miércoles, 14 de mayo de 2008
La semana pasada, la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC), antigua, poderosa y emblemática industria chilena y de dueños chilenos... “la Papelera” (¿recuerdan Uds. el grito de batalla durante la UP... “¡La Papelera no!”?) anunció una inversión de US$ 30 millones en su giro de “tissue”, el segundo más importante de los que tiene, que genera un ingreso anual de US$ 200 millones.
Lo malo es que la inversión no la hará aquí, sino en el Perú. Motivo: el desproporcionado costo energético de Chile. Ese costo debe corregirse, Dios mediante, así que pasen algunos años... pero demasiados para que los “aguante” la rentabilidad de la nueva inversión. A Perú, pues, los boletos.
Igual y no hace muchos meses había ya ocurrido con una también antigua y prestigiosa textil: Zalaquett. Cerró para reabrir en el Perú.
Y ya son muchas las megaempresas que, sin dejar Chile, invierten preferente o paralelamente en algunos países latinoamericanos: Argentina, Perú, Colombia... Firmas de supermercados, retail, viñas y vinos, fruta, farmacia, plantaciones, celulosa...
A) ¿ES LA MISMA COSA QUE LOS CHILENOS INVIERTAN DENTRO O FUERA DE CHILE?
Desde luego, 1) cada cual invertirá su plata, inexorablemente, donde le parezca probable un mejor rendimiento; 2) toda medida contraria que se adopte, será ineficaz, y 3) es tan lícito y moral para un chileno, invertir en Chile como hacerlo en el Perú.
Mas para el desarrollo DEL PAIS la primera inversión es ampliamente superior a la segunda.
Supongamos una sociedad de chilenos que instala un supermercado en Argentina, y produce utilidades.
Chile, como país, GANA: a) las utilidades que correspondan a los socios nacionales, suponiendo que éstos las consuman o inviertan en Chile y no en Argentina; y b) el impuesto a la renta que paguen aquí las mismas utilidades, conforme a las normas de doble tributación existentes entre los dos países.
Chile, como país, PIERDE: a) la construcción del supermercado: adquisición del terreno; trabajo profesional de abogados, ingenieros, arquitectos, previo a edificar; la edificación misma, con sus profesionales y trabajadores; los materiales para construir; el equipamiento, etc.; b) la planta de trabajadores que atenderá el negocio; c) las adquisiciones locales e importaciones para abastecerlo; d) las innumerables actividades económicas anexas o complementarias: seguros, transportes, publicidad, agua, luz, etc., etc. y e) el IVA de las ventas.
El saldo en contra de invertir fuera de Chile, PARA ESTE, aparece muy claro.
B) ¿POR QUÉ ENTONCES LOS EMPRESARIOS CHILENOS LO HACEN CRECIENTEMENTE?
Según el secretario general de la SOFOFA, estas decisiones reflejan que nuestras empresas son parte de una economía global, y buscan “localizarse en aquellos lugares en donde puedan llegar a ser más competitivas” (El Mercurio, 9 de mayo).
Sí, pero... ¿por qué “aquellos lugares” no están en Chile?
Hay seguramente razones muy complejas y técnicas, que se me escapan, pero quiero exponer dos que juzgo fundamentales. Quizás sean demasiado simples, quizás me equivoque al formularlas, pero me atrevo a hacerlo, atendido que los economistas profesionales (por lo que leo) suelen equivocarse en pronósticos de su ciencia hechos a un mes plazo.
B.1. A mi juicio, la primera causa de esta fuga de empresarios, es la PEQUEÑEZ DE NUESTRO MERCADO CONSUMIDOR.
Somos apenas quince millones de chilenos. Cabemos todos en el Gran Buenos Aires. Cabemos todos en Ciudad de México... dejando vacío un tercio de la ciudad.
Peor aún, no aumentamos de número. Si creemos a un estudio optimista, el de la CEPAL, subiremos hasta veinte millones, no más, y desde el 2050 EMPEZAREMOS A DISMINUIR DE POBLACIÓN. Otro estudio, el de Adimark, es peor. La baja absoluta de número de habitantes sería anterior al 2050. Para esta fecha sumaríamos sólo ONCE millones de chilenos...
