que puede desatar.

Bastó la orden de Chávez, e Insulza corrió insultando y descalificando a Honduras por todos los poros, y llegó a ese país como patrón de fundo, a tratar de imponer las condiciones, sin escuchar razones. Y ese pequeño país le mostró una dignidad asombrosa. No le aceptó las bravuconadas, menos el desatino, y simplemente lo despreció, a pesar de sus galones, de las amenazas de invasión militar del futuro dictador Chávez. El pequeño país sacó a Insulza al lado y aceptó, en claro gesto democrático, iniciar las conversaciones con un buen mediador.

La Presidenta Bachelet, por supuesto, rasgó vestiduras contra las dictaduras, olvidándose de su trotecito a besar las manos de Fidel, el arquetipo mismo del dictador. En su visita a Cuba, además, no alzó una sola palabra por las violaciones de los derechos humanos que ocurren ahí. Menos contra Honecker, a quien probablemente admiró y que al menos jamás condenó.

Insulza aparece hoy asociado a Chávez. El mismo que diariamente destruye lo que queda de la democracia en su país. Cierra medios de comunicación, hace ataques vociferantes a diestra y siniestra, descalifica groseramente a la oposición y otros gobernantes, ha tomado control de la Corte Suprema y del Ejército. Su reciente trato al alcalde opositor elegido, desconociendo así la voluntad popular, es simplemente grosero.

Insulza no ha sido neutro ni menos ponderado. Sólo piensa en su reelección, la que obviamente depende del mismo Chávez que maneja al menos unos 10 votos y que ayer lo despreció como un “pendejo”. Insulza también ha declarado, a quien le quiera oír, que ya está “demostrado” que el mercado murió, que se requieren estados más fuertes y poderosos. Es decir, tiene agenda propia, más que representar la diversidad que pudiera tener la OEA. Llama en ello la atención el ambiguo comportamiento de Estados Unidos. Obama, hasta aquí, no ha dicho una sola palabra contra los mercados, la libertad o el emprendimiento, sino que, al contrario, los ha identificado como el principal motor de la sociedad americana, que no hay que transar.

El que Estados Unidos no apoye a Insulza es casi elemental. No sé por qué alguien se puede sorprender por ello, y no es necesario que se lo anuncie a nadie. No entiendo por qué cree Insulza que podría ser apoyado por ese país, salvo que Obama perdiera toda noción de realidad, que lo dudo. Difícilmente EE.UU. podría apoyar a un claro seguidor de Chávez, el mismo que sostuvo que el ataque de las torres lo había hecho el propio Estados Unidos. Insulza es un estatista de tomo y lomo, y un admirador de los Castro. En esencia, entonces, es un enemigo de todos los pilares básicos de EE.UU., y del desarrollo moderno.

Acount