Estamos presenciando una segunda expropiación de la minería del cobre en Chile. La primera fue en 1973 cuando se aprobó, con los votos de la derecha incluidos, la nacionalización de la minería del cobre en manos de empresas extranjeras. Hoy la expropiación no consiste en quitarles a los extranjeros a favor de los chilenos, sino que unos chilenos les quitan a otros chilenos los excedentes del cobre.
El valor de las empresas está en las utilidades que éstas son capaces de generar, por lo tanto, no es necesario que su propiedad cambie de manos para que desde el punto de vista económico (valor) cambiemos la propiedad. Si un grupo de personas distinto de los accionistas es capaz de apropiarse de los excedentes monetarios que genera una empresa, se produce una expropiación de hecho.
Los trabajadores de Codelco, y ahora también los subcontratistas, han logrado aumentar significativamente los beneficios que le extraen a la minera estatal. Sus sueldos y beneficios son muy superiores a los que pagan otras empresas mineras similares, toda esa diferencia es plata que estas personas le sacan del bolsillo al resto de los chilenos. El aumento de los costos de Codelco es de tal magnitud, que si los precios del cobre bajaran al nivel que los especialistas estiman es el precio de largo plazo, la minera estatal no lograría utilidades. Como la bonanza en los precios es transitoria mientras que los beneficios laborales son permanentes, no es una exageración plantear que es probable que en pocos años mas el total de los excedentes de Codelco se habrá traspasado a sus trabajadores, consumando así la segunda expropiación de la minería del cobre.
Los excedentes del cobre sirven para financiar el gasto del gobierno, el cual a su vez se destina mayoritariamente a otorgar salud, educación, alimentación y vivienda a la gente mas pobre de este país. Quienes están avalando y respaldando las movilizaciones y las acciones de fuerza que permiten a los trabajadores del cobre aumentar aún más sus ya desmedidos sueldos y beneficios están al mismo tiempo coartando las posibilidades del Estado de responder a las necesidades de los chilenos más necesitados.
Esto es el mundo al revés: detrás de la mascara de la equidad laboral se esconde una masiva redistribución de recursos desde los chilenos más pobres hacia un grupo de los trabajadores más ricos de este país. Lo más inverosímil de esta situación es que los mismos que una y otra vez se quejan por la mala distribución del ingreso en Chile, hoy cierran filas con las demandas de los trabajadores del cobre. Por otro lado quienes como José Pablo Arellano, presidente ejecutivo de Codelco, defienden los intereses de todos los chilenos y mantienen una actitud consistente con su discurso, son desautorizados por el gobierno y vapuleados por numerosos parlamentarios de la Concertación.
Este articulo fué tomado de Diario La Segunda