¿Por qué ha pasado esto? Porque cada vez es menor el promedio de hijos de la mujer chilena: 2,6 el año 1992; 1,9 el año 2003, y según la encuesta CASEN, entre 1,2 y 1,8 (según el nivel económico) el año 2006.
Y ello se debe a la contracepción masiva iniciada por el Presidente Frei Montalva en 1965, ya que la Alianza para el Progreso y el Banco Mundial la exigían como condición de sus préstamos. Programa limitatorio de la natalidad que aplicó y ha seguido aplicando hasta hoy el Ministerio de Salud. No previeron sus cerebros el desplome poblacional. Tampoco la APROFA, responsable intelectual y cooperadora material del desastre, que en 1989 decía: “El crecimiento natural es aún muy alto”.
Sólo una voz profética, también democratacristiana, se alzó contra la política despobladora de Frei, la “pandilla” de Salud y la APROFA. Ya el año 1966 dijo Radomiro Tomic: “Existe el peligro real del over success (éxito excesivo)... Es muy probable que se llegue rápidamente al extremo —nefasto en los países despoblados de América Latina— de un índice de natalidad INFERIOR al de mortalidad”.
Ya estamos en eso. Por lo cual, los empresarios mejores de nuestro país, los de más vuelo y éxito, se van alejando del minúsculo Chile de la APROFA. Les queda chico. Pronto su proporción de inversiones aquí será la menor. ¿Qué habrá ganado EL PAIS con eso?
Requerimos revertir el descenso poblacional. Todos saben que el quid, para esto, es fomentar el matrimonio único y permanente y la familia estable y numerosa, y desincentivar el sexo adolescente, el emparejamiento fugaz, y los hijos concebidos y nacidos al azar. Pero hacemos justo lo contrario. Hoy la “pareja” tiene doble opción que el matrimonio al subsidio habitacional, y paga menos impuesto a la renta. Estimulamos que nuestra población baje, en vez de subir.
B.2. La segunda causa del paulatino éxodo de los empresarios, es la despreocupación que exhibe el Estado por retenerlos en Chile.
El Estado, hoy, debido al origen ideológico-político de quienes ejercen el poder, tiene una mentalidad socialista. Algunos políticos y gobernantes de este sesgo creen que los empresarios son todos o la mayoría “explotadores” y “chupasangres”, como dijo algún líder concertacionista. Y quienes, de la clase burocrática-gobernante, no lo piensan así, de todos modos están convencidos de que el empresario se encuentra feliz en Chile, mejor que en ninguna parte... y que no se irá porque gana mucho, quizás demasiado. A veces los mismos empresarios lo dicen, ladinamente, para no enajenarse amistades útiles. Pocos “conductores sociales” aprecian la escasez de los creadores de riqueza, y la necesidad de cuidarlos.
Hay en ello un equívoco peligroso. Es muy probable que los empresarios piensen que no existe (por el momento) país comparativamente superior a Chile, dentro de Latinoamérica, en agrado de la vida y aprovechamiento personal de su nivel de rentas, orden, seguridad, institucionalidad democrática y administrativa, etc. PERO ES MUY DISTINTO VIVIR EN CHILE QUE HACER NEGOCIOS EN CHILE.
Recordemos un solo ejemplo de esta displicencia administrativa con los empresarios: el ejemplo de CELCO, no tan lejano pero ya caído en el olvido.
A su planta de celulosa de Valdivia, por la muerte (nunca bien acreditado que fuera culpa suya) de unos cisnes de cuello negro, le cambió el Estado las condiciones de funcionamiento ya otorgadas, y le fijó otras. No la menos onerosa, reducir su producción un 20% hasta que cumpliera ciertas condiciones y lo certificara el auditor externo del ambiente. CELCO cumplió las condiciones, el auditor lo certificó... y el Estado, la COREMA, demoraron desde entonces DOS AÑOS en autorizar la mayor producción... doscientos millones de dólares de celulosa perdidos.
Nadie ha dado disculpas, siquiera.
Que no nos encontremos, un día, con un Chile “país dormitorio” de los mejores empresarios nacionales... y sus negocios en otra parte.