sábado, 26 de abril de 2008
Ciencia y política, entre el orden y el caos
La ciencia no está nunca desligada de la sociedad, y sus aportes siempre influyen en los hechos sociopolíticos. Nuestra visión del mundo y muchos conceptos económicos, políticos e incluso sicológicos han estado influidos durante siglos por los parámetros de la ciencia, aunque ese hecho no siempre nos resulte evidente.
La mecánica de Newton, y sus leyes que creíamos inmutables, nos hacía ver el mundo como un perfecto reloj, con causas y efectos. Sin embargo, gran parte de la física contemporánea está basada en la probabilidad. La mecánica cuántica con Max Planck aportó en el siglo XX el dato clave de que el mundo subatómico (dentro del átomo) no se comporta como esperaríamos. La física cuántica con su indeterminación ha proporcionado los elementos más exactos conocidos hasta el momento, a pesar de su carácter probabilístico.
Experimento
Los ejemplos anteriores sólo los menciono para ilustrar la importancia que tiene el enorme experimento que está llevando a cabo la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN). Hace 12 años la comunidad científica, con la colaboración de físicos de Europa, EE.UU. y de la India entre otros, empezó a construir el llamado Gran Colisionador de Hadrones. Es un tubo de 27 kilómetros en el cual se hará colisionar en octubre de este año a millones de partículas en condiciones extremas para tratar de recrear lo que ocurrió tras el Big Bang, que es una de las teorías -la más aceptada- del comienzo del universo. Se trata de comprender cómo se originó la materia que conocemos y qué compone lo restante -lo que no entendemos y que es casi todo- y se define como energía oscura.
El ser humano por definición es investigador y explorador, y desde la más remota antigüedad los sabios han dialogado con la naturaleza. Y así como los presocráticos discutían sobre el origen, hoy los científicos también se devanan los sesos tratando de establecer si se impondrá la visión mecanicista del universo, o la probabilística, que habla de una suma de casualidades. Y esto tendrá consecuencias filosóficas y prácticas para la humanidad.
Lo que ha quedado bastante claro es que la antigua división entre científicos y humanistas ya no es razonable. Tanto en la época de Newton y Leibniz, como en la moderna de Einstein y Planck, los conceptos científicos determinan de muchas maneras nuestra visión de la vida, de la política, de la educación, de las relaciones humanas. Algunos lo analizan desde la perspectiva de la fe, otros desde la de la razón, pero es un hecho que la ciencia no aporta sólo una suma de datos técnicos, sino que debiera llamar a una profunda reflexión.