sábado, 12 de abril de 2008

Presente de hoy, futuro de ayer.

Presente de hoy, futuro de ayer
Sergio Melnick

El futuro es importante, decía un gran pensador, porque ahí pasaremos el resto de nuestras vidas. Esto es obvio pero no trivial. De hecho, estamos en el futuro que una vez construimos. Como buen presente, éste tiene de bien y de mal, porque son muchos, y de muchos, los futuros que convergen a la experiencia efectiva. Si los futuros que buscamos no respetan el límite de los demás, al converger chocarán estrepitosamente. Lamentablemente, la condición humana es muy fuerte. La generosidad no se logra por decreto, menos cuando los que los hacen también son sólo “humanos”.

Entonces, la condición esencial para la construcción colectiva de futuros es que se base en reglas sabias de convivencia, tolerancia y fundamentalmente equidad. Por curioso que parezca, lo más difícil es lidiar con esta última. Ello, porque se relaciona con las acciones y no con las intenciones. Tan poco claro tiene este tema el Gobierno, que montó una comisión para que le definiera la equidad. Mal camino.

La idea del gran pacto social, que sólo podría existir en base a la generosidad, la tolerancia y la equidad, apareció hace unos meses en el horizonte de la política, pero no era verdad. Fue sólo un voladero de luces del Gobierno, para salir de las duras coyunturas. No había generosidad. No había la voluntad de aceptar que nadie es dueño de toda la verdad. No entendía que hay que saber transar por el bien general. Un pacto social real sólo puede ser liderado desde el poder político. Eso en Chile es el Gobierno, un gobierno que debe querer serlo de todos, no sólo de sus partidarios. Eso es el desafío de la historia. Y el Gobierno le está fallando a la historia.

Volviendo a la equidad, ésta corresponde a la justicia, al reconocimiento colectivo de que cada cual reciba lo que “merece” de acuerdo con sus acciones o condición. Es fundamental premiar el esfuerzo y penalizar la desidia y la irresponsabilidad; de otro modo, la sociedad nunca podrá avanzar. Por ello es que la igualdad es sólo un criterio particular de justicia o equidad. La experiencia ya fracasada del socialismo es el testimonio más elocuente del grave error de confundirlas.

En lo que nadie discrepa, en materia de equidad, es en la importancia de la igualdad de oportunidades. Ese es, entonces, un punto común de apoyo para construir un futuro más generoso. No hay que olvidar que nuestra realidad imperfecta siempre está acotada por los recursos. Por ello, una segunda condición necesaria para construir un futuro mejor es que la gestión pública sea de máxima calidad, de modo que no se desperdicien esos recursos o medios limitados. Tampoco podemos desconocer que la riqueza material se traspasa en el tiempo a través de las personas y altera las oportunidades de inicio y el desarrollo de los talentos. Una sociedad justa nunca debe permitir la excesiva concertación de las diversas manifestaciones del poder.

Lo anterior significa dos cosas esenciales para mí. Una, que quien quiera participar del servicio público debe, inexorablemente, tener probadas competencias de gestión. Segundo, que el foco principal de la política social son las oportunidades, no los beneficios, que son ayuda inmediata; por cierto necesaria, especialmente a los focos de mayor privación en la sociedad.

En esa perspectiva, también coinciden todos, absolutamente todos, en que la madre de las oportunidades en la sociedad moderna del conocimiento radica en la educación. Es simplemente sorprendente entonces que se haga tan poco en ese sentido.

Una política educacional adecuada debe partir por arriba, no por abajo. La educación superior es la principal fábrica de ideas que impulsa una sociedad, la que mueve las fronteras del tiempo. Si ésa no funciona adecuadamente, no hay futuro posible. A esa educación es a la que todos deben aspirar. Ese es el faro que impulsa el sistema educativo y que permite ordenar la preescolar, básica, y media. Si lo hacemos al revés, estaremos plantando semillas que no pueden florecer. Justo de ahí mismo salen las ideas para mejorar la propia educación. La propuesta educativa de la “famosa” comisión no hizo un aporte relevante. Perdimos otro año más para empezar.

Los futuros posibles se abren hoy. No podemos seguir esperando.

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