martes, 1 de abril de 2008
Ceguera de ayer, ceguera de hoy
Cada día me ratifico más en la creencia de que la gran ceguera de los chilenos, en el cambio del siglo XX al XXI, es la misma de los chilenos en el cambio del siglo XIX al XX: no percibir la profundidad, la gravedad del problema de la pobreza
Hace un siglo, este problema era llamado “la cuestión social”, y un sector muy mayoritario de los entonces conductores de la sociedad no lo vio. No bastaron para abrirle los ojos ni siquiera las violentísimas rebeldías populares de Valparaíso, en 1903; de Santiago (las “jornadas rojas de octubre”), en 1905; de Antofagasta, en 1906... ¡ni siquiera la matanza de la Escuela Santa María, Iquique, en 1907! Hasta que sobrevino un alzamiento político-social tan fuerte, hacia los años ’20, que destruyó el poder de la clase dirigente, el régimen político y la concepción del papel del Estado en la economía y la sociedad. Aunque —por fortuna, y debido a motivos que no es del caso explicar— ese alzamiento tomó en último término un camino evolutivo y no revolucionario.
Hoy, a mi juicio (ojalá me equivoque), el problema es el mismo, e igual la ceguera. El problema es que hay demasiados pobres “extremos”, es decir, en condiciones de pobreza inhumana e intolerable. Y la ceguera consiste en que no lo vemos y, aun,creemos que la situación ha mejorado y sigue mejorando razonablemente.
He vuelto a esta reflexión por la lectura de la prensa de los últimos días:
1. En El Mercurio del 26 de marzo, el economista-jefe de una importante institución financiera, se refiere a la eventual disminución del IVA que se ha discutido estos últimos días. Materia eminentemente técnica, sobre la cual —por lo mismo— no tengo opinión que pueda ser de algún interés.
El economista admite que “el IVA castiga el consumo, y los pobres se gastan toda su plata en consumo, porque un pobre que gana 100 mil pesos paga 19 mil pesos en IVA porque se gasta todo en comida y ropa”. Pero no le parece razonable, agrega, el reclamo contra el IVA que alega «Los pobres tienen 18 veces menos ingresos que los más ricos y además se les cobra un impuesto que grava el 19% de todo lo que consumen». Este argumento carecería de validez, según el economista, pues existe la “política social” (del Estado) que entrega beneficios financiados con los impuestos, y esta política social “devuelve más plata a los pobres (que a los ricos), EN EDUCACION Y SALUD, entre otros aspectos”.
Aquí tenemos un primer ejemplo de la ceguera de que hablábamos. ¿En cuánto puede tasarse, avaluarse, la “devolución” de IVA a los pobres por concepto de salud y educación?
-Respecto a salud, no me atrevo a pronunciarme, porque hay un plan AUGE en desarrollo, de cuyos resultados no conozco ninguna evaluación independiente.
-Pero tocante a educación, la cosa es muy clara. El 90% de sus niveles básico y medio, que son los inicialmente indispensables para que los pobres extremos emerjan de la miseria, es gratuito y lo financia el solo Estado a través de las subvenciones. Resultado de esta “devolución”: cero. La enseñanza que reciben los pobres, salvo casos excepcionales, no les sirve PARA NADA. Esto, sin exagerar... no les sirve ni para dominar el instrumento elemental de cualquier progreso: saber leer. La última prueba internacional PISA, año 2006 (festejada aquí como un éxito planetario), dice en materia de comprensión de lectura, respecto a los ESCOLARES CHILENOS DE QUINCE AÑOS, lo que sigue: 15% no sabe leer; 22% apenas lee, y 28% entiende “el significado de una parte limitada del texto”.
Esta es la “devolución de IVA y/u otros impuestos”, que reciben los pobres a través de la educación.
Recordemos que en la Presidencia Frei Ruiz-Tagle, el IVA, que había subido “transitoriamente” un punto (1%) —debiendo en consecuencia descender ese mismo punto después de un plazo, que vencía—, fue mantenido sin embargo por el Congreso, específicamente para financiar ciertos aspectos de la Reforma Educacional Básica y Media. ¿Devolvió la reforma a los pobres, en frutos de la educación, el punto de IVA que a ese preciso objetivo no se rebajó?
Si se cree que los pobres aprovechan para su educación el IVA que los hiere de modo tan duro y total, se vive en el mundo imaginario que justamente habitamos los privilegiados... un mundo de ciegos, fantasioso, de BILZ y PAP.
2. En El Mercurio de 22 de marzo, una destacada experta en educación, que además tiene experiencias propias, muy exitosas, sobre enseñanza de los pobres, publica un artículo comentando positivamente los acuerdos educacionales Gobierno/Oposición. Es un parecer respetable, y más por venir de quien viene.
Pero contiene esta frase: “Si se rompe el acuerdo, las escuelas que tienen sistemáticamente malos resultados podrán seguir tranquilas, funcionando con total impunidad, como hasta ahora”.
