viernes, 9 de mayo de 2008

Bardón y Melnick, dos artículos imperdibles.


Menos impuestos, menos pobreza
Álvaro Bardón


En rigor, los impuestos son un robo a los trabajadores, que se ven obligados a pagarlos aunque se usen muy mal. Esto último es cada vez más común en nuestro medio y parece no tener remedio, por el enfoque dogmático clásico del socialismo, que considera pecaminoso nuestro libre gasto personal: es el Estado el que sabe lo que nos conviene; los ciudadanos somos tontones, porque no hemos tenido esa revelación "de clase" que ilumina a los marxistas y sus derivados.

Los impuestos son un despojo, pero si usted no los paga, lo van a perseguir y reducir a la fuerza para llevarlo a la cárcel. Del hurto o cartereo usted se puede defender, al menos algo, de alguna manera. Pero con los impuestos, ¡preso sin vuelta!, porque se ofende al Dios Estado, el único verdadero para los socialistas. Por eso, los impuestos siempre deben aumentar, y reducirlos es una herejía.

Después de llegar a un mínimo relativo hacia 1989, el gasto público viene subiendo sin que se conozca su eficiencia. ¿Qué grandes proyectos estatales ha habido desde 1990? ¿Educación? Algo más, pero de igual o peor calidad, excepto en el nivel universitario y técnico, donde se admitieron la gestión y la inversión privadas. En lo demás, puros funcionarios sin aumentos de productividad, aunque sí de los costos.

¿Salud? Un poquito más, pero con las colas y la mala atención clásicas del Estado benefactor.

¿Previsión? Es de esperar que no recaigamos en el quebrado sistema antiguo, que discriminaba contra los "obreros" y favorecía a los más pudientes. Cuando los socialistas hablan de volver al "solidario" sistema antiguo, dan ganas de hacer las maletas e irse. Así como cuando quieren "eliminar el lucro", esto es, el pago por el uso del capital en la educación superior. La orden parece ser que ésta no vuelva a crecer, y menos sin el control de los sabios socialistas pagados por el Estado. Es decir, debemos volver a una población de unos 90 mil universitarios, en lugar de los 600 mil actuales.

El mayor gasto público de los últimos 18 años es un desastre. Me atrevo a sostener que congelar dicho gasto aumentaría nuestro bienestar. Pero, claro, habría que flexibilizar el mercado laboral y la iniciación de actividades, para que aumenten el empleo y el ingreso de los pobres. En todo esto la Concertación no tiene política, quizás por considerar que la mayor tributación y el gasto público lo resuelven todo automáticamente.

Más que subir dogmáticamente los impuestos, habría que evaluarlos, redestinarlos hacia los más pobres y la inversión privada, crear exenciones tributarias para la beneficencia, flexibilizar jornadas, sueldos, trabajo femenino, infantil, etcétera. No puede ser que ahora prohíban ser pelotero, cuidador, arreglar jardines, empaquetar y otras tareas que tradicionalmente ha hecho la gente con baja calificación.

La flexibilidad laboral y productiva es clave para la erradicación de la pobreza, al igual que incentivar la beneficencia y las agrupaciones sin fines de lucro. Pero los socialistas quieren estatizarlo todo, desconfían de la libertad y son totalitarios; les gustaría terminar como la URSS y no como Estados Unidos.

Las regulaciones socialistas de jornadas, salario mínimo, indemnizaciones y tantas otras han hecho que en Chile trabajen unos dos millones menos que el equivalente de otros países. Esto, que explica la recurrente mala distribución del ingreso, no está tratado en "El Capital" ni en la teoría sobre la lucha de clases, así que resígnense a la pobreza, que es el resultado del constructivismo socialista y no del capitalismo libertario.

Volviendo al futuro II
Sergio Melnick


En una columna anterior escribí sobre algunas de las tendencias que están cambiando el futuro, y recibí muchos mails para una segunda vuelta. En tiempos de tanto desorden político, quizás es bueno tomar un poco de distancia para airear la discusión.

La tecnología, que no es lo mismo que la máquina, entre otras cosas, genera un proceso de aceleración del ritmo societal. Todo ocurre más rápido desde la perspectiva humana, lo que también empieza a ser agobiador. Ello es así, porque las máquinas que engendra la tecnología son una especie de “inteligencia empaquetada” que se acopla, con sinergia, a la inteligencia humana. Inicialmente lo hacen como soporte, hoy a la par, el futuro no sabemos, pero vislumbramos. Sí sabemos que estamos a 20 años de máquinas con inteligencia similar a la humana. Ya hay muchos aspectos de la sociedad que están automatizados. Es decir, que se los hemos entregado a las máquinas. Los robots en la manufactura son crecientes. Pero se aplica por igual a los sistemas telefónicos, los pilotos automáticos, las respuestas telefónicas de muchas compañías, plantas generadoras de energía, semáforos, etc. ¿Puede acaso una empresa que tiene 4 millones de clientes atenderlos de manera personalizada? Necesariamente lo hace de manera tecnológica al principio, y eso resuelve más del 90% de los requerimientos. Literalmente, la sobrevivencia de la humanidad depende hoy de la tecnología. En eso no hay vuelta atrás.

El tema de la velocidad es esencial. Sólo piense en el e-mail, que cambió radicalmente la naturaleza de las comunicaciones y de los negocios. Todo se aceleró brutalmente. Y seguirá haciéndolo. Pero hoy el e-mail ya es muy lento para la juventud, y buscan soluciones más rápidas, en línea, más precisas. Chatean, skypean, se mensajean, bloguean etc. El e-mail, además, se ha llenado de basura, y opera en diferido; es decir, lento. Increíble para quienes venimos del tiempo del correo. En el transporte es similar. Se mueve más gente, cada vez más rápido y en todas direcciones. La fabricación de aviones no alcanza a copar el aumento de la demanda por viajes, cada vez más baratos. Los nuevos aviones pueden llevar hasta 850 pasajeros. Increíble, casi como un tren por el aire. Se ha producido más información en los últimos 30 años que en los 5.000 precedentes. El conocimiento que antes se duplicaba cada cientos de años, lo hace ahora cada 4 o 5. Todo el conocimiento técnico que tenemos hoy será menos del 1% del disponible en el 2050. Eso significa que debemos aprender a administrar conocimiento más que acumularlo. Y eso, además, por el volumen debe ser a través de la tecnología, no la memoria. Los cambios en los modelos de educación que se requieren son enormes. En Chile, sin embargo, seguimos mirando hacia el pasado. Hasta hay algunos termocéfalos que les gustaría estatizar toda la educación, como EFE. Hace 15 años que no se crean nuevas universidades. Incluso hay otros termocéfalos que les gustaría que hubiera menos. Se necesitan por lo menos 30 más en Chile, y unos 100 centros tecnológicos.

Uno de los resultados positivos de la velocidad es la riqueza material. La contraparte es la angustia de la obsolescencia humana, especialmente de la adultez. La riqueza impone una presión ambiental fenomenal, a la que se suma el impresionante hecho de que la población mundial aumentará en unos 3.000 millones más de personas, en 3 a 4 décadas. Más aún, aumentará la expectativa de vida muy significativamente. Por eso, fluctuaciones más o menos, los precios de las materias primas seguirán altos por un rato largo. ¿La solución? La misma: más tecnología, más velocidad, más automatización, 7x24. Es decir, más angustia también. En el futuro, el 90% de la alimentación será transgénica, nos guste o no. La educación será de por vida en un nuevo modelo global. Los problemas de energía son transitorios, digamos unos 15 a 20 años. Es más o menos lo que se demorarán en hacerse viables las nuevas fuentes. A modo de ejemplo, en 1970 un kwh de energía proveniente de células de hidrógeno costaba unos US$ 600.000. Hoy cuesta US$ 1.200, y para el 2012 costará US$ 400 o menos. Así como van los precios del petróleo, muchas energías se hacen comercialmente rentables, y lo harán. La transición será lenta, porque el mundo está organizado en base al petróleo y el cambio abrupto sería catastrófico, peor que la crisis del 30.

No quiero dar la impresión de que lo que viene es malo, es probablemente al revés. Pero puede ser muy malo si nos dejamos estar. Necesitamos una economía más vigorosa, más iniciativa de las personas, mucha mayor investigación básica y profesiones científicas, nuevos modelos de educación, hacer en serio el tema de la innovación, mover los recursos naturales, y hacernos más amigos entre nosotros. Si es así, nuestro futuro será mejor. Pero no vamos para allá.

Acount