Pues bien, esas escuelas viven de la subvención fiscal, y no pueden cobrar nada a sus alumnos, salvo sumas insignificantes. Pero la subvención, con todos sus aumentos tan trompeteados del año 2008, sigue siendo APROXIMADAMENTE LA MITAD DE LA MINIMA NECESARIA PARA OBTENER UNA CALIDAD TAMBIEN MINIMA. Ni siquiera el niño o muchacho “vulnerable”, con su subvención adicional, “preferencial” —que se agrega a la del niño corriente—, alcanzan a la MINIMA de este niño corriente...
POR ESO NO FUNCIONA LA EDUCACION DE LOS POBRES, Y ES ILUSORIA LA “DEVOLUCION” DE QUE HABLABA EL OPTIMISMA DEL Nº 1.
Cuando se dice, entonces, que hay escuelas de malos resultados “sistemáticos”, que hoy funcionan “impunes” y “tranquilas”, parece creerse que es culpa de ellas, y que podrían hacerlo mejor. Esto NO ES ASÍ. No se puede hacer algo que cuesta X pesos, con la mitad de esa suma. La culpa no es de las escuelas, sino de la sociedad y del Estado —que los privilegiados manejamos— que no entregan los X pesos, los recursos mínimos para cumplir una labor positiva. Cualquier acuerdo fracasará si no se resuelve este aspecto previo, y se desprestigiará aquello que contenga de bueno.
“Es obvio que quedaron puntos pendientes y habrá un momento para resolverlos”, dice el artículo. Uno de ellos debe ser pagar una subvención razonable. Este es el quid de nuestra ceguera ante la pobreza extrema. Los “puntos” que impiden solucionarla siempre quedan “pendientes”, y el “momento para resolverlos”, llegará... pero nunca llega.
3. El Mercurio del 30 de marzo entrevista a un destacado ex ministro de Hacienda del régimen militar, que pasará a la Historia por habernos sacado de la crisis de 1982, iniciando la década de mayor crecimiento económico que haya tenido el país (1987/1997). Recuerda que de niño su padre “lo llevaba a caminar y le iba mostrando las poblaciones —«de una pobreza que ya no se ve ahora»— y que él se preguntaba ya entonces cómo se podía hacer para mejorar la vida a esas personas”. “Y aunque esa miseria se ha superado, a su juicio no lo estamos haciendo muy bien para realmente despegar”.
Lo primero que habría que hacer para despegar, me parece, es estudiar si esa miseria de verdad se ha superado. Según ODEPLAN, en 1982 la extrema pobreza (rebautizada hoy, mediáticamente, de “pobreza” a secas) era 14,2%. Según la encuesta CASEN última, 2006, llegaba a 13,7%, 0,5% menos en veinticuatro años. ¿Es un ritmo alentador? Contando cabezas, los extremamente pobres de 1970 (ODEPLAN, estudio Kast/Molina) eran los mismos pobres del 2006. ¿Cuál es la superación, en un cuarto o un tercio de siglo?
Y si el ex ministro reanudara sus paseos de niño, comprobaría que las poblaciones de miseria siguen “decorando” nuestras ciudades. El censo de 1970 arrojó un déficit de viviendas ascendente a 400.000. En el de 2002 habían subido a 543.000.
En Chile, despegue y miseria no deben coexistir. No es lógico, ni justo, ni humano, ni cristiano, ni patriótico. Además es imposible. No cabe hacerlos compatibles. No coexistirán.
El año 1900, Enrique Mac Iver, radical, senador, brillante abogado y político, príncipe de los oradores de la época, detectaba algo que —indefiniblemente— andaba mal en nuestra opulenta sociedad del salitre:
“¿Por qué nos detenemos? —se preguntaba en un discurso famoso—. ¿Qué ataja el poderoso vuelo que había tomado la República, y que había conducido a la más atrasada de las colonias españolas a la altura de la primera de las naciones hispanoamericanas?”
Una cosa, eso sí, tenía clara. No era, no, la pobreza... la “cuestión social”. En Chile, donde los trabajadores ganaban salarios situados entre los más altos del mundo, la cuestión social simplemente no existía.
Nota de la Redacción:
Hemos tomado este articulo de Gonzalo Vial, publicado en el vespertinos La Segunda por considerar que toca los temas mas importantes de este momento, educación, pobreza e IVA, ademas de vivienda, cuestiones que sospechamos estarán durante todo el año en la discusión, y, que de no arreglarse traerá cuentas cuyo pago hará “temblar” a la ciudadanía, con el riesgo de que las convulsiones se lleven nuestra institucionalidad.
Gonzalo Vial tiene una verdadera “maestría” para traducir problemas difíciles de entender a palabras simples y comprensibles, que son fácilmente comprensibles por cualesquier ciudadano que tenga interés de entenderlo.
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1 comentario:
Absolutamente cierto, aunque escribe un poco largo, aclara las situaciones para que las entienda el mas iletrado o el mas bruto.
Es lamentable que hombre como este, tengan tan poca difusión en planteamientos serios y de fondo como estos
MEX